Salsa

Justo Betancourt sigue siendo el ‘Bravo’

La historia de la salsa tiene a un gran representante dentro de sus emblemáticas canciones y sabores: el inigualable Justo Betancourt.

Justo Betancourt sigue siendo el ‘Bravo’
Tomado de: es.fania.com

La historia de la salsa tiene a un gran representante dentro de sus emblemáticas canciones y sabores: el inigualable Justo Betancourt.

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“No creas que porque canto es que me he vuelto loco. 

Yo canto porque el que canta dice mucho y sufre poco”.

Pa’ bravo yo

Fue un mulato oscuro, con la mente en su sitio y bueno de salud el que se marchó una mañana de 1964 de su natal Cuba a buscar aventura en el mundo, sin meditar mucho los riesgos que enfrentaba. Justiciano Betancourt Querol apenas tenía 24 años, pero ya sentía que la isla le quedaba pequeña.

Con un talento natural para el canto, la rumba y la improvisación, quien sería conocido simplemente como Justo Betancourt comenzaría su andar ‘bravo’ por una asombrosa senda musical.

Este cubano nacido en la provincia de Matanzas un 6 de diciembre de 1940 protagonizaría años después una de las narraciones más llamativas de la escena salsera y convertiría una singular interpretación y el título de esa canción en su propia historia de vida. 

Sin embargo, para llegar a ese momento tendrían que transcurrir varios años y antes de eso, Justo se embarcaría en una aventura que entrañaba todos los peligros de un viaje de polizonte a un lugar  al que ni siquiera sabía si llegaría con vida.

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“Tú sabes que los barcos tienen dos tanques para ir balanceando, pero había uno que no tenía agua porque allí lo que hacían era meter otras cosas y nos introducimos allí ocho cubanitos. Imagínate, estuvimos un mes y dos días navegando, viendo nada más que cielo y agua”.

El inicio de una historia 'salsosa' que aún se escribe

Esta historia narrada con la simpatía de un hombre que hoy recorre sin prisa los 84 años, y que sigue teniendo la menta clara y aún está bueno de salud, resulta aún más inverosímil cuando nos damos cuenta hasta dónde lo condujo su arriesgada peripecia.

Un mes y dos días duró su viaje como polizón en alta mar para terminar en un lugar insospechado: Grecia.

¿Qué podía hacer un cantante de la vieja escuela cubana en la tierra de los grandes filósofos? La verdad fue poco, el desespero se apoderó de Justo que solo encontró sosiego cuando después de nueve largos meses pudo por fin embarcarse hacia la tierra soñada: Nueva York.

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De seguro que mientras se aprestaba a dejar atrás esos largos 270 días en la tierra del Peloponeso y cuna de la democracia, Justo debió ver de nuevo a ese ‘mulatico oscuro’ de once años que cantaba con un pequeño grupo que tenía el singular nombre de ‘Cabeza de perros’ y que hacía de las suyas en el barrio La Marina de Matanzas, en Cuba, la misma población donde nació la más Sonora de todas las orquestas y con la cual Justo también tuvo su historia.

Por sus recuerdos debió transitar ese 1951 cuando Justo, con apenas once años, era la voz líder de ese pequeño ‘grupo canino’ que había adoptado su nombre (‘Cabeza de perros’ ) de una popular cerveza que los patrocinó. Y es que el pregón era lo suyo, a los 12 años Betancourt ya había grabado cuatro canciones acompañadas de su tío Carlos Querol, que incluía una canción que luego volvería a grabar titulada ‘Leguleya No’.

Un talento que empezó a mostrarse desde muy joven

Era tan enorme el talento del chico que solo cinco años después pasó al ‘Guaguancó Matancero’ y en 1958, a los 18 años recién cumplidos, grabó su primer sencillo titulado ‘Para gozar Cubita’ con el Sello Fama y el Conjunto Club.

En ese vuelo que lo llevaba a Nueva York desde Atenas, ese ‘hombre que tenía sentimiento, sangre de africano y canto de gran virtud’ debió repasar en su mente y su corazón ese 1959 que transformó la vida de los isleños. 

“Aquí pensaban seguir

Ganando el ciento por ciento

Con casas de apartamentos

Y echar al pueblo a sufrir

Y seguir de modo cruel

Contra el pueblo conspirando

Para seguirlo explotando

Y en eso llegó Fidel…”


En ese llegó Fidel (Carlos Puebla)

Con la llegada de los ‘barbudos’ muchos de los músicos tradicionales que frecuentaban los famosos clubes de la Isla decidieron marcharse y fue así como apenas cinco años después del triunfo de la revolución, en 1964, Justo abandonó su isla amada.

El inicio en Nueva York del 'más bravo de todos'

Ahora, mientras viajaba hacia Nueva York ensimismado en sus pensamientos, Betancourt se alistaba para labrar una nueva historia. Pero todavía le faltaban ocho años para ser el más bravo de todos y construir una leyenda a la que no le faltó un solo ingrediente personal ni musical.

En ese interregno, Justo llega a Nueva York en plena ebullición musical. Las formidables ‘big band’ estaban dejando de existir y un nuevo movimiento al que iban a llamar salsa comenzaba a abrirse paso. Eran tiempos del reinado del  bugalú y faltaban apenas cuatro años para la fulgurante irrupción de Richie and Bobby con su ‘Comején’ y 36 meses para que Héctor Lavoe presentara al ‘Malo’ de Willie Colón y su original sonido callejero y desprolijo.

Talento que supera el tamaño de Manhattan

Justo llegó a la ‘Gran Manzana’ precedido de una fama de buen sonero, muchos artistas cubanos habían emigrado en masa y habían escuchado el fraseo de ‘El Mulato’; por eso a nadie le extraño que poco después de su llegada se uniera al grupo del recientemente fallecido timbalero Orlando Marín.

Ese primer álbum no pudo tener un mejor título que reflejaba perfectamente lo que comenzaba a vivir Justo en la meca de la rumba: ‘Está en algo’ se llamó esa primera producción en la que Justo debuta y que rápidamente se instaló en el gusto rumbero, pues en 1967 alcanzó el Top 10 de la música latina.

‘Mi jebita’ y ‘La banda llegó’ fueron tan solo una pequeña muestra de la personalidad musical de Justo y de aquello que lo iba a definir en el resto de sus producciones: una voz acompasada con el viejo estilo cubano y un cambio de ritmo y de alardes entre los compases del coro que habría de provocar un ‘terremoto’ en el estiloso salsoso del inmediato futuro.

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A la par de su trabajo con Orlando Marín, Justo encontró en la Sonora de su tierra ese pedazo de isla que se le había extraviado.

Rogelio Martínez, el director del decano de los conjuntos cubanos, ya lo conocía y una voz con tanto poder caribeño no podía pasar inadvertida. Durante cinco años, entre 1965 y 1970, el matancero cantó 18 temas con la legendaria orquesta, además de acompañar los coros con artistas como Linda Leida, Roberto Torres, Tony Díaz y Máximo Barrientos.

“Peor pa’ ti

Que no estas más a mi lado

Tanto que yo te había dado

Y te fuiste por ahí

No sé por qué

Con tu nueva compañía

De menor categoría

Dices que te sientes bien”.

De ese ‘Long play’, Sonora Matancera con Justo Betancort recordamos ‘Mala Pata’, el reconocido disco compuesto e interpretado por el venezolano Hugo Blanco, que en la voz de Justo toma un aire distinto, con la fuerza de los pregones y soneos que el gran artista cubano le introduce en cada estrofa. ‘Como bajaste de categoría’; ‘Qué lástima, priiiiii’, ‘Que no estés más a mi lado, de traiciones estoy curado’, ‘Tú no eres la sombra de ayer, el que te ve te manda a correr’ son algunos de esos singulares fraseos llenos de picardía a los que Justo acostumbró a su fanaticada.

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Sin duda, ‘El bravo’ comenzaba a construir ese rascacielos musical que lo encumbró en la historia de la melodía afrolatina como uno de los más grandes.

“Betancourt optó por una salida distinta: la parte de son fue enfrentada con el viejo estilo cubano, lleno de inmensas libertades para el cantante, que así podía jugar a sus anchas con todas las posibilidades melódicas; y un estilo netamente 'salsoso' para el montuno, alternando los giros, sin repetirse, jugando con inteligencia a la frase oportuna, al cambio de ritmo, al alarde entre los compases del coro. A partir de esta habilidad de Justo fueron muchos los cantantes que trataron de imitarlo, sin lograr jamás equipararle los resultados”

Sentencia el escritor venezolano César Rondón en su libro ‘La historia de la salsa’, sin ocultar su admiración por el sonero matancero.

Un 'experimento' que llevó a una manera de hacer salsa

Mientras Justo jugaba en los montunos desempolvando antiguos boleros, adaptando letras de temas clásicos, se pudo ver cómo otros cantantes menos diestros en ese arte repitieron el estilo produciendo ‘rarezas’ que no tenían sentido en relación con el tema original que estaban interpretando.

“Y es que, para el vocalista que se dedica a este tipo de música, no hay nada más importante que el sentido de la oportunidad, saber en qué momento hay que forzar al coro, cuándo frenarlo, cuándo decir el chiste, la frase que anima a la banda, la frase del viejo bolero, el alarde virtuoso, en fin, saber qué es lo que hay que hacer, y, sobre todo, cuándo hay que hacerlo. Y sucedió que muchísimos de los cantantes abombados en pleno boom no tuvieron ni la más mínima idea de esta exigencia y por eso no son pocos los discos que andan por ahí llenos de gritos fanfarrones que pregonan un sabor y una habilidad que simplemente no existió”. 

Mejor no lo pudo describir el escritor Rondón, ya que resume en primer lugar lo que era el pregoneo de Justo y además le suma una clase magistral del significado de sonero en la música afrocaribeña. Poco a poco Justo se acercaba a la composición que lo encumbraría y que lo convertiría en el bravo de verdad.

“¡Pa' bravo yo!
Yo que soy mulato oscuro
Tengo la mente en mi sitio
Y estoy bueno de salud

¡Pa' bravo yo!
Yo que tengo sentimiento
Tengo sangre de africano
Y canto con gran virtud”

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La calidad de Justo seguía imponiéndose por encima del resto de cantantes del boom salsero newyorkino. En 1968, Betancourt fue el primer vocalista en firmar contrato con Fania y de hecho fue integrante de la Fania All Stars, pero fue ese verano en New York de 1972 cuando se junta una pléyade de músicos inigualables que logran producir el disco con el que Justo pasará de hombre a mito. Producido por Larry Harlow, el rey ‘Midas de la salsa’, el disco fue bautizado ‘Pa bravo yo’.

Todos los arreglos fueron realizados por el pianista Javier Vásquez, quien además compuso ‘Cataño’ y un bolero potente y tortuoso como ‘Psicología’, que basta escucharlo para que duela el corazón y se estremezca el alma:

“No es querer ni que te quieran / No es besar ni que te besen/ Si para querer con sinceridad hay que tener psicología…”

Lo mejor de lo mejor reunido

Este grabación congregó lo más granado y talentoso de aquella época: Víctor Paz en la trompeta, Roberto Roena y Chino Pozo en los bongoes, Alfredito Rodríguez en el piano, José Rodríguez en el trombón, Jerry González en las congas, Charlie Rodríguez en el tres, Nicky Marrero en los timbales y un imberbe talento que comenzaba a despuntar por su estilo desenfadado y callejero en las maracas (un tal Ismael Miranda). Como si faltara algo más, la joya musical que quedó para la posterioridad fue acompañada en los coros por ‘Yayo El Indio’ y el fantástico Adalberto Santiago.

La aparición de Ismael Miranda tocando las maracas tenía un especial significado porque fue precisamente su composición de ‘Pa’ bravo yo’ la que termina convirtiéndose en el nombre con que se bautiza el LP y, además, en el gran éxito internacional de Justo.

La salsa y su memoria

“¡Pa' bravo yo!

Yo que sé lo que es la tumba
El cencerro y el bongó

¡Pa' bravo yo!
¡Pa' bravo yo!
Yo te lo digo
¡Pa' bravo yo!”

La leyenda musical detrás de este disco es bien particular. El entonces llamado ‘niño bonito de la sala’, Ismael Miranda, relata que un día lo llamó Justo Betancourt, quien le tenía gran aprecio y lo había visto en algunos lugares haciendo ‘numeritos’ y lo convocó de manera urgente para que participara en su nueva producción tocando las maracas y haciendo unos coritos.

Ismael, el autor innato de uno de los temas más importantes de Justo

El cantante cubano le dijo que no se entusiasmara mucho porque solo sería un par de temas, pero la verdad es que Ismael sentía una profunda admiración por Justo y solo le importaba estar allí cerca. Entonces lo que vino después, cuando ambos se encuentran, es una historia hermosa, en la que es necesario cerrar los ojos e imaginar ese instante que relata en su voz el propio Ismael: “Entonces, mientras fuimos hablando, le canté el tema a Justo (Pa’ bravo yo) había como cuatro compañeros y allí mismito Justo me emplazó  y me dijo: ‘Mira, Ismael, cuándo tú piensas grabar ese tema’. Bueno, le contesté, pienso grabarlo para mi próximo trabajo musical y entonces me dice: ‘Oye, tú no puedes grabar ese tema’. Sorprendido por la tenacidad de la respuesta de Justo, el intérprete de ‘María Luisa’ y ‘Galera Tres’ le contestó con prisa ‘cómo que no puedo grabarlo si lo escribí yo, es mío’.

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Entonces Justo Betancourt, sacando lo más excelso de la callejería del barrio y de la guapería de la esquina le dijo: “Tú no lo puedes grabar porque ese tema es mío, no es tuyo, ¿y sabes por qué?, porque tú eres blanco y ese tema dice: Yo que soy mulato oscuro, tú no eres mulato, eso no va contigo”. La respuesta de Ismael ante la contundencia del argumento tiene que ser una de las más hermosas, elocuentes y a la vez más simples en la historia de la salsa: “Yo me reí mucho y le dije ‘bueno, está bien, aquí tienes el tema’”. 

Yo que le canto a cualquiera
Conmigo no hay distinción

Los sentimientos que tengo
Lo entrego de a corazón, ¡pa' bravo yo!”

La tradición plasmada en cada melodía

El tema, que respeta toda la estructura y estilo del son tradicional, está concebido desde una perspectiva salsosa: era la tendencia del momento, una letra retadora, pendenciera, de guapería de barrio, orgullosa, peleadora, con giros agresivos, y un extenso montuno que se golpeaba con un coro reiterado en el ataque por la letra y el ritmo. “Un cantante convencional hubiera resuelto el tema de la siguiente manera: una interpretación plana, sin mayor variante ni virtud, de la parte inicial de son, y una repetición desordenada, y posiblemente incoherente, de dos o tres frases en el montuno.

Betancourt, sin embargo, optó por una salida distinta: la parte de son fue enfrentada con el viejo estilo cubano, lleno de inmensas libertades para el cantante, que así podía jugar a sus anchas con todas las posibilidades melódicas; y un estilo netamente salsoso para el montuno, alternando los giros, sin repetirse, jugando con inteligencia a la frase oportuna, al cambio de ritmo, al alarde entre los compases del coro”, esta soberbia definición del escritor César Rondón ofrece una cascada de argumentos para entender la clase en la que se movía el gran Justo.

Justo y su enojo con llamarle "salsa" al género

El artista siempre deploró que con esta definición se despojara a ‘Cubita, la bella Cubita’ de su patrimonio musical. 

Eso de salsa yo nunca me lo voy a tragar. Con la salsa es que atrasaron a la juventud porque no saben definir los ritmos”, advirtió hace nueve años en San Juan donde tenía una presentación junto a la Orquesta La Mulenze y Pirulo y la Tribu. Justo, que se fue a vivir a Puerto Rico en 1974 de seguro para sentir más cerca el golpe del calor y el oleaje incesante del mar, fue más allá y no titubeó al decir que a la salsa la bautizaron de esa forma como una ‘cuestión de la política del bloqueo contra Cuba’ porque en la isla se siguen tocando los ritmos autóctonos como el guaguancó, el chachachá, la pachanga y la guaracha.

Lo que sí no tiene discusión es que la versión de Justo sobre cómo se encontró de frente con esa canción que lo catapultó en la historia de la salsa es de aquellas historias que quedan en la galería donde se coleccionan las leyendas musicales por su nivel de detalle y porque tiene magia, crítica, un poco de sorna y, por supuesto, todo el talento narrativo de un hombre acostumbrado a contar. 

“Ismael siempre fue fanático mío, era un chamaquito. Él trabajaba en un negocio cerca y una vez lo vi afuera, sentado, porque el negocio estaba cerrado y le dije vete de allí, vente conmigo para que grabes”.

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Ismael, apenas entonces una joven promesa, no lo podía creer, el gran Justo lo invitaba a que lo acompañara en una de sus grabaciones y, además, le pidió que llevara unas maracas para que tocara un rato con ellos. Y fue allí cuando Ismael le mostró el numerito que había  compuesto.

”Ismael  me dio un casete, él decía en el disco que era un blanco oscuro y yo le decía blanco oscuro de qué, jajajaja, es mulato oscuro lo que debía decir allí”.

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El tema sorprendió de tal manera a todos los que estaban en la sala de grabación que la gente de Fania decidió que se iba a interpretar en la discoteca ‘Cheetah Club’ durante el increíble y recordado concierto del jueves 26 de agosto de 1971 que dio paso a la leyenda salsera de Fania.

En el 310 de la Calle 52 Oeste de Manhattan, entre la Octava y Novena avenida, muy cerca del Times Square, El Cheetah Club tenía dos espacios de baile. Una pequeña pista en la planta superior y una extraordinaria pista central de baile en la que fácilmente se acomodaban 1.200 personas. Además, muy cerca de la pista, una imponente tarima en la que cabían fácilmente 20 músicos espera el concierto que partió en dos la historia de la salsa.

Un 'junte' con los 'pesados' de la salsa

Fue el recordado productor Ralph Mercado el que le comentó la idea del concierto a Jerry Masucci, propietario del sello Fania, y este a su vez a Pacheco. Este encuentro que reunió a talentos impresionantes como Héctor Lavoe, Cheo Feliciano, Adalberto Santiago, Santitos Colón, Barry Rogers, Bobby Valentín, Orestes Vilató, Richie Ray y Larry Harlow, solo para comprender la calidad de algunas de las figuras que se encontraron esa noche mágica de la música afrolatina, fue publicado en dos LP y el material audiovisual se incluyó en el documental ‘Our Latin Thing’ (Nuestra Cosa Latina) dirigido por el cineasta León Gast.

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“Ese número lo iba a cantar en el Cheetah –relata Justo- yo cobré adelantado para comprarme mi traje, mi cosa para ir bonito pa’allá. Yo me iba a ir con Roberto Roena para comenzar a trabajar y cuando llegué Pacheco me dijo que el número de ‘Pa’ Bravo’ no aparecía. Muy molesto le dije: ‘Se lo robaron, entonces yo me voy de aquí, no voy a trabajar’. Entonces Jerry Masucci me reclamó de que había cobrado por adelantado y le dije, ‘pero qué tú quieres, ¿que cante ‘quítate tú pa’ ponerme yo’? Y me fui, recuerdo que cogí una borrachera. ‘Pa’ Bravo’ estaba ensayado y todo, parece que no gustó, no sé qué pasó, pero le doy las gracias al que lo hizo porque me dio la oportunidad de poner el título de ese disco y todavía sigo bravo”.

Nació 'Pa' Bravo yo'

Lo mejor de la asombrosa historia vino al poco tiempo porque Justo habló con su compatriota, el maestro y arreglista Javier Vásquez, y también con el jovencito Ismael Miranda, artífice de la canción y entonces, meses después, grabaron ‘Pa’ Bravo yo’, un singular LP que tuvo el mismo título de la canción y que salió a la venta en 1972. Además del tema que se volvería un clásico de la salsa, la producción contenía otros tremendos numeritos como el bolero ‘Psicología’, ‘Óyeme cantar’, ‘Lágrima y tristeza’, ‘Guaguancó moderno’, ‘Una audiencia muerta’ y ‘Caracas tiene su guaguancó’. Todos los arreglos a cargo del talentoso pianista Javier Vásquez.

“¡Bravo!
Permíteme aplaudir la forma de herir mis sentimientos

No te equivoques
Acuérdate que el bravo soy yo”

Justo Betancourt y ‘Pa’ Bravo yo’ se convirtieron en un solo ser, indivisible, el uno no podría existir  sin el otro. Con el trasegar de los años ambos se convirtieron en clásicos, la historia legendaria del salsero que se enfrenta a mil batallas, el que no se amilana ante la adversidad, el que ofrece una potente lección y sigue bravo. 

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El cantante cubano lo que hizo con la composición de Miranda fue brindarle a ese tema unos matices muy propios e irrepetibles. Como dice el maestro Rondón, la autodefinición del que canta con relación a su música, su ambiente, su herencia y su porvenir. A diferencia de muchos de los que posteriormente intentaron números similares, Justo no asumió la postura fanfarrona inocua, en el que la interpretación resulta desprolija, ridícula y sin fondo.

Si hacemos un repaso podemos advertir que en 1968 publicó su álbum ‘El Explosivo’, en el cual destacan ‘De Cara a tu Vida’ y una singular versión del tango ‘Yira Yira’. Sus discos posteriores como ‘El que Sabe, Sabe’, de 1970; ‘Los Dinámicos’, en 1971 con Johnny Pacheco; y ‘Pa' Bravo Yo’, en 1972, son un buen ejemplo de los nuevos giros estilísticos en esos primeros años de la década del setenta, cuando el barrio era el eje sobre el cual giraba ese nuevo son que iría a nutrir toda la historia salsera del boom que lideraría la Fania. 

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El sello de Justo fue precisamente imprimirle toda esa guapería auténtica del caribe, sin poses ni ambages, un desplante excesivamente salsero que encontró un eco sin parangón en el bailador y en el simple oyente de esta música del barrio, de la esquina.

Lo que vino después para el intérprete fue continuar ‘bravo de verdad’, porque después de publicar los discos ‘Justo Betancourt’ (1974) y ‘Lo sabemos’ (1975), se unió a Mongo Santamaría para grabar uno de los discos más especiales en pleno boom salsero: ‘Ubané’, que hacía un recorrido inverso en la historia y se devolvía al original sonido cubano de los años cincuenta.

¿Regresar a Génesis?

Si todos se alimentaban de las melodías añejas de la isla, ¿por qué no regresar a la génesis? La producción, sin embargo, no logró el éxito esperado. Esto golpeó el ánimo del ‘mulato oscuro’ , quien entonces decidió salir del ambiente hostil de New York y buscar el calor caribeño que le era esquivo porque ya no podía regresar a su Cuba, entonces optó por la ‘Isla del Encanto’, Puerto Rico del alma.

Nace 'Borincuba', una orquesta con mucha 'entrega de corazón'

En Borinquen bella recuperó las ganas de producir música, se separó de las estrellas de Fania y armó una orquesta que denominó ‘Borincuba’; no era muy difícil adivinar en ese nombre ‘los sentimientos que tengo, lo entrego de a corazón’. Y allí, en 1976, montó un tremendo junte con músicos que todavía no estaban contaminados por la escena poderosa, vertiginosa y saturada de New York. Lo que vino entonces, un año después, confirmó lo que todos intuían, un nuevo grito de batalla del maravilloso Justo que simplemente parecía un homenaje a él mismo.

El álbum ‘Distinto y Diferente’ enseñó una tremenda voz en su cúspide, una potencia única, un bravo de verdad; que trajo el mejor espíritu del golpe añejo, aquellos acordes melódicos de la salsa originaria de principios de la década.

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“No estás en nada,

no estás en nada,

por más que te esfuerces no estás en nada

No estás en nada,

no estás en nada,

por más que te esfuerces no estás en nada”

Uno de los éxitos más potentes de este periodo, ‘No estás en nada’, simplemente confirmó que Justo sí estaba en algo y según la propia tesis del artista cubano, después de todo lo malo, la gente solo siguió bailando y gozando con la buena música, la buena salsa.

Mucho se ha especulado sobre el mensaje que trae este numerito surgido en 1977. Algunas ‘malas lenguas’ dicen que estaba dedicado a Celia Cruz, por unas confrontaciones que ambos arrastraban desde que vivían en Cuba y que se agudizaron cuando se encontraron en Nueva York.

“Te quieres hacer la fina con tu dedito al tomar // Te gastas dinero en ropa y no la sabes usar // Aunque se vista de seda mona se queda, mona se queda // Aunque se vista de seda mona se queda, mona se queda…”

Un Justo 'Distinto y Diferente'

Esto será el capítulo de otra historia, pero ahora volvamos de nuevo a este álbum ‘Distinto y Diferente’, que como dice Justo en uno de los temas incluidos (‘Soy profesional’), “es de lo mejor”.  La producción estuvo a cargo del gran Bobby Valentín, el ingeniero de sonido fue ‘el mago’ Jon Fausty, pero también participaron músicos de la talla de Edwin ‘nene’ Blassini en las congas, Julio Enrique Marrero en el Trombón, Reinaldo Rodríguez en el piano y en los coros unos jovencitos que apenas se abrían paso como Sammy González y Tito Rojas.

En este álbum, Justo volvió y se retó en el bolero e interpretó un par de ‘numeritos’, de esos que nos hacen recordar amores perdidos y desempolvan dolores que creíamos sepultados: ‘Nuestro Juego’  y ‘La vida mía’. También unas guarachas, guajiras y montunos potentes a través de ‘Óyela’, ‘Distinto y diferente’, ‘Belén y ‘Soy profesional’

“Soy de lo mejor soy profesional
Soy de lo más bravo que ha llegado aquí al solar
pero soy yo soy de lo mejor soy profesional
Soy de lo más bravo que ha llegado aquí al solar

Pero no quiero que se disgusten al oír mi sinceridad
Yo se los digo pues sé que es cierto sin caer en la vanidad
Y aunque el mundo me critique viviré con honestidad
Porque siempre habrá quién diga que mi ritmo es sensacional”

Una sabrosura que continúa compartiendo con 'amor'

Lo que en otro artista hubiese sido condenado, en Justo era simplemente una declaración de principios que confirmaba su bravura al frente de la rumba, la guaracha o la plena. Tal vez ese exceso de sinceridad y la interpretación que muchos le dieron a una supuesta pedantería del gran artista cubano hizo que Justo no fuese apreciado y valorado en su real dimensión. Pero Justo Betancourt, sin lugar a dudas, está a la par de los mejores intérpretes de salsa de la historia.

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En diciembre pasado cumplió 83 años, con su voz intacta, delgado, risueño y vital. En junio del 2022 se conoció un video en el que se le aprecia interpretando un ‘bolerazo’ en el patio de su casa, rodeado de algunos amigos que ejecutan los instrumentos, mientras se ‘clava’ lo que parece un ‘palito’ de ron o un whisky doble.

“Este cariño que siento por ti, no lo he sentido por nadie jamás // Tú me has herido en el corazón como la flecha que hoy hiere mi amor // Una mirada me diste al partir fue como un rayo de felicidad, tú tienes algo que me hace vivir algo que nadie me ha hecho sentir // Hoy de un nuevo amor ha renacido una ilusión, hay una esperanza para mí, no me dejes solo postergado en mi dolor, no me dejes solo por favor…”

La última vez a la 'luz pública'

Magistral, sutil, bien ejecutada, nostálgica, romántica, desgarradora, potente, melancólica, precisa para el corazón atribulado, y con toda la majestuosidad que solo puede tener la sencillez de una estupenda composición y la fortaleza de una formidable interpretación. Una combinación precisa y un dúo que hizo historia: Pacheco y Betancourt. Justo, yo también tengo el corazón herido y tu voz tiene algo que me hace vivir.

Cuando repaso, una y otra vez, ese video casero puedo imaginarlo siempre distinto y diferente, con la mente en su sitio y bueno de salud; entrándole sin temor al bolero y, de seguro, siempre recordando a su vieja Cuba, a esa hermosa Isla a la cual nunca más pudo regresar desde que la abandonó en un barco en 1964.

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¿El regreso de Héctor Lavoe?

Héctor caminó de prisa y como una de sus canciones, su vida fue triste y vacía. Los excesos de la rumba y la mala suerte lo acompañaron no pocas veces. Hoy, cuando los salseros conmemoramos su nacimiento, también nos sorprendemos con lo que se está haciendo con la IA para revivir su voz. ¿Sacrilegio o evocación? El debate está servido.

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Creado por Meta AI y Canva AI.

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En Cali, Héctor fue y sigue siendo ídolo. El 30 de septiembre de 2024, Héctor cumpliría 78 años y aunque el año pasado se conmemoraron tres décadas de su fallecimiento, el pregón de Héctor sigue guapeando como ayer.

Su vida fue como sus canciones. Muchas de las interpretaciones son su vida misma. ‘El Día de Mi Suerte’, ‘El Cantante’, ‘La Fama’, ‘Juanito Alimaña’, ‘Periódico de Ayer’, ‘Barrunto’, lo dibujan en sus propias tristezas, cantadas con ese fraseo que lo hizo único.

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Héctor caminó de prisa y como una de sus canciones, su vida fue triste y vacía. Los excesos de la rumba y la mala suerte lo acompañaron no pocas veces.

La muerte de su madre cuando tenía tres años fue su primera tragedia y de allí se desgranaron muchas más que lo fueron consumiendo en vida. 1987 fue su año de quiebre.

Héctor tuvo una fractura cuando se lanzó desde el tercer piso de su apartamento en Queens, que ardía en llamas. La suerte le fue esquiva, unos días después Lavoe se enteró del asesinato de doña Gina de Román, su suegra, que ante la muerte temprana de su madre se había convertido en una persona muy apreciada por el artista.

Desde ese instante juró no volver a cantar ‘Soñando Despierto’ donde en una parte de su reconocida improvisación de manera jocosa dice:

“Ay, anoche soñé que mi suegra se había muerto y me puse a llorar al despertar y vi que no era cierto, que hierba mala no se muere ni tu suegra, aunque la aplaste un trol de cemento”.

Luego de seis producciones para el sello Fania y con una propuesta musical en plena evolución, Willie Colón, había lanzado al mercado ‘El Juicio 1972’. El álbum tuvo varios éxitos como ‘Timbalero’, un tema modelo para los percusionistas; ‘Piraña’, de Tite Curet Alonso. ‘Soñando despierto’, donde aparece un solo de trombón de Willie Colón que asemeja a las antiguas bandas municipales de Puerto Rico. Y el bolero ‘Seguiré sin ti’ que Lavoe canta con un estilo apasionado, amoroso y sentimental.

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Asimismo, al dolor físico se sumó una crisis nerviosa que lo condujo, como tantas otras veces, a un centro de reposo mental. Salió de allí con una nueva esperanza, tocar en Puerto Rico ante su gente, para ‘reír un poco’ en medio de tanto dolor. En Bayamón se celebraba el Día Nacional de la Salsa y Héctor quería volver a ser ‘el jibarito’ y aliviar tantas penas como el Cantante.

La relación de Héctor con su padre

Llegó con la esperanza de que su padre lo viera cantar, algo que nunca había ocurrido pues el viejo Pérez no quería que su hijo se dedicara a la vida farandulera. Una semana después del concierto, el padre de Héctor Lavoe falleció.

De seguro que, en aquellas horas aciagas, Héctor debió haber reflexionado por qué la vida así lo habría de tratar si lo que buscaba era la felicidad. Como en su canto, que también es un lamento, debió recordar que “trato de complacer la humanidad, pero mi dicha aquí ha sido fatal”.

Y aunque todo tiene su final, la desdicha de Héctor no parecía tener fondo. Ese mismo Héctor que rogaba que pronto llegara el día de su suerte, padeció en carne propia esos golpes que abren zanjas oscuras en el rostro más fiero. Y en el lomo más fuerte. Un fatídico 7 de mayo de 1987, su hijo Héctor Pérez Junior murió en plena adolescencia. Al manipular un arma de fuego con la que se disparó accidentalmente.

No hay duda de que ese día, ‘El cantante de los cantantes’ también murió. No había forma de recuperarse de tanto dolor, en tan poco tiempo.

‘Pronto llegará el día de mi suerte, sé que antes de mi muerte, seguro que mi suerte cambiará’, cantó muchas veces el viejo Héctor. Pero no llegó. Amado por todos los salseros que le rendían culto a pesar de que no fuera un ‘showman’ en tarima. Héctor no soportó que nadie le preguntara si sufría o si lloraba, si tenía una pena que lo hería muy hondo.

El debate que enciende a los seguidores de la salsa

Tal vez Héctor Lavoe no sea el mejor cantante de la historia de la salsa. Muchos de sus colegas. Incluso, reconocen que no era un gran intérprete y prefieren quedarse con los soneos de Ismael Rivera. La brillantez de la vocalización de Lalo Rodríguez o la afinación del ‘Pete’ Conde Rodríguez. Pero en lo que tanto los músicos como fanáticos se ponen de acuerdo es que no hubo un mejor intérprete de la salsa que Héctor Lavoe. ‘El rey de la puntualidad’ supo llevar mejor que el resto de cantantes el sentimiento de la calle, del barrio, de la esquina.

Toda la guapería de Héctor descendía de su garganta como un torrente de talento inacabable. Por eso no hay duda que Héctor si bien puede que no sea el mejor cantante de salsa, sí fue el más querido, el más recordado y el más añorado.

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Por eso hoy pocos saben quién fue Héctor Juan Pérez Martínez, pero todos recuerdan a Héctor Lavoe. Su nuevo apellido se lo puso el productor Arturo Francis, quien escuchó a Héctor y dijo “tiene la voz”, que se transformó en Lavoe (la voz en francés). Para diferenciarlo del cantante puertorriqueño Felipe ‘La Voz’ Rodríguez.

Ahora bien, ‘El cantante de los cantantes’, ‘El hombre que respiraba debajo del agua’, ‘El rey de la puntualidad’, ‘El flaco de oro’, ‘El brujo’ fueron tantos los apelativos de ese artista que se ganó el corazón del imaginario imaginario musical salsero del mundo.

Y es que para muchos salseros exegéticos, Héctor no tenía una gran voz. Tampoco era buen bailarín, pero como me lo dijo Henry Fiol, Héctor tenía calle, alma de barrio, conectaba con ese pueblo al que puso a vibrar con ‘Mi Gente’. Cali fue su casa y aquí vivió unos meses, caminó sus bares, puso su alma de cantante de calle en Juanchito.

Aquí, en esta ciudad, supimos que ‘Juanito alimaña es malicia viva y siempre se alinea con el que está arriba’… Aquí conocimos, primero que todos, que cuando a Juanito Alimaña lo metían preso salía al otro día, porque un primo suyo está en la Policía.

A su vez, el mismo Héctor, en la previa del inicio de un concierto, el cantante de los cantantes le da las gracias a Cali porque fue en esta ciudad donde se escuchó por primera vez el ‘numerito’ y desde donde se exportó al resto del Continente.

‘El rey de las guerras del Cuchifrito’, como recuerda Medardo Arias que lo despidió Willie Colón, perdura en la memoria salsera. Y tiene su sitial en el Olimpo musical caleño del que hacen parte ‘El Sonero Mayor’, ‘El Conde’ Rodríguez, Barreto, Marvin Santiago, Frankie Ruiz y tantos que se marcharon al concierto celestial.

Muchos aún recuerdan que el viaje hasta el cementerio Saint Raymond del Bronx duró más de seis horas. Allí fue enterrado al lado de su hijo Héctor Jr. Unos días después de su muerte, Fania publicó el álbum póstumo The Master & the Protege que contó con la voz de Lavoe, solo en algunas canciones porque su voz ya no era la misma. El caballo ya estaba golpeado y el sello solo quería exprimir un poco más la chequera. La mayoría de temas fueron terminados por Van Lester, cantante que tenía un timbre similar al de Lavoe y que Jerry Masucci y Ralph Mercado decidieron convocar para poder imprimir el álbum.

En junio del 2002, los restos de Lavoe fueron llevados a su ciudad natal, su amado Ponce, en Puerto Rico, tal y como él mismo lo pidió. Junto a él descansan los cuerpos de su esposa Nilda Román, la polémica ‘Puchi’ y su hijo Héctor Pérez Jr.

¿Regresó la voz por la Inteligencia Artificial?

Aquí en la tierra del jibarito aún seguimos añorando al viejo Héctor, muchos quisiéramos estar en un concierto, acompañarlo en uno de los tantos bares, estadios y coliseos. Por lo que dejó una muestra de su inmenso talento.

Y tal vez esa añoranza es la que ha descubierto hoy, precisamente, una gran polémica musical mundial. La Inteligencia Artificial, aquella entelequia que cada vez nos sorprende más, logró producir tres temas a partir de la voz de Lavoe. Hace poco Google presentaba su último desarrollo, MusicLM capaz de producir música en cualquier género a partir de una descripción de texto. Y no era la única, ya se habían presentado otros sistemas de IA centradas en la música, como Riffusion, Dance Diffusion o Jukebox.

Pero lo que conocemos ahora con tres temas que jamás fueron interpretados por Lavoe y que sorprendieron a los millones de fanáticos de Lavoe rompe todos los esquemas.

En 90 Minutos les presentamos las tres interpretaciones que un peruano, Manolo García Cerna, ingeniero industrial, logró extraerle a la inteligencia artificial con la voz de Lavoe.

Se trata nada menos de ‘Periquito Pinpin’, que en su versión original fue cantada por Héctor Tricoche y la orquesta de Tomy Olivencia. El segundo disco es ‘Pa bravo yo’, interpretado por Justo Betancur y finalmente ‘La Cura’, el gran éxito de Frankie Ruiz.

Al escucharlos en la simulada voz de Lavoe no deja de sentirse una gran sorpresa, pero también cierto desconcierto y desazón por los alcances de la inteligencia artificial. ¿Hasta dónde vamos a llegar? Ya ni siquiera las artes, la música, la producción interior, algo tan profunda y personal está a salvo.

Pienso en el historiador y filósofo israelí Yuval Noah Harari cuando dice sombríamente sobre la inteligencia artificial: “No sé si la humanidad podrá sobrevivir”.

Gary Domínguez, el ‘Dj Errante’, y propietario de ‘La Casa Latina’. En Cali, se sumó a la polémica y calificó como bueno el imitador artificial de Lavoe. Pero también fue enfático en decir que de ahí no pasará, “un homenaje más, de todos los que merece  Lavoe”.

Lo único que le preocupa al DJ Errante es que ojalá los nuevos salseros sepan diferenciar la voz porque “Lavoe, tu alma no fue vencida y tus discos te hacen inmortal”.

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Héctor Lavoe: Una voz inmortal que sigue resonando en su cumpleaños

Héctor Lavoe dejó un legado imborrable en la historia de la música latina, y su influencia sigue viva en la cultura salsera.

Héctor Lavoe: Una voz inmortal que sigue resonando en su cumpleaños
Imagen creada por Meta AI y Canva AI.

Héctor Lavoe dejó un legado imborrable en la historia de la música latina, y su influencia sigue viva en la cultura salsera.

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Héctor Lavoe, nacido como Héctor Juan Pérez Martínez el 30 de septiembre de 1946 en Ponce, Puerto Rico, fue una de las voces más icónicas de la salsa. Lavoe es ampliamente conocido como "El Cantante de los Cantantes" por su inigualable estilo. Y su capacidad para interpretar con sentimiento y autenticidad las historias de la vida cotidiana de la comunidad latina.

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Inició su carrera musical en Nueva York durante la década de 1960, una ciudad que sería testigo del surgimiento de su leyenda. Se integró a la orquesta de Willie Colón en 1967, con quien consolidaría su fama.

Ahora bien, su éxito junto a Colón fue explosivo, marcando una nueva era para la salsa con álbumes como “Cosa Nuestra" y "Lo Mato".

Carrera como solista: Héctor Lavoe y su trayectoria

En 1975, Lavoe emprendió su carrera como solista, consolidándose como una de las voces más destacadas de la Fania All-Stars. Entre sus éxitos más recordados se encuentra "El Cantante" (1978), una canción escrita por Rubén Blades que relata las dificultades personales y los sacrificios de ser una estrella.

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Justamente, este tema se convirtió en una especie de autobiografía musical, reflejando el sufrimiento detrás de su éxito.

Otra de sus canciones icónicas es "Periódico de Ayer", lanzada en 1976. Esta salsa romántica habla del desamor y la indiferencia, utilizando la poderosa metáfora del periódico como algo que ya no tiene valor.

Finalmente, "Aguanilé" (1972) es otro de sus clásicos, caracterizado por un ritmo vibrante que mezcla la espiritualidad yoruba con la fuerza de la salsa, destacando la versatilidad de Lavoe como intérprete.

A pesar de una vida marcada por adicciones y tragedias personales, Héctor Lavoe dejó un legado imborrable en la historia de la música latina, y su influencia sigue viva en la cultura salsera. Su estilo único y su profunda conexión con el público lo consagraron como una leyenda de la música tropical.

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Ataca Quintero

Conociendo a Richard Zayas: Un abanderado de la música latina en el mundo

El puertorriqueño sigue activo, llevando su música a nuevas audiencias y contribuyendo a la rica tradición musical de su país.

El puertorriqueño sigue activo, llevando su música a nuevas audiencias y contribuyendo a la rica tradición musical de su país.

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Richard Zayas es un cantante y compositor puertorriqueño que ha dejado una marca significativa en la escena musical de su país. Nacido en San Juan, Puerto Rico, Zayas se ha destacado por su versatilidad, ya que ha incursionado en géneros como la salsa, el bolero y la música tropical.

Asimismo, su pasión por la música comenzó a temprana edad, y a lo largo de su carrera ha colaborado con artistas de renombre, enriqueciendo el panorama musical caribeño.

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De igual manera, Zayas no solo es conocido por su habilidad vocal, sino también por su destreza como compositor. Ha creado letras cargadas de emoción y sentido, que conectan con el público a un nivel personal.

Cabe aclarar que, su estilo lírico se caracteriza por su capacidad de contar historias que reflejan vivencias cotidianas, temas de amor y desamor, así como aspectos de la vida puertorriqueña.

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Su compromiso con la música latina

A su vez, uno de los aspectos que más destacan de la carrera de Richard Zayas es su compromiso con preservar la esencia de la música latina, mientras incorpora elementos modernos que mantienen su sonido fresco y relevante. Esto le ha permitido mantenerse vigente en la industria y atraer a nuevas generaciones de oyentes.

Igualmente, a lo largo de su carrera, Zayas ha lanzado varios álbumes y sencillos, que han sido bien recibidos tanto en Puerto Rico como en otros países de habla hispana. Su dedicación a su arte y su habilidad para fusionar lo tradicional con lo contemporáneo lo convierten en un referente importante dentro de la música latina.

Richard Zayas sigue activo, llevando su música a nuevas audiencias y contribuyendo a la rica tradición musical de Puerto Rico.

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