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Cien años de la Sonora Matancera y su historia de amor con Cali

La historia de la legendaria agrupación arrancó un 12 de enero de 1924, precisamente en la ciudad de Matanzas, cuando se conformó un grupito que se llamó La Tuna Liberal, que se creó inicialmente en la casa de Valentín Cané, director y tresero, para amenizar las fiestas de un grupo político de la entonces Cuba emergente.

Cien años de la Sonora Matancera y su historia de amor con Cali
Especial para 90minutos.co

La historia de la legendaria agrupación arrancó un 12 de enero de 1924, precisamente en la ciudad de Matanzas, cuando se conformó un grupito que se llamó La Tuna Liberal, que se creó inicialmente en la casa de Valentín Cané, director y tresero, para amenizar las fiestas de un grupo político de la entonces Cuba emergente.

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“El domingo próximo
Espérame allá en el bajío
Y verás el gran palmar
Que tengo juntito a mi bohío

Linda guajira
Cómo te quiero

Y al despuntar el día
Y alegre canta el gallo
Divisarás desde allí mi sitial y mi caballo
Que serán nuestra felicidad

(Guajira), tú serás para mi
(Guajira), yo seré para ti

Por Gerardo Quintero Tello, Director de 90 Minutos.

En 1958, ya la Sonora hacía saltar las radiantes rocolas de los bares populares de la ciudad. En las cantinas del añejo Barrio Obrero ya se discutía sobre cuál era la mejor voz si la de Bienvenido Granda, ‘El bigote que canta’, o la de ‘El Jefe’ Daniel Santos. El Teatro Belalcázar, situado entonces sobre la Carrera 10 con Calle 21, a pocas cuadras del Parque Eloy Alfaro, por supuesto en el Obrero, fue testigo de su agónico ‘lamento borincano’ y su dolorosa ‘Despedida’.

En ese año, Cali apenas se recuperaba de la gran tragedia que enlutó a la ciudad el 7 de agosto de 1956 y que costó la vida a más de cuatro mil personas. La ciudad estaba estremecida y el corazón de la rumba de entonces también latía con menos intesidad. En medio de ese ambiente que golpeaba aún la ciudad salió el álbum ‘Navidades con la Sonora Matancera’. Doce cortes que sonaban en el tocadiscos a 33 revoluciones por minuto y que se transformaron en un paliativo para la nostalgia. Con cada año que transcurría, la Sonora se instalaba sin retorno en el alma musical de Cali.

Con la Sonora Matancera aprendimos que la Nochebuena era más buena si teníamos vino con sabor de uva, bastante cidra de España, dulce ‘melao’ de caña y buñuelos de Cuba. Y no solo eso, gracias a Celio González, el gran ‘flaco de oro’ que inmortalizó ‘En la Nochebuena’, uno de los discos emblemático de la agrupación cubana que aún suenan por esta época, supimos que el guanajo era un pavo y que si se servía relleno era mejor. Y toda esa gastronomía de la Isla la fuimos saboreando, degustando, casi que oliendo, así nunca hubiésemos probado ni siquiera un manjar de aquellos. Y mientras todos en coro cantábamos ‘qué buena es la Nochebuena, qué buena es la Nochebuena’, nos enteramos que complementando al guanajo con platanitos tostones, avellanas y turrones y yuca con mojo de ajo era que se gozaban las navidades en Cubita, la bella Cubita.

Qué buena es la Nochebuena
qué buena es la Nochebuena
qué buena es la Nochebuena
qué buena es la Nochebuena

Vino con sabor de uva
bastante cidra de España
dulce melado de caña
y buñuelos de mi Cuba”

Hablar del conjunto más célebre de Matanzas es adentrarse en el genoma musical de Cali. Como una huella única e indeleble, la Sonora marcó el destino rítmico de esta capital que está más cerca del Pacífico que del mar Caribe, pero que tiene palmeras, huele a coco, tiene brisa y respira mar, así no tenga playa.

Guillermo Cabrera Infante, el escritor y sabio cubano, le adjudicó a Umberto Valverde, uno de los más reconocidos historiadores de la Sonora, un calificativo que solo se lo concedió a cinco personas, el de tener “La música adentro”. Valverde nació en el Obrero, el barrio centenario en donde se escucharon los primeros acordes de la vieja Matancera. La historia la resume así el escritor de ‘Reina Rumba’, el libro que narra la historia de Celia Cruz, una de las más célebres cantantes de esta orquesta.

“Con la música adentro, eso es la herencia de mi barrio, no sólo para mí sino para la ciudad. Cali se quedó con la memoria de la música cubana, de la salsa, gracias a nuestros antepasados. Ellos retomaron la música cubana en los finales del 30, con la aparición de la radio. Después, con el cine mexicano, con el cine de rumberas, un periodo de más de 200 películas a partir de 1946, una especie de subgénero, donde las protagonistas eran bailarinas, casi todas cubanas (Tongolele, Meche Barba, Ninón Sevilla, etc), y, donde aparecían fundamentalmente dos orquestas, la Sonora Matancera (con Celia Cruz, Daniel Santos) y la orquesta de Pérez Prado, con el mambo, que dio origen al bailado pachuco que se tomó la zona de tolerancia de Cali, que quedaba incrustada entre el barrio Sucre y el Obrero”.

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En el Obrero, la Sonora era la reina

Carlitos Molina, el hijo del hombre que creó el Museo de la Salsa en el barrio Obrero, desanda los pasos de sus ancestros y recuerda lo que le contaron. “La Sonora Matancera en Cali prácticamente comienza a trazar parte de su identidad por el sinnúmero de cantantes y artistas que se identificaban con la música antillana y afrocaribeña”. Armando Molina, un tío de Carlitos, se convirtió en la mano derecha de Daniel Santos durante sus visitas a Cali e incluso una prima, Jasmeli, era hija del ‘Inquieto Anacobero’ que marcó época con la orquesta cubana. “La Sonora tenía una cercanía con los caleños impresionante, todo lo que se escuchaba en esa época se relacionaba con la Sonora. Aunque era un fenómeno mundial trazado por la típica guaracha cubana, marcó una tendencia en el baile caleño”.

Gracias a sus inquietas investigaciones, Carlos no tiene dudas de que las fiestas decembrinas se transformaron en la ciudad con la llegada del álbum ‘Navidades con la Sonora Matancera’. Las tres grandes voces que sobresalen en los números más escuchados por los caleños son las de Carlos ‘Argentino’ Torres, Celio González y la gran Celia Cruz.

“Vámonos pa’l campo mi compay pero enseguidita vámonos que estas navidades si es verdad que no me las voy a perder yo…

Ulelolai lelola lelolai en toditos los hogares ya se ve mucha algarabía /  todo el mundo se prepara a celebrar los alegres días / Vaya ensillando la yegua mi compay que nos vamos ya / prepárese  la parranda que se acerca la Navidad”

‘Vamonos pa’l Campo’ es precisamente uno de esos temas que se quedó sembrado en el alma de los caleños, traspasó generaciones y se instaló en el ADN rumbero y nostálgico de los barrios populares. De 1958, este tema fue interpretado por el gran Carlos ‘Argentino’ Torres, conocido como ‘El rey de la pachanga’ y que falleció en Buenos Aires el 23 de junio de 1991. Una oda al recuerdo, a pasarla bien y a reunirse con los amigos y la familia. ‘Vámonos Pa’ El Campo’ se volvió la historia de aquello que todos queríamos vivir el fin de año: “Yo quiero pasar la fiesta mi compay en mi terruñito subiendo y bajando cuesta, pero bien y bien borrachito / Quiero bailar más que un trompo y gozar con mis amistades porque no hay cosa más linda  mi compay que las Navidades” .

Un rumbero de la vieja guardia, quien para 1958 prestaba servicio militar, tiene claro el significado de la decana de las orquestas cubanas. “Uno se iba para las discotecas de la Carrera Octava donde estaba la rumba brava y todo era con Sonora, también se escuchaba a Celina y Reutilio, mejor dicho, todo lo antillano. Recuerdo los bailes en ‘Séptimo Cielo’, al frente de Bavaria, ‘Aretama’ y ‘El Infierno’, que quedaban seguidas una de otra, en la Carrera Octava entre calles 27 y 28”.

Fernando López, a quien los amigos conocían como ‘Pinto’, no puede dejar de recordar la mota que usaban los chicos en sus peinados ni el zapato blanco que no podía faltar en la rumba. Hincha de ‘La Mechita’, como buen habitante que era del barrio Obrero, recuerda también como los ‘cocacolos’ (los pelados de la época) llegaban hasta el grill San Nicolás, que quedaba en la Carrera 5 con Calle 19 u otras veces hacían estación en el ‘Café 20 de Julio’, donde la calurosa tarde caleña se matizaba con las primeras cervezas que auguraban una rumba hasta el amanecer.

“Deseando a todos mil felicidades en los días alegres de las navidades… Nuestra felicitación a la tierra del encanto, esa isla tan bendita que todos queremos tanto…”.

Esta estrofa del ‘Aguinaldo Antillano’, en la voz de Celia, se inmortalizó en cada casa de los barrios populares caleños de los años cincuenta y sesenta. Aún hoy, los entonces adolescentes hoy convertidos en tiernos abuelos y abuelas intentan trasmitir la herencia luchando a brazo partido con las explícitas letras del reggaeton.

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Hubo un tiempo en Cali en el cual sino sabías bailar, lo más probable era que no consiguieras pareja, que no socializaras, que no consiguieras amigos. Hay una historia que relata que en los viejos teatros Imperio, Caribe, Troncal, Palermo y San Nicolás los chicos se retaban no a cuchillo sino al que más pasos improvisara a la usanza de Germán Valdez, El famoso ‘Tin Tan’, que llenó de alegría a la muchachada de entonces.

“Mira ya tú ves
llegaron las Navidades
y les deseamos
mil felicidades

Esta es la Sonora
que trae alegría
y felicidades
con sus melodías”

‘Rumba en Navidad’ es otro de esos discos que nunca pasan de moda entre los caleños. Toda la versatilidad vocal de Celio Adán González, ‘El flaco de oro’ nacido en Camajuaní, Cuba, puesta en esa rítmica envolvente y navideña. El álbum ‘Navidades con la Sonora’ se convirtió en un hito de la música afrocaribeña. Fueron doce cortes que dejaron huella: ‘Recuerdos de Navidad’, ‘Feliz Navidad’, ‘Llegaron las Navidades’, ‘En la Nochebuena’, ‘Aguinaldo Antillano’, ‘Mi Navidad’, ‘Vamos Pa’El Campo’, ‘Jingle Bells’, ‘Cuando llegue la Navidad’, ‘A los reyes magos’, ‘El cha cha cha de la Navidad’ y ‘Rumba en Navidad’.

“Esta es la parranda de los antillanos
viene saludando a nuestros hermanos
deseando a todos mil felicidades
en los días alegres de las navidades

En estos días alegres traemos salutación
a los hijos de Quinqueya, hermanos del corazón
virgencita de Alta Gracia líbralos de todo mal
a la tierra del merengue, queremos felicitar

Deseando a todos mil felicidades
en los días alegres de las navidades

 ‘El aguinaldo antillano’, en la voz de la gran Celia Cruz, termina siendo el gran saludo de la Sonora a los pueblos hermanados a través del tambor, el piano y los sonidos afrocubanos. Remenbranzas de un bello pasado como el que relata Jaime Salcedo Pereira: “Qué recuerdos de mi infancia, el señor Álvarez, vecino mío, tenía una colección de la Sonora y apenas pisaba diciembre esta era la primera canción que colocaba, yo me iba para su casa y me contaba las historias de cada canción, por eso soy matancerómano y no me cambio”.

“Recordando tu querer
Y pensandoooo lloraba
Mira que yo tengo que fe que yo nunca te olvidaba
Mira que yo tengo que fe que yo nunca te olvidaba

Mala mujer, no tiene corazón
Mala mujer, no tiene corazón
Mala mujer, no tiene corazón
Mala mujer, no tiene corazón”

Justamente los recuerdos afloran cuando se habla de la decana de las orquestas del Continente. El 26 de diciembre de 1976 los caleños enloquecieron con la Sonora Matancera, durante un espectáculo realizado en el Paseo Bolívar, en pleno centro de la ciudad. Rogelio Martínez (director); Yayo el Indio y Jorge Maldonado con sus voces inconfundibles cantando ‘Mala Mujer’; Alfredo ‘Chocolate’ Armenteros tronando su trompeta venezolana; el legendario percusionista ‘Papaíto’ y la concentración musical que emanaba ese negro hermoso y larguirucho de Caíto, que había ingresado a la orquesta en 1926 y que con ese juego tan particular con las maracas y coros enloquecieron de nuevo a los caleños, como 20 años atrás lo habían hecho con los rumberos de San Nicolás y el Obrero.

Quienes llegaron a este evento en el corazón caleño dicen que a las nueve de la noche ya había más de cuarenta mil personas esperando los primeros acordes de la Sonora y que fue la única vez en la historia, mientras hubo casetas en Cali, que estas no se llenaron por ‘culpa’ del sonido matancero. Ese mismo 26 de diciembre hubo más hitos porque allí mismo se presentaron el ídolo de la rumba caleña Píper Pimienta Diaz y el querido ‘negrito del batey’, Alberto Beltrán.

Jorge Tello Barrera, un consagrado coleccionista y melómano caleño, recuerda que estuvo en ese concierto y que aunque era menor de edad para ese momento, sabía lo que significaba la Sonora porque en su casa sus padres Liborio y Angélica y sus hermanos eran fanáticos de la orquesta cubana. “Recuerdo que hubo un hecho muy curioso y es que el presentador del evento era el locutor Alfredo Palacios Rivera y resultó que tal vez por hacerse el chistoso presentó en un momento dado al director Rogelio Martínez como la guitarra que no suena y se armó un bororó porque el chiste no le gustó a don Rogelio”. La fantástica anécdota que relata Jorge Tello no terminó allí, pues el problema fue que Rogelio se molestó tanto que amagó con bajar la orquesta de la tarima, finalmente Alfredo Palacios se disculpó, la gente siguió coreando a la Sonora y el concierto continuó sin dificultades.

Este reconocido melómano, amante de la música afroantillana y que llegó a tener una extensa colección con más de diez mil ‘long play’, tampoco eludió la batalla musical que se armó en Cali entre Bievenido y Daniel. Lo curioso es que aunque dice que su tema favorito y con el que se ‘casó’ fue el Columpio de la vida, de Daniel Santos, que escuchaba en el Chorrito Antillano, su preferido es ‘El Bigote que canta’. “Para mí Bienvenido fue el mejor, sin duda. Me parece más versátil y la voz más natural. Creo que Daniel impostaba un poco la voz”, y tal vez explicando la dicotomía que se le armó en su torrente musical ante la pregunta que le formulo, Tello explica que “el columpio de la vida me gusta, pero por la letra. Seguramente si lo hubiera cantado Bienvenido me gustaría más su versión. Yo prefiero las versiones de Bienvenido frente a las que hizo Daniel de los mismos temas”

Esas fueron discusiones musicales muy serias que se abrieron en la ciudad en aquellos años. Y ahora, cuando el Decano de los Conjuntos de América cumple cien años, Cali sigue manteniendo vivo su legado. En noviembre pasado fue la casa de un gran homenaje en el que participaron los cantantes Domingo Quiñónez, Betty Kar y Tito Murillo, quienes conformaron una tripleta de artistas fantásticos que revivieron a través de un teatro musical, en el que también participó Salsa Ballet de Colombia, esta historia de rumba, recuerdos y sabor.

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El cantante nacido en Manhattan, pero con alma puertorriqueña, Domingo Quiñones, sabe que la ‘decana’ marcó a toda una generación de artistas. “Qué puedo decirte, todos aprendimos con la Sonora Matancera, yo no estaría aquí sino hubiera sido por ellos”, me dice Domingo con la humildad del artista agradecido.

“Todo comenzó con la Sonora Matancera, existía mucha gente, pero el impacto de La Sonora Matancera, su disciplina, sus letras poéticas, su guapería, el contrate de sonidos, con la voz de Laíto, Caíto y tantos cantantes que pasaron por la Sonora le dieron un toque demasiado especial. He notado, además, que en Cali  hay un amor muy especial por la Sonora Matancera y es de los lugares del mundo que he conocido donde más se respeta y valora a la Sonora”, me relata Domingo, mientras no puede dejar de pensar en aquellas letras de Celio González, Vicentico Valdés, Carlos Argentino, Nelson Pinedo y tantos otros, que al igual que a nosotros, marcaron su niñez y adolescencia.

Algo similar a lo que piensa la cantante caleña Betty Kar, quien no olvida su niñez escuchando las melodías cubanas que su padre le gustaba poner a tronar en la sala de la casa. Ella tiene claro su cantante predilecta y no podía ser otra que la gran Celia Cruz, que llegó en 1950 a la agrupación y dejó un recuerdo imborrable con las más altos índices de ventas con títulos como ‘Burundanga’, ‘Juancito Trucupey’, ‘El Yerbero Moderno’ ,’Tu Voz, entre otros

“Para nadie es un secreto que la mayor representante de la salsa es Celia Cruz, ella fue la que más se destacó y como artista y mujer me gusta emularla, recordar sus discos, para mí ha sido un gran honor participar en este homenaje por todo lo que representa, la exigencia vocal, el manejo escénico, como ella se transformaba en el escenario”, dice Betty mientras no puede ocultar la emoción que siente cuando habla de ‘La Reina Rumba’

“Guede Zaina, uoy, uoy, guede zaina
Guede Zaina, uoy, uoy
Guede Zaina, uoy, uoy, guede zaina

Guede Zaina yo te compro puyo pu yegua, uoy, uoy, guede zaina
Guede Zaina yo te compro puyo pu yegua, uoy, uoy, guede zaina
Guede Zaina yo te compro puyo pu yegua, uoy, uoy, guede zaina

Guede Zaina, uoy, uoy, guede zaina
Guede Zaina, uoy, uoy
Guede Zaina, uoy, uoy, guede zaina”

La historia de la legendaria agrupación arrancó un 12 de enero de 1924, precisamente en la ciudad de Matanzas, cuando se conformó un grupito que se llamó La Tuna Liberal, que se creó inicialmente en la casa de Valentín Cané, director y tresero, para amenizar las fiestas de un grupo político de la entonces Cuba emergente.

Humberto Cané, hijo del señor Valentín Cané, remitió en una oportunidad una carta al bloguero Eduardo Livia Daza, en el que da cuenta de la gestación del conjunto: “La Sonora Matancera se hizo en mi casa y se formó cuando yo tenía seis años (1924) en la calle de Salamanca, de la ciudad de Matanzas. Sus primeros músicos fueron: Domingo Medina y Julio Govín –guitarristas-, Pablo ‘bubú’ Vásquez –contrabajista- ‘El Jimagua (nunca pude saber su nombre), Ismael Goberna –trompetista y cornetín- , Carlos Manuel Alonso ‘caíto’ –maracas-, Rogelio Martínez –clave y cantante- y Valentín Cané –director y tresista-.

“Primeramente mi padre la bautizó con el nombre de Tuna Liberal  porque se dedicaba a amenizar las fiestas políticas del partido Liberal y después le cambió el nombre a Estudiantina Matancera. Ya organizado mi padre sacó unas tarjetas de presentación donde decía ‘Estudiantina Matancera… Director Valentín Cané’, lo que no le gustó a los integrantes pues también exigían sus créditos, a lo que mi padre les contestó: -Bueno, muchachos, este grupo es mío y por lo tanto ya que ustedes no están de acuerdo, los despido y así ustedes pueden hacer su grupo’…

“Tiempo más tarde se enteraron que mi padre estaba formando otro grupo y fueron a pedirle disculpas, y como en esos tiempos no había muchos músicos dónde escoger, los aceptó de nuevo, incluyendo además otros integrantes: Ismael Goberna –trompeta-, Juan Bautista Llopiz –guitarra-, Pablo Vásquez –contrabajo-,  José Rosario Chávez –timbalito-, Rogelio Martínez –clave y cantante, Carlos Manuel Alonso ‘caíto’ –maracas-, y por supuesto mi padre Valentín Cané –director y tresista-. Desde este momento le cambió el nombre al grupo por el de Sonora Matancera”.

Un hecho fue crucial para la internacionalización de la agrupación y fue sin duda el triunfo de los ‘barbudos’ de la revolución que encabezó Fidel Castro. Conocidos en el exterior, Rogelio Martínez no se resistió a que el conjunto se quedará confinado a los límites del océano que circunda la isla. Y fue el 15 de julio de 1960 cuando la Sonora abandona el aeropuerto de La Habana, rumbo a México, la nueva meca artística sin que muchos de los músicos supieran que se trataba de un viaje sin regreso.

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El director Martínez no les dijo nada y creían que simplemente iban a cumplir un nuevo compromiso. La única verdad es que ni él ni los restantes músicos volvieron a pisar suelo cubano. La encrucijada de saber que iban a convertirse en una agrupación controlada por el gobierno revolucionario desató el rechazo de Rogelio quien quería tener las manos libres para seguir creando y proyectando a la más sonora de Matanzas. Muchos especulan que de haberse quedado afincada en la Isla, la Sonora no hubiera pasado de ser una banda más y sus artistas habrían tenido que someter a la regulación de la época que obligaba a unas tarifas de compensación obligatorias y únicas, de acuerdo con la cantidad de actuaciones.

Para entender la vigencia musical de la Sonora y comprender las razones por las cuales se ha mantenido en el corazón de los latinoamericanos y especialmente de los caleños por tantos años basta con volver a la respuesta que le dio Calixto Leicea al escritor cubano Cristóbal Díaz Ayala, durante una entrevista hecha en 1986 en la capital del Valle.

“Nosotros nunca tuvimos problema con ningún cantante, nunca tratábamos de imponerles nuestro estilo, sino al contrario, nos adaptábamos al cantante”.

“Linda caleña, caleñita sin igual tu eres
La belleza donde cantan los amores
Tienes la gracia y la dulzura tropical
Por eso caleñita yo te canto mis canciones

Cuando tú bailas con frenética emoción
Y mueves sabrosito tu bonita cinturita
Toda la gente va sintiendo admiración
Por ser tú la más bella y adorable morenita

Yo no te olvidare jamás
Y solo cantare por ti”

La música en Cali ha sido amor y pasión. Esta composición del maestro colombiano Lucho Bermúdez fue adaptada por la Sonora Matancera en 1954, cantada por Olga Chorens y Tony Álvarez, mientras los coros los hacían Bienvenido Granda, Caíto y Laíto. ‘El numerito’ tuvo gran suceso en una ciudad que comenzaba a identificar su sello musical.  Y es que hay que recordar que hubo una época en que los caleños enamoraban con boleros de Daniel Santos, Celia Cruz, Leo Marini o Alberto Beltrán susurrados al oído de la pareja y bailados lentamente en una sola baldosa de aquellas coloridas que adornaban los antiguos barrios de la ciudad.

Y es que cómo olvidar canciones como ‘Aquel 19’, de Alberto Beltrán, un bolero que se convirtió en el himno de los hinchas del América que se tarareaba y se bailaba apretado durante aquel inolvidable 19 de diciembre de 1979; o aquellos temas que inmortalizó Bienvenido Granda y que suelen plantar un tremendo lagrimón: ‘Angustia’, ‘Por dos caminos’, ‘Ojos malos’ o en la ‘orilla del mar’. O qué tal aquellas crónicas tormentosas interpretadas por Celio González y que poseían esos nombres tan potentes como las sentencias de un togado: ‘Amarga Navidad’, ‘Total’ o ‘Sin pensar sin ti’. Y es que cómo no puede sucumbir un corazón atormentado por los dolores del amor cuando escuchas ese canto desgarrado del gran Celio clamando…  ‘Yo no sé cómo puede la luna brillar/ Cómo pueden las aves cantar si ya no me amas tu / Yo no sé, cómo es que puede el sol alumbrar / Cómo puede la tierra girar si ya no me amas tú / Con tu adiós el alma se resiste a creer que la vida pueda continuar con lo que sufro yo / Yo no seeeee’.

No hay duda de que embriagarse a través de los sonidos de la Sonora Matancera es un viaje con pasaporte a la nostalgia. Es una expedición a la añoranza de la mano de un señor que se parece a un abuelito nuestro, al tío que se marchó, a la abuelita que hacía los buñuelos, a la madre que nos regaló los primeros acordes. La Sonora nos transporta a una ‘saudade’ sin retorno y más aún en diciembre cuando su historia musical nos conduce por los insondables recovecos de nuestro más bello patrimonio personal y único: Los recuerdos.

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Daniel, Celia y Bienvenido, los reyes

Medardo Arias, escritor y salsero de corazón, dice estar seguro que uno de las grandes responsables de ese culto desbordado por la rumba en Cali es justamente la Sonora Matancera. Daniel Santos, Celia Cruz y Bienvenido Granda eran voces familiares escondidas dentro de una radiola que servían para aliviar penas, aflorar recuerdos o simplemente gozar en ‘los días alegres de las navidades’.

La Sonora Matancera dejó una huella imborrable con artistas como Daniel Santos, Bienvenido Granda, Celia Cruz, Alberto Beltrán  o Nelson Pinedo, entre otros, que grabaron decenas de discos, hasta los que tan solo pudieron grabar uno o dos, como ‘Chito’ Galindo y la colombiana Gladys Julio. Expertos coinciden en señalar que fueron cerca de 62 los cantantes que pasaron por la Sonora.

Sin embargo, hay otros musicólogos como Héctor Ramírez en su libro ‘Historia de la Sonora Matancera y sus Estrellas’, quien discrimina la participación de los artistas de la siguiente forma:47 cantantes que pasaron por el estudio de grabación, de ellos once fueron mujeres, 26 cubanos, once puertorriqueños, dos colombianos, dos argentinos, dos mexicanos , una haitiana, un venezolano, un uruguayo y un nicaragüense.

Y es que ‘matancerómano’ que se respete recuerda voces como las de Alberto Beltrán, Bienvenido Granda, Bobby Capó, Carlos Argentino, Carlos Manuel Díaz ‘Caíto’, Carmen Delia Dipini, Celia Cruz, Celio González, Daniel Santos,  ‘Yayo El Indio’, Estanislao Sureda ‘Laíto’, Jorge Maldonado, Justo Betancourt, Leo Marini, Linda Leída, Manuel Licea ‘Puntillita’, Miguelito Valdés, Myrta Silva, Nelson Pinedo, Olga Chorens, Toña ‘La Negra’, Vicentico Valdés, Willy Rodríguez "El Baby", entre otros, incluso hasta Ismael Miranda, que grabó con la Sonora un bello tema llamado ‘Si quisieras olvidar’, uno de mis favoritos, junto con Río Manzanares, de Víctor Peñeiro. De acuerdo con el experto Héctor Ramírez, el total de grabaciones fueron cerca de 1.100, de los cuales 380 tenían el sabor del bolero.

Tampoco podemos olvidar que fueron dos los colombianos que grabaron con la Sonora, una es la cantante cartagenera llamada Gladys Julio, a quien solo se le permitió grabar un par de temas en ritmos de porro (Playa Blanca y Dolor que mata), mientras que Nelson Pinedo (el barranquillero que triunfó en la Sonora) superó las cincuenta grabaciones. Y el otro colombiano que estuvo con la Sonora fue nuestro gran Tito Cortés. El ‘Ciclón del Pacífico’ siempre soñó con grabar con la ‘Decana de los conjuntos’ y aunque no lo pudo hacer, si pudo cantar con ellos en un concierto una vez en Cali.

“Angustia, de no tenerte aquí
Tormento, de no tener tu amor
Angustia, de no dejarte más
Nostalgia, de no escuchar tu voz

Nunca podré olvidar
Nuestras noches junto al mar
Contigo, se fue toda ilusión
La angustia llenó a mi corazón”

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Y es precisamente esta estela musical la que en Cali se guarda con tanto esmero y dedicación. Esa misma que el escritor Umberto Valverde recuerda casi con detalle cuando desde el vientre de su madre prácticamente comenzó a escuchar los sonidos matanceros.

“Yo nací en el barrio obrero y lo primero que escuché fue la música cubana, básicamente la Sonora Matancera y Pérez Prado. En mi juventud, fue la pachanga, pero no la cubana, sino la de Nueva York, la de Pacheco, Palmieri, Sexteto La Plata, Randy Carlos, en fin, tantos grupos. Después llegó el boogaloo, Richie Ray fue a Cali en 1968, y, después todo se llamó Salsa. Humberto Corredor, amigo de infancia del barrio, se fue a Estados Unidos, se convirtió en coleccionista, llegó a tener una colección de 25 mil piezas únicas, dueño de discotecas, propietario de siete sellos disqueros, entre ellos El Abuelo y Caimán Records. Era una especie de protector y empresario de la Sonora Matancera, compadre de Celia Cruz, una persona muy poderosa en el mundo musical de Nueva York, además Larry Landa, quien fue el primer manager de Fania para Sudamérica, con ellos de la mano, Nueva York era como el barrio obrero, todo estaba a la mano”.

Para Valverde la discusión sobre quién fue mejor entre ‘El bigote qué canta’ y el ‘Jefe’ está zanjada, el escritor ya tiene su veredicto: “Muchos cantantes fueron espectaculares, pero siempre he sido incondicional de Bienvenido Granda, de Tito Rodríguez, claro de doña Celia Cruz”.

Y es que todos  los caleños pareciera que tenemos algo con ver con la Sonora. Los destacados periodistas Darío Gómez y Álvaro Miguel Mina –el negro querido- me recordaron una anécdota de esas increíbles que tuvieron en una oportunidad con el director de la Sonora Matancera, don Rogelio Martínez.

“Don Rogelio y su conjunto estaban alojados en el Hotel Intercontinental de Cali. Fue nuestro invitado al estudio de Super Noticias, con El ‘Enano’ Holguin y todo el grupo, en el barrio San Vicente, para dialogar sobre los orígenes del Son Cubano e historia musical del caribe. Ese día no hubo para el Taxi y le tocó a Don Rogelio, montarse cómo parrillero en la ‘Peorrita’, la moto azul, Yamaha 100 Cc de dos tiempos, de nuestro compañero y abogado Ricardo Téllez Bautista. El connotado músico ascendió sin problemas a montarse en el humeante velocípedo, hasta el lugar de la cita radial. Al final de la entrevista con nuestro invitado de honor fuimos a desayunar dónde Emilio, ahí mismo en calles del barrio San Vicente. Don Rogelio, en medio de risas y lágrimas nos recordó sus desplazamientos en Matanzas Cuba, a bordo de una motoneta para ir a los ensayos y así crear La Tuna Liberal y posteriormente la exitosa Sonora Matancera, en Cuba”, así lo recordó el ‘temible’ y querido reportero Álvaro Miguel Mina".

Hoy los recuerdos se mantienen en cinco lugares donde he sido testigo de que la magia Matancera se agiganta cada noche, sitios donde Daniel sigue siendo El Jefe; Bienvenido canta como nunca antes; Celio se desplaza por las mesas siempre afinado y Alberto Beltrán nos sigue interpretando saetas en el oído que desgarran el alma y el corazón. El Anacobero, en Guayaquil; El Habanero, en Alameda; La Matraca, en el Obrero; El Chorrito y la Nellytk, son el portaestandarte de una historia musical y cultural de la ciudad.

Ahora es Annelies Romero, una rumbera de paso fino, quien lo cuenta: “Mi padre subía el volumen y cantaba las canciones de ese LP de la Sonora. En ese entonces yo no comprendía el motivo de tanta emoción. Unos años más tarde me alegraba escucharlas porque significaba que había llegado la Navidad con sus brillantes luces y juguetes. Había otras fiestas, pero a mí me encantaba quedarme en casa y bailar con él estas canciones con las que evocaba las navidades de mi niñez. Ahora mi viejo ya no baila, su andar es lento, pero las seguimos escuchando cada Navidad y le subimos el volumen cantando y bailando con el corazón”… Y es que al final, como dice Annelies con una voz que pareciera representar a todos los caleños: “Hay canciones que se quedan en el alma para siempre haciendo parte de tu historia”. ¡Gracias, querida Sonora Matancera!

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Esta es la historia de Willy García, 30 años de sentimiento y sabor, de melodías que escucharán a continuación… Una historia que quizás comenzó con Escombros y la Suprema Corte, por esos años comenzamos a escuchar a un inquieto chico que tenía mucho talento, y que no solo cantaba sino que también tenía una gran facilidad para la composición, algo genético, tal vez, porque su abuela era una experta repentista, igual que tíos, primos, se les daba fácil aquello de crear canciones.

Y fue allá en Buenaventura, su tierra natal, donde comenzó esta historia que en la actualidad lo reconoce como una de las voces salseras más importantes de Colombia, con una proyección internacional potente y respetada.

“Haber nacido donde nací siempre lo he considerado como un premio. Haber nacido  en la familia que nací es otro privilegio y yo nací en una familia musical, mi abuelita cantaba muy bonito, también mis tíos. Hay un tío que es escritor también, entonces si tu ves todos hablan del arte, la música, la composición y todo esto siempre ha estado muy cerca. Efectivamente me crie con ganas de hacer lo que veía y escuchaba, yo veía mi gente feliz, entonces pues a pesar de todas las necesidades, tuve una niñez feliz”.

Afirma Willy.

Como el artista integral que es, nunca ha dejado de ser sencillo, humilde, tranquilo y, sobre todo, agradecido con quienes le dieron las primeras herramientas para defenderse en una vida artística que apenas imaginaba en su tierra natal.

“Escuchaba cantar a mis tíos y yo quería ser cantante. Veía a otro de mis tíos escribir y yo quería escribir, pero las que siempre impulsaron mi vida musical fueron mi mamá y mi abuela. Ellas fueron como como ese motor para que yo creyera en mis sueños y creyera en que era posible lograr lo que he logrado hasta el momento”,

me dice este gran talento vallecaucano que justamente este 27 de abril celebrará con un gran concierto estos 30 años de vida musical. 

Los siempre difíciles primeros años

Y lo que son los caminos de la vida, en medio de la nostalgia y el paso y peso de los años, Willy aún recuerda esa noche en que estuvo a punto de embarcarse con destino a los ‘yores’. Eran los tiempos en que los ‘norteños’, como se les llamaba a los polizones que salían de Buenaventura a Estados Unidos o Canadá, eran los reyes del puerto. Cuando lograban ‘coronar’ su aventura en alta mar, llegaban las historias —muchas de ellas exageradas— de una vida de lujos y excesos. En aquellos años ochenta eso impresionaba a los jóvenes y Willy no era la excepción. Una noche, mientras se preparaba para una nueva salida musical con la orquesta La Combinación, le llegó el mensaje de que todo estaba listo para embarcarse apenas terminaran.

“Al final, los consejos de mi abuela, de la familia, pudieron más. Yo tenía otra oportunidad y era la música”

Así recuerda Willly García, más de tres décadas después, este episodio que marcó la vida de uno de los artistas más importantes de la historia del Valle del Cauca. Willy, quien paseó con éxito su música por la Suprema Corte, el Grupo Niche y Son de Cali, sigue ahora una senda como solista en la que continúa ‘pegando’ un éxito tras otro. 

En la memoria de los salseros retumban aquellas melodías como ‘Escombros’, ‘Gotas de Lluvia’, ‘Etnia’, ‘Eres’, ‘La magia de tus besos’, ‘A prueba de fuego’, ‘Y entonces’, ‘Te amo’, ‘Amanecí con ganas de ti’, entre otros múltiples éxitos que lo llevaron, junto con su afinada voz, a recorrer gran parte de Europa y América. Pero siempre, en ese corazón lleno de melodía, su Buenaventura del alma siguió latiendo a ritmo de bongoes y tumbadoras. Por eso aquel recuerdo, que pocas veces ha revelado, le sirve para hacer ver que lo que necesita la gente de su ciudad son oportunidades.

Gotas de lluvia, no es el rocío
Lágrimas que vienen del corazón
Gotas de lluvia, no es el rocío
Lágrimas que brotan por que ya no hay amor

Pudiste haberme dicho que no
Que no sentías nada por mí
Que lo nuestro nunca fue algo especial
La vida cambia y todo tiene final
Una aventura fue para ti
Y fácilmente yo en tus redes caí
Un trago amargo que de ti recibí
Ahora no sé, no sé qué será de mí

‘Escombros’, con la Suprema Corte; ‘Gotas de lluvia’, con el Grupo Niche y ‘Te amo’, son temas imposibles de ser obviados para Willy en cualquier concierto. De hecho, este último, ‘Te amo’, tiene una particularidad que toca la fibra del cantautor y es que se trató de la primera canción que sonó en el proyecto Son de Cali y, además, porque se la escribió a su hija mayor y luego la cantó con ‘Lala’, su pequeña hija. “Esas son canciones referentes que han marcado momentos mágicos y es inevitable hablar de ellas”.

‘Gotas de Lluvia’ fue la canción que sin duda lo catapultó. El cantante recordó ese paso por uno de los grupos de salsa más exitosos en este género, cuando tuvo la oportunidad de mostrar su talento en el Grupo Niche.

"Me dijo el maestro Jairo Varela que le pusiera una boquilla porque el tema lo iba a cantar Charly. Entonces yo cogí la hoja, me metí al estudio y arranqué a cantar 'Gotas de lluvia, no es el rocío, lágrimas que vienen del corazón'. Dejé la guía y arranque para mi casa".

Enseguida cuando Willy llegó a la casa, inmediatamente lo llamaron para que regresara al estudio. "La sorpresa es que yo llego allá y estaba lleno de gente. Apenas entré a la cabina, el maestro dice les presento el nuevo cantante del Grupo Niche".

Este momento tuvo demasiado significado en la vida de Willy con la oportunidad de demostrar su voz y aprender junto a Jairo Varela.

“Defender un país con mis principios, con mis ideales
Defender una tierra, no sé si ajena valga la pena
Que aprendí a querer por que terminar como yo entre cadenas
Y un canto de amor acaba en llanto, en tanto, tanto llanto

Aprender a vivir entre el odio xenófobo grosero
Eso dio pie para sacar pecho de mi origen pueblero
¿De qué valió poner en alto, en lo más alto mi bandera altanera
Si el premio que recibo, sin motivo, es una larga condena?”

Uno de los temas que más tocó la fibra de Willy cuando estuvo con el maestro Jairo Varela fue precisamente ‘A prueba de fuego’, la inmensa tonada, composición de Jairo Varela, que se convirtió en un hito de la lucha que emprendía el maestro chocoano desde la cárcel. La voz de Willy se quiebra al recordar aquel momento, pero también se le infla el pecho de orgullo al saber que su voz quedó inmotalizada para siempre en este tema que incluso muchos melómanos consideran como el más emotivo que escribió Varela. 

“Recuerdo que con José Aguirre nos tocaba ir al lugar de reclusión del maestro Jairo Varela, suena extraño escuchar eso, pero es la verdad. Allá escuchábamos las canciones que tenía para los proyectos y en ese momento estábamos pendientes del álbum ‘A prueba de fuego’. Recuerdo que el maestro Jairo empezó con un disco que se llamaba La cárcel, esa primera versión la grabé yo. Y entonces cuando él empezó a cantarnos la canción estaba buscando un coro y nos dice, “que suene algo como ‘sáquenme de aquí, sáquenme de aquí”. Ese fue un momento difícil y muy duro porque el maestro entendió que el desespero comenzaba a notársele”.

Pero luego llegó el momento clave de esta historia pues después de ‘La cárcel’, García y Aguirre comenzaron a escuchar a Varela con ‘A prueba de fuego’ y rápidamente se dieron cuenta de que era una letra muy poderosa en la que el destacado compositor chocoano plasmaba toda su inconformidad, tristeza, amargura y desazón por lo que estaba padeciendo en la cárcel. 

“Pasar de una canción y luego escucharlo con ‘A prueba de fuego’ pues fue muy complejo. Cuando se pregunta en su letra de qué valió poner en alto mi bandera altanera, si el premio que recibo es una larga condena”, guaaau, eso es muy bueno. O fíjate en los soneos, cuando él empieza a decir a decir ‘sumo y resto y no he ganao, y a la cárcel me han mandado con testigos preparaos’, y empiezo a sentir esa impotencia del maestro. Además, fíjate en los soneos cortos, yo allí comencé a meterme en ese papel, él me iba cambiando cosas, pero siempre me permitía participar y allí pues yo improviso y meto lo mío, hicimos cosas bonitas como esas. Haber hecho parte de esta producción fue algo maravilloso, haberla liderado pues canté ocho de las diez canciones, fue un momento entre triste y mágico porque no es lo mismo narrar que vivirlo y el maestro Varela lo estaba padeciendo. Al final se logró un gran producto y el maestro Jairo Varela siempre mostró su genialidad”,

recuerda Willy.

Su experiencia con un ‘caballo’ salsero

También llegan otros recuerdos más cercanos como cuando Willy, un poco después de la pandemia, siguió produciendo música y se acercó al maestro puertorriqueño Gilberto Santa Rosa. Lo veo y no lo creo’  contó en la producción de Isidro Infante y Óscar Iván Lozano, con la grabación de los instrumentos en Colombia y de las voces en Puerto Rico. Desde hace tres años el excantante del Grupo Niche había hablado con el 'Caballero de la salsa' en diferentes presentaciones y fue hasta el 2020 que Willy escribió la letra para presentársela a Gilberto. “Cuando lo llamé me atendió con mucha amabilidad. Le propuse este proyecto y me dijo: ‘si estás tú y está Isidro, el producto debe ser bueno’"; recuerda con entusiasmo el cantante bonaverense al saber que estaría con un grande de este género.

Así, Willy viajó a Puerto Rico para grabar la canción. "Yan Collazo me recibió en el aeropuerto. Luego fuimos al estudio con el maestro Isidro y al llegar al estudio tuve mucha felicidad al estar y grabar con el maestro Gilberto. Fue un sueño cumplido porque logramos una química perfecta musicalmente y aprendí de un grande".

Al hablar de esa composición, Willy solo recordó que al final “las canciones llegan así en algún momento. Un día me levanté y tenía todo el tiempo en la mente ese coro 'lo veo y no lo creo'. Entonces empecé a escribir y argumentar con una historia. Quise darle un toque romántico y un poco de golpe. Me gustó mucho, el resultado fue el mejor”.

Esa fusión de talentos tiene una explicación, Willy dice que la salsa en Colombia tiene un toque de folclor y de cumbia, “entonces con la salsa puertorriqueña se tuvo un plus al ser una canción bacana y bailable”.

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Orgullo de Buenaventura

Este cantante, que se siente orgulloso de tener esencia de pueblo y está comprometido con su tierra, no niega sus raíces, recuerda con nostalgia a su abuela Hilma y, cada vez que puede, se da una escapada a su ‘bello puerto del mar’.

“A mí me duele Buenaventura y quiero aportar mi grano de arena para ayudar a tanto muchacho con talento que se pierde en medio de la falta de oportunidades”

Y fue así como en forma silenciosa Willy creó Tengo Fe, una pequeña fundación que tiene como propósito descubrir la calidad artística de chicos de Buenaventura, apadrinándolos en sus sueños de llegar a las grandes ligas de la música. Pero no solo eso, Willy también sabe que es la oportunidad para arrebatar de la violencia a muchos de estos pequeños. “Las posibilidades de que los chicos cojan un camino negativo están hoy más a la mano. Lo que visualizo es que los jóvenes que tienen diferentes opciones, por lo menos, se detienen a pensar un poco más. Es que sin oportunidades es muy difícil”, dice el artista ganador de múltiples premios por ‘Así se Baila en Cali’ y ‘Vos me debés’, dos de sus interpretaciones que fueron proclamados Disco de la Feria de Cali.

Willy se crió en el barrio Lleras, un barrio de  aquellos complejos de ‘Tura’, donde abundan las necesidades.

“El símbolo de todo esto es poder regresar al barrio hoy en mi madurez y tratar de ayudar a los que más pueda. Los voy a ayudar con música, quiero abrir de manera independiente y de corazón una oportunidad para que estos muchachos la puedan aprovechar”.

Y recordando su dilema cuando tenía 16 años, Willy se apresura a decir que “si hay oportunidades, es posible que tengamos que hacer menos correcciones a los más jóvenes. ¿Cuántos futbolistas, cuántos cantantes se han perdido porque no tuvieron una alternativa? Para mí Buenaventura necesita eso, más atención”.

Ahora Willy se concentra en su encuentro del sábado 27 de abril. “Esto es más que un concierto”, dice con plena seguridad. Y vaya que lo es porque lo cierto es que se trata también de un performance, de un acto casi teatral y musical donde Willy se reúne con sus amigos de antaño y rinde homenaje a músicos de La Suprema Corte, del Grupo Niche, a su gran amigo Javier Vásquez, con quien integró el recordado dúo de Son de Cali.

“Voy a llevarlos a un viaje, desde el presente hacia el pasado, vamos a tratar de que el público viva una noche mágica, de una historia contada y cantada”.

Cuatro temas claves para bailar con Willy García

'Escombros'
'Gotas de lluvia'
'Te amo'
'Amanecí con ganas de ti'

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'A prueba de fuego': Willy García cuenta la historia de la canción que nació entre rejas

Esta fue una pieza musical que capturó la esencia y el sentir de Jairo Varela en un momento particularmente difícil de su vida. Aquí le contamos cómo surgió.

'A prueba de fuego': Willy García cuenta la historia de la canción que nació entre rejas
Prensa Willy García - Especial para 90minutos.co

Esta fue una pieza musical que capturó la esencia y el sentir de Jairo Varela en un momento particularmente difícil de su vida. Aquí le contamos cómo surgió.

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En una entrevista con 90 Minutos, Willy García, reconocido músico y exintegrante de las orquestas Suprema Corte y Grupo Nichey compartió detalles detrás de la creación de la canción "A prueba de fuego".

Esta fue una pieza musical que capturó la esencia y el sentir de Jairo Varela en un momento particularmente difícil de su vida.

García relata cómo, junto al maestro José Aguirre, visitaban a Varela en su lugar de reclusión para discutir y escuchar las nuevas canciones que él tenía preparadas para futuros proyectos.

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"Creo que fue la primera versión que grabamos en la cárcel, él nos contó la canción (...) fue un momento difícil porque estábamos Jose Aguirre y yo, y al maestro se le entendía, su desespero, se notaba su ansiedad".

Expresó García.

Sobre la lucha personal de Jairo Varela

La letra, que reflejaba su lucha personal y sus pensamientos más profundos, conmovió profundamente a García y Aguirre.

"Él mostraba su inconformidad. Cuando él dice '¿De qué valió poner en alto, en lo más alto mi bandera altanera Si el premio que recibo, sin motivo, es una larga condena?', muy fuerte".

Manifestó.

A medida que trabajaban en la canción, García pudo sentir la impotencia de Varela, lo que hizo que su colaboración fuera aún más significativa.

"Cuando él dice 'sumo y resto y no he gana'o y a la cárcel me han manda'o con testigos prepara'os' yo empiezo a sentir la impotencia del maestro y entro a asumir el papel, 'falsa acusación, troncó mi libertad', él me ayuda cambiando cosas, pero fue como siempre lo hacíamos".

Juntos, refinaron la letra y los arreglos musicales, creando una obra que reflejaba la genialidad y la profundidad artística de Varela.

Para García, formar parte de esta producción fue un honor y un desafío. Aunque inicialmente estaba programado que interpretara la canción completa, Varela decidió cortarla un poco.

"Él me permitía que participara, tenía confianza en el trabajo y logramos hacer cosas bonitas".

Explicó García.

Sin embargo, el proceso de crear la canción fue para García un momento "entre triste y mágico", donde pudo presenciar la narración viva de Varela sobre su propia experiencia.

Al final, el trabajo conjunto entre Varela y García, con el aporte de la compañía y otros colaboradores, dio como resultado una obra que perdurará en la memoria de quienes la escuchen. "A prueba de fuego" no solo es una canción, sino un testimonio de la grandeza artística y la humanidad de Jairo Varela.

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🔴El salsero Richie Valdés en 90 Minutos: Hablará de su vida, trayectoria y proyectos

Richie contará su importante paso por el Grupo Niche, Guayacán y su trabajo artístico como solista. Este artista, con una trayectoria amplia, revelará sus secretos en 90 Minutos.

Richie contará su importante paso por el Grupo Niche, Guayacán y su trabajo artístico como solista. Este artista, con una trayectoria amplia, revelará sus secretos en 90 Minutos.

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El Noticiero 90 Minutos hablará con Richie Valdés destacado artista, compositor, cantante, arreglista y músico chocoano.

Además, en el marco de los 40 años del icónico tema 'Cali Pachanguero', el salsero entregará detalles sobre las anécdotas alrededor de la canción emblemática de la ciudad.

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También, Richie contará su importante paso por el Grupo Niche, Guayacán y su trabajo artístico como solista. Este artista, con una trayectoria amplia, revelará sus secretos en 90 Minutos.

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