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Periodismo vomitivo

Estamos ante un periodismo que exige en seis meses, por lo que ha guardado silencio siempre. Y lo hace desde un descarado y vergonzante lugar de enunciación: los negocios particulares de sus propietarios.

Periodismo vomitivo
Especial para 90minutos.co

Estamos ante un periodismo que exige en seis meses, por lo que ha guardado silencio siempre. Y lo hace desde un descarado y vergonzante lugar de enunciación: los negocios particulares de sus propietarios.

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Antes de que sea lapidado en redes y condenado a la hoguera de Twitter, debo decir que el gobierno del presidente Gustavo Petro ha cometido errores y que estos se centran en su obligación legal de comunicar. No sólo no lo ha hecho bien, sino que insiste en desconocerlo y –como si lo anterior fuera poco–, arremete contra los medios, que es como pretender culpar a la avalancha de la tragedia desconociendo que fue el impacto humano sobre la naturaleza la causa de la situación. No. Los medios de comunicación –con todo y su incompetencia y manipulación– no son los culpables de los desaciertos del gobierno en términos de comunicación, pero sí de los imaginarios sociales que construyen y deconstruyen a partir de esos yerros en la comunicación para atender los intereses de sus propietarios y socios.

La tergiversación mediática –que incluye la que ocurre en redes sociales, auténticas y pagadas– sobre absolutamente todas las decisiones del gobierno, comprueba primero el poder histórico aferrado a sus privilegios y apelando a todas las formas posibles de pataleo y afiladas garras para no perderlos; segundo, la manipulación en la producción de contenidos a través de todos sus organismos de difusión y tentáculos en procura de la defensa de sus intereses económicos y políticos, que son un maridaje indisoluble; y tercero, la tremenda ignorancia de las audiencias, que debe decirse, han sido a través del tiempo llevadas a esta condición con base en una educación precaria y una democracia cuyo segundo pilar es la pobreza. Todos sabemos que los medios sólo entretienen, distraen y ocultan mostrando; porque de información y educación, muy poco.

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De modo pues que con la agenda setting asistimos cada día a un ejercicio de periodismo que comienza con la radio en la madrugada y es como tomarse antes del desayuno una infusión cargada de manzanilla, tomillo y laurel: tendrá náuseas todo el día y vómito justo después de los noticieros de televisión. Las redes sociales y la prensa contienen algunos paliativos, que en realidad no alcanzan para estar bien informado y a lo sumo entregan un poco más de variedad. El periodismo determina qué asuntos poseen interés informativo y cuánto espacio e importancia se les otorga en cada emisión. Es lo que se ha hecho siempre y así funciona, lo que no significa que sea lo correcto o lo que las audiencias necesitan.

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Pero lo que está sucediendo en Colombia es que la trascendencia se le otorga a lo nimio, a lo simple, a la banalidad, y se le cubre con un manto de solemne importancia desbordada cuyo único fin –en el corto y mediano plazo– es crear desconfianza, zozobra y temor dentro de la ciudadanía para desestabilizarlo todo; y a largo plazo –con su latosa y descarda persistencia–, es horadar y socavar la posibilidad de que un sistema de gobierno diferente al que estuvo dos siglos en el poder, pueda tener continuismo y llevar a Colombia por otros senderos de progreso y oportunidades. Sin decir con lo anterior que la vía para un futuro mejor sea la reelección o la dictadura, como aseguran los que todavía creen en espantos y a los que asustaron con los dos muertos del cacareado castrochavismo.  

Para proseguir, pido prestadas dos líneas de la columna más reciente de dos grandes filósofas de librea y corbatín, Tola y Maruja: “A propósito de Petro: lo critican porque está nombrando amigos en el gobierno, pero tiene tan poquitos que le toca dejar empotraos a los enemigos”. Sí, otro desacierto –y fue acertada estrategia de campaña para llegar a la presidencia– fue tragarse los sapos de gobernar con algunos enemigos. Mejor dicho, hacer pactos con varios diablos. Y el periodismo, silente. Ah, pero ante el nombramiento de amigos en el gobierno –una práctica condenable tan antigua como la democracia misma– saltan las liebres a criticar lo que han callado años y de la que son incluso beneficiarios.

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Hace muy poco el mismo Luis Carlos Sarmiento Angulo –el hombre más rico de Colombia– reconoció en un reportaje en la Revista Semana (propiedad del grupo Gilinski) que se sentía orgulloso de haber redactado artículos que hoy eran leyes en nuestro país. Hombre, se quedó corto el hombre con la cuenta más larga del país (dueño de El Tiempo, Portafolio, Siete días, ADN…) que también ‘recomienda’ nombres para cargos públicos o lleva de la política nombres para que dirijan sus medios. Lo mismo hacen claramente RCN (del grupo Ardilla Lule) y Caracol (del grupo Valorem de la familia Santodomingo) y todas sus filiales llámese La FM, Blu Radio, La W Radio, La Kalle, El Espectador, Cine Colombia o cualquiera otra.

La esperanza de un periodismo libre e independiente encierra desde siempre algo de utopía y quimera, es cierto. Pero no lo es menos que existen medios alternativos que están haciendo bien la tarea, aunque son una débil corriente –algunas agonizantes– en medio del maremágnum avasallador de los medios tradicionales y su indiscutible poder de penetración: Cuestión Pública, Las2 Orillas, La Cola de la Rata, Razón Pública, Verdad Abierta, Noticia Uno, La Silla Vacía, Vice... Ya ni el humor, que era la posibilidad más grande de libertad de expresión, se salva. Programas como La Luciérnaga, Voz populi o El Tren hacen parte de la jauría, de los perros guardianes del poder que ladran a conveniencia del patrón que algún día también les pateará el trasero, para que no se que crean que por ladrar pueden dormir dentro de la casa.

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Justo cuando el país necesita de un mejor periodismo, esta vocación (ni oficio, ni profesión) se desdibuja. No es imparcial ni equilibrado. No explica a las audiencias. No es mediador entre los sucesos y la sociedad. Toma partido, no contrasta fuentes. Es un periodismo mercenario que procura validar la posición que defiende a ultranza no por convicción, sino para cumplir con el mandado. Su lupa no está puesta para ampliar la mirada, sino para quemar a su objetivo. Sin duda alguna el nefasto apelativo de periodismo prepago les va con precisión. Se ha prostituido al punto de la ridiculización. No estudia los procesos, no mira los contextos, no examina el entorno ni evalúa el dintorno. No respeta sus principios elementales y menos intenta comprender para informar con veracidad. Cualquier gobierno se hace elegir para implementar reformas estructurales y producir cambios sociales. La cuestión es que este lo intenta hacer para las mayorías, para el bien común y la justicia social. Estamos ante un periodismo que exige en seis meses, por lo que ha guardado silencio siempre. Y lo hace desde un descarado y vergonzante lugar de enunciación: los negocios particulares de sus propietarios.

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Revivir la productividad y el empleo digno

En los próximos cuatro años tenemos que hacer una apuesta seria en competitividad, productividad e inclusión.

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Foto: Especial para 90minutos.co

En los próximos cuatro años tenemos que hacer una apuesta seria en competitividad, productividad e inclusión.

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Cali necesita más empresas creciendo, innovando y generando empleos formales y dignos. No tengo duda que buena parte de nuestros problemas los podremos enfrentar con mayor contundencia si logramos lo que algunos llaman inclusión productiva; que no es otra cosa que permitir que más caleños y caleñas accedan a la generación de ingresos dignos, que les permita sostener a sus familias y tener calidad de vida. Ese es un reto en el que necesitamos toda la confluencia de los actores públicos y privados para que ese propósito se vuelva un anhelo alcanzable.

Cali hoy tiene una tasa de desempleo que ronda el 12%; sin embargo, el panorama se deteriora cuando vemos el comportamiento del empleo en los jóvenes y en las mujeres, por citar dos ejemplos concretos. En estos dos grupos poblacionales, la tasa de desempleo es significativamente mayor y eso abre unas brechas inaceptables en nuestra ciudad. Los empleos que se crean no son suficientes y, además, se concentran en población masculina mayor de 30 años. Aquí la inclusión productiva es, además, la puerta a la inclusión social.

En los próximos cuatro años tenemos que hacer una apuesta seria en competitividad, productividad e inclusión. Estoy convencido de que la mejor y más efectiva política social es la generación de empleos formales y dignos; sobre esa creencia, debemos orientar los esfuerzos desde la Alcaldía en el próximo periodo. Para superar los grandes retos que enfrentamos, debemos asimilar que tenemos un potencial aún no explotado plenamente; en gran medida, por fenómenos de exclusión por género u origen étnico, pero también porque no hemos sintonizado totalmente los objetivos del sector público y del privado.

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El primer paso para lograrlo es ponernos de acuerdo en la necesidad de estimular la generación de empleos formales. En ese sentido, resulta fundamental estructurar una estrategia de atracción de inversión privada nacional y extranjera, en particular en el sector de manufacturas y servicios de alta complejidad, para lo cual tenemos como aliados a InvestPacific, el Bureau de turismo o ProPacífico. Trabajar de la mano entre la Alcaldía y los privados es esencial para ampliar nuestra base productiva.

Sin embargo, eso no basta. Tener empresas productivas es apenas la mitad de la tarea, aunque es la base fundamental de una visión global de desarrollo que proyecte a Cali. En materia de educación y capacitación, es prioridad generar una oferta para incluir a los caleños, en especial a los más jóvenes, que les permita desarrollar habilidades en las nuevas tendencias y en lo que pide el mercado laboral en Cali. Para avanzar en equidad de las mujeres, será fundamental avanzar hacia un sistema de cuidado que permita que más mujeres; en particular madres, puedan acceder al mercado laboral sin las barreras derivadas de la asignación de los roles del cuidado del hogar.

Una buena idea también es que, con una estrategia de Territorios de Inclusión y Oportunidades que tenemos que revivir, enfoquemos esfuerzos en empleabilidad, capacitación y generación de beneficios para nuevas empresas que se establezcan en zonas de la ciudad golpeadas por la pobreza y la violencia.

Si alineamos nuestro talento humano con las necesidades del mercado y generamos una serie de estrategias para fortalecer el tejido empresarial de Cali, tendremos la posibilidad de que nuestra economía crezca más, se formalice y se generen oportunidades, en especial en esos sectores más excluidos donde tenemos un potencial gigante porque está compuesto por gente joven que se puede convertir en esa dosis de capital humano que necesitamos para afianzar nuestro camino hacia el desarrollo.

Sin embargo, es fundamental que en Cali recuperemos la autoridad, la seguridad ciudadana y reduzcamos la violencia. El prestigio y la reputación de Cali dependen mucho de nuestra capacidad de salvaguardar la vida y la integridad de la gente. Es muy difícil que una ciudad avance cuando todos los días matan a alguien, cuando hay estructuras de la muerte que van a sus anchas y se pierde el respeto por las autoridades. Una ciudad segura y en paz será el mejor destino para los negocios y las inversiones. Así revivimos a Cali.

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Cali es extremadamente violenta y peligrosa para las mujeres

Nuevamente nuestra ciudad ocupaba el deshonroso primer lugar como la ciudad más violenta de Colombia y la número 32 del mundo.

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Nuevamente nuestra ciudad ocupaba el deshonroso primer lugar como la ciudad más violenta de Colombia y la número 32 del mundo.

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Hace unas semanas, Cali volvía a ser noticia nacional por la nueva edición de un ranking del que ya viene siendo parte desde por lo menos hace 15 años. Nuevamente nuestra ciudad ocupaba el deshonroso primer lugar como la ciudad más violenta de Colombia y la número 32 del mundo. Detrás de la polémica y la búsqueda de respuestas a esta penosa situación, de la que parece no podemos escapar como sociedad; se esconde un escenario al que los medios de comunicación y las autoridades poco le han prestado atención: Cali es una ciudad extremadamente violenta y peligrosa para las mujeres.

El feminicidio de la joven Valeria Valencia de tan sólo 18 años, perpetrado por su ex pareja sentimental con un arma blanca en el oriente de la ciudad; es otro triste y repudiable acto que alerta sobre la vulnerabilidad en la que vivimos las mujeres en una ciudad cómo Cali; debido a que las administraciones pasadas y la actual no se han tomado en serio las violencias machistas que se practican en la ciudad; omitiendo enfrentar con contundencia y determinación los diferentes ejercicios de violencia que se ejercen a diario en contra de las mujeres caleñas.

En cifras: Entre el 01 de enero y el 28 de febrero del 2023 en Cali han sido asesinadas 13 mujeres; de las cuales el 46,1% fueron ultimadas mediante uso de arma de fuego y 38,4% con arma blanca. Los delitos sexuales como acceso carnal violento, acto sexual violento, acoso y actos sexuales a menores de 14 años; registraron la alarmante cifra de 136 casos, aproximadamente 2,2 casos por día. También son estruendosos los numerosos casos de violencia intrafamiliar que tienen como víctima directa a mujeres, en tan solo 2 meses transcurridos ocurrieron 633 casos, es decir, más de 10 casos al día.

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Con este violento panorama ningún candidato o candidata a la Alcaldía podrá pasar por alto lo que las mujeres; 52% de la población de Cali, vivimos y padecemos en una ciudad que nos invisibiliza. De ahí que dentro de nuestras propuestas, muchas de ellas dinamizadas desde el Concejo de Cali, entre otras, están: En asocio con los órganos competentes; lucharemos por la constitución de grupos especiales de investigación con el fin de erradicar la impunidad teniendo en cuenta que; por ejemplo, solo el 32% de las denuncias de feminicidio tienen sentencia condenatoria.

Además, consciente de la necesidad de redes de apoyo para garantizar el acceso a la administración de justicia; proponemos la descentralización de espacios como Casa Matria a diferentes territorios de la ciudad con altos índices de violencia de género; asimismo, la creación de casas de justicia con equipos multidisciplinarios para la atención jurídica y psicosocial de mujeres y niñas víctimas de violencia en Cali.

Desde el 8 de marzo pasado, ante la grave situación de violencia en la ciudad y en el país, las mujeres elevamos nuestra solicitud al Gobierno de declarar la Emergencia Nacional por Violencias Machistas. Es con acciones reales que lucharemos contra estas instituciones violentas que se encuentran arraigadas en la sociedad, las administraciones locales son las primeras instituciones del Estado llamadas a hacerle frente a la problemática de la violencia basada en género a través de sus diferentes secretarías y organismos llevando la oferta institucional de manera efectiva a todos los territorios de la ciudad conforme a sus características propias y necesidades. 

La necesidad de plantear el panorama de peligro en el que vivimos las mujeres debe ir más allá de un discurso electoral. Son vidas las que dependen de las rutas institucionales que re victimizan y que en nuestra ciudad en muchos casos no son efectivas, teniendo desenlaces fatales que hoy lamentamos profundamente.

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Arreglemos este desmadre

Ese civismo característico que con orgullo esgrimían los caleños y que hasta fue objeto de canciones por parte de orquestas, se perdió.

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Especial para 90minutos.co

Ese civismo característico que con orgullo esgrimían los caleños y que hasta fue objeto de canciones por parte de orquestas, se perdió.

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Nuestra ciudad, Santiago de Cali, se desmadró. Literalmente se encuentra atravesando en materia de seguridad, un desmadre de gran escala conforme al significado coloquial que le asigna a esta palabra; la Real Academia Española: “Conducirse sin respeto ni medida, hasta el punto de perder la mesura y la dignidad”.

Y no puede ser para más, luego de no solo padecer históricamente el lastre de ser el centro de operaciones de las organizaciones criminales más relevantes en materia de narcotráfico, sino que en el 2021 se convirtió en el epicentro de lo que quienes lo incentivaron bautizaron equivocadamente como el Estallido Social, lo cual he confrontado de forma directa y con el solo escudo de la verdad que hoy se revela, jóvenes usados, engañados y una infiltración con financiación a bordo de grupos al margen de la ley.

Si bien es cierto, Santiago de Cali ha soportado una lucha de organizaciones criminales dinamizadoras de lo que en el ambiente del pensamiento multidimensional se conoce como nuevas amenazas, tales como el narcotráfico, lavado de activos, extorsión, y recientemente amplificado con la corrupción y las protestas, manifestaciones y bloqueos violentos, en quien visitaba nuestra ciudad, ya fuera nacional colombiano o extranjero, se quedaba tatuada la impronta que dejaba su gente: ejemplo de civismo y convivencia pacífica.

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Ese civismo característico que con orgullo esgrimían los caleños; y que hasta fue objeto de canciones por parte de las más grandes orquestas salseras, se perdió; y hoy la ciudad se encuentra sumida en el más profundo caos en materia de seguridad.

Hoy Santiago de Cali no solo es una ciudad violenta, sino que es una ciudad insegura. En materia de violencia, las autoridades locales celebran como avance el haber bajado el número de homicidios de 1.232 casos en 2021 a 981 casos en el 2022, sin tener en cuenta que presentan números desalentadores en delitos de violencia intrafamiliar con 5.637 reportados en la vigencia 2021, lo cual coloca de manifiesto la situación de vulnerabilidad del espacio primigenio de desarrollo social, como lo es la familia.

Pero como ya mencioné, la precepción de inseguridad de la ciudadanía no solo se queda en esa esfera; sino que objetivamente encontramos que delitos como el hurto encabeza la lista de casos en el 2021 con 28.991 denuncias; secundado con cifras de delitos como amenazas con 3.897 casos y extorsión con 899 casos en la misma vigencia. (Fuente: Cali en Cifras 2022).

En materia de convivencia ciudadana el asunto no es menos alarmante y encontramos que hasta el mes de junio de 2022 la Policía Nacional había registrado 2.137 comparendos por riñas en Santiago de Cali, lo cual demuestra que el tema de la seguridad, más que un tema de actualidad y de obligatorio tratamiento en el presente debate electoral, constituye un verdadero reto para quien gane las elecciones, porque las soluciones no solo deberán quedar en la dialéctica del discursos sino que deben materializarse en acciones estratégicas.

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Es por eso que como Alcaldesa de Santiago de Cali, una vez posesionada el 01 de enero de 2024; me enfocaré en la estructuración y ejecución de un Plan Integral de seguridad y Convivencia Ciudadana – PISCC en el marco de tres pilares fundamentales; i) Fortalecimiento de las capacidades de nuestra Policía Metropolitana de Santiago de Cali; ii) Fortalecimiento del sistema de protección del núcleo familiar y su entorno; y iii) Coordinación interinstitucional e Inter agencial a nivel distrital, regional y nacional encaminada a la prevención del delito.

La seguridad es tan importante que todo el accionar del Estado se despliega a partir de la estrategia de seguridad nacional; la cual permite el establecimiento de las condiciones para que los ciudadanos se desarrollen en el campo de acción social, político y económico. Aquí el progresismo que actualmente gobierna vendió el discurso de la seguridad como exclusivo del sector ideológico de la derecha, pero hoy vemos la importancia de retomar como ciudadanía las banderas de la seguridad para el establecimiento de la libertad y el orden que nos traerán la prosperidad y la sana convivencia; vendieron el discurso de la seguridad como exclusivo de los empresarios pero vemos la importancia de establecer condiciones que permitan el crecimiento de nuestras empresas; y con ello el empleo y el desarrollo como sociedad; vendieron el discurso de la seguridad como exclusivo de los miembros de las fuerzas armadas y de policía; pero hoy vemos como nuestra principal arma es nuestra Constitución Política y la Ley.

Es por eso que mi compromiso con la ciudadanía caleña es uno, hacer de Santiago de Cali una ciudad segura, que brinde al ciudadano las condiciones necesarias para realizar su proyecto de vida y contribuir al desarrollo conjunto como sociedad que permita ver de nuevo a nuestra Cali como centro de impulso social, político, económico, tecnológico e innovador a nivel regional y nacional; y eso lo lograremos a través de una planeación estratégica y gestión presupuestal y técnica inteligente y eficaz que permita el mejoramiento de nuestras capacidades tecnológicas y humanas,  para lo cual, realizaremos un trabajo conjunto con la Secretaria de Hacienda en materia de recaudo, la Gobernación del Valle en la optimización de la ejecución de los recursos de la tasa de seguridad que son de los caleños, y el mejoramiento relacional y de gestión de recursos a través del Fondo Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana del Ministerio de Interior. El instrumento de focalización de dichos de dicha estrategia y recursos será el Plan Integral de Seguridad y Convivencia Ciudadana – PISCC el cual no corresponderá mas a un mero elemento de cumplimiento de un requisito legal, sino que constituirá la carta de navegación distrital y de articulación interinstitucional que permita el cumplimiento de nuestro fin, una Cali segura.

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