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Zaperoco

El primer Zaperoco tenía ya la semilla del templo salsero en el que se convertiría. No recuerdo el nombre del primer DJ, era un niche corpulento y bacán que guapeaba a punta de vinilos y tenía el sabor para poner a bailar a la pipol

Zaperoco

El primer Zaperoco tenía ya la semilla del templo salsero en el que se convertiría. No recuerdo el nombre del primer DJ, era un niche corpulento y bacán que guapeaba a punta de vinilos y tenía el sabor para poner a bailar a la pipol

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Los mejores bares son aquellos donde sos amigo del DJ. Por eso los sitios de rumba crossover nunca me fueron acogedores, no hay una barra que invite a la charla, a la conversa de lo más importante en estos sitios: la música. Y al primer bar que fui se llamaba Taberna Latina, un bar que promocionaban en un programa radial que salía los lunes acercándose la medianoche y sonaba salsa que no se escuchaba en el resto de los siete días de la semana. Y allí hice buenos amigos, entre ellos al DJ errante Gary Domínguez, al DJ Gonzalo y al Dj Osman Arias.

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Si, primero Conocí a Osman que, a Zaperoco, y conocí a Zaperoco antes que llegara Osman.  A mediado de los noventas Zaperoco era un rumor en el barrio, un sitio salsero que quedaba en el norte de Cali, pero los salseros que vivíamos en el oriente no conocíamos; fue una tarde que quise acortar camino cuando me dirigía al Dari de la Avenida Sexta que me encontré con la Z pegada en una casa de pinta colonial. Esa noche conocí Zaperoco.

El primer Zaperoco tenía ya la semilla del templo salsero en el que se convertiría. No recuerdo el nombre del primer DJ, era un niche corpulento y bacán que guapeaba a punta de vinilos y tenía el sabor para poner a bailar a la pipol; por razones que desconozco el Zaperoco estuvo cerrado un tiempo, y la rumba toco seguirla en la Taberna Latina, Tiempo Libre de Richard Yory, el TinTindeo cuando queda al lado del Club Noel, Tierra Mestiza, La Bodeguita del Medio, Evocación, La Ponceña, Bachata, y en un sitio que pocos conocieron por su corto tiempo al aire, Perro Sediento, sobre la quinta cerca a La Latina, donde el Dj era Osman Arias.

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La segunda temporada de Zaperoco, que tristemente acaba de terminar, empezó con Osman en las perillas. De profesión payaso, Osman por esos días también se ganaba la vida dándole vida a su personaje Alambrito en fiestas infantiles; de allí que en muchas ocasiones dominando la escena en la barra, nos transmitía con sus gestos lo que nosotros también sentíamos en el hipocampo al escuchar una moña de vientos de los metales del terror, un solo de Richie Ray, o los pregones profundos de Andy Montañez.

Zaperoco entendió al melómano y al bailador, era frecuente escuchar nuevas propuestas musicales, que intercaladas entre los clásicos de la salsa de radio y salsoteca alimentaban la pasión por este movimiento musical.  Por ejemplo, fue de los primeros sitios donde empezó a conocerse la música del Grupo Bahía, Te Vengo a Cantar era uno de los himnos del Zaperoco de los 90s, nos aprendimos su letra a punta de bailarlo, que era la mejor forma de aprenderse una canción.

La iconografía salsera ocupaba todas las paredes de esta casona convertida en salsoteca, el reto era conocer los nombres de todos los personajes salseros de cada foto, varias de ellas firmadas por los propios músicos. Se podía ir solo a escuchar la música, hablar con Osman sobre casa tema que sonaba, su compositor, la orquesta, arreglista, compositor, fechas, anécdotas, y siempre se encontraba con quien más compartir todos estos datos que al resto del mundo le parecen inútiles pero que alimentan el alma; y al final terminabas bailando. Esa era la magia de Zaperoco, donde pasaban cosas a veces irreales, como por ejemplo aquella vez que una pareja empezó a darse sus primeros besos en la pista bailando Sonido Bestial, o bailar temas que supuestamente no están para llenar pista como MAYEYA de Mongo Santamaría, o JUST THE TWO OF US en formato de latin jazz por Paquito Echavarría. Cosas tan irreales como que un virus los haya obligado al cierre.

Estamos seguros que solo es un receso temporal, todos vacunados esperaremos para una tercera temporada de Zaperoco recargada de mucha salsa, para volvernos a encontrar a Osman Arias, el pillo buena gente.

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COP16

¡Cali sin salsa no es Cali! Los temas con más ritmo para escuchar durante la COP16

El encuentro de biodiversidad que se realiza en Cali es una buena excusa para recordar algunos temas que nos deja la salsa natura. Compositores y vocalistas que nos regalaron canciones para pensar, reflexionar, cantar y ¿por qué no? Bailar.

¡Cali sin salsa no es Cali! Los temas con más ritmo para escuchar durante la COP16
Tomado de Unsplash.

El encuentro de biodiversidad que se realiza en Cali es una buena excusa para recordar algunos temas que nos deja la salsa natura. Compositores y vocalistas que nos regalaron canciones para pensar, reflexionar, cantar y ¿por qué no? Bailar.

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La puesta en marcha de la COP 16 es uno de los eventos más grandes e importantes jamás realizados en la capital del Valle del Cauca. Más de quince mil personas de todo el mundo se congregarán en la capital del valle alrededor de esta importante discusión de carácter ambiental.

A la par habrá decenas de eventos artísticos que incluirán, por supuesto, la temática salsera por la que es reconocida internacionalmente nuestra ciudad. Y siendo consecuentes con la apuesta medio ambiental en la que se encuentra inmersa Cali, en 90 Minutos les proponemos diez canciones afrolatinas que demuestran que nuestra música siempre ha estado preocupada por la naturaleza:

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Que bailar y pensar no ha sido ajeno para la salsa y que el medio ambiente ha cruzado la vida de los grandes compositores de nuestra cosa latina.

Y es que como dice el escritor César Miguel Rondón, el hombre detrás de ‘El libro de la salsa, crónica de la música del caribe urbano’, históricamente la salsa siempre ha sido la voz del barrio, de los amores contrariados, de la vida precaria, de los ‘malandros’ y los desarraigados. Una forma de llevar el Caribe al escenario de la gran ciudad; una manera, también, de denunciar los despojos, la crudeza de la realidad que nos agobia.

“La calle está durísima”, cantaba Joe Cuba, y con esa frase condensó el espíritu de la salsa, recuerda el venezolano Rondón.

Como me dijo alguna vez en una conversación el cantante ‘newyorrican’ Henry Fiol:

“Yo soy un observador y veo la lucha que hay en Latinoamérica. Siempre he creído que la salsa no tiene que ser música de escape. Puede ser música con comida, con mucho contenido”.

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Archivo particular.

Y esto es lo que hay aquí, salsa con contenido, composiciones con gran fuerza, mensajes de amor por la naturaleza, pero también de denuncias y alertas.  Como todas las propuestas y clasificaciones esta es bastante subjetiva y pasa por los gustos del periodista y el conocimiento en torno a los temas. Para ustedes, salsa natura, salsa con mensaje para bailar, escuchar y, sobre todo, reflexionar.

Recuerdo que en mi niñez
Con mi viejo trabajaba
Y él a la vez me enseñaba
Cuánto valía la honradez
Íbamos de cuando en vez
A casa de Gumersindo
Y él te decía: "yo colindo
Con la finca de tío Pedro
Me sirve de punta un cedro
Y la loma del Tamarindo”

‘La Loma del Tamarindo’ es una de aquellas canciones que más le solicitan interpretar a Charlie Aponte en sus conciertos en Cali. Hay unas versiones que se pueden observar en Yotube absolutamente fabulosas.

Para mi gusto la versión que hace con Andrés Jiménez, durante un concierto hace cuatro años en Vieques, es sencillamente espectacular. Tal vez por la nostalgia campesina, tal vez por la simpleza de su letra o por la contundencia de su mensaje ‘La Loma del Tamarindo’ es prácticamente un himno latinoamericano.

“Y yo muy tranquilamente
Me subo al rancho y lo guindo
Porque se veía más lindo
Después que estaba guindao
Y miraba hacia el otro lao
La loma del Tamarindo”

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Esta fascinante composición jibarita fue escrita por el destacado trovador Ángel Luis ‘Güiso’ Santiago Rodríguez, nacido en las montañas puertorriqueñas en 1931. Este lugar del barrio Doña Elena de Comerío es un referente natural de la Isla y allí está aún el árbol de Tamarindo, con más de 200 años de edad y al que ‘Güiso’ le hizo un homenaje:

Reuniendo valores, trabajo, honradez, dificultades, esperanza y recuerdos

(‘… Y yo no olvido con cuanto afán mi buen viejo trabajaba, que día y noche se fajaba para conseguir el pan // Las cosas buenas no están, decía, pero no me rindo y yo tampoco prescindo de los días de la infancia, aunque perdió su elegancia la loma del tamarindo…’)

‘La Loma del tamarindo’ es un poema campesino, una vivencia de ‘Güiso’, un homenaje a sus vecinos, un guiño al verdor de las montañas, x (grabado en 1985) se convirtió en un himno de todos los pueblos.

“Hay luces en la montaña, siete velas encendidas declamando las abuelas su rosario al resto día, se oye la Santa María. Los misterios dolorosos, se oye el ruega por nosotros viven de noche y de día. Ya el reloj marca las diez, solo se escucha el cantar permanente del coquí, del múcaro en el guabá. El perro que en la escalera del batey no le teme al mugido del buey, va a su lado y da a entender con sus ladridos calla buey, calla buey que mi amo está dormido.
Hay música en mis oídos, mi tierra en mi pensamiento y en mi corazón yo siento el rico cantar de aquel río. Las luces de mi bohío, ahora se están apagando parece que están sufriendo en el terruñito mío”

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discos de salsa
Especial 90 minutos.

En Cali, Héctor ‘Tempo’ Alomar fue conocido a finales de los años ochenta por un tema que pegó en la rumba del barrio y se llamó ‘Calle Buey’. Donde cantó con Johnny Rodríguez y su Orquesta, y los inconfundibles coros de Raymond Castro y Ramón Rodríguez, los fundadores del Conjunto Clásico.

De hecho la composición es del genial Ramón Rodríguez que en este ‘numerito’ le cantó de nuevo al campo de Puerto Rico, a la sabiduría ancestral, al coquí, al buey, al perro y al múcaro (un pequeño búho). Una canción preciosa, con una brillante voz del tristemente fallecido ‘Tempo’ Alomar que lo mostró en toda su dimensión. La foto del álbum muestra a ‘Tempo’ con una tupida barba y bigote, rodeado de Raulín, Johnny Rodríguez y Alomar descansando sus manos sobre los hombros del gran compositor de Orocovis.

“Ya no se ve
el humilde campesino
bajar de la montaña
por el camino.
Ya no se ve el trapiche, el pilón y la maceta
no se ve la carreta
ni de pajas el bohío...
Ya no hay aroma de caña y café
y en la montaña el verdor no se ve.
Todo se ha ido como esfumando
qué pasará, me estoy preguntado
qué pasará, me estoy preguntado...
La naturaleza muere y el jíbaro está llorando
Ya no se ve el humilde campesino
confesó bajar de la montaña
ni siquiera cantando”.

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Y entonces en 1976, llega un portentoso Bobby Valentín, con un sonido fenomenal y saca al ‘marvelous’ en la delantera y  el gran Marvin Santiago no desentona. ‘El Jíbaro y la Naturaleza’ se convierte en una crítica feroz al destrozo de la natura y, nuevamente, la salsa es el vehículo de denuncia. El sonido del cuatro, un instrumento tradicional de Puerto Rico, interpretado por Julio Eltin, en el minuto 3:27, es un guiño a la más pura tradición de la ‘Perla sureña’.

Y es que los recuerdos del Bobby siempre estuvieron en su pueblo: “Aprendí de mi papá, él me despertaba cuando era chiquito, tocaba el cuatro. Antes los padres cuando uno fallaba, con la mirada nada más tu sabías, no tenían que azotarte, sabías que habías hecho algo que no debías. Entonces yo acompañaba en la guitara y cuando daba un acorde que no era, pues me daba una tremenda mirada, como de fallaste, tú sabes. Y eso me enseñó mucho y me gustó. De ahí en adelante yo supe que iba a ser músico. Y fueron unos momentos bien lindos porque hicimos un trío en el pueblo donde yo me crie, en Cuamo”, me dijo el Bobby Valentín, durante una reciente entrevista.

“Yo quisiera poder aplacar una fiera terrible

Yo quisiera poder transformar tanta cosa imposible

Yo quisiera decir tantas cosas que puedan hacerme sentir bien conmigo
Yo quisiera poder abrazar mi mayor enemigo

Yo quisiera no ver tantas nubes oscuras arriba

navegar sin hallar tantas manchas de aceite en los mares

y ballenas desapareciendo por falta de escrúpulos comerciales

Yo quisiera ser civilizado como los animales”.

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Una de las canciones más hermosas, recordadas y citadas del gran Roberto Roena no es de Roberto y ni siquiera fue hecha inicialmente en tiempo de salsa. La canción 'El Progreso'  fue una creación de dos monstruos de la música brasilera. Por un lado estaba Erasmo Carlos, conocido como ‘Tremendao’, uno de los grandes exponentes del rock del coloso suramericano, gran amigo de otro sinigual artista llamado Roberto Carlos, sí, ese portento de la balada que aún sigue sonando y cantando. Erasmo y Roberto no fueron hermanos de sangre, pero sí de la vida. Erasmo estuvo detrás de grandes éxitos de Roberto, uno de ellos ‘Es prohibido fumar’, uno de los primeros éxitos del baladista brasilero.

En 1976 ambos se unieron para componer y arreglar esta estremecedora composición denominada ‘El progreso’, prodigioso tema que es al mismo tiempo una reflexión poética y crítica sobre el desarrollo humano. Y su impacto en el medio ambiente.

De hecho, esta composición fue una de las primeras canciones en nuestro continente que abordó la problemática de contaminación. Y deterioro que casi 50 años después de grabada, confirma la alarmante preocupación que exponían ambos cantautores.

Este potente escrito cuestiona la destrucción ambiental. La terrible contaminación de los océanos, la eliminación de las especies, el comercio de las armas, la guerra, todo lo que nos lleva, precisamente, a la destrucción.

Foto: Alcaldía de Cali

La repetición de la frase 'Yo quisiera ser civilizado como los animales' contiene una carga asombrosa de ironía. Y un martilleo constante para recordarle a los seres humanos que su papel en el planeta debería ser conservar y proteger, en vez de explotar esta tierra que es nuestra gran casa común.

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 “Yo quisiera no ver tanto verde en la tierra muriendo
y en las aguas de ríos los peces desapareciendo
Yo quisiera gritar que ese lago negro no es más que un negro veneno
ya sabemos que por todo eso vivimos ya menos

Yo no puedo aceptar ciertas cosas que ya no comprendo
El comercio de armas de guerra de muertes viviendo
Yo quisiera hablar de alegría en vez de tristeza mas no soy capaz.

Yo quisiera ser civilizado como los animales”

Fue tal el impacto que este tema generó en tantas personas y artistas que dos años después, en 1978, Roberto Roena, el mago, el artista que creó un sonido propio e inigualable con su orquesta ‘El Apollo Sound’, se enamoró de ‘El Progreso’, le pidió al maravilloso músico Elías López que hiciera los arreglos y lanzó un álbum con ese nombre: ‘El Progreso’.

El tema fue un completo éxito interpretado por Carlitos Santos, un artista con un hermoso registro de voz que lo recordamos en otro tremendo tema de Roena que se escuchó en Cali en cada esquina del barrio: ‘El lamento de Concepción’, que curiosamente también está incluido en este mismo álbum. Disfruten y reflexionen con ‘El Progreso’ en la voz de Carlitos Santos, y déjense contagiar por el juego de violines que acompaña la fabulosa interpretación.

“Por la mañana temprano al salir el sol
Cantando el señor su lindo cantar
Un cantar que dice así
Señores ya amaneció
Que dice así
Se oye por el cafetal al jibaro laborando
Y mientras va trabajando se escucha con su cantar:
Yo vivo mi vida en el cafetal
Y me baño con las aguas del manantial
Jibarito no se apura pues le gusta laborar
Cantando a la borinqueña se levanta
Pero yo vivo mi vida tranquilo en mi cafetal”.

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A comienzos de la década de los años ochenta floreció una joven banda con tres precursores que hicieron historia: Raymond Castro (el promotor), Ramón Rodríguez (compositor) y Tito Nieves (líder vocal). Su primer álbum fue un completo éxito, pero especialmente en Cali donde dieron su primer concierto en 1980 de manera estelar en un noche espectacular de agosto en el Coliseo El Pueblo. Con la presencia de los grandes artistas de Fania como Cheo Feliciano, Rubén Blades, Héctor Lavoe, Pete ‘El Conde’ Rodríguez, entre otros.

En ese primer álbum descollaron los temas ‘Los Rodríguez’ y ‘Sin rumbo alguno’, pero la verdad es que lo que hizo Ramón Rodríguez fue magistral en sus composiciones. ‘Al salir el sol’ es una oda al trabajo, al campo, una letra sencilla y portentosa como solo podía hacerlo el gran Ramón Rodríguez, ese jibarito, ese hombre campesino que le cantaba a la montaña, al cafetal, al coquí, al lago, al río, al pez.

“Sí, porque lo que sucedió es que yo unía el ritmo cubano con el sentimiento campesino puertorriqueño. Entonces, esa unión de ritmo y sentimiento es bien fuerte, porque yo soy muy sentimental, la tristeza la dejo saber en mis letras, la alegría la dejo saber en mis letras. Y eso ayuda mucho, porque yo no leo libros, porque ya no puedo leer libros. Si leo libros, me pongo en un doctorado y empiezo a mencionar palabras de doctores y cosas. Yo soy de la calle, pero con sentimiento y todo eso. De esa mezcla se hizo lo que soy y lo que quise hacer”, me dice Ramón Rodríguez al recordar sus comienzos.

Nacido en 1947, en el Corazón de Puerto Rico, en un pueblo campesino como Orocovis, Ramón muy pronto se vio envuelto en el conflicto militar que Estados Unidos enfrentaba en el continente asiático. La guerra pronto estuvo en su vida y el conflicto en Vietnam lo encontró prestando el servicio militar. Sin duda esa experiencia marcó su alma sensible y lo condujo por unos espacios en los que él se sentía cómodo, escribiendo sobre sus experiencias y transmitiendo su alma en cada verso.

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Página del Museo de la Salsa.

En medio de la crudeza de la guerra, de las explosiones, la sangre, la pérdida de amigos y las malas noticias, Ramón debió recordar en su cambuche las raíces taínas y la noble valentía de su pueblo. Seguro a su memoria llegaban como flashes intermitentes la cueva de los indios, el lago de matrullas, el río Toro Negro y las quebradas Doña Juana, Palmar y Cacaos, todas esas maravillas naturales de las que bebió para darle rienda suelta hermosas composiciones como esta: ‘Al salir el sol’.

“Es un estilo de campo, pero bailable y sentimental, y tiene tantas cosas juntas que hacen eso, que no es fácil, pero lo conseguí, lo conseguimos con la ayuda de los músicos, con la ayuda de todos ustedes, pero se consiguió. Un estilo de música que le llega más al pueblo creyente, no a la salsa esa de que no importa lo que se haga con el arreglo, que salga lo que sea, que igual lo bailan. No, aquí se baila y se escucha, porque también es música educada, no es una música de relajo. Yo escribo las cosas para que los niños aprendan lo que es un piragüero aquí, que aprendan lo que es un quincallero o cosas de campo. Yo no sé, me salió así”, me dice con esa nostalgia que siempre transmite el gran Ramón.

“Y todos esos barcos continuamente llegaban
Cargados de esperanza, ilusiones y alegrías
Limpio eras y abundante tu caudal
Surcando el valle al norte tu ruta continuabas
Y en todo tu trayecto miles de pescadores
Con cañas y atarrayas extraían de ti un manjar
Eso cuenta mi abuelo y una lágrima de repente
En su rostro se asoma, le invade la nostalgia
Oh Cauca, mi río Cauca, mucho te han maltratado,
Te asfixia el desarrollo, llevas en tu vientre
La inconsciencia de la gente, cual anciano
Indigente hoy transitas taciturno y triste”

Y desde Cali, llega la agrupación femenina más emblemática de la ciudad, la Orquesta D’Caché, que de la mano de un dúo maravilloso: José Norbey Arias y Francia Elena Barrera escribieron una nostálgica composición recordando nuestro amado río Cauca. En esa letra se esconde la hermosura del afluente, pero también el dolor por la pérdida paulatina de sus madreviejas, su riqueza floral y de fauna.

Para José Norbey esta composición, ‘Mi Río Cauca’, responde a un recuerdo, pero también a un clamor, a un llamado a la consciencia para salvar un río que ha sido clave para la vida de todo el Valle que lleva su nombre.

Una expresión que comparte Francia Elena quien no logra entender cómo no protejemos una fuente de vida, de alimento, de fauna, de flora, simplemente, de vida.

“Aguanile, aguanile
Santo Dios, santo fuerte, santo inmortal
Aguanile, aguanile, mai mai
Aguanile, aguanile, mai mai

Eh, aguanile, aguanile
Aguanile, aguanile, mai mai
Aguanile, aguanile, mai mai
Aguanile, aguanile, mai mai

Eh, Kyrie Eleison, Christe Eleison, no te metas a mi moña
Que yo también me sé de eso
Aguanile, aguanile, mai mai
Aguanile, aguanile, mai mai
Oye todo el mundo reza que reza
Pa'que se acabe la guerra
Eso no se va acabar eso será una rareza”

Entre los años setenta y ochenta una corriente espiritual se tomó la música afrolatina. La religión yoruba o santería cubana impregnó a muchos de los músicos maravillosos de aquellos años. Héctor Lavoe y Willie Colón no fueron ajenos a esa corriente espiritual y musical. De hecho en nuestra cosa latina, Larry Harlow, el judío maravilloso, le hace un guiño en un tramo de la película que resultó fundamental para ese fenómeno llamado salsa.

“Larry preparó el asunto de la santería (la escena de la ceremonia religiosa), fue idea de Larry. Estaba realmente interesado en la santería”, recordó años después Leon Gast, director de ‘Our Latin Thing’. La verdad es que la santería arrasó creó todo un concepto, los músicos acudieron a beber de la mata y se encontraron nuevamente con la raíz cubana y lo que vino después fue una cascada de producciones de Barreto, Richie Ray, Lavoe, Celia, que le cantaron a los orishas y toda el santoral de divinidades de la santería cubana. Y allí, por supuesto, estaba toda la furia africana de la naturaleza contenida en varios de los dioses que se cantaban al unísono en cuanta rumba existía.

La santería, la música campesina cubana y la salsa tienen un matrimonio indisoluble. Una historia forjada a golpe de tambor y deidades que se entremezclaron con los santos de la religión Católica y construyeron una alabanza y una musicalidad que hizo historia en el concierto artístico antillano.

Héctor Lavoe fue uno de ellos. Algunos amigos cercanos al ‘Rey de la puntualidad’ dicen que estaba consagrado a Changó. Y cuentan que antes de cada concierto oraba frente a un puñado de flores blancas en homenaje ‘al guerrero que nunca perdió una batalla’.

Las referencias a la religión Yoruba del ‘gran brujo’, como le decían algunos allegados a Lavoe, son permanentes en su musicalidad. A Ochún y Yemayá les dedica un disco en el que les pide ‘que le presten su voluntad para pa’lante poder caminar’; en ‘Aguanile’, una palabra que proviene de la cultura Yoruba y significa ‘limpieza para tu casa’, Héctor hace una especie de rito en el inicio del disco y le canta al ‘Santo Dios, al Santo Fuerte, al Santo Inmortal’. ‘El flaco de oro’ llevaba siempre en el cuello un collar de cuentas rojas rematado por un pequeño carcaj con flechas de oro.

Canciones como ‘Cheche Colé’ y ‘Aguanile’, en su voz, se hicieron populares en África. Continente al que viajó con la Fania All Stars en 1974. Visitaron Zaire, nación por entonces gobernada por Mobutu Zeze Seko, quien en su cruel y largo mandato muchas veces recurrió a las divinidades yorubas para que lo salvaran del peligro.

En varios de sus conciertos, incluido el icónico de Fania All Stars, se puede apreciar, además del collar, la protección que le brinda el Iddé, una manilla de cuentas verdes y amarillas, que cuida a quien la porte ya que pertenece a los hijos de Orula, la dueña de los oráculos y quien se encarga de mirar el destino de los hombres y su futuro. Pero como todo tiene su final, la Virgen de Regla y Las Siete Potencias se cansaron de sacar a Lavoe de apuros y el 29 de junio de 1993 ‘El cantante de los cantantes’ le diría adiós al mundo material, pero rápidamente ascendería a deidad salsera.

“Agallú solá, préstame tu espada, tu espada bendita que quiero vencer
Agallú solá, préstame tu espada, tu espada bendita que quiero vencer

Vencer a mis enemigos, que por envidio deseo
Ay que ayúdame San Miguel, ayúdame San Mateo

Agallú solá, préstame tu espada, tu espada bendita que quiero vencer
Agallú solá, préstame tu espada, tu espada bendita que quiero vencer
El chivo vere mio ni gua, gua, a cuara cuba camá
El chivo ve re mio ni gua, gua”

Pero fueron, precisamente, ‘los mamitos’, Richie Ray and Bobby Cruz, los que más exploraron la sonoridad potente de las divinidades salseras y se zambulleron para navegar en las profundidades de la santería cubana. La experimentación musical fue la clave de la vida artística del dúo maravilloso. No hay duda de que Richie y Bobby fueron unos adelantados y no tuvieron ningún temor en entrar a un mundo al que muchos miraban con recelo.

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Y precisamente uno de sus temas más potentes se llama ‘Aggayú Solá’, el orisha que representa la portentosa fuerza de la naturaleza, los ríos embravecidos, la explosión titánica del volcán, la enorme energía que desata el terremoto, la fuerza descomunal que hace girar el universo, el vigor que hace retroceder las aguas del mar y revela un maremoto destructor.

‘Aggayú Solá’ es el padre de ‘Changó’ y su nombre significa ‘el que cubre el desierto con su voz’. Es el gigante, el dueño del fuego, el belicoso, el descomunal, el colérico, el impredecible, es la gran fuerza natura a la que Richie y Bobby le hicieron un homenaje.

Se oye leyendas por el camino
bejucos y jibaradas
de sueños en la andanada
de flamboyanes y trinos.
Son cuentos de campesinos
de lunas, sol y alboradas
de montes y de quebradas
de playas y de bohíos.
Cantares del pueblo mío
su vida y sus esperanzas
su tiempo de lontananza
de madrigales y ríos.
Ay Dios! cosas nativas.
Ay! mi Dios... cosas nativas

En 1981, Tommy Olivencia lanza un álbum denominado ‘Un triángulo de triunfo’, que contenía una de las canciones más hermosas dedicadas a la naturaleza. ‘Cosas Nativas’, una composición de Rolando Gorrín se transformó en la juvenil voz de Frankie Ruiz en el tema que lo catapultó a la tempranera fama.

Esos pregones repetidos por el eco de los campos inundaron la ‘Isla del Encanto’, y llenaron de caña y vino, de tabaco y de café los campos de todo el continente salsero.

Las leyendas campesinas del jibarito en la que una ranita llamada coquí tenía sed de agua pura cristina se convirtieron en una suerte de oda a la naturaleza, de amor por lo más profundo de nuestra Madre Tierra.

“Hermano, cuida tu flora
Que es cuidar tu fauna
Es cuidar tu vida
¡Eso!

Montaña que te elevas, sobre el nivel del mar
A ti, más se hizo brillante, mi voz te va a cantar
Por intrincada que estés, con toda tu frondosidad
Siendo usted el pulmón del planeta, porque te hacen llorarPrepara tuuuu, prepara tu taaaaanda
Que vienen a derribarte con armas los hombres malos
Le sucede al Amazonas, y a todos los bosques del mundo
Que lo quieren derribar, nadie, nadie los vuelve a sembrar
A ti, a ti, a ti
A ti naturaleza, que te quieren destruir
Yo siempre estaré a tu lado a vencer, al hombre malo”

Y ahora para ustedes, el tema que en mi sentir debería ser la banda sonora de la COP 16. ‘Prepara tu palo’, una portentosa composición del artista cubano Justo Emilio Rueda, alma sensible que recoge en unos versos extraordinarios todo lo que sentimos quienes amamos la naturaleza. Sus mensajes son de una potencia extrema:

Pero que mira como vienen los hombres
Ahí vienen los hombres malos
Amazonas manda la fiera a defenderte
Ahí vienen los hombres malos
Africa, Africa, que ruja”

Justo Emilio es un digno representante de su pueblo cubano, protector de la naturaleza y quien en sus composiciones envía un mensaje poderoso que pretende sensibilizar desde la más tierna edad: “Niños, los árboles son los pulmones del planeta, juega con ellos, utiliza su sombra, pero no dañes su corteza”, dice en uno de sus interpretaciones en vivo.

Sin duda uno de los mensajes desde la música afrolatina más poderoso alrededor de la defensa de la naturaleza.

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¿El regreso de Héctor Lavoe?

Héctor caminó de prisa y como una de sus canciones, su vida fue triste y vacía. Los excesos de la rumba y la mala suerte lo acompañaron no pocas veces. Hoy, cuando los salseros conmemoramos su nacimiento, también nos sorprendemos con lo que se está haciendo con la IA para revivir su voz. ¿Sacrilegio o evocación? El debate está servido.

¿El regreso de Héctor Lavoe?
Creado por Meta AI y Canva AI.

Héctor caminó de prisa y como una de sus canciones, su vida fue triste y vacía. Los excesos de la rumba y la mala suerte lo acompañaron no pocas veces. Hoy, cuando los salseros conmemoramos su nacimiento, también nos sorprendemos con lo que se está haciendo con la IA para revivir su voz. ¿Sacrilegio o evocación? El debate está servido.

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En Cali, Héctor fue y sigue siendo ídolo. El 30 de septiembre de 2024, Héctor cumpliría 78 años y aunque el año pasado se conmemoraron tres décadas de su fallecimiento, el pregón de Héctor sigue guapeando como ayer.

Su vida fue como sus canciones. Muchas de las interpretaciones son su vida misma. ‘El Día de Mi Suerte’, ‘El Cantante’, ‘La Fama’, ‘Juanito Alimaña’, ‘Periódico de Ayer’, ‘Barrunto’, lo dibujan en sus propias tristezas, cantadas con ese fraseo que lo hizo único.

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Héctor caminó de prisa y como una de sus canciones, su vida fue triste y vacía. Los excesos de la rumba y la mala suerte lo acompañaron no pocas veces.

La muerte de su madre cuando tenía tres años fue su primera tragedia y de allí se desgranaron muchas más que lo fueron consumiendo en vida. 1987 fue su año de quiebre.

Héctor tuvo una fractura cuando se lanzó desde el tercer piso de su apartamento en Queens, que ardía en llamas. La suerte le fue esquiva, unos días después Lavoe se enteró del asesinato de doña Gina de Román, su suegra, que ante la muerte temprana de su madre se había convertido en una persona muy apreciada por el artista.

Desde ese instante juró no volver a cantar ‘Soñando Despierto’ donde en una parte de su reconocida improvisación de manera jocosa dice:

“Ay, anoche soñé que mi suegra se había muerto y me puse a llorar al despertar y vi que no era cierto, que hierba mala no se muere ni tu suegra, aunque la aplaste un trol de cemento”.

Luego de seis producciones para el sello Fania y con una propuesta musical en plena evolución, Willie Colón, había lanzado al mercado ‘El Juicio 1972’. El álbum tuvo varios éxitos como ‘Timbalero’, un tema modelo para los percusionistas; ‘Piraña’, de Tite Curet Alonso. ‘Soñando despierto’, donde aparece un solo de trombón de Willie Colón que asemeja a las antiguas bandas municipales de Puerto Rico. Y el bolero ‘Seguiré sin ti’ que Lavoe canta con un estilo apasionado, amoroso y sentimental.

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Asimismo, al dolor físico se sumó una crisis nerviosa que lo condujo, como tantas otras veces, a un centro de reposo mental. Salió de allí con una nueva esperanza, tocar en Puerto Rico ante su gente, para ‘reír un poco’ en medio de tanto dolor. En Bayamón se celebraba el Día Nacional de la Salsa y Héctor quería volver a ser ‘el jibarito’ y aliviar tantas penas como el Cantante.

La relación de Héctor con su padre

Llegó con la esperanza de que su padre lo viera cantar, algo que nunca había ocurrido pues el viejo Pérez no quería que su hijo se dedicara a la vida farandulera. Una semana después del concierto, el padre de Héctor Lavoe falleció.

De seguro que, en aquellas horas aciagas, Héctor debió haber reflexionado por qué la vida así lo habría de tratar si lo que buscaba era la felicidad. Como en su canto, que también es un lamento, debió recordar que “trato de complacer la humanidad, pero mi dicha aquí ha sido fatal”.

Y aunque todo tiene su final, la desdicha de Héctor no parecía tener fondo. Ese mismo Héctor que rogaba que pronto llegara el día de su suerte, padeció en carne propia esos golpes que abren zanjas oscuras en el rostro más fiero. Y en el lomo más fuerte. Un fatídico 7 de mayo de 1987, su hijo Héctor Pérez Junior murió en plena adolescencia. Al manipular un arma de fuego con la que se disparó accidentalmente.

No hay duda de que ese día, ‘El cantante de los cantantes’ también murió. No había forma de recuperarse de tanto dolor, en tan poco tiempo.

‘Pronto llegará el día de mi suerte, sé que antes de mi muerte, seguro que mi suerte cambiará’, cantó muchas veces el viejo Héctor. Pero no llegó. Amado por todos los salseros que le rendían culto a pesar de que no fuera un ‘showman’ en tarima. Héctor no soportó que nadie le preguntara si sufría o si lloraba, si tenía una pena que lo hería muy hondo.

El debate que enciende a los seguidores de la salsa

Tal vez Héctor Lavoe no sea el mejor cantante de la historia de la salsa. Muchos de sus colegas. Incluso, reconocen que no era un gran intérprete y prefieren quedarse con los soneos de Ismael Rivera. La brillantez de la vocalización de Lalo Rodríguez o la afinación del ‘Pete’ Conde Rodríguez. Pero en lo que tanto los músicos como fanáticos se ponen de acuerdo es que no hubo un mejor intérprete de la salsa que Héctor Lavoe. ‘El rey de la puntualidad’ supo llevar mejor que el resto de cantantes el sentimiento de la calle, del barrio, de la esquina.

Toda la guapería de Héctor descendía de su garganta como un torrente de talento inacabable. Por eso no hay duda que Héctor si bien puede que no sea el mejor cantante de salsa, sí fue el más querido, el más recordado y el más añorado.

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Por eso hoy pocos saben quién fue Héctor Juan Pérez Martínez, pero todos recuerdan a Héctor Lavoe. Su nuevo apellido se lo puso el productor Arturo Francis, quien escuchó a Héctor y dijo “tiene la voz”, que se transformó en Lavoe (la voz en francés). Para diferenciarlo del cantante puertorriqueño Felipe ‘La Voz’ Rodríguez.

Ahora bien, ‘El cantante de los cantantes’, ‘El hombre que respiraba debajo del agua’, ‘El rey de la puntualidad’, ‘El flaco de oro’, ‘El brujo’ fueron tantos los apelativos de ese artista que se ganó el corazón del imaginario imaginario musical salsero del mundo.

Y es que para muchos salseros exegéticos, Héctor no tenía una gran voz. Tampoco era buen bailarín, pero como me lo dijo Henry Fiol, Héctor tenía calle, alma de barrio, conectaba con ese pueblo al que puso a vibrar con ‘Mi Gente’. Cali fue su casa y aquí vivió unos meses, caminó sus bares, puso su alma de cantante de calle en Juanchito.

Aquí, en esta ciudad, supimos que ‘Juanito alimaña es malicia viva y siempre se alinea con el que está arriba’… Aquí conocimos, primero que todos, que cuando a Juanito Alimaña lo metían preso salía al otro día, porque un primo suyo está en la Policía.

A su vez, el mismo Héctor, en la previa del inicio de un concierto, el cantante de los cantantes le da las gracias a Cali porque fue en esta ciudad donde se escuchó por primera vez el ‘numerito’ y desde donde se exportó al resto del Continente.

‘El rey de las guerras del Cuchifrito’, como recuerda Medardo Arias que lo despidió Willie Colón, perdura en la memoria salsera. Y tiene su sitial en el Olimpo musical caleño del que hacen parte ‘El Sonero Mayor’, ‘El Conde’ Rodríguez, Barreto, Marvin Santiago, Frankie Ruiz y tantos que se marcharon al concierto celestial.

Muchos aún recuerdan que el viaje hasta el cementerio Saint Raymond del Bronx duró más de seis horas. Allí fue enterrado al lado de su hijo Héctor Jr. Unos días después de su muerte, Fania publicó el álbum póstumo The Master & the Protege que contó con la voz de Lavoe, solo en algunas canciones porque su voz ya no era la misma. El caballo ya estaba golpeado y el sello solo quería exprimir un poco más la chequera. La mayoría de temas fueron terminados por Van Lester, cantante que tenía un timbre similar al de Lavoe y que Jerry Masucci y Ralph Mercado decidieron convocar para poder imprimir el álbum.

En junio del 2002, los restos de Lavoe fueron llevados a su ciudad natal, su amado Ponce, en Puerto Rico, tal y como él mismo lo pidió. Junto a él descansan los cuerpos de su esposa Nilda Román, la polémica ‘Puchi’ y su hijo Héctor Pérez Jr.

¿Regresó la voz por la Inteligencia Artificial?

Aquí en la tierra del jibarito aún seguimos añorando al viejo Héctor, muchos quisiéramos estar en un concierto, acompañarlo en uno de los tantos bares, estadios y coliseos. Por lo que dejó una muestra de su inmenso talento.

Y tal vez esa añoranza es la que ha descubierto hoy, precisamente, una gran polémica musical mundial. La Inteligencia Artificial, aquella entelequia que cada vez nos sorprende más, logró producir tres temas a partir de la voz de Lavoe. Hace poco Google presentaba su último desarrollo, MusicLM capaz de producir música en cualquier género a partir de una descripción de texto. Y no era la única, ya se habían presentado otros sistemas de IA centradas en la música, como Riffusion, Dance Diffusion o Jukebox.

Pero lo que conocemos ahora con tres temas que jamás fueron interpretados por Lavoe y que sorprendieron a los millones de fanáticos de Lavoe rompe todos los esquemas.

En 90 Minutos les presentamos las tres interpretaciones que un peruano, Manolo García Cerna, ingeniero industrial, logró extraerle a la inteligencia artificial con la voz de Lavoe.

Se trata nada menos de ‘Periquito Pinpin’, que en su versión original fue cantada por Héctor Tricoche y la orquesta de Tomy Olivencia. El segundo disco es ‘Pa bravo yo’, interpretado por Justo Betancur y finalmente ‘La Cura’, el gran éxito de Frankie Ruiz.

Al escucharlos en la simulada voz de Lavoe no deja de sentirse una gran sorpresa, pero también cierto desconcierto y desazón por los alcances de la inteligencia artificial. ¿Hasta dónde vamos a llegar? Ya ni siquiera las artes, la música, la producción interior, algo tan profunda y personal está a salvo.

Pienso en el historiador y filósofo israelí Yuval Noah Harari cuando dice sombríamente sobre la inteligencia artificial: “No sé si la humanidad podrá sobrevivir”.

Gary Domínguez, el ‘Dj Errante’, y propietario de ‘La Casa Latina’. En Cali, se sumó a la polémica y calificó como bueno el imitador artificial de Lavoe. Pero también fue enfático en decir que de ahí no pasará, “un homenaje más, de todos los que merece  Lavoe”.

Lo único que le preocupa al DJ Errante es que ojalá los nuevos salseros sepan diferenciar la voz porque “Lavoe, tu alma no fue vencida y tus discos te hacen inmortal”.

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Héctor Lavoe: Una voz inmortal que sigue resonando en su cumpleaños

Héctor Lavoe dejó un legado imborrable en la historia de la música latina, y su influencia sigue viva en la cultura salsera.

Héctor Lavoe: Una voz inmortal que sigue resonando en su cumpleaños
Imagen creada por Meta AI y Canva AI.

Héctor Lavoe dejó un legado imborrable en la historia de la música latina, y su influencia sigue viva en la cultura salsera.

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Héctor Lavoe, nacido como Héctor Juan Pérez Martínez el 30 de septiembre de 1946 en Ponce, Puerto Rico, fue una de las voces más icónicas de la salsa. Lavoe es ampliamente conocido como "El Cantante de los Cantantes" por su inigualable estilo. Y su capacidad para interpretar con sentimiento y autenticidad las historias de la vida cotidiana de la comunidad latina.

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Inició su carrera musical en Nueva York durante la década de 1960, una ciudad que sería testigo del surgimiento de su leyenda. Se integró a la orquesta de Willie Colón en 1967, con quien consolidaría su fama.

Ahora bien, su éxito junto a Colón fue explosivo, marcando una nueva era para la salsa con álbumes como “Cosa Nuestra" y "Lo Mato".

Carrera como solista: Héctor Lavoe y su trayectoria

En 1975, Lavoe emprendió su carrera como solista, consolidándose como una de las voces más destacadas de la Fania All-Stars. Entre sus éxitos más recordados se encuentra "El Cantante" (1978), una canción escrita por Rubén Blades que relata las dificultades personales y los sacrificios de ser una estrella.

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Justamente, este tema se convirtió en una especie de autobiografía musical, reflejando el sufrimiento detrás de su éxito.

Otra de sus canciones icónicas es "Periódico de Ayer", lanzada en 1976. Esta salsa romántica habla del desamor y la indiferencia, utilizando la poderosa metáfora del periódico como algo que ya no tiene valor.

Finalmente, "Aguanilé" (1972) es otro de sus clásicos, caracterizado por un ritmo vibrante que mezcla la espiritualidad yoruba con la fuerza de la salsa, destacando la versatilidad de Lavoe como intérprete.

A pesar de una vida marcada por adicciones y tragedias personales, Héctor Lavoe dejó un legado imborrable en la historia de la música latina, y su influencia sigue viva en la cultura salsera. Su estilo único y su profunda conexión con el público lo consagraron como una leyenda de la música tropical.

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