Salsa

Esa risa no es de loco

En 1987 Héctor Lavoe lanzó ‘Strikes Back’, una especie de contraataque musical que a la postre se convertiría en un álbum de culto, ya que sería el último que haría ‘El Cantante de los cantantes’.

Esa risa no es de loco

En 1987 Héctor Lavoe lanzó ‘Strikes Back’, una especie de contraataque musical que a la postre se convertiría en un álbum de culto, ya que sería el último que haría ‘El Cantante de los cantantes’.

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Por Gerardo Quintero Tello
Jefe de Redacción 90 Minutos

Diseño y edición de video: Giovanni castro @gallegogiovanni
Musicalización: Julián Páramo @somosanclamusic
Realizador audiovisual: Mauricio Velasco @famavela

‘Esta risa no es de loco’
Héctor, ‘esa risa no es de loco’
¡Loco, loquero, loco!
Héctor Lavoe, ‘el loco genial’
Héctor Lavoe y la locura genial

“Yo no sé por qué me critican porque yo
Soy loco, pero no le hago daño a nadie
Y seguiré loco
Porque soy así me llaman loco
Nadie sabe mi dolor, es que me conocen poco”

En 1987 Héctor Lavoe lanzó ‘Strikes Back’, una especie de contraataque musical que a la postre se convertiría en un álbum de culto, ya que sería el último que haría ‘El Cantante de los cantantes’. Cinco años después, esa vida terrenal del viejo ‘Jéctor’, esa misma de ‘momentos malos y de cosas buenas’, le daría paso a la leyenda del único artista que ‘respiraba debajo del agua’.


Producido por Willie Colón, su histórico socio de la vida y del arte musical, ‘Strikes Back’ ya reflejaba una voz cansada, golpeada por tantas adversidades, pero con esa guapería que siempre Héctor demostró en cada trabajo.
Ese año en particular había sido terrible para el orgullo de Ponce. A comienzos de 1987, un incendio acabó con su apartamento en Queens. Las llamas, producto de una colilla encendida, arruinaron su patrimonio y casi le cuestan la vida por lo que tuvo que saltar desde un cuarto piso, lo que le dejó serias lesiones.

“Pronto llegará
El día de mi suerte
Sé que antes de mi muerte
Seguro que mi suerte cambiará”

Pero la suerte le fue esquiva, unos días después Lavoe se enteró del asesinato de doña Gina de Román, su suegra, que ante la muerte temprana de su madre se había convertido en una persona muy querida por el artista. Desde ese instante juró no volver a cantar ‘Soñando Despierto’ donde en una parte de su reconocida improvisación de manera jocosa dice: “Ay anoche soñé que mi suegra se había muerto y me puse a llorar al despertar y vi que no era cierto, que hierba mala no se muere ni tu suegra aunque la aplaste un trol de cemento”.

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Al dolor físico se sumó una crisis nerviosa que lo condujo, como tantas otras veces, a un centro de reposo mental. Salió de allí con una nueva esperanza, tocar en Puerto Rico ante su gente, para ‘reír un poco’ en medio de tanto dolor. En Bayamón se celebraba el Día Nacional de la Salsa y Héctor quería volver a ser ‘el jibarito’ y aliviar tantas penas como el Cantante.

“Y nadie pregunta
Si sufro, si lloro
Si tengo una pena
Que hiere muy hondo”

Llegó con la esperanza de que su padre lo viera cantar, algo que nunca había ocurrido pues el viejo Pérez no quería que su hijo se dedicara a la vida farandulera. Una semana después del concierto el padre de Héctor Lavoe falleció.
De seguro que en aquellas horas aciagas, Héctor debió haber reflexionado por qué la vida así lo habría de tratar si lo que buscaba era la felicidad. Como en su canto, que también es un lamento, debió recordar que “trato de complacer la humanidad, pero mi dicha aquí ha sido fatal”.


Y aunque todo tiene su final, la desdicha de Héctor no parecía tener fondo. El artista parecía convertirse así, sin quererlo ni saberlo, en el fatídico protagonista de ‘Los Heraldos Negros’, aquel soberbio y doloroso poema escrito por el bate Cesar Vallejo.

“Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… ¡Yo no sé!”

Ese mismo Héctor que rogaba que pronto llegara el día de su suerte, padeció en carne propia esos golpes que abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Un fatídico 7 de mayo de 1987, su hijo Héctor Pérez Junior murió en plena adolescencia al manipular un arma de fuego con la que se disparó accidentalmente.
No hay duda de que ese día, ‘El cantante de los cantantes’ también murió. No había forma de recuperarse de tanto dolor, en tan poco tiempo.


Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!…” Sus peores demonios salieron a flote, se intensificó el consumo de drogas duras y ya ni las casas de reposo fueron suficientes para atender tantas tristezas acumuladas.
El álbum ‘Strikes Back’ solo fue un bálsamo en medio de la intensa agonía que padecía en vida este hombre que como su colega Ray Barreto, parecía ‘indestructible’ ante su público.


En esa producción que vio la luz en 1987 dos temas, ‘Ella mintió’ y ‘Escarcha’, se convirtieron en un fenómeno que hablaba de un Lavoe que a pesar de todo no parecía sucumbir ante nada. Sin embargo, como en ‘El Cantante’, “nadie pregunta si sufro, si lloro, si tengo una pena que hiere muy hondo”. La verdad era que Héctor ya no era el mismo, la melancolía era una huella profunda marcada en su rostro.


Y es en ese ‘long play’ donde canta aquello que tantas veces le dijeron, algunas de vacilón y otras con desdén: ‘El Loco’. Un numerito con la composición de Tommy Sánchez y los arreglos del recientemente fallecido Marty Sheller, que como tantas otras veces, parecía que le calzaba perfectamente.

“Loco, loco voy por la vida
Canto, río y sufro también
Soy humano y todo me pasa
Por eso siempre yo loco seré
Y cada día más loco estaré
Unos tienen su tumba'o y yo tengo mi saoco”

Un loco genial, eso era Héctor Lavoe. Sus crisis personales lo llevaron no pocas veces a esas casas donde se busca que la mente encuentre algo de sosiego, pero Héctor no aguantaba encerrado, porque la calle lo reclamaba.

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Una década antes, en 1976, en plena cúspide de la fama y cuando su voz era el símbolo de la salsa, grabó ‘Vamos a reír un poco’, un tema original del venezolano Perucho Torcat, otro de aquellos temas en los que los compositores parecían inspirarse en él para dar rienda suelta a su creatividad.

“Y esta risa no es de loco
Se están riendo de mí
Me dicen que yo estoy loco
Pero se están cayendo de un coco
Porque de mí no pueden reír
Lo que les pasa es que sin
Mi saoco no pueden vivir
Porque yo canto, bailo, toco un poco
Y me sé sacudir”…

Un años después del éxito de esta producción llamada ‘De ti depende’, Héctor cayó en uno de esos insondables precipicios en los que su cabeza se extraviaba. Sus desórdenes se incrementaron, el abuso de drogas era incontenible, descuidó su voz, y la ausencia en las presentaciones y conciertos hicieron que cada vez se alejara más de la escena ‘salsosa’.


Y entonces ocurrió un episodio poco recordado en la historia del gran Héctor Lavoe: ‘el año en que la voz desapareció’. Los excesos no tardaron en pasarle la cuenta de cobro y a mediados de 1977, cuando era el cantante más solicitado del Sello Fania, Lavoe tuvo que aislarse del ambiente musical y no tardó mucho antes de que un rumor se extendiera por todo el concierto musical latino: ‘La razón lo había abandonado’.


En ‘El libro de la salsa’, el escritor venezolano César Miguel Rondón relata con detalle el ‘revolú’ de lo que ocurría por aquellos días: “Nunca se supo a ciencia cierta lo sucedido, algunos alegaron que había perdido la voz, otros, que lo acaecido era fruto de la envidia de sus enemigos que, simple y llanamente, le pusieron un trabajo y que, por tanto, Héctor había sido víctima de la brujería”.


¿Fue entonces ‘El Cantante de los cantantes’ víctima de un maleficio? Por lo menos sus más cercanos así lo creyeron. El propio escritor venezolano recuerda que un íntimo amigo de Lavoe, en una entrevista que nunca salió al aire, le contó que el ponceño pronto mejoraría y cantaría con todos los hierros en Caracas porque “ya había sido curado”. Y cuando mencionaba que ya había sido curado se refería al ‘trabajo’ que le había hecho un conocido santero cubano para librarlo del maleficio anterior.


Y es que no era extraño que en aquella época varios músicos de la escena neoyorkina se hicieran santeros. Héctor Lavoe fue uno de ellos. Estaba consagrado a Changó y cuentan que antes de cada concierto oraba frente a un puñado de flores blancas en homenaje ‘al guerrero que nunca perdió una batalla’.

‘Préstame tu voluntad para pa’lante poder caminar’


Una historia ocurrida en Perú refleja de gran manera los poderes adivinatorios que ya evidenciaba el hombre que ‘respiraba debajo del agua’. Frank Griffiths era el gerente de Producción de la Feria de Hogar, un tradicional evento que se hacía en un centro comercial de Lima. Habían contratado al ‘Cantante de los cantantes’ para una presentación y cuando Lavoe se encontró con Griffiths, se le acercó al oído y le susurró: “Tú estás en peligro de muerte”.


Sin apenas reponerse de la sorpresa, la cabeza de Griffiths daba vueltas y no entendía cómo una persona que acababa de conocer le podía hacer una advertencia de esa dimensión con tanta seguridad. En ese momento la familia de Griffiths atravesaba un momento muy difícil, ya que uno de sus sobrinos había sido secuestrado y él era encargado de las negociaciones con los plagiarios.


El productor recuerda que fue una tremenda sorpresa porque nadie sabía por lo que estaba pasando y el hecho de que Héctor, el primer día de ensayo, le hablara de sus visiones fue una experiencia que nunca olvidaría.


Las referencias a la religión Yoruba del ‘gran brujo’, como le decían algunos allegados a Lavoe, son permanentes en su musicalidad. A Ochún y Yemayá les dedica un tema en el que les pide ‘que le presten su voluntad para pa’lante poder caminar’; en ‘Aguanile’, una palabra que proviene de la cultura Yoruba y significa ‘limpieza para tu casa’, Héctor hace una especie de rito en el inicio del disco y le canta al ‘Santo Dios, al Santo Fuerte, al Santo Inmortal’.

El flaco de oro’ llevaba siempre en el cuello un collar de cuentas rojas rematado por un pequeño carcaj con flechas de oro. Canciones como ‘Cheche Colé’ y ‘Aguanile’, en su voz, se hicieron populares en África, continente al que viajó con la Fania All Stars en 1974. Visitaron Zaire, nación por entonces gobernada por el tristemente famoso dictador Mobutu Zeze Seko.

En varios de sus conciertos, incluido el icónico de Fania All Stars, se puede apreciar, además del collar, la protección que le brinda a Lavoe el Iddé, una manilla de cuentas verdes y amarillas, que cuida a quien la porte ya que pertenece a los hijos de Orula, la dueña de los oráculos y quien se encarga de mirar el destino de los hombres y su futuro. Pero como todo tiene su final, la Virgen de Regla y Las Siete Potencias se cansaron de sacar a Lavoe de apuros y el 29 de junio de 1993 ‘El cantante de los cantantes’ le diría adiós al mundo material, aunque rápidamente ascendería a deidad salsera.

Pero volviendo a la historia del ‘loco, loquero, loco’, el escritor César Miguel Rondón relata que a pesar de que los amigos decían que Lavoe ya se estaba curando la verdad era que ‘El Brujo’ no aparecía. El público lo reclamaba, pero ‘El flaco de oro’ no llegaba. Por fin, antes de que terminara aquel 1977, Lavoe regresó a los escenarios y fue justamente Venezuela el lugar escogido para el ansiado regreso.

El escritor recuerda que se le vio carente de vitalidad, sin el dominio de tarima y el vigor que antaño le eran característicos. Y también Rondón revela un secreto: “Personas allegadas al cantante confirmaron que durante su ausencia se vio obligado a un tratamiento intensivo en una clínica mental de Madrid, donde a los pocos meses fue dado de alta”.

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Lo que vino después de su regreso fue un tremendo ‘radio bemba’. ‘Hectícor’ alegó una enfermedad cualquiera, negó que metiera drogas y que todo se debía a un cansancio extremo por las arduas horas de trabajo a las que se sometía. Lavoe fue víctima de una prensa despiadada que le daba crédito a todos los rumores, que se ensañó con su privacidad y que alegaba que ‘el flaco’ ya no era el mismo de antes.

“Yo soy el cantante
Muy popular donde quiera,
Pero cuando el show se acaba
Soy otro humano cualquiera”

Pero lo que sucedió al año siguiente, en 1978, fue poesía pura. ‘El rey de la puntualidad’ respondió a todas las críticas con una anhelada producción que se llamó ‘Comedia’, donde Lavoe aparecía en patines disfrazado de Charles Chaplin. Una imagen icónica que como el álbum se convirtió en un éxito extraordinario. Y con ese álbum inició una leyenda. Una composición de Rubén Blades termina en la voz de Héctor y, vaya paradoja, ‘El Cantante’ comienza a ser un genérico del propio Lavoe.


De nuevo, como si la creación hubiese sido imaginada para que solo la interpretara el ponceño, ‘El Cantante’ se convierte en una bomba que marca la historia de Lavoe. Con los potentes arreglos de Willie Colón, violines inspiradores y una templanza en la voz de Héctor el disco se transforma en un testimonio real de la vida del artista, de sus tristezas, de las penas amargas, del dolor y de esa extraña amalgama que navega entre la dura realidad y la fantasía de la fama.


Lavoe respondió a sus críticos con la fuerza del veterano artista que arrastra su pregón con elegancia, un sonido más hiriente y una callejería en sus notas que lo hizo aún más cercano a esa fanaticada que lo esperaba. ‘El loco maravilloso’ estaba de vuelta, no había duda. Una verdadera banda lo acompañaba en ‘Comedia’, ese álbum que hoy muchos consideran el mejor que hizo Lavoe. A los arreglos de Willie Colón para ‘El Cantante’ y el son ‘La Verdad’ se suman los que Luis ‘Perico’ Ortiz hizo para ‘Comedia’ , que le da nombre al álbum. También el pianista Edwin Rodríguez hace unos tremendos arreglos al legendario Sóngoro cosongo, del cubano Grenet y finalmente el trompetista José Febles le metió mano a los sones ‘Tiempos pasados’ y ‘Bandolera’.


Y es que esa producción es una verdadera selección de grandes músicos: Eddie Montalvo en las congas; José Rodríguez en el Trombón; José Mangual, Milton Cardona y Eddie Natal en los coros y en el piano otro loco genial, Gilberto ‘El Pulpo’ Colón, quien en el minuto 3:46 de ‘Bandolera’, logra uno de los solos de piano más espectaculares en la historia de la salsa. Durante 200 maravillosos segundos, ‘El Pulpo’ Colón nos deleita con una descarga rítmica apasionante en la que incluso se da el lujo de tocar acordes de ‘Obsesión’, el bolero escrito por el gran Pedro Flores, en una maravillosa interpretación.


Y es el propio Gilberto Colón, quien dirigió la orquesta de Lavoe en su última etapa, el que entrega un testimonio potente sobre el día que grabaron ‘El Cantante’. El productor Mark Shapiro, en su libro ‘Passion & Pain: The Life of Héctor Lavoe’ (Pasión y dolor: la vida de Héctor Lavoe), recoge un momento surreal, que muestra en toda su dimensión ese Lavoe que transita en el filo de la razón y la locura: “En la noche que El Cantante y otras dos melodías iban a ser grabadas los músicos estaban todos esperando, listos para empezar. Willie Colón, que producía el álbum, estaba tenso mientras pasaban los minutos y todavía no llegaba Héctor. Finalmente la puerta se abrió y estos dos canallas venían con Héctor. Lo habían llevado directamente al estudio desde el Lower East Side, de donde acababan de tomar drogas”.


Pero el relato de Colón, contado por Shapiro, no termina allí. Cuenta el pianista que Héctor se dirigió lentamente al estudio mientras los músicos contemplaban impávidos la escena. Sus ojos vidriosos y el constante picor en sus dedos delataban el consumo de una droga fuerte.


De repente, agrega ‘El Pulpo, “Miró a Willie Colón y le pidió que apagara todas las luces del estudio. Entonces solicitó una pequeña linterna para fijarla al soporte del micrófono. Estábamos sentados ahí pensando: ‘¿qué está haciendo este tipo?’ entonces nos dimos cuenta de que no quería que nadie viera sus ojos”.


Lo que vino minutos después fue como todo en la vida de Lavoe, un momento extremo: ‘El Cantante de los Cantantes’ tomó el micrófono, sacó un trozo de papel que incluía la letra del disco y los soneos. Todos miraban con asombro cómo Héctor Lavoe interpretó toda la canción en una sola toma y luego abandonó el estudio como si nada. Una vocalización perfecta que convirtió esa canción en una de las más importantes en la historia de la salsa. .. “El consenso general era que Héctor estaba higt y otras veces sobrio al hacer las canciones. Pero que una vez que se encontraba delante del micrófono, era el mejor de todos”, recordó ‘El Pulpo’ Colón,.

El escritor César Miguel Rondón resume de una manera perfecta toda esa condición personal y profesional que rodeaba al gran Lavoe. Una vida que era el reflejo de sus propios vicios y virtudes, de fortunas y tristezas, de llantos y melancolías y que conectó de una manera tan profunda y sincera con el alma del melómano salsero.


“La amplitud de situaciones y vivencias que asume la salsa difícilmente pueden ser resumidas en un cantante, la diversidad es inmensa. Sin embargo, Héctor Lavoe, un músico que se hizo profesional en plena adolescencia, que salió desde muy abajo para ser sometido al vértigo de las famas repentinas es, sin más, un buen ejemplo de lo que de una u otra forma sucedió en esos años setenta cuando el barrio caribeño invadió la ciudad con la fuerza y la autenticidad de su montuno”, enfatiza el escritor con gran certeza.


‘Yo no le espeaking mucho english, pero le mato mano también’, fue una de esas frases de Jéctor que se volvieron icónicas. Este loco genial, que aterrizó más de una vez en aquellas casas de reposo, nos dejó sus letras, ese fraseo, el pregoneo, la callejería y su guapería en cada interpretación. Como nos lo advirtió este demente maravilloso:

“Loco, loco voy por la vida
Canto, río y sufro también
Soy humano y todo me pasa
Por eso siempre yo loco seré
Y cada día más loco estaré”.

La vida de Héctor Lavoe fue de risas y penas, de momentos malos y de cosas buenas. Una vida de película que en los especiales de 90 Minutos les contaremos con detalle.

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Salsa

Willy García, un artista ‘a prueba de fuego’ que celebra 30 años de trayectoria artística

En la memoria de los salseros retumban aquellas melodías como ‘Escombros’, ‘Gotas de Lluvia’, ‘Etnia’, ‘Eres’, entre otros múltiples éxitos que lo llevaron, junto con su afinada voz, a recorrer gran parte de Europa y América. Ha realizado conciertos en Bogotá, Medellín y ahora prepara el de este sábado 27 en Cali.

Willy García, un artista ‘a prueba de fuego’ que celebra 30 años de trayectoria artística
Tomada de redes sociales

En la memoria de los salseros retumban aquellas melodías como ‘Escombros’, ‘Gotas de Lluvia’, ‘Etnia’, ‘Eres’, entre otros múltiples éxitos que lo llevaron, junto con su afinada voz, a recorrer gran parte de Europa y América. Ha realizado conciertos en Bogotá, Medellín y ahora prepara el de este sábado 27 en Cali.

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Tres décadas de vida artística se dicen fácilmente, pero detrás de ello hay una senda de lucha, amor por la música y, por supuesto, demasiado talento.

Esta es la historia de Willy García, 30 años de sentimiento y sabor, de melodías que escucharán a continuación… Una historia que quizás comenzó con Escombros y la Suprema Corte, por esos años comenzamos a escuchar a un inquieto chico que tenía mucho talento, y que no solo cantaba sino que también tenía una gran facilidad para la composición, algo genético, tal vez, porque su abuela era una experta repentista, igual que tíos, primos, se les daba fácil aquello de crear canciones.

Y fue allá en Buenaventura, su tierra natal, donde comenzó esta historia que en la actualidad lo reconoce como una de las voces salseras más importantes de Colombia, con una proyección internacional potente y respetada.

“Haber nacido donde nací siempre lo he considerado como un premio. Haber nacido  en la familia que nací es otro privilegio y yo nací en una familia musical, mi abuelita cantaba muy bonito, también mis tíos. Hay un tío que es escritor también, entonces si tu ves todos hablan del arte, la música, la composición y todo esto siempre ha estado muy cerca. Efectivamente me crie con ganas de hacer lo que veía y escuchaba, yo veía mi gente feliz, entonces pues a pesar de todas las necesidades, tuve una niñez feliz”.

Afirma Willy.

Como el artista integral que es, nunca ha dejado de ser sencillo, humilde, tranquilo y, sobre todo, agradecido con quienes le dieron las primeras herramientas para defenderse en una vida artística que apenas imaginaba en su tierra natal.

“Escuchaba cantar a mis tíos y yo quería ser cantante. Veía a otro de mis tíos escribir y yo quería escribir, pero las que siempre impulsaron mi vida musical fueron mi mamá y mi abuela. Ellas fueron como como ese motor para que yo creyera en mis sueños y creyera en que era posible lograr lo que he logrado hasta el momento”,

me dice este gran talento vallecaucano que justamente este 27 de abril celebrará con un gran concierto estos 30 años de vida musical. 

Los siempre difíciles primeros años

Y lo que son los caminos de la vida, en medio de la nostalgia y el paso y peso de los años, Willy aún recuerda esa noche en que estuvo a punto de embarcarse con destino a los ‘yores’. Eran los tiempos en que los ‘norteños’, como se les llamaba a los polizones que salían de Buenaventura a Estados Unidos o Canadá, eran los reyes del puerto. Cuando lograban ‘coronar’ su aventura en alta mar, llegaban las historias —muchas de ellas exageradas— de una vida de lujos y excesos. En aquellos años ochenta eso impresionaba a los jóvenes y Willy no era la excepción. Una noche, mientras se preparaba para una nueva salida musical con la orquesta La Combinación, le llegó el mensaje de que todo estaba listo para embarcarse apenas terminaran.

“Al final, los consejos de mi abuela, de la familia, pudieron más. Yo tenía otra oportunidad y era la música”

Así recuerda Willly García, más de tres décadas después, este episodio que marcó la vida de uno de los artistas más importantes de la historia del Valle del Cauca. Willy, quien paseó con éxito su música por la Suprema Corte, el Grupo Niche y Son de Cali, sigue ahora una senda como solista en la que continúa ‘pegando’ un éxito tras otro. 

En la memoria de los salseros retumban aquellas melodías como ‘Escombros’, ‘Gotas de Lluvia’, ‘Etnia’, ‘Eres’, ‘La magia de tus besos’, ‘A prueba de fuego’, ‘Y entonces’, ‘Te amo’, ‘Amanecí con ganas de ti’, entre otros múltiples éxitos que lo llevaron, junto con su afinada voz, a recorrer gran parte de Europa y América. Pero siempre, en ese corazón lleno de melodía, su Buenaventura del alma siguió latiendo a ritmo de bongoes y tumbadoras. Por eso aquel recuerdo, que pocas veces ha revelado, le sirve para hacer ver que lo que necesita la gente de su ciudad son oportunidades.

Gotas de lluvia, no es el rocío
Lágrimas que vienen del corazón
Gotas de lluvia, no es el rocío
Lágrimas que brotan por que ya no hay amor

Pudiste haberme dicho que no
Que no sentías nada por mí
Que lo nuestro nunca fue algo especial
La vida cambia y todo tiene final
Una aventura fue para ti
Y fácilmente yo en tus redes caí
Un trago amargo que de ti recibí
Ahora no sé, no sé qué será de mí

‘Escombros’, con la Suprema Corte; ‘Gotas de lluvia’, con el Grupo Niche y ‘Te amo’, son temas imposibles de ser obviados para Willy en cualquier concierto. De hecho, este último, ‘Te amo’, tiene una particularidad que toca la fibra del cantautor y es que se trató de la primera canción que sonó en el proyecto Son de Cali y, además, porque se la escribió a su hija mayor y luego la cantó con ‘Lala’, su pequeña hija. “Esas son canciones referentes que han marcado momentos mágicos y es inevitable hablar de ellas”.

‘Gotas de Lluvia’ fue la canción que sin duda lo catapultó. El cantante recordó ese paso por uno de los grupos de salsa más exitosos en este género, cuando tuvo la oportunidad de mostrar su talento en el Grupo Niche.

"Me dijo el maestro Jairo Varela que le pusiera una boquilla porque el tema lo iba a cantar Charly. Entonces yo cogí la hoja, me metí al estudio y arranqué a cantar 'Gotas de lluvia, no es el rocío, lágrimas que vienen del corazón'. Dejé la guía y arranque para mi casa".

Enseguida cuando Willy llegó a la casa, inmediatamente lo llamaron para que regresara al estudio. "La sorpresa es que yo llego allá y estaba lleno de gente. Apenas entré a la cabina, el maestro dice les presento el nuevo cantante del Grupo Niche".

Este momento tuvo demasiado significado en la vida de Willy con la oportunidad de demostrar su voz y aprender junto a Jairo Varela.

“Defender un país con mis principios, con mis ideales
Defender una tierra, no sé si ajena valga la pena
Que aprendí a querer por que terminar como yo entre cadenas
Y un canto de amor acaba en llanto, en tanto, tanto llanto

Aprender a vivir entre el odio xenófobo grosero
Eso dio pie para sacar pecho de mi origen pueblero
¿De qué valió poner en alto, en lo más alto mi bandera altanera
Si el premio que recibo, sin motivo, es una larga condena?”

Uno de los temas que más tocó la fibra de Willy cuando estuvo con el maestro Jairo Varela fue precisamente ‘A prueba de fuego’, la inmensa tonada, composición de Jairo Varela, que se convirtió en un hito de la lucha que emprendía el maestro chocoano desde la cárcel. La voz de Willy se quiebra al recordar aquel momento, pero también se le infla el pecho de orgullo al saber que su voz quedó inmotalizada para siempre en este tema que incluso muchos melómanos consideran como el más emotivo que escribió Varela. 

“Recuerdo que con José Aguirre nos tocaba ir al lugar de reclusión del maestro Jairo Varela, suena extraño escuchar eso, pero es la verdad. Allá escuchábamos las canciones que tenía para los proyectos y en ese momento estábamos pendientes del álbum ‘A prueba de fuego’. Recuerdo que el maestro Jairo empezó con un disco que se llamaba La cárcel, esa primera versión la grabé yo. Y entonces cuando él empezó a cantarnos la canción estaba buscando un coro y nos dice, “que suene algo como ‘sáquenme de aquí, sáquenme de aquí”. Ese fue un momento difícil y muy duro porque el maestro entendió que el desespero comenzaba a notársele”.

Pero luego llegó el momento clave de esta historia pues después de ‘La cárcel’, García y Aguirre comenzaron a escuchar a Varela con ‘A prueba de fuego’ y rápidamente se dieron cuenta de que era una letra muy poderosa en la que el destacado compositor chocoano plasmaba toda su inconformidad, tristeza, amargura y desazón por lo que estaba padeciendo en la cárcel. 

“Pasar de una canción y luego escucharlo con ‘A prueba de fuego’ pues fue muy complejo. Cuando se pregunta en su letra de qué valió poner en alto mi bandera altanera, si el premio que recibo es una larga condena”, guaaau, eso es muy bueno. O fíjate en los soneos, cuando él empieza a decir a decir ‘sumo y resto y no he ganao, y a la cárcel me han mandado con testigos preparaos’, y empiezo a sentir esa impotencia del maestro. Además, fíjate en los soneos cortos, yo allí comencé a meterme en ese papel, él me iba cambiando cosas, pero siempre me permitía participar y allí pues yo improviso y meto lo mío, hicimos cosas bonitas como esas. Haber hecho parte de esta producción fue algo maravilloso, haberla liderado pues canté ocho de las diez canciones, fue un momento entre triste y mágico porque no es lo mismo narrar que vivirlo y el maestro Varela lo estaba padeciendo. Al final se logró un gran producto y el maestro Jairo Varela siempre mostró su genialidad”,

recuerda Willy.

Su experiencia con un ‘caballo’ salsero

También llegan otros recuerdos más cercanos como cuando Willy, un poco después de la pandemia, siguió produciendo música y se acercó al maestro puertorriqueño Gilberto Santa Rosa. Lo veo y no lo creo’  contó en la producción de Isidro Infante y Óscar Iván Lozano, con la grabación de los instrumentos en Colombia y de las voces en Puerto Rico. Desde hace tres años el excantante del Grupo Niche había hablado con el 'Caballero de la salsa' en diferentes presentaciones y fue hasta el 2020 que Willy escribió la letra para presentársela a Gilberto. “Cuando lo llamé me atendió con mucha amabilidad. Le propuse este proyecto y me dijo: ‘si estás tú y está Isidro, el producto debe ser bueno’"; recuerda con entusiasmo el cantante bonaverense al saber que estaría con un grande de este género.

Así, Willy viajó a Puerto Rico para grabar la canción. "Yan Collazo me recibió en el aeropuerto. Luego fuimos al estudio con el maestro Isidro y al llegar al estudio tuve mucha felicidad al estar y grabar con el maestro Gilberto. Fue un sueño cumplido porque logramos una química perfecta musicalmente y aprendí de un grande".

Al hablar de esa composición, Willy solo recordó que al final “las canciones llegan así en algún momento. Un día me levanté y tenía todo el tiempo en la mente ese coro 'lo veo y no lo creo'. Entonces empecé a escribir y argumentar con una historia. Quise darle un toque romántico y un poco de golpe. Me gustó mucho, el resultado fue el mejor”.

Esa fusión de talentos tiene una explicación, Willy dice que la salsa en Colombia tiene un toque de folclor y de cumbia, “entonces con la salsa puertorriqueña se tuvo un plus al ser una canción bacana y bailable”.

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Orgullo de Buenaventura

Este cantante, que se siente orgulloso de tener esencia de pueblo y está comprometido con su tierra, no niega sus raíces, recuerda con nostalgia a su abuela Hilma y, cada vez que puede, se da una escapada a su ‘bello puerto del mar’.

“A mí me duele Buenaventura y quiero aportar mi grano de arena para ayudar a tanto muchacho con talento que se pierde en medio de la falta de oportunidades”

Y fue así como en forma silenciosa Willy creó Tengo Fe, una pequeña fundación que tiene como propósito descubrir la calidad artística de chicos de Buenaventura, apadrinándolos en sus sueños de llegar a las grandes ligas de la música. Pero no solo eso, Willy también sabe que es la oportunidad para arrebatar de la violencia a muchos de estos pequeños. “Las posibilidades de que los chicos cojan un camino negativo están hoy más a la mano. Lo que visualizo es que los jóvenes que tienen diferentes opciones, por lo menos, se detienen a pensar un poco más. Es que sin oportunidades es muy difícil”, dice el artista ganador de múltiples premios por ‘Así se Baila en Cali’ y ‘Vos me debés’, dos de sus interpretaciones que fueron proclamados Disco de la Feria de Cali.

Willy se crió en el barrio Lleras, un barrio de  aquellos complejos de ‘Tura’, donde abundan las necesidades.

“El símbolo de todo esto es poder regresar al barrio hoy en mi madurez y tratar de ayudar a los que más pueda. Los voy a ayudar con música, quiero abrir de manera independiente y de corazón una oportunidad para que estos muchachos la puedan aprovechar”.

Y recordando su dilema cuando tenía 16 años, Willy se apresura a decir que “si hay oportunidades, es posible que tengamos que hacer menos correcciones a los más jóvenes. ¿Cuántos futbolistas, cuántos cantantes se han perdido porque no tuvieron una alternativa? Para mí Buenaventura necesita eso, más atención”.

Ahora Willy se concentra en su encuentro del sábado 27 de abril. “Esto es más que un concierto”, dice con plena seguridad. Y vaya que lo es porque lo cierto es que se trata también de un performance, de un acto casi teatral y musical donde Willy se reúne con sus amigos de antaño y rinde homenaje a músicos de La Suprema Corte, del Grupo Niche, a su gran amigo Javier Vásquez, con quien integró el recordado dúo de Son de Cali.

“Voy a llevarlos a un viaje, desde el presente hacia el pasado, vamos a tratar de que el público viva una noche mágica, de una historia contada y cantada”.

Cuatro temas claves para bailar con Willy García

'Escombros'
'Gotas de lluvia'
'Te amo'
'Amanecí con ganas de ti'

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Salsa

'A prueba de fuego': Willy García cuenta la historia de la canción que nació entre rejas

Esta fue una pieza musical que capturó la esencia y el sentir de Jairo Varela en un momento particularmente difícil de su vida. Aquí le contamos cómo surgió.

'A prueba de fuego': Willy García cuenta la historia de la canción que nació entre rejas
Prensa Willy García - Especial para 90minutos.co

Esta fue una pieza musical que capturó la esencia y el sentir de Jairo Varela en un momento particularmente difícil de su vida. Aquí le contamos cómo surgió.

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En una entrevista con 90 Minutos, Willy García, reconocido músico y exintegrante de las orquestas Suprema Corte y Grupo Nichey compartió detalles detrás de la creación de la canción "A prueba de fuego".

Esta fue una pieza musical que capturó la esencia y el sentir de Jairo Varela en un momento particularmente difícil de su vida.

García relata cómo, junto al maestro José Aguirre, visitaban a Varela en su lugar de reclusión para discutir y escuchar las nuevas canciones que él tenía preparadas para futuros proyectos.

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"Creo que fue la primera versión que grabamos en la cárcel, él nos contó la canción (...) fue un momento difícil porque estábamos Jose Aguirre y yo, y al maestro se le entendía, su desespero, se notaba su ansiedad".

Expresó García.

Sobre la lucha personal de Jairo Varela

La letra, que reflejaba su lucha personal y sus pensamientos más profundos, conmovió profundamente a García y Aguirre.

"Él mostraba su inconformidad. Cuando él dice '¿De qué valió poner en alto, en lo más alto mi bandera altanera Si el premio que recibo, sin motivo, es una larga condena?', muy fuerte".

Manifestó.

A medida que trabajaban en la canción, García pudo sentir la impotencia de Varela, lo que hizo que su colaboración fuera aún más significativa.

"Cuando él dice 'sumo y resto y no he gana'o y a la cárcel me han manda'o con testigos prepara'os' yo empiezo a sentir la impotencia del maestro y entro a asumir el papel, 'falsa acusación, troncó mi libertad', él me ayuda cambiando cosas, pero fue como siempre lo hacíamos".

Juntos, refinaron la letra y los arreglos musicales, creando una obra que reflejaba la genialidad y la profundidad artística de Varela.

Para García, formar parte de esta producción fue un honor y un desafío. Aunque inicialmente estaba programado que interpretara la canción completa, Varela decidió cortarla un poco.

"Él me permitía que participara, tenía confianza en el trabajo y logramos hacer cosas bonitas".

Explicó García.

Sin embargo, el proceso de crear la canción fue para García un momento "entre triste y mágico", donde pudo presenciar la narración viva de Varela sobre su propia experiencia.

Al final, el trabajo conjunto entre Varela y García, con el aporte de la compañía y otros colaboradores, dio como resultado una obra que perdurará en la memoria de quienes la escuchen. "A prueba de fuego" no solo es una canción, sino un testimonio de la grandeza artística y la humanidad de Jairo Varela.

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