Sus letras logran endulzar y demostrar la belleza que tienen ellas, la sutileza y manera de conquistar el corazón de un hombre, que da como resultado canciones con grandes éxitos.
En especiales de salsa, podrán encontrar 10 canciones ideales para compartirlas con las mujeres en su día.
Para ellas
Número 1
En primer lugar, tenemos a ‘Mujeres’. Interpretada por Chucho Navia, de la orquesta caleña identidad. Este tema salió en el año 1987 y fue la canción perfecta para darle alce a la agrupación, además de esto fue elegida como la canción oficial para la feria del mismo año.
“Mujer significa paz, mujer significa hogar, mujer significa besos, mujeres son alas al viento, llevando para cada hombre su amor y su aliento”
Número 2
Seguimos con ‘Mujer Divina’, de Joe Cuba Sextet e interpretada por Willie Torres en compañía de Willie García. En el álbum Se Busca Vivo o Muerto, en el año 1965. Su letra interpreta aquella mujer que enamora desde el primer momento.
“La primera noche que te vi, yo sabía que eras para mi jamás otros besos te pedí, porque siempre estás en mi”
Número 3
Continuamos con un bolero interpretado por Frankie Figueroa en 1963. ‘Eres Todo Para mí’, de la orquesta de Willie Rosario, explica la perfección de la mujer y el cariño que lleva.
“No le envidio al cielo su belleza, ni le pido al mundo que me dé riqueza, vivo muy conforme en la pobreza, mientras tenga el placer de tu presencia”.
Número 4
El cantante puertorriqueño Ismael Rivera, compone un clásico bolero llamado en el año de 1978, junto a su orquesta los Cachimbos, hablando de una mujer que tiene como nombre ‘Angelica’, la cual en su interpretación habla de una mujer angelical.
“Doncella primorosa cual musa que inspira este dulce cantar, castaña cabellera, dientes blancos como almiño y que andar tan sandundeo, tienes tú”
Número 5
Que mejor que dedicar un gran clásico como lo es la Noche Más Linda del Mundo, de Adalberto Santiago, quien en el año de 1989 sacó su álbum ‘Sex Symbol’ en el cual interpreta este gran éxito.
“Tus besos eran soles, mis manos puñales, tu sonrisa y la mía se dijeron te quiero y brotaron las frases poco tradicionales, en una mujer libre y un hombre soltero”
Número 6
El Gran Combo de Puerto Rico, no podía quedarse atrás con una de sus mejores canciones, ‘Amame’ lanzada en el año de 1989 junto a su álbum que fue nombrado igual que la canción; interpretada por el cantante Jerry Rivas.
“Ya no sé cómo decirte que eres mi vida, mi encanto. Cuando intentas alejarte, ahí comienza mi llanto. Abrazame con ternura y suelta tu pelo largo, que de pensar que me dejas de frio y miedo me embargo”
Número 7
‘Nuestro sueño’ uno de los grandes éxitos del Grupo Niche, interpretado por Tito Gómez en el año 1988, en el álbum Tapando el Hueco, canción ideal para demostrar todo lo que se desea y sueña con una mujer.
“Una mirada bastó, así sucedió, ausentes las palabras, mi cuerpo vibró. Cuando su mano tomé, el cielo miré, el brillo de sus ojos, sus labios besé”
Número 8
Gilberto Santa Rosa sabe la manera correcta de interpretar a la mujer; así como lo hizo en su canción ‘Ella’ para su álbum De Cara al Viento, que fue presentado en el año 1994.
“Hay que ser idiota para no entender que ella es todo lo que busco en una mujer. Ella es bella, inteligente y lo que no le gusta te lo dice en la cara”
Número 9
Los Hermanos Lebrón componen ‘Si Me Permite’ en el año de 1990, interpretada por Vigilio Hurtado. Un tema para demostrar los rasgos tan inigualables de la mujer.
“Me encanta como camina. Con esa gracia con ese orgullo y esas miradas que hacen promesas y esa sonrisa bella que llena al hombre de fantasía”
Número 10
Finalizamos este especial con ‘Cuídala’ de los Hermanos Lebrón; interpretada por el cantante Ángel Lebrón, en el año de 1988 en el álbum Loco Por Ti. Un tema que deja plasmado la manera en la que una mujer debe ser tratada.
“Aprendí que, un amor asciende la luna de tu vida y ahora sé que, se debe atesorar. Aprendí que, un amor asciende la luna de tu vida y ahora sé que, es imposible de olvidar”.
Destacar el papel de la mujer se puede hacer muchas formas y una de ellas es por medio de la música, de las interpretaciones que dejan en evidencia el amor, la belleza, el respeto que tienen. Que mejor que hacer con la salsa.
Si hay alguna agrupación de salsa que pueda decirse le debe mucho a Cali, esa es el Conjunto Clásico. Su historia con esta ciudad es única, espectacular, misteriosa, extraña. Pero la única verdad es que desde que surgieron en el firmamento melódico ‘Los Rodríguez’, ‘Sin Rumbo Alguno’, ‘Ay qué bueno’, ‘El piragüero’ y ‘Olga y Margara’ la conexión entre Tito Nieves, Raymond Castro y Ramón Rodríguez fue inmediata con el público caleño.
Si hay alguna agrupación de salsa que pueda decirse le debe mucho a Cali, esa es el Conjunto Clásico. Su historia con esta ciudad es única, espectacular, misteriosa, extraña. Pero la única verdad es que desde que surgieron en el firmamento melódico ‘Los Rodríguez’, ‘Sin Rumbo Alguno’, ‘Ay qué bueno’, ‘El piragüero’ y ‘Olga y Margara’ la conexión entre Tito Nieves, Raymond Castro y Ramón Rodríguez fue inmediata con el público caleño.
Un compromiso de amor. Esto fue lo que hizo el maestro Ramón Rodríguez con su esposa, justo antes de que falleciera. Ella, que había seguido y aguantado su carrera musical por tantos años, lo comprometió unos días antes de que el cáncer que la afectaba se la llevara a la eternidad: “Canta tus propias canciones, sólo tú sabes cómo hacerlo”, ese fue el mandato de Rosita allá en Orocovis, el pequeño pueblo de Puerto Rico donde la familia más querida de esta población desarrolló el gusto por la salsa.
Ese compromiso que hace derramar lágrimas al maestro Ramón, el mismo que creó el Conjunto Clásico, es lo que lo trajo a Cali, la ciudad que lo proyectó musicalmente y que lo ha mantenido vigente por tantos años.
Si hay alguna agrupación de salsa que pueda decirse le debe mucho a Cali, esa es el Conjunto Clásico. Su historia con esta ciudad es única, espectacular, misteriosa, extraña. Pero la única verdad es que desde que surgieron en el firmamento melódico ‘Los Rodríguez’, ‘Sin Rumbo Alguno’, ‘Ay qué bueno’, ‘El piragüero’ y ‘Olga y Margara’ la conexión entre Tito Nieves, Raymond Castro y Ramón Rodríguez fue inmediata con el público caleño.
Ya no recuerda el número de veces que se presentaron en Cali, pero sí tiene presente como si fuera hoy todo el cariño que esta ciudad le prodigó. Tal vez por eso, en el crepúsculo de los años, y mientras en su tierra el azote de ese huracán llamado regueaton acabó por dispersar la gloria de las delicadas composiciones que salieron del trazo del ‘buenazo’ de Ramón, decidió aterrizar en esta ciudad que preserva su gloria intacta.
A pesar de no venir desde hace un tiempo, Ramón tiene a Cali tatuado en su corazón. Le dedicó un disco, que justamente se lama ‘A Cali’ y ahora como en ese tema tan suyo, que lo representa en toda su sensibilidad, regresa ‘Solitario’ a Cali a conformar una orquesta y trabajar en su nuevo proyecto musical.
“Solitario voy de pueblo en pueblo como un vagabundo Cantando por todos los campos alivio el dolor Mi guitarra noble compañera, que conmigo se va donde quiera Solitario, vagabundo por el mundo voy”
Compuesta en épocas de gran agitación personal y profesional, esta es la canción que hoy acompaña al gran maestro creador de más de 400 composiciones salseras que sin duda lo sitúan entre los tres más importantes compositores de la música afrocaribeña.
Hombre humilde, de alma tranquila, de sonrisa fácil y buenas maneras, Ramón es la fina estampa del jibarito, de ese artista que al calor de un ‘palito de ron’, una guitarra o un ‘cuatrico’ es capaz de sacarle estrofas al campo, al sol, a la fatiga o a las penurias del diario vivir.
“Lo que pasa es que cuando uno junta el ritmo cubano con el sentimiento campesino puertorriqueño, el ritmo y sentimiento es bien fuerte. Yo soy muy sentimental, la tristeza la dejo saber en mis letras, la alegría la dejo entrever en mis letras. Y eso ayuda mucho, porque yo no leo libros, ya no puedo hacerlo. Si leo libros, me pongo en un doctorado y empiezo a mencionar palabras de doctores y cosas. Yo soy de la calle, del campo, pero con sentimiento y todo eso. De esa mezcla se hizo lo que soy y lo que quise hacer, y lo que voy a hacer de ahora en adelante desde aquí”, dice con esos ojos presos de nostalgia y ávidos de seguir construyendo tantas emociones que empiezan por la A, esa misma con la que arranca afecto, armonía, amabilidad, aprecio, apego, amistad y que para el Maestro Ramón se resumen en una sola palabra: Amor.
“Aunque desde pequeñito fui criado en la pobreza No me importan las riquezas Cantando voy por el mundo Yo no me quiero quedar (yo no me quiero quedar) Yo no me quiero morir (yo no me quiero morir) Si nací pa vagabundo Que me importa lo que digan Habrá mil que me maldigan Yo voy feliz por el mundo Pero no me quiero quedar (yo no me quiero quedar) Yo no me quiero morir (yo no me quiero morir)”
Nacido en 1947, en el Corazón de Puerto Rico, en un pueblo campesino como Orocovis, Ramón muy pronto se vio envuelto en el conflicto militar que Estados Unidos enfrentaba en el continente asiático. La guerra pronto estuvo en su vida y el conflicto en Vietnam lo encontró prestando el servicio militar. Sin duda esa experiencia marcó su alma sensible y lo condujo por unos espacios en los que él se sentía cómodo, escribiendo sobre sus experiencias y transmitiendo su alma en cada verso.
En medio de la crudeza de la guerra, de las explosiones, la sangre, la pérdida de amigos y las malas noticias, Ramón debió recordar en su cambuche las raíces taínas y la noble valentía de su pueblo. Seguro a su memoria llegaban como flashes intermitentes la cueva de los indios, el lago de matrullas, el río Toro Negro y las quebradas Doña Juana, Palmar y Cacaos, todas esas maravillas naturales de las que bebió para darle rienda suelta a sus hermosas composiciones.
“Mira, ‘Solitario’ salió cuando yo me veía que estaba cometiendo errores en la vida. Musicalmente debo estar solo, porque para componer uno tiene que estar solo. Nadie puede escribir una canción con alguien al lado, a menos que otra persona le dé a uno una idea, pero luego uno se va solito a su casa o donde esté y la letra va surgiendo. ‘Hoy se repite la historia de nuevo. Vuelvo otra vez nuevamente con el mismo error. Será que soy como soy aunque quiera cambiar, yo no puedo. Posiblemente yo sea el culpable y confundido estoy y me voy solitario por el mundo’. Y así ese tema es como una imagen de lo que yo soy. Me gusta la soledad”, me dice sin ambages este compositor de la vida, que no se complica con lo que escribe, que tiene claro lo que los grandes escritores siempre han pregonado, “de lo que uno debe escribir primero es de lo que sabe, de su entorno, de lo que está más cerca”.
Este artista, que ahora está en Cali, con la experiencia que dan los años, un poco solitario, pero con la vitalidad suficiente para comenzar un nuevo proyecto musical, recordó que tal vez fue ‘Sinceridad’ la primera composición que le grabaron, por allá en un lejano 1973, en un álbum del compositor y director Francisco Ángel Bastar. Inicialmente fue un sencillo de 45 revoluciones por minutos y luego el tema quedó incluido en un Larga Duración llamado Kako, que fue prensado por el sello TR Records.
Pero fue realmente su cercanía con el gran maestro Jhonny Pacheco lo que le abriría las puertas a un mundo musical enorme, que le permitiría brillar con luz propia en el competido ambiente salsero de la época.
Su paso por el emporio Fania, liderado por Pacheco y Jerry Masuchi, fue propio de su humildad y capacidad creativa. El compositor nos recordó cómo llegó prácticamente en el momento que Pacheco producía uno de esos álbumes que hoy son icónicos en la historia de la salsa. Una producción de la que hacían parte ‘El zorro Plateado’, Celia Cruz y un cantante cubano con una voz singular y potente: Justo Betancur. En un momento determinado de la grabación, Justo le dijo a Pacheco que era la hora de grabar los coros y preguntó con quién los iba a realizar. Fue en ese momento cuando el destacado director musical de Fania Records presentó a Ramón Rodríguez y le dijo a Justo: “démosle la oportunidad a esta chamaquito que tiene tremendo afinque”.
Ramón Rodríguez hizo unos coros que sorprendieron al propio Justo, que no tuvo ya ninguna duda de quién debía seguir con el arrastre de los pregones. ‘El zurdito del campo’, el que se deleitaba con los cantos del coquí, el que le hacía versos a los flamboyanes, el que relataba los cantos campesinos de playas y de bohíos, de montes y de quebradas, entraba por la puerta grande de la rumba afrocaribeña.
“Ese chamaquito es el que es”, fue el dictamen de Justo Betancur y de allí en adelante le hizo todos los coros a las producciones de Pacheco.
Pero Ramón no estaba solo para hacer la segunda voz. Su inagotable cantera creativa no podía quedarse quieta. Sus pregones repetidos sonaban en cada rincón de los estudios de Fania y no tardaría mucho tiempo antes de que los afinados oídos de Pacheco, siempre ávidos de nuevas composiciones, supieran que allí tenía una joya en ciernes que comenzaba a brillar.
‘Dirindindé’ e ‘Ileana’ fueron las primeras composiciones del chico de Orocovis que fueron incluidos en el álbum ‘Pacheco the artist’, lanzado al mercado en 1977 y que cuenta con la espectacular voz de Héctor Casanova. En este disco pleno de salsa, son montuno, guaguancó, bolero y hasta merengue se destacan ‘Esa Prieta’, ‘Amarre el perro’ y ‘La Yerba Brava’, pero, sin duda, fue ‘Ileana’ la gran sorpresa musical del álbum porque se trataba de un estilo de letra que iba a marcar el sendero que recorrería el hijo predilecto de Orocovis en sus futuras creaciones musicales.
“No arranques el maíz Ileana que para comer no hay mañana… No arranques el maíz Ileana que para comer no hay mañana… Yo sé que no hay suficiente para comer Ileanita, pero es que están pequeñitas y el maíz alto no está verde, mañana probablemente las cosas las cosas cambien su curso y encontrarás más recursos para cambiar este ambiente…”
‘Ileana’ se convirtió en éxito de inmediato, pero también fue esa luz que se encendió en el futuro del maestro Ramón y que determinó que, paradójicamente ante la calidad que se asomaba, Pacheco buscara su salida de la agrupación del ‘Zorro plateado’.
“Pacheco me dijo ‘quédate conmigo y seguimos bregando hasta que tú estés ‘ready’ para seguir solo. Y así mismo lo hizo. Y cuando salí de Pacheco me dolió porque yo me sentía feliz ahí, pero él quería que yo siguiera. Y eso fue lo que hice para complacerle a él y no para complacerme a mí sino al pueblo”, me recuerda Rodríguez, mientras no puede ocultar que se sintió bendecido en la agrupación y en la compañía de Pacheco porque era un hombre sabio y musical, que entendía los orígenes de Ramón, tal vez porque él tenía esa misma procedencia en su natal República Dominicana.
Y es que lo que prosiguió en aquellos años setenteros fue un torrente de creatividad, un derroche de poesía, un huracán de armonía escrita de la que se beneficiaron artistas como Cheo Feliciano, Jimmy Sabater, Junior González, La Sonora Ponceña, Willie Colón, Ismael Quintana y Ernie Agosto, solo por reseñar algunos de los caballos salseros que encontraron una mina en la explosión artística de Ramón Rodríguez.
Para entender lo que estaba produciendo sin descanso el orocoveño basta observar este dato. Tan solo en 1980, Ramón participó en 17 producciones musicales como compositor, haciendo coros o tocando el guiro y puede tener un récord difícil de igualar porque este poeta salsero es quizás el único compositor que ha sido el autor de todos los temas de varios álbumes como Los Rodriguez (1979); Felicitaciones (1980); Clásicas de Clásico (1983), entre otras, y del álbum Cantar, de Tito Allen, que salió en 1981. Fácilmente, las estadísticas musicales indican que en 20 producciones musicales se incluyeron más de 150 composiciones que surgieron de la inagotable cantera creativa de este juglar de Orocovis.
Fue en medio de esa explosión inventiva que Ramón concibió la creación de la orquesta que lo catapultaría en la historia discográfica salsera. Y es que mientras escogía los músicos al mismo tiempo que escribía letras con tinta del corazón, escuchó una voz que lo cautivó desde la primera vez. Un gordito que le hacía coros a Héctor Lavoe y que había escuchado durante su paso por la orquesta de Pacheco. Y fue esa voz de tenor, fuerte, limpia, que se adaptaba a diferentes tonalidades y que recogía el alma del jibarito la que enamoró a Ramón Rodríguez. Desde ese momento, Rodríguez fue a Tito Nieves lo que el gran Pedro Flores fue a Daniel Santos, Bobby Capó a Ismael Rivera o Tite Curet a Héctor Lavoe.
“Caminar sin rumbo alguno Como el aire que respiro Puede que sea mi destino Mientras viva
Pero mi corazón jura Que encontrara aquel futuro Que brille todo lo oscuro De mi vida
De mi vida que se va Y sé que no volverá No volverá jamás”
Las letras de Ramón Rodríguez fueron lamentos que descendían por los oídos y se internaban como dagas en el corazón de los salseros. ‘Sin rumbo alguno’ se convirtió en un éxito internacional. Ramón era como el rey Midas de la música y todo lo que te tocaba se convertía en un ‘tremendo palo’.
“En Puerto Rico primero hicimos la Orquesta La Masacre, que fue donde hicimos El Pregonero, que fue el que más pegó. Después que terminamos el disco, Tito Nieves me dice “oye me devuelvo a Nueva York porque mi esposa está en cinta y aquí no voy a hacer más ná’”. Entonces le respondí que yo me iba con él porque también mi mujer estaba en embarazo. Entonces allí mismo, cuando llegamos a Nueva York, buscamos a Raymond Castro que trabajaba en una empresa de zapatos, a él le gustó el proyecto y en ese mismo momento conformamos El Conjunto Clásico”.
De la mano de Larry Landa, Alberto Echeverry y Benhur Lozada, el Conjunto Clásico caminó las calles de Cali, se adentró en las esquinas de los barrios, divagó en su música sin rumbo alguno, lamentó la suerte de los Rodríguez, entendió que si no hubiese sido por Olga me llevo a Margara y le compró al panadero el rico pan.
El 9 de agosto de 1980, en el Coliseo del Pueblo, El Conjunto Clásico de Ramón Rodríguez se presentó por primera vez en una Cali que respiraba salsa y se daba el gusto de tener ese mismo día, además de los Rodríguez (como también se les conocía) a Rubén Blades, Jhonny Pacheco, Cheo Feliciano, Ismael Miranda, Ismael Quintana, Adalberto Santiago y Héctor Lavoe, como artista invitado.
Dichosos los que vivieron aquel concierto y los que por primera vez escucharon a una agrupación que se iba a convertir en una de las favoritas de los caleños.
“De allá ariba se ve un río También se ve un platanal De allá ariba se ve un río También se ve un platanal Se divisa un cafetal y más arriba un bohio Se divisa un cafetal y más arriba un bohio Pero todo está vacío solo se escucha el ladrar Pero todo está vacío solo se escucha el ladrar De un perrito blanco y negro que no pudieron llevar De un perrito blanco y negro que no pudieron llevar Se marcharon los Rodríguez no se sabe para donde Dejaron su terruñito Se fueron del monte (bis)”
Incluso la leyenda salsera terminó construyendo una historia que hablaba de que esta composición era dedicada a los hermanos Rodríguez, los jefes del Cartel de Cali, que en aquella época financiaban la llegada de las grandes bandas salseras. Una leyenda que el mismo Ramón terminó explicándome que carecía de veracidad. “Ay Dios mío, lo que quería contar con los Rodríguez era todo el fenómeno de inmigración. Todas esas familias que salían de Puerto Rico rumbo a Nueva York y como Rodríguez es el apellido más común, pues tomé ese como genérico, no era por mí, aunque yo soy Rodríguez, claro. Pero cuando llegamos en el 80 a Cali, estaban pegados ‘Sin rumbo alguno’, ‘Los Rodríguez’, ‘Olga y Margara’ y ‘Ay qué bueno’”.
Una historia que lo marcó como los tres años que pasó en una prisión en Puerto Rico. Allí, en medio de los barrotes y la soledad de la cárcel, Ramón Rodríguez sintió que debía dejar escapar su tristeza por una condena que consideraba injusta y que le cortaba las alas que todo músico necesita para hacer volar su creatividad. Sin la compañía de esa ‘guitarra noble compañera, que conmigo se va dondequiera’, el orocoveño por primera vez se sintió sin ‘rumbo alguno’. Y fue en ese momento, mientras navegaba ‘solitario’ en aguas turbulentas, cuando logró convencer a la guardia del penal para que le dejaran entrar su noble compañera, hacer los primeros acordes y dejarlos eternizados en una pequeña grabadora.
“Se me agotan las esperanzas con los castigos, Que me estas dando, no estoy mintiendo Con lo que digo Solo te empeñas en lastimarme los sentimientos Y en tus castigos, solo se ha visto lo que me ha pasado Por no comprender, y resolver este problema Como a ti te da la gana Tu eres la ley, y a mí me llaman el presidiario Tu eres el rey, yo sigo siendo tu fiel esclavo Oiga señora ley, mire señora ley, atienda señora ley Señora ley Oiga señora ley, mire señora ley, atienda señora ley Señora ley”
Fue tal la calidad de este tema, tal vez el último gran éxito del Conjunto Clásico, que se convirtió en un himno para todos los presos del mundo. “Hasta los guardias del penal lo cantaban”, recuerda en medio de una pícara sonrisa esta figura clave de la salsa. Ya sin embargo, el desgaste de los problemas de drogas que arrastraba él y Tito Nieves, más las desavenencias jurídicas con el otro integrante del grupo, Raymond Castro, llevaron a la separación del gran Conjunto Clásico.
“Déjense de hablar, no comenten más
Van a maltratar el sentimiento de este conjunto
Está bueno ya si esas calumnias
Solo nos llevan a la falsedad
A nada llegarán
Unos hablaron de una separación
Y criticaron a este conjunto tan tradicional
Que si Tito se va, que si Ramón no quiere
O que si al otro Ramón esto ya no le conviene”
Y entonces lo que en el disco ‘Son Mentiras’, lanzado en 1983, Tito Nieves tantas veces desmintió se hizo tristemente realidad y el Clásico se disolvió. Algunas posteriores apariciones alimentaron la nostalgia y el recuerdo, pero ya el grupo nunca volvió a unirse.
Ahora Ramón vuelve a una ciudad que lo marcó musicalmente, a la que dedicó varios discos y en donde fue feliz, haciendo lo que más le gusta: música del corazón. “Yo crecí aquí como músico, el Conjunto Clásico comenzó en 1979 y un año después ya estábamos en esta ciudad con Larry landa que nos ayudó junto con Alberto Echeverry, aquí nos hicieron parte de la historia de este país. Mi propósito ahora es venir, enseñarle al pueblo mi música y formar una orquesta, arrancarla desde aquí para devolver algo de todo ese amor que ustedes me brindaron”.
Con la partida de Rosita, su esposa y gran amor, Ramón Rodríguez quiere regresar a sus raíces musicales, cumplirle la promesa que le hizo a su gran bastión, y como el mismo dice en ‘Solitario’, comenzar esta historia de nuevo.
Ramón sabe que cuando se quiere no hay tristeza y el corazón se llena de alegría, de ilusión y esto es lo que para el gran juglar de Orocovis significa Cali, porque cuando se quiere se quiere.
LOS DIEZ IMPERDIBLES DE RAMÓN RODRÍGUEZ
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Mónica Castro es la directora de la orquesta salsera ‘Son mujeres’, la cual ha tomado gran repercusión en la industria por ser una de las agrupaciones más talentosas, no sólo de Cali sino también del país.
Según la directora de 'Son Mujeres' la dulzura de las voces femeninas y la manera de interpretar las canciones, les imprime un sello que las hace diferentes a las demás agrupaciones.
“Detrás de esto hay fortaleza, hay disciplina, orden y muchas cosas lindas que nosotras tenemos como estos detalles”.
En el momento de interpretar y presentar sus canciones al público, las integrantes de ‘Son Mujeres’ siempre llevan un mensaje a través de sus conciertos.
Igualmente, la revista Billboard nombró a la agrupación ‘Son Mujeres’ como una de las diez orquestas más importantes de salsa en Colombia en el año 2023.
“Para nosotros es un reconocimiento hermosísimo, al comienzo no no lo creíamos” expresó Mónica Castro.
Expresó Mónica Castro.
Por otra parte, la lucha de las mujeres en la salsa no ha sido tarea fácil; pues aún hay algunos empresarios que no aceptan que pueden llegar a ser grandes artistas locales.
“Estamos abriendo camino y confiamos de que se valore nuestro trabajo. Por eso seguimos trabajando arduamente”
La agrupación seguirá demostrando el talento que llevan al momento de producir salsa ‘de golpe’ siendo así pioneras y orgullo caleño, siendo una de las orquestas más importantes del momento.
Los hermanos de Brooklyn hacen parte de la propia historia musical de Cali y aquí en 90 Minutos reconstruimos la historia con su director y bajista, Ángel Lebrón.
Este músico desde hace muchos años se radicó en Cali y desde esta ciudad, que ya siente suya, siguió produciendo esa música y componiendo esas letras que han marcado varias generaciones de caleños.
Los Hermanos Lebrón hacen parte del ADN musical de los caleños y se cuentan por decenas los éxitos que continúan sonando en salsotecas y discotecas de la capital mundial de la Salsa.