Icono del sitio

Los retos del próximo alcalde

Los retos del próximo alcalde

Especial para 90minutos.co

Ya el sol está a las espaldas del alcalde Jorge Iván Ospina. Además de estar viviendo una crisis profunda por cuenta de los escándalos de EMCALI, tiene aún la mitad del Plan de Desarrollo sin ejecutar y muchas de sus obras, como el hundimiento de la calle 5 en San Antonio o la remodelación de la Plaza de Mercado de La Alameda, no tienen los recursos asegurados y es improbable que se contraten en lo que queda de 2022. Eso nos hace suponer que quizás no logre cumplir todo lo que se planteó para su cuatrienio y, más bien, sea oportuno concentrarnos en lo que le quedará al próximo inquilino del tercer piso del CAM. Veamos algunos retos que inevitablemente tendrá que enfrentar el próximo alcalde.

Le puede interesar: Cuatro años de desconexión

El primer reto que deberá enfrentar el próximo gobierno local será la situación de la deuda pública. El antecedente es que, en 2020, Cali tenía una deuda a seis años, contratada en 2017, por alrededor de 600.000 millones de pesos; con la deuda pública de principios de los años 2000 cancelada y unos ingresos tributarios crecientes, la Administración Armitage adquirió dos empréstitos que debían cancelarse en 2023.

En 2020, en plena coyuntura de la pandemia, el nuevo gobierno solicita al Concejo autorización para refinanciar esa deuda a diez años, lo que supuso que, con los intereses propios de extender plazos, la ciudad quedase con una deuda de casi 900.000 millones hasta 2030. Luego, se autorizó contratar una nueva deuda por 650.000 millones de pesos, lo que hizo que al 31 de diciembre de 2021, la Administración pública caleña le debía al sistema financiero casi 1.8 billones de pesos. El próximo alcalde deberá pagar un billón de pesos de esa deuda, lo que impacta directamente en su capacidad de inversión. Si no quiere tener semejante golpe en sus finanzas que afecten su plan de gobierno, buscar mecanismos financieros para aliviar esa carga será fundamental.

Artículo relacionado

En segundo lugar, el próximo alcalde deberá darle una solución a la crisis del MIO y asegurar que arranquen las obras del tren de cercanías. El sistema hoy tiene una demanda que no llega a los 250.000 pasajeros al día, muy por debajo del punto de equilibrio. Garantizar un aumento de la demanda, reducir los incumplimientos de algunos concesionarios, mejorar la seguridad dentro del sistema y solventar el Fondo de Estabilización de la Demanda es un chicharrón que exige voluntad política. Adicionalmente, tendrá que asegurar que lleguen los dos billones que vale, en principio, la primera línea del tren de cercanías, lo que supone que Cali deberá disponer de unos recursos muy importantes para aportar el 30% del valor de las obras que le corresponde a los entes territoriales en virtud de la ley de metros.

En tercer lugar, viene el POT, alrededor del cual hay toda una serie de expectativas para corregir el rumbo del crecimiento urbano de Cali, hoy concentrado en la zona de expansión del sur y con compromisos pendientes alrededor de la redensificación del centro y de la renovación urbana. En 2026 ese será el gran debate y definir una hoja de ruta razonable del ordenamiento territorial será la prioridad, toda vez que deberá reflejar los retos ambientales pero también de hábitat, vivienda e infraestructura que hoy tiene la ciudad.

Artículo relacionado

Por último, la seguridad. De nada sirve emprender grandes obras de infraestructura o habilitar zonas verdes si Cali sigue estando dominada por los fenómenos de la criminalidad y la debilidad institucional para mantener el orden. Acelerar la tendencia descendente de los homicidios, enfrentar los hurtos, reactivar programas y estrategias sociales y de prevención y fortalecer la capacidad judicial y tecnológica de la ciudad tendrán que estar como fundamento de la gestión del próximo alcalde. Hoy Medellín invierte alrededor de tres veces más presupuesto en seguridad, convivencia y justicia que Cali, a pesar de tener la mitad de las muertes violentas. Es inviable un proyecto de ciudad donde la violencia, el crimen y la inseguridad son regla. Cali ha avanzado, pero la exigencia sigue siendo elevada.

El próximo alcalde tiene el reto de reconciliar a muchos sectores de la sociedad caleña, heridos por la pandemia, por el Paro Nacional y la retórica beligerante que nos ha dividido de forma aún mayor en los últimos meses. Levantar el ánimo, el optimismo, cohesionar a la sociedad hacia un logro común y devolverle a la silla del alcalde su capacidad integradora, que se ha erosionado en los últimos dos años y medio, será esencial para avanzar hacia una mejora sustancial de la calidad de vida y para darle a Cali las herramientas que dibujen una nueva senda de desarrollo para la década. La tarea será dura.

Artículo relacionado

Sigue nuestras redes sociales: