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Cuatro años de desconexión

Probablemente su gobierno tendrá un juicio justo de la Historia, aunque sin duda sus metidas de pata y su carácter altivo y prepotente dejarán una impronta de un presidente que no logró entender el reto que enfrentaba

Cuatro años de desconexión
Especial para 90minutos.co

Probablemente su gobierno tendrá un juicio justo de la Historia, aunque sin duda sus metidas de pata y su carácter altivo y prepotente dejarán una impronta de un presidente que no logró entender el reto que enfrentaba

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Iván Duque pasará a la historia. Lo que no sabemos es exactamente cómo, fundamentalmente porque no logró definir la narrativa de su gobierno ni sabemos con precisión qué tenía en mente cuando decidió que quería ser presidente. Para ponernos en contexto, Uribe impuso como bandera la seguridad democrática y Santos la búsqueda de la paz, ejes que definieron su discurso, sus políticas y sus intenciones. En el caso de Duque, vimos que intentó posicionar la economía naranja, sin que pasara de ser un nombre rimbombante sin mayor contenido. Habló de paz con legalidad, pero el recrudecimiento de la violencia en zonas del país no deja ver que la paz y la estabilización territorial fuese su gran objetivo y legado. En últimas, el saliente es un presidente sin identidad.

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El de Iván Duque será un gobierno difícil de ponderar. Estará marcado por el fracaso de la política de seguridad, que nos dejó escenas como un paro armado que paralizó a toda la Costa Caribe; el manejo de la protesta social, que nos dejó ingratos recuerdos como los desmanes del 21 de noviembre de 2019 o las trágicas escenas del Paro Nacional de 2021, donde se cometieron toda clase de excesos y dejó un balance de muertos inaceptable y, por supuesto, nos queda un presidente desconectado de la realidad, vanidoso y arrogante, que desafió al país con nombramientos cuestionables y permitió que ocurrieran vergüenzas como el escándalo de Centros Poblados y de los recursos de los PDET.

Duque no entendió al país. O no lo quiso entender. Mientras el Clan del Golfo paralizaba a media Colombia, prefirió ir a la posesión del presidente de Costa Rica; decidió nunca hacer una alocución radial televisada para así hacerle el quite al estatuto de oposición que faculta a los partidos opositores a replicar el discurso presidencial usando los mismos medios que el jefe de Estado, lo que dejó claro su desdén hacia los partidos alternativos. Esa ausencia de voluntad de diálogo marcó un cuatrienio sin causas comunes ni intentos de acuerdo.

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Por supuesto, no todo lo de Duque es negativo. Su manejo de la pandemia fue sobresaliente y el plan de vacunación es un caso de éxito. También es importante la gestión en materia de infraestructura, acelerando la entrega de más de 10 proyectos de vías 4G y dejar avanzando obras como el Metro de Bogotá y la Malla Vial del Valle del Cauca, aunque quedó la deuda de la vía Mulaló- Loboguerrero y de dejar más en firme el tren de cercanías de Cali, una promesa de su campaña.

Probablemente su gobierno tendrá un juicio justo de la Historia, aunque sin duda sus metidas de pata y su carácter altivo y prepotente dejarán una impronta de un presidente que no logró entender el reto que enfrentaba y que sucumbió a las vanidades palaciegas de Bogotá. El suyo fue un gobierno centralista, que acentuó las divisiones sociales y que no supo comunicar a los colombianos una narrativa y su aspiración para el cuatrienio. Quizás porque nunca la tuvo clara y así se le fueron sus cuatro años.

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Suplantación de autoridad

En el Colectivo urbano regional creemos que es necesario enfrentar la situación con creatividad y determinación; la inteligencia colectiva deberá poder permitirnos una mejor convivencia presente y futura.

Suplantación de autoridad
Foto: Especial para 90minutos.co

En el Colectivo urbano regional creemos que es necesario enfrentar la situación con creatividad y determinación; la inteligencia colectiva deberá poder permitirnos una mejor convivencia presente y futura.

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Por: David Millán Orozco

El Estado es poco más que la manera en que nos organizamos jurídica y políticamente en una sociedad. El Estado es, como la Ciudad y la región, un producto de la sociedad que las construye; por eso el Estado, la ciudad y la región se parecen a nosotros, las personas que las construimos. Cuando construimos el Estado también damos forma a las instituciones, concertamos las normas jurídicas y reconocemos a las autoridades encargadas de la regulación y el control sobre los comportamientos públicos de todos los ciudadanos.

Con el Estado damos forma a una autoridad que se sitúa por encima de la voluntad de cada individuo o grupo de particulares, y para que ésta funcione debe poder cumplir dos requisitos básicos:

  1. Disfrutar del reconocimiento de los ciudadanos
  2. Tener capacidad de orientación y de coerción para el bien de la sociedad en su conjunto.

En nuestro país avanzamos en la construcción de un Estado moderno desde hace poco más de doscientos años. No obstante, nuestro Estado, sus instituciones y funcionarios, no siempre cumplen cabalmente el ejercicio de la autoridad, porque bien puede no llenarse uno o los dos requisitos establecidos. Esta situación de vacío de autoridad se presenta según la manera como se administre un Estado, pues bien puede ser que éste sirva a los intereses del bien común -es decir de toda la población- o bien a los intereses de algunos grupos particulares, que se encuentran mejor posicionados frente a las decisiones de los gobernantes.

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Cuando los gobiernos administran el Estado favoreciendo a una parte privilegiada de la población, dejando por fuera la mayoría de los ciudadanos, o cuando no se está en capacidad de llegar a todos los rincones del país con los servicios sociales que esperan las comunidades o, lo que es más preocupante, cuando no se ejerce control territorial sobre algunas zonas, es bastante posible que se presente suplantación de la autoridad. Y esto se presenta en toda la República de Colombia o en algunas de sus entidades territoriales, como en el Distrito de Santiago de Cali.

Si la autoridad no se ejerce por parte de las entidades representativas del Estado y sus funcionarios, por las razones que sea, siempre surgirán nuevas autoridades informales que llenen el vacío que el Estado deja. Y cuando la autoridad del Estado es suplantada por actores irregulares en algunos territorios, se está poniendo en cuestión la misma esencia del Estado.

Eso ha sucedido cuando grupos al margen de la ley ejercen autoridad armada sobre vastos territorios del país durante algún tiempo -incluso décadas- u ocasionalmente en nuestra ciudad, como sucedió recientemente con el falso guarda de tránsito que usurpaba las insignias y la autoridad de la secretaría Distrital de Movilidad. Pero esta situación se torna más preocupante cuando la suplantación de la autoridad se consolida y se hace permanente en algunas zonas de la ciudad por parte de actores que ejercen control sobre, por ejemplo, el espacio público y el transporte de pasajeros. Y lo más lamentable, es que en ocasiones se hace con la connivencia de la misma autoridad estatal, configurándose una omisión en la función pública y la apropiación de unas competencias por parte de particulares avezados.

También se da el caso de algunos guardas privados de seguridad, que son instruidos por sus superiores o sus contratantes para que ejerzan autoridad sobre el espacio público. Para la muestra, algunos botones; el de la institución prestadora de servicios de salud en el sur de la ciudad, que ejerce control sobre el entorno próximo exterior de su edificación; o el centro comercial en el norte de Cali que, bajo la excusa de haber adoptado un espacio público que sirve de tránsito entre sus dos edificaciones, impide el normal desarrollo de actividades propias del espacio público regulado por las autoridades legalmente constituidas. O lo que es más lamentable, el rol de un ciudadano particular motorizado que suplanta a la policía en cualquier parque, solicitando identificación a los transeúntes bajo el prurito de regular las actividades que ahí se realizan.

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Día por día algunas personas buscan rentabilizar del desorden; del problema no resuelto, del proyecto no realizado, del espacio no controlado, de la asistencia no brindada, del trámite complicado, y así, de tantas situaciones en que el Estado no ejerce autoridad por omisión de una de sus funciones esenciales. Estos son comportamientos bastante naturalizados en Cali, y pasan casi desapercibidos para la mayoría de los ciudadanos que no advierten la gravedad de la situación, que acaba por ser legitimada en el imaginario del habitante urbano, tan agobiado por la vida cotidiana.

Aunque en general la sociedad colombiana, y en especial la ciudadanía de Santiago de Cali, tiene una valoración bastante cuestionable sobre el papel que cumplen las instituciones del Estado, y ello se deba en parte al desentendimiento de nuestras obligaciones como ciudadanos, aún estamos a tiempo de sobreponernos a los comportamientos irregulares e ilegales de algunos habitantes que actúan de manera aislada o como grupos organizados, suplantando la autoridad que en nombre de todos debe poder ejercer el Estado. Si ante esta situación la sociedad caleña no reacciona, podríamos alcanzar grados de desorden casi inmanejables con las consecuencias que ello puede traer contra el bienestar general y las posibilidades de un mejor futuro para todos.

Por ello, antes que la suplantación de la autoridad alcance punto de no retorno, es necesario iniciar un trabajo de restitución de la autoridad estatal por los medios que el mismo Estado ha contemplado para ello; pero más importante que eso es motivar en toda la población de Cali un cambio en la percepción ciudadana sobre la autoridad, e iniciar un proceso de revaloración de la defensa del bien común. Vivir en Sociedad es también llamar la atención cuando una institución o un funcionario no cumplen o extralimitan sus funciones. Y también cuando un ciudadano suplanta a los funcionarios e instituciones, o más grave, cuando se cree dueño de unas funciones que violan los derechos colectivos o se apropia del espacio público. Vivir en sociedad es contribuir a corregir comportamientos antisociales que obviamente van en contra del bien común establecido en la Constitución y las leyes.

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En el Colectivo urbano regional creemos que es necesario enfrentar la situación con creatividad y determinación; la inteligencia colectiva deberá poder permitirnos una mejor convivencia presente y futura. Vamos a conformar un gobierno que merezca el reconocimiento de toda la ciudadanía y contribuya a la restitución de la autoridad legítimamente constituida, con la educación como base de todas las actuaciones públicas. En Cali podemos hacerlo mejor. Gracias.

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Presidente, traslademos la base aérea de Cali

La aparición de nuevos proyectos de construcción de vivienda podrían traerle a la ciudad cerca de 2.2 billones de pesos a través del pago de impuestos prediales y plusvalía

Presidente, traslademos la base aérea de Cali
Foto: Especial para 90minutos.co

La aparición de nuevos proyectos de construcción de vivienda podrían traerle a la ciudad cerca de 2.2 billones de pesos a través del pago de impuestos prediales y plusvalía

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Por: Deninson Mendoza, líder Movimiento Independientes en Cali y precandidato a la Alcaldía de Cali

La Base Aérea Marco Fidel Suárez ya cumplió su tarea al interior de la ciudad, a nuestra Fuerza Aerea le conviene estar cerca del aeropuerto, y a Cali le conviene que podamos usar este espacio, para la consolidación de tres grandes proyectos de ciudad. Además la realidad es que tenerla en el interior de nuestra ciudad esta generando una problemática ya que no podemos densificarla hacia la altura, lo que ha provocado la expansión de Cali hacia las afueras, en lugares donde habian cañaduzales, de propiedad de los que las usufructuado por siglos, extrayendo sus minerales y especialmente del agua, y que ahora las apuestan para la construcción de vivienda, aprovechando un POT fragil, ellos, los mismos de siempre que se han beneficiado históricamente del estado y de lo público.

Es por esto, que una vez asuma el cargo como Alcalde de Cali, le haremos el llamado al presidente de la República, Gustavo Petro, por quien le apostamos al CAMBIO en nuestra ciudad, para abrir la discusión real y promover el traslado de la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez al terreno donado desde hace varios años y que colinda con el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón en Palmira, generando un verdadero espacio de aprendizaje para quienes ingresan a la Fuerza Aérea.

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El proyecto de traslado de la Base Aérea tendría un valor cercano al billón de pesos, el cual deberá ser asumido por el gobierno nacional, pero con el cual, podríamos también comprometernos a aportar como región, en conjunto con el área metropolitana, porque nos beneficia a todas las ciudades.

Y es que trasladar la base, podría generar de manera inmediata ingresos importantes para Cali que podrían apoyar dicho movimiento. La aparición de nuevos proyectos de construcción de vivienda podrían traerle a la ciudad cerca de 2.2 billones de pesos a través del pago de impuestos prediales y plusvalía, sin tener en cuenta, la llegada de inversión nacional y extranjera, de quienes vean en este territorio un espacio de desarrollo urbano.

¿Y qué hacemos con las 163 hectáreas y que ocupan el 35% del espacio de la comuna 7? Pues hacer realidad el sueño de Cali. Tener nuestro gran Parque Simón Bolívar o el Central Park caleño. Un lugar donde podamos desarrollar la Cali Distrito Cultural y una apuesta agresiva por la Educación Superior Gratuita.

La pista, con casi dos kilómetros de distancia, se convertiría en el Salsódromo o el Bailódromo, con capacidad para reunir hasta 400 mil personas, propias y turistas, que disfruten de los grandes eventos musicales y culturales de la región, siendo la Arena del Arte y la Cultura más importante del país, donde realizaremos la Feria de Cali, el Festival Petronio Álvarez y el Mundial de Salsa.

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En aulas y auditorios, donde hoy ven clases los cadetes, mantendremos la educación, pero esta vez, con la conformación de la Universidad Pública y Popular de Aguablanca, operada por la Institución Educativa Antonio José Camacho y el Instituto Popular de Cultura de Cali, permitiendo el acceso a la educación superior, en su mayoría, a las y los jóvenes del Distrito de Aguablanca.

Ahí, nos convertiremos en un referente educativo de la región y brindaremos 50 mil becas semestrales, con el 30% de las mismas, enfocadas en las carreras de la cuarta revolución industrial e impactando, verdaderamente, en el futuro de la juventud caleña, que, a su vez, recibirán desde su formación en el colegio, un COMPUTADOR GRATUITO para cada niña, niño y joven de la ciudad y así garantizar su educación.

Cali necesita dejar el pasado, desde la educación y la cultura, podremos generar una transformación real de la vida y la seguridad de las y los caleños, necesitamos de grandes CAMBIOS, no permitamos que nos vuelvan a decir que no SE PUEDE.

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En Cali es momento de la mujer

La presencia de las mujeres en lo público permite visibilizar experiencias desde otras perspectivas gracias a nuestra alta sensibilidad social.

En Cali es momento de la mujer
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La presencia de las mujeres en lo público permite visibilizar experiencias desde otras perspectivas gracias a nuestra alta sensibilidad social.

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Desde 1988, cuando se inició la elección de los alcaldes por voto popular, en Cali han sido elegidos 11 mandatarios, todos ellos hombres. Nunca, como en este 2023, una mujer ha estado tan cerca de llevar las riendas de la ciudad.

El descontento de los caleños con la realidad que no han podido transformar los alcaldes es entendible, pues las crisis en materias de seguridad, movilidad, transporte público y falta de oportunidades se han profundizado, repercutiendo directamente en la calidad de vida de quienes vivimos en la capital del Valle del Cauca.

En el partido de precandidatas estamos varias mujeres berracas que hemos demostrado que somos capaces de liderar y superar grandes obstáculos, como el que ahora supone la difícil situación de nuestra ciudad. Esta es una gran oportunidad para que los caleños elijan a una mujer para que esté al frente de este complejo reto en los próximos cuatro años.

El estudio 'Mujeres líderes en el sector público de América Latina y el Caribe: brechas y oportunidades", publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), evidencia que la presencia de las mujeres en la Administración Pública genera un mayor crecimiento económico, equidad de género y más inversión en educación, salud o protección ambiental.

La presencia de las mujeres en lo público permite visibilizar experiencias desde otras perspectivas gracias a nuestra alta sensibilidad social, posibilitando recurrentemente una mayor cobertura, eficiencia y eficacia de los servicios al ciudadano (justo lo que necesita Cali).

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No basta con ser mujer

La semana pasada, la experimentada periodista Carmen Alicia Sarmiento escribió en su cuenta de Twitter que “como mujeres obvio que estamos en deuda de tener una alcaldesa en Cali, pero ser mujer no es mérito suficiente. Se debe mirar con lupa la trayectoria y coherencia entre discursos y ejecutorías”.

Carmen tiene razón, no es solo por ser mujeres que merecemos liderar la transformación de Cali desde la Alcaldía. Es por nuestras capacidades y conocimientos en la administración pública, en la resolución de crisis, en el trabajo en equipo y sobre todo, en la entrega de resultados.

En mi caso, son más de 25 años al servicio de los caleños, 17 de ellos en la gerencia de instituciones en crisis. Primero, en la Red de Salud Suroriente y después en la Red Centro, las cuales recibí en grave estado financiero y a las que recuperé en cuestión de meses. Ambas fueron destacadas a nivel nacional por la calidad de la prestación de sus servicios y por obras como la remodelación de 7 hospitales que hoy son motivo de orgullo en las comunas 8, 9, 10, 11 y 12.

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Asimismo, en la Secretaría de Salud convertimos a nuestra ciudad en la capital menos afectada por las muertes por covid e impulsamos la política de salud mental, a pesar de la desconfianza de distintas personas en momentos álgidos. Más que logros para mi currículo o el de mis colaboradores, este trabajo de más de dos décadas ha supuesto cuidar el bienestar y mejorar la calidad de vida de los caleños.

Por las capacidades ampliamente demostradas es que pongo mi nombre a disposición de los caleños, porque quiero que juntos construyamos la ciudad que nos merecemos; esa donde podamos caminar tranquilos por nuestras calles, donde no estemos en riesgo constante de accidente a causa de los huecos, donde no suframos por rutas de buses que pasan cada 40 minutos o porque las oportunidades de educación o empleo son escasas… Yo creo en una ciudad diferente porque confío en el liderazgo de la mujer berraca, trabajadora y luchadora que soy y que quiere hacer posible Un Renacer para Cali.

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