Los casos de bullying en niños y niñas es una problemática que crece cada vez. Los constantes casos de acoso e incluso golpes que pueden sufrir los niños, afecta su desarrollo social, psicológico, físico, escolar, entre otros.
En Cali, la Secretaría de Educación reportó cerca de 39 casos; muchos de estos en entornos educativos.
Algunas señales de alerta en una persona que es víctima de bullying son notables, por eso, aquí le dejamos algunas para que pueda detectarlas a tiempo con su hijo o hija.
Cambios de comportamiento en el niño o niña: Que ya no juegue tanto, que se vuelva introvertido cuando antes era extrovertido, que ya no quiera jugar con otros niños, presenta insomnio, ansiedad o que ya no quieran ir al colegio.
Bajo rendimiento escolar: Normalmente, cuando los menores son víctimas de acoso, su nivel académico cambia o empeora, ya que no prestan atención en clase, no realizan tareas o ya no encuentran una motivación al momento de estudiar.
Comportamientos agresivos: Muchos menores suelen dañar sus pertenencias, como ropa, morrales, cuadernos, entre otros; o agredir física o verbalmente a otras personas, como sus padres, profesores y mismos compañeros.
Lesiones en el cuerpo: Si son víctimas de matoneo, muchos niños y niñas suelen tener moretones o raspones en diferentes partes del cuerpo, ya sea por puños, golpes o caídas.
La hepatitis C es una enfermedad que, Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 71 millones de personas en el mundo tienen una infección crónica por hepatitis C.
Esta enfermedad, causada por el virus de la hepatitis C (VHC), puede llevar a complicaciones graves como cirrosis y cáncer hepático si no se detecta y trata a tiempo.
Es una infección viral que provoca inflamación del hígado. El VHC se transmite principalmente a través del contacto con sangre contaminada.
Esto puede suceder por compartir agujas, transfusiones de sangre no seguras, y, en algunos casos, por vía sexual.
Aquí, la infección puede ser aguda o crónica, y la mayoría de las personas infectadas inicialmente no presentan síntomas, lo que complica su detección en etapas tempranas.
Durante la fase aguda de la infección, algunos individuos pueden experimentar síntomas como fatiga, fiebre, pérdida de apetito, náuseas y vómitos. Sin embargo, si la infección se vuelve crónica, puede progresar silenciosamente durante años, llevando a complicaciones graves como la cirrosis o el cáncer de hígado.
Detectar la hepatitis C a tiempo es crucial para prevenir daños hepáticos severos. La prueba de anticuerpos anti-VHC es el primer paso en la detección de la infección.
Si esta prueba resulta positiva, se realiza una prueba de ARN del VHC para confirmar la infección activa. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan que todas las personas nacidas entre 1945 y 1965, así como aquellas con factores de riesgo, se realicen la prueba de hepatitis C.
El tratamiento de la hepatitis C ha avanzado significativamente en la última década. Los antivirales de acción directa (AAD) son actualmente el estándar de tratamiento, con tasas de curación superiores al 95%. Estos medicamentos son bien tolerados y generalmente se administran durante un período de 8 a 12 semanas.
La OMS recomienda el acceso universal al tratamiento antiviral para reducir la carga global de la hepatitis C.
Por lo tanto, la hepatitis C es una enfermedad sería que requiere atención y detección temprana para prevenir complicaciones graves. Los avances en el tratamiento han mejorado significativamente las tasas de curación, ofreciendo esperanza a millones de personas afectadas por esta infección.
Los beneficios del café han sido ampliamente discutidos y analizados por la ciencia, revelando tanto sus ventajas como las posibles desventajas de su consumo excesivo. Según un estudio de Stadista, es importante moderar la cantidad de café que se ingiere diariamente para evitar efectos adversos en la salud.
El consumo moderado de café puede ofrecer varios beneficios. Este popular estimulante, conocido por sus efectos energizantes y por mejorar el estado de alerta, también se ha asociado con una reducción en el riesgo de padecer ciertas enfermedades
Investigaciones han indicado que el consumo regular de café puede disminuir el riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades del hígado, y ciertos tipos de cáncer. Además, el café contiene antioxidantes y nutrientes esenciales que contribuyen a la salud general.
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Regulación del consumo de café
Sin embargo, la clave está en la moderación. La cantidad recomendada de café varía según diferentes estudios, pero un consenso general apunta a que hasta 400 miligramos de cafeína al día, aproximadamente cuatro tazas de café, es segura para la mayoría de los adultos.
Asimismo, en el caso de mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, 200 mg. diarios son igualmente seguros. Mientras que, en el caso de los niños y adolescentes, el límite se reduce a 3 mg/kg, siendo recomendable un máximo de dos a tres tazas diarias.
Superar esta cantidad puede conducir a varios problemas de salud.
El consumo excesivo de café puede resultar en insomnio, nerviosismo, inquietud, irritabilidad, malestar estomacal, latidos cardíacos rápidos e incluso temblores musculares.
Es crucial considerar la tolerancia individual a la cafeína, que puede variar ampliamente. Algunas personas son más sensibles a la cafeína y pueden experimentar efectos negativos incluso con cantidades menores.
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Además, ciertos grupos de personas, como las mujeres embarazadas, deben tener especial cuidado y limitar su ingesta de cafeína a menos de 200 miligramos al día, debido a los posibles riesgos para el feto.
Un estudio realizado por la Universidad de Harvard destaca que aunque el café tiene beneficios, su consumo debe ser parte de un estilo de vida saludable.
Es decir, no puede compensar otros hábitos negativos, como una dieta pobre o la falta de ejercicio. La investigación sugiere que las personas que disfrutan del café deben hacerlo con moderación. Mientras que, son conscientes de cómo el café puede afectar su bienestar general.
Al propósito de concientizar sobre el ejercicio físico para mejorar la salud, se suma la responsabilidad de implementar hábitos que ayudarán a prevenir enfermedades neurológicas en el cerebro.
De acuerdo a los últimos estudios publicados, casi un 90% de los casos de ictus, interrupción de la circulación de sangre que llega al cerebro, un 40% de los casos de demencia se pueden evitar llevando a cabo hábitos cerebrosaludables.
Asimismo, se puede reducir cerca del 30% de los casos de epilepsia, según señaló el presidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN), Jesús Porta-Etessam.
De hecho, esto se suma al propósito de concienciar sobre la importancia de fomentar la salud neurológica y poner el foco sobre la importancia de la prevención de enfermedades neurológicas.
A este respecto, Porta-Etessam ha subrayado que “no se trata solo de reaccionar ante la aparición de algún tipo de enfermedad neurológica, sino de tratar de inculcar una cultura de prevención de las enfermedades neurológicas desde edades tempranas”.
¿Qué revelan los estudios?
Cabe mencionar, que actualmente más del 43 % de la población mundial padece algún tipo de enfermedad neurológica. Y la discapacidad que provocan ha aumentado en más de un 18% en los últimos 20 años.
Siendo las enfermedades neurológicas, el factor principal que provoca la mayor discapacidad en el mundo.
Por tal motivo, cerca de 3.400 millones de personas en todo el mundo sufren algún tipo de discapacidad, debido a que padecen alguna enfermedad neurológica.
Y más de 11 millones fallecen cada año por alguna de estas patologías.
Por ello, en un estudio divulgado en marzo de este año desde el SEN, señaló que más del 84% de los casos de ictus son potencialmente prevenibles.
Esto se puede lograr mediante la reducción de la exposición a 18 factores de riesgo identificados, siendo la hipertensión (57,3 %) el mayor de ellos.
A partir de esto, controlar la exposición al plomo podría reducir la carga de la enfermedad de Alzheimer y de otras demencias en casi un 15%.
Por otro lado, el tabaquismo se asocia igualmente a enfermedades neurológicas, como la esclerosis múltiple, las demencias o el ictus. Seguidamente del abuso del consumo de alcohol, que representa un riesgo cuatro veces mayor en hombres (11 %) que en mujeres (3 %).
Sin embargo, factores como la calidad del sueño, el estrés, y el aislamiento social son cada vez más reconocidos como grandes contribuyentes al desarrollo de patologías neurológicas.
En definitiva, la prevención de enfermedades neurológicas no solo depende de la respuesta médica ante su aparición. Si no también de la adopción de hábitos saludables y preventivos desde edades tempranas.
Por tal motivo, es importante fomentar una cultura de prevención y cuidar factores de riesgo para tener un impacto significativo en la salud neurológica a largo plazo.