La situación de la mujer en Colombia es un reflejo de las grandes desigualdades que nos caracteriza como país. La violencia de género, que deja cada año centenares de víctimas mortales, así como las brechas laborales y salariales que nos aquejan, son evidencia de esta desigualdad. Sobre estos temas podríamos desarrollar tesis completas. Sin embargo, cuando se acaba de conmemorar el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer, quiero reflexionar sobre un factor que puede contribuir a desactivar estos factores adversos. Me refiero a la participación de la mujer en política y en instancias de toma de decisión.
Si bien, en este aspecto hemos logrado algunas conquistas, es claro que, en nuestra sociedad, el concepto de equidad de género es una tarea que aún no se pone en práctica plenamente. Entre 1958 y 1988, por ejemplo, la representación femenina en el Congreso de la República era apenas del 2%. Pero desde la Constitución del 91 esta participación creció significativamente.
Es así, que para el periodo 2022-2024, ocupamos el 30%, tanto en Cámara como Senado, según ONU Mujeres, lo cual nos pone por encima del promedio mundial. Sin embargo, aún falta mucho para alcanzar la paridad, si tenemos en cuenta que representamos el 51,2% de la población, un reto que será tema de discusión en la reforma política del Gobierno Nacional.
Son varios los factores que dificultan una mayor participación en instancias de decisión. Uno de ellos tiene que ver con la cultura machista y patriarcal que aún persiste y que se hace más evidente en los espacios políticos. Para una mujer resulta más difícil conseguir al interior de los partidos y movimientos, respaldo político y financiero para sus campañas; hay poco estímulo a su formación en liderazgo, pero, además, se ejerce violencia política. Según datos de la MOE, 6,8% de cada 10 mujeres, ha sido víctima de este tipo de violencia.
Por experiencia propia puedo decirles que nosotras tenemos todas las condiciones necesarias para liderar procesos que aporten a la construcción de la sociedad. Estoy convencida de que cuando nosotras intervenimos en los espacios políticos y de decisión, la democracia se fortalece, se enriquece el diálogo político, aportamos enfoques distintos en la resolución de problemas y hacemos visible las demandas para que haya equidad de género y se incluya a quienes son marginados socialmente.
Creo firmemente que en la medida en que más mujeres ocupemos cargos de decisión, disminuirán las brechas sociales que nos aquejan. Por eso, un reto importante que tenemos, es que, tanto en el sector público como privado, se siga avanzando en la construcción de políticas para la equidad de género, que permitan poner en práctica las conquistas de las mujeres en materia laboral y de liderazgo, mediante acciones afirmativas.
Precisamente, impulsar el rol de la mujer en la sociedad ha sido una de mis prioridades a lo largo de mi trayectoria. Como Senadora, junto a la Bancada de Mujeres que creé siendo presidenta del Congreso, realizamos la Ley 1257 que previene y sanciona la violencia contra la mujer y las leyes que promueven la equidad de género. Además, fui la primera gobernadora del Valle del Cauca, elegida por voto popular, liderando un gabinete constituido en más de un 60% por mujeres, a cargo de dependencias claves de gobierno.
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Durante mi gestión, trabajé por el empoderamiento, la autoestima, la autonomía económica y la prevención de la violencia de género, a través de diferentes estrategias y programas de gobierno. Ahora, como directora de La U, a través de nuestro Centro de Pensamiento, impulsamos la formación de más mujeres en liderazgo y formación política, además de presentar en el Congreso proyectos de ley para que se reconozca su aporte a la economía del cuidado y su inclusión en espacios laborales como el de la infraestructura.
En el mes de la mujer, reitero mi compromiso de seguir trabajando para que logremos el disfrute pleno de nuestros derechos, para que no seamos víctima de la violencia ni la exclusión; para que logremos mayor participación política y autonomía económica. En mi condición de médica, madre, esposa y líder, quiero ser una inspiración para que muchas otras mujeres se motiven a luchar por sus sueños y metas. Esto no quiere decir que esté en contra de los hombres, sino que buscamos que se nos permita trabajar hombro a hombro por el bienestar de nuestra región y de nuestro país.
Necesitamos más mujeres en el poder. Por eso, en este mes, las invito a que reflexionemos frente a cómo desde nuestros diferentes roles en la sociedad, podemos proyectar todo lo bueno que tenemos para aportar a la construcción de una Colombia más justa, incluyente y en paz.
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