Generalmente las campañas políticas tienen la mala costumbre de aunar esfuerzos con quien sea necesario con tal de ganar. Las luchas ideológicas y el debate de propuestas con un plan de gobierno serio y congruente ocupan en realidad un lugar secundario, siendo optimistas. Al final, el show mediático, la demagogia, los acuerdos tras bambalinas y la entrada de dinero, sin importar su procedencia, son los que impulsan al posible ganador.
Sin embargo, tarde o temprano todo sale a la luz. Como se dice popularmente: ‘para verdades el tiempo’. Si la campaña se realiza basada en mentiras (más de lo normal, como ha podido verse) dedicada a atacar a los candidatos opositores y pagando lo necesario por destruir y ahogar cualquier intento de pensamiento distinto a lo que el Pacto Histórico propuso, es inevitable que la podredumbre no pueda ocultarse por mucho tiempo. La verdad apenas está saliendo a la luz de la forma más bochornosa posible.
Hay que recordar que en campaña, bastaba con escribir un comentario en contra de Petro, y llovían las críticas en cualquier red social que se escribiera. Esto incluía desde insultos hasta amenazas. Muchos líderes de opinión prefirieron jugar a lo diferente, y coquetearon con las absurdeces del entonces candidato, alegando que se necesitaba un cambio. No tuvieron en cuenta que reemplazar el agua con cianuro también es un cambio. El panorama se calentaba con la excusa del cambio y por debajo de la mesa, se movían ríos de dinero a cambio de favores.
Ha pasado un año. Muchos de quienes en el pasado fueron fieles escuderos de Petro hoy se despedazan entre sí por un trozo de poder. Lo que empezó como un problema de abuso de poder (por parte de Laura Sarabia) ha desencadenado una avalancha que ha desnudado la estructura misma del gobierno de Petro (por no decir del Estado colombiano). Que Armando Benedetti entrara a escena y se revelaran sus famosos audios, dejando en el escrutinio público el proceder de Petro en campaña y en el gobierno, nos hace preguntarnos ¿dónde quedó el
cambio?
Tras los escándalos de Laura Sarabia, generados desde que la funcionaria abusó de su poder contra su empleada realizando un secuestro e interrogatorio ilegal, se generó un efecto dominó que llegó hasta Benedetti, quien fuera un antiguo defensor acérrimo de Santos y anteriormente uribista a capa y espada. Los reveladores audios filtrados del ex senador donde habla sobre como merece una gran cuota de poder por haber traído 15 mil millones para la campaña,
probablemente no reportadas de manera oficial, fueron tan solo el inicio de un fuerte desplome de declaraciones y sucesos que dejan mucho que pensar. Audios que además revelan un lenguaje soez y vulgar que ninguna persona decente usaría, expresiones dignas de bandidos.
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Pero la bola de nieve continuó su curso, dejando a su paso un grave caso que hoy sigue en suspenso con la muerte del Teniente coronel Oscar Dávila, quien sería el testigo clave para esclarecer los hechos en el caso de Sarabia y que
convenientemente, dice el gobierno sin el suficiente material probatorio, que se quitó la vida. Versiones confusas que dejan un sinsabor aun mayor cuando se escuchan rumores de que había en el medio de la discusión $ 3.000 millones de pesos, aparentemente de propiedad del mismo presidente, según publicó la Revista Semana. Seguiremos a la espera de que la bola de nieve avance y siga destruyendo el entramado de mentiras que se tejen sobre este caso. Es muy difícil sostener una mentira por tanto tiempo y para lograrlo tendrían que “suicidarse” muchas personas más (esperemos que esto no ocurra).
No es la primera vez que este tipo de escándalo ocurre en nuestro país. Recordemos a Samper en su momento alegando que la entrada de dineros del narcotráfico a su campaña se había producido a sus espaldas mientras los Rodríguez se encontraban tan cómodos en la cárcel de Palmira. Hace pocos años se revelaba que Santos se eligió excediendo los topes de dinero permitidos en una campaña en medio del escándalo de Odebretch, y no se sonrojaba siquiera. Ahora Petro responde un frío: “Yo no lo conozco”. ¿Cuál cambio?
Esto no debería sorprender a nadie que haya seguido la trayectoria de Petro. Un hombre que produjo tantos desastres en Bogotá y que fue acusado por miembros del Polo Democrático de ser tramposo y embaucador, no podía ser un verdadero cambio. Los líderes digitales que apenas se están dando cuenta no han tenido la decencia de pedir perdón por el daño que causaron al contribuir con la llegada de un gobierno corrupto y deshonesto. Uno que no ha traído prosperidad sino para sus funcionarios y que continúa con las prácticas atroces de gobiernos anteriores incrustadas en el seno del Estado, y además con bochornosos escándalos.
El “proyecto del cambio” se cae a pedazos junto a su credibilidad. No lleva ni un año y para muchos ha sido el peor en las últimas décadas. Produce una enorme frustración pagar los platos rotos de una pésima decisión en las urnas, inducido por un engaño colectivo a millones de colombianos. Arriba hay un Dios que todo lo ve, y tarde o temprano a cada acción tendrá sus consecuencias. Esperemos que Dios tenga misericordia de nuestra nación y nos saque pronto de esta horrible pesadilla. Aún estamos a tiempo de no dejar perder todo lo construido y salvar nuestro país, son 3 mil millones de motivos para volver a las calles este 20 de junio, apoyar nuestras Cortes, el Fiscal, la Procuradora, la Fuerza Pública y los medios de comunicación.
Colombia es mucho más grande que un gobierno corrupto, incompetente e ilegitimo. Todos a marchar a defender nuestra honra y nuestra libertad.
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