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Castiguemos el uso indebido de biopolímeros

Como médica, considero que la aprobación de esta Ley resulta fundamental para defender los derechos de personas cuyo derecho a la salud ha sido vulnerado y contribuye a mejorar su calidad de vida.

Castiguemos el uso indebido de biopolímeros
Especial para 90minutos.co

Como médica, considero que la aprobación de esta Ley resulta fundamental para defender los derechos de personas cuyo derecho a la salud ha sido vulnerado y contribuye a mejorar su calidad de vida.

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La tragedia física y psicológica que muchas y muchos colombianos han padecido por la aplicación indebida de sustancias modelantes no permitidas en procedimientos estéticos, está a punto de llegar a su fin gracias al proyecto de Ley que penaliza y regula el uso de biopolímeros en Colombia. Se trata de una iniciativa que hemos venido liderando desde La U y que ya alcanzó su aprobación en tercer debate del Senado.

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Desde hace muchos años los biopolímeros, que son sustancias sintéticas, han sido objeto de crítica por parte de expertos en salud quienes han señalado que su uso en las personas está contraindicado ya que afectan tanto tejidos como órganos vitales, generando daños irreversibles e incluso, pueden causar la muerte. Además, estos tratamientos estéticos suelen realizarse en sitios donde no se cumplen medidas sanitarias y en los que los pacientes no son bien informados sobre cómo lo harán.

Lo que ha venido sucediendo a continuación para las víctimas de estos procedimientos es que no pueden acudir a su respectiva EPS para buscar mejorar su situación, ya que son rechazados por haber tenido un tratamiento estético. Para completar su angustia y frustración, muy pocas veces los responsables de estas malas prácticas son sancionados.

Ante este panorama, el proyecto de ley plantea incluir en el Código Penal colombiano el delito de lesiones personales por sustancias modelantes no permitidas. De este modo, las personas que con mala intención las apliquen podrán recibir condenas que oscilan entre los 20 y 120 meses de cárcel.

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La norma además establece que el Ministerio de Salud deberá asumir la caracterización de las víctimas de biopolímeros en el país. Con dicha medida se busca contar con un registro oficial de este fenómeno. Actualmente, no se tienen cifras sobre cuántas víctimas hay en Colombia ya que, por un lado, el fenómeno no era considerado como un problema de salud pública y por otro, muchas personas no acuden al sistema de salud ni denuncian porque sienten vergüenza y porque saben que no serán atendidos.  

Otro aspecto importante de la medida, es que establece que el Invima deberá presentar el listado de sustancias permitidas a nivel nacional. De esta manera las personas podrán saber cuáles de ellas son las que se pueden aplicar en el cuerpo humano sin generar riesgo para sus vidas y se podrá regular su comercialización.

Finalmente, la iniciativa propone que el Sistema de Salud garantice a quienes han sido víctimas de estos procedimientos el derecho a la salud y a la vida, asumiendo sus tratamientos, el suministro de medicamentos, además del tratamiento psicológico. Adicionalmente, las Secretarías de Salud deberán desarrollar campañas para prevenir que más personas sean víctimas de este tipo de tratamientos estéticos.

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Si bien, a través de los medios de comunicación la opinión pública sólo se entera de casos de malas prácticas ocurridas a gente famosa o reconocida, son miles las víctimas anónimas que han sufrido en silencio esta tragedia.

Como médica, considero que la aprobación de esta Ley resulta fundamental para defender los derechos de personas cuyo derecho a la salud ha sido vulnerado y contribuye a mejorar su calidad de vida. Por eso, a lo largo de mi trayectoria pública he desarrollado y apoyado diversas campañas buscando prevenir que más personas sean víctimas.

Ahora, con el impulso de este proyecto de ley, desde La U reafirmamos nuestro compromiso de escuchar a las comunidades para actuar. Esta vez, para buscar soluciones concretas a una problemática de salud que viene afectando a millares de colombianos. De esta forma demostramos que, si trabajamos unidos, podremos sacar adelante todo lo bueno que tiene Colombia.

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Crónicas de un mal anunciado

Personajes como Matador o Pirry han pasado a criticar públicamente al actual presidente, cuando no hace mucho militaban en sus filas.

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Personajes como Matador o Pirry han pasado a criticar públicamente al actual presidente, cuando no hace mucho militaban en sus filas.

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Recientemente, algunas personalidades mediáticas colombianas, como Matador o Pirry han pasado a criticar públicamente al actual presidente, cuando no hace mucho militaban en sus filas. En particular llama la atención la forma en que dicen estar decepcionados después de haber votado por un cambio para el país, y en su lugar han encontrado a un presidente arrogante y tirano. No es para menos, ya que a Petro parece faltarle ya sea el interés o la capacidad de cumplir con todo lo que prometió en campaña, o lo que lleva años promoviendo como líder de izquierda y de oposición en Colombia.

Estos meses se han caracterizado por escándalos de grandes proporciones e intentos de reformas alarmantes. Alegando ser el presidente del cambio, Petro ha buscado enfocarse en cuestiones de salud y empleo. Para ello, ha anunciado una reforma en lo relativo a ambos temas. En los dos casos, la perspectiva difícilmente podría ser más espantosa. Por un lado, la reforma a la salud plantea aún muchas dudas sobre su articulado, pero lo que se ha conocido ha generado una enorme preocupación en la opinión pública. La reforma laboral por su parte no se queda lejos, y ha dejado ver un panorama muy oscuro para las condiciones reales de empleabilidad de los colombianos en caso de aprobarse.

Si bien el sistema de salud tiene muchas cosas que deben cambiar, lo que deja ver Petro es un odio enfermizo hacia el sector privado y la obsesión de que sea el Estado quien se encargue de prestar el servicio por completo. Con la experiencia mundial del fracaso de los Estados al encargarse de las prestaciones sociales, y su ineficiencia al encargarse de los problemas públicos, no es de extrañar que incluso aquellos que anteriormente confiaron en Petro se preocupen. Son bien conocidos los problemas del modelo EPS, pero dejar a los usuarios únicamente en manos del Adres revela que al presidente le importa menos solucionar el problema que imponer su capricho particular sobre los colombianos.

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La reforma laboral por otro lado lleva a cuestionarnos si realmente el presidente es un economista. Lo único que revela es su afán por regular y controlar todo aquello que prospera y genera bienestar. Jamás Petro ha ocultado su desprecio por el sector productivo, ni su afán igualitarista que siempre tiene como consecuencia la destrucción de la riqueza y el empobrecimiento de la sociedad. Por supuesto, mejorar las condiciones de los trabajadores siempre es un buen objetivo. Sin embargo, la experiencia muestra que los obstáculos estatales a las empresas suelen terminar en más desempleo. De esta forma, iniciativas como el aumento de las horas extra o la regulación de los contratos de las plataformas digitales solo pueden augurar desempleo, pues habrá menos incentivos para contratar.

Por si su peligrosa agenda política fuera poco, no han faltado los escándalos en su administración. Y el hecho de que los involucrados sean personas tan cercanas como su hijo o su vicepresidenta revelan hasta qué punto el abuso del poder es una constante en el entorno de Petro. Que, por un lado, la vicepresidenta del cambio, que tanto criticó los excesos de la clase política, ahora monta en helicóptero hacia su vivienda en Dapa, y que cualquier crítica hacia su incoherencia sea clasismo o racismo, muestra la hipocresía de quien es la única que parece vivir sabroso. Por otro lado, que el hijo del presidente este siendo investigado por lavado de activos, hace preguntarse qué valores existen en la familia presidencial. Aunque por supuesto, ya Petro se lavó las manos respecto a su crianza.

No es entonces sorprendente que ciertas personalidades públicas muestren su inconformidad con el gobierno Petro aun después de originalmente apoyarlo. Sin embargo, con base al desastre de su gobierno, de lo que solo se han enunciado pequeñas muestras, lo correcto sería que adicionalmente pidieran disculpas públicas por ayudar a elegir a un megalómano incompetente. ¿Pero acaso no pueden equivocarse? La vida está llena de errores, pero elegir a un criminal indultado, un congresista jactancioso, y un alcalde desastroso, que jamás ocultó todas sus nefastas ideas para la presidencia, deja sin excusa a todo aquel que votó por él.

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¿Cuál libertad y qué orden?

Caraduras, eso es lo que son y de los más descarados. Es lo que demuestran. Desvergonzados y sinvergüenzas, es lo que debe gritárseles en la cara.

¿Cuál libertad y qué orden?
Especial para 90minutos.co

Caraduras, eso es lo que son y de los más descarados. Es lo que demuestran. Desvergonzados y sinvergüenzas, es lo que debe gritárseles en la cara.

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Caraduras, eso es lo que son y de los más descarados. Es lo que demuestran. Desvergonzados y sinvergüenzas, es lo que debe gritárseles en la cara. Su falsedad es tan o más grande que recurrir a un símbolo patrio obtuso, anacrónico y desgastado para atacar a un gobierno –que con todo y sus yerros– procura equilibrar con propuestas (mientras se supera) la marginalidad, la exclusión, la inequidad y la iniquidad históricas de una nación llevada a la pobreza y sumida en la ignorancia. Ya quisieran ser cínicos, pero no les alcanza. Su forma de pensar no es crítica sino mezquina, no es subversiva sino abusiva y totalmente revulsiva, agazapada en la defensa oculta de intereses privados. De los sistemas sociales vigentes les interesa el mantenimiento de los privilegios de quienes los tienen como simples lacayos y sostener las convenciones que van en contra de una –acaso utópica– idea de la vida en libertad, naturaleza y humanidad.

Son un puñado de politiqueros de oficio los que ponen el escudo nacional como estandarte –virtual por supuesto– de un clamoroso pedido de libertad y orden que le han negado al pueblo, no a la patria, para no utilizar otro intangible. Elsa Noguera, un alfil del cuestionado clan Char y del plutócrata Vargas Lleras y su Cambio Radical, que nada tiene de cambio y menos de radical, lanza la propuesta de recuperar para el país dos conceptos que ella y sus patrones han resquebrajado desde siempre. Baste pensar en qué autoridad moral o integridad ética puede tener una señora envuelta en escándalos de corrupción en todos los cargos que ha desempeñado y que hace ochas y panochas con el presupuesto en plena pandemia. En ese cuerpo frágil de 1,40 metros, con osteogénesis imperfecta, se esconde una perfecta y grandiosa protectora de los poderosos que hábilmente lanza esta cortina de humo que disipará el ventilador de Aída Merlano que salpica y pica a sus patrones. Y entonces la horda de borregos pobres que se creen de derecha corre a copiar y pegar el escudo para reclamarle al gobierno la ‘mano firme’ que bombardeó y mató niños, personas inocentes e incluso retrasados mentales para mostrarlos como guerrilleros muertos en combate, en la más atroz y vergonzante prueba de bajeza de gobierno alguno. No los culpo, pero tampoco los disculpo; debe decirse que en términos sociopolíticos e históricos, no han ni siquiera abierto los ojos.

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Han de ser los que cantan a pulmón herido el coro y la única estrofa del Himno Nacional que se saben –la primera– y de la que desconocen el significado de inmarcesible. De las otras diez no tienen ni idea y tampoco de términos como pérfida, abnegación, epopeya, termópilas o cíclopes, que no lo hace a uno más o menos colombiano, buena o mala persona, pero sí más o menos iletrado. Amén de ignorante de la historia del himno y de Colombia. Los símbolos patrios son intangibles que en nuestro caso apelan a la emocionalidad y la sensiblería, nada más. Recogidos eso sí del exterior, como casi todo en una nación que imita y no crea, que copia y no produce, que quiere parecerse a todo menos a sí misma. Sí, de la Revolución Francesa, que logró el paso de una monarquía absoluta a una constitucional y a la que le debemos los conceptos de derecha e izquierda, por la simpleza del acomodo en las viandas que compartían con el monarca. Tardó más de un siglo en consolidarse y aquí todavía no lo hemos logrado. Nos ufanamos de tener la democracia más estable de América Latina, pero en muchos aspectos esta es sólo un formalismo. 

De allí también sobreviene la libertad, pero no la igualdad, que aquí se cambió por orden, como una especie de mecanismo de control más que de justicia y paridad. El orden, señoras y señores que tienen el escudo en sus redes sociales, no son las Fuerzas Armadas y su control territorial o ciudadano; el orden es el equilibrio social que permite el bienestar de todos los ciudadanos producto del acceso equitativo a las posibilidades de procurarse una óptima calidad de vida. Eso es vivir sabroso. Si les acaba de dar urticaria: ¡pues de malas!  La razón, la igualdad y la libertad, son los pilares de la Ilustración, pero nuestros líderes –que también sacaron del parche a la fraternidad– sabiendo lo que podría significarles a las élites empoderar (término ya prostituido) al populacho, pusieron en el escudo sólo libertad y orden. La libertad todos sabemos es relativa y mucho más si no están dadas las condiciones. Usted es libre para salir del país, pero el listado de requisitos incluye, pasaporte, visa, dólares, tiempo y un largo etcétera, que comienza con no tener pendientes con la justicia si usted es de los de ruana.

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La pintura de la Libertad guiando al pueblo, de Eugène Delacroix, es hermosa y simbólica, pero no real en términos de significado. Pudo haber sido piedra angular de la filosofía democrática en 1830, pero hoy no pasa de ser un gran atractivo del Museo del Louvre de París. De allí copiamos los colores de la bandera, cambiando el blanco por el amarillo. La democracia es apenas el menos perverso de todos los sistemas de gobierno inventados por el hombre, cuyos fundamentos hoy son la manipulación mediática, el mercadeo electoral, las redes sociales y la inteligencia artificial o el Big Data. Son las vainas de “ese curioso abuso de la estadística”, como dijo el argentino universal Jorge Luis Borges. De allá también copió Antonio Nariño Los derechos del hombre y del ciudadano, para tapar el cagadón que había cometido como tesorero de diezmos del arzobispado, regidor y alcalde mayor provincial: utilizó los dineros públicos para beneficio personal y se convirtió en el mayor exportador de quina, café y té de la capital neogranadina. La maña es vieja y no sólo se ha generalizado, sino pulido.

Al escudo poco le queda y muy poco nos representa. El cóndor, rey de los carroñeros, líder de los gallinazos y a punto de la extinción, lo encabeza. Sostiene con su pico córneo una corona de laurel y la cintilla de Libertad y Orden. Estados Unidos tiene al águila: visión aguda, gran altura, rapidez, envergadura y efectividad. Dos cornucopias de la abundancia: una con oro, que los extranjeros explotan hace más de 530 años y que ninguna riqueza refleja en los territorios. La otra, llena con los frutos del pródigo suelo, que tampoco han garantizado seguridad alimentaria para todos. Al centro de las mismas, una granada, no de fragmentación, sino fruto tipo exportación. Abajo, engarzado en una asta, el gorro frigio que representó a las clases más pobres a finales del siglo XVII, después a los ideales citados y que hoy ningún pobre se pone. Y al final, los dos océanos y la Panamá que ya no nos pertenece porque la vendieron en 1903 en 25 mil dólares.

¡Qué vergüenza con ese escudo, quítelo pues y póngase a estudiar historia política de Colombia a ver si la logramos cambiar y no la repetimos como condenados a otros Cien años de soledad!

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La anticorrupción no es un eslogan

Lastimosamente no serán los entes de control quienes pongan fin a este tipo de insuficiencia e inmoralidad administrativa debido a que la anticorrupción no es solo un discurso, una idea o una vaga narrativa escrita en un póster o recitada en un micrófono.

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Lastimosamente no serán los entes de control quienes pongan fin a este tipo de insuficiencia e inmoralidad administrativa debido a que la anticorrupción no es solo un discurso, una idea o una vaga narrativa escrita en un póster o recitada en un micrófono.

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Por: Ana Erazo Ruiz, Concejala de Santiago de Cali

La anticorrupción en época de campaña parece más un eslogan para vender un producto en un supermercado que el compromiso real de cara a la ciudadanía. Quienes desde el Concejo tenemos una responsabilidad política con la ciudad comprendemos que el control político es nuestra obligación. A partir del debate que dinamizamos durante esta semana sobre el empréstito aprobado en el año 2020 por la suma de 650 mil millones de pesos hoy podemos decirle a las y los caleños que la deuda que tenemos como ciudad por los empréstitos de Armitage y Ospina asciende a más de 1.85 billones de pesos al cierre del 2023, asimismo que, debemos lograr que el Concejo de Cali cuente con una bancada liderada por mujeres y hombres preocupados por desempeñar sus funciones de control político con determinación y sin vacilación alguna.

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Nuestro debate dejó en evidencia los altos niveles de deuda y la paupérrima ejecución de obras y proyectos que hoy soporta la ciudad, es por esta razón que han surgido diferentes voces, muchas provenientes de quienes hicieron parte del gobierno de Armitage -responsable de la aprobación de un empréstito de iguales proporciones entre 2016 y 2019, que pretenden desligarse de la responsabilidad política por el endeudamiento que hoy debería ser motivo de preocupación de quien pretenda ocupar el tercer piso del CAM.

Desde discursos del desarrollo que se reducen a la promoción, diseño y construcción de proyectos nos vendieron los empréstitos que hoy tienen condenada a Cali a una deuda de más de 1 billón de pesos sin que se evidencien mejoras, medidas o acciones que impacten positivamente la vida de los y las caleñas. Olvidan y no les importa la crisis social, económica y de informalidad en la que quedó una de las capitales con mayor informalidad del país debido a las medidas restrictivas derivadas de la pandemia. El hambre nunca fue la preocupación de esta administración ni de las pasadas que se enfocaron en el diseño de proyectos que, conforme las evidencias y la experiencia, pareciera se quedarán en sueños de desarrollo en una Cali abandonada y olvidada. De ahí que sea nuestro deber analizar qué pasó con los 14 proyectos estratégicos iniciales, qué será lo que realmente le quedará a Cali y cuál es el papel que jugará cada uno de los y las candidatas ante este opaco escenario de deuda e ineptitud. 

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Los hallazgos que expusimos esta semana son escandalosos: La mayoría de los proyectos financiados con recursos del empréstito tienen un 70% del presupuesto comprometido, apenas se ha desembolsado el 24% del recurso, y, con respecto a los avances físicos, en la mayoría de las obras y proyectos solo se han logrado avances que se ubican por debajo del 10%. Un total desgreño, engaño y despropósito. Para concluir, debo extender un llamado a la ciudadanía caleña: Lastimosamente no serán los entes de control quienes pongan fin a este tipo de insuficiencia e inmoralidad administrativa debido a que la anticorrupción no es solo un discurso, una idea o una vaga narrativa escrita en un póster o recitada en un micrófono.

Esta ciudad no se merece ser un experimento más. Se merece escenarios de transparencia donde se conciba la contratación desde la administración pública, a diferencia de la mayoría de los anteriores gobiernos, con vocación pública centrada en la atención de las problemáticas de la sociedad caleña, en la recuperación de la ciudad para todos y todas y no en la distribución de los recursos con fines económicos y políticos de carácter particular.

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