2023 es un año clave para Santiago de Cali. Es en este año que el gobierno del cambio del Presidente Gustavo Petro iniciará la ejecución de su Plan Nacional de Desarrollo (PND) que será la hoja de ruta de este cuatrienio, también será el momento para que se elija un nuevo alcalde para nuestra ciudad que tendrá el gran reto de poner a Cali en lugar de importancia regional y nacional que se merece así como de trabajar en sintonía con este Plan Nacional de Desarrollo que sin duda tiene para nuestra ciudad la oportunidad de ser reconocida como foco de crecimiento y direccionamiento de la región pacífica.
El nuevo PND pone a las Corporaciones Autónomas Regionales a trabajar alrededor del agua. Estas entidades que manejan 1,3 billones de pesos anuales se han venido convirtiendo en fortines políticos como ocurre hoy en la actual CVC que se convirtió en una entidad poco ágil que no pudo tomar el liderazgo para enfrentar una situación ambiental en Cali -y el Valle del Cauca- que cada vez se hace más grave y difícil de mitigar. Quien llegue al CAM en enero de 2024 debe poner los puntos claros y articular desde el DAGMA con la CVC, el Ministerio de Medio Ambiente, el Ministerio de Minas y demás autoridades competentes para que la acción frente al estado de los ríos de Cali sea frontal, decidida, sin vacilaciones y eficaz.
Del mismo modo, la nueva alcaldesa deberá lograr que dentro del liderazgo para la transición energética del país se involucre activamente a EMCALI con tecnología, innovación y capacidad de generación de energías limpias. EMCALI deberá liderar esta iniciativa aprovechando su posicionamiento en el sur occidente del país siempre que se haga a través de buenos manejos y negocios que beneficien a la ciudad en términos económicos y no como ocurre actualmente que en casi cada negocio que decide emprender la empresa de las y los caleños hay manos oscuras que han venido robando y amañando las licitaciones para terminar beneficiando casas politiqueras y electorales. Es el momento de que EMCALI dé un vuelco que le permita recuperación reputacional y crecimiento regional.
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Por otro lado, volviendo al PND, el establecimiento del giro directo a través del ADRES a hospitales, clínicas e IPS no acabaría con el sistema de salud como hoy conocemos, por el contrario, Cali por ser la ciudad con mejor cluster médico del país se verá beneficiada de esta medida, pues, las EPS como intermediarias no seguirán amarrando los recursos públicos que manejan sino que llegará el dinero directamente a las entidades que facilitan la prestación de los servicios permitiendo menor intermediación y mayor eficiencia en la prestación. Es deber del próximo alcalde lograr acomodar la institucionalidad en función de la reforma, es decir, poner al servicio de la ciudadanía los diferentes prestadores de salud públicos con miras a fortalecer el ejercicio de prevención. Asimismo, deberá trabajar de la mano del Ministerio de Salud y privados dentro del sistema para que los corregimientos de Cali eternamente olvidados y excluidos sean dotados de Gestoras de Salud y Vida que lleven derecho a la salud hasta el último rincón de nuestro distrito.
Finalmente hay tres proyectos que requieren del trabajo conjunto entre la administración local y las bancadas parlamentarias. La Agencia Nacional de Tierras ya cuenta con las competencias para iniciar la compra de tierras en el país y es aquí donde los 15 corregimientos de Cali deben jugar un papel importante. Es bien sabido el nivel de concentración de terrenos y tierras en la zona rural de Cali , pues bien, la aplicación de la reforma agraria en nuestra ciudad deberá tener como objeto la búsqueda de autonomía de los campesinos y/o productores que le genere valor a la ciudad y región por medio del desarrollo de estrategias de soberanía alimentaria. El segundo y tercer proyecto son el tren de cercanías y la ampliación de la avenida cañasgordas, ambos proyectos deben avanzar en concordancia con la Gobernación del Valle; sin embargo, el alcalde de la ciudad debe liderar una importante gestión para que los recursos de la nación liberando a Cali de las presiones externas que buscan que la ciudad continúe con el sistema de transporte y la movilidad reducida y paquidérmica de los años 60’s.
Este año es un año definitivo para Cali, votaremos para decidir si le apostamos a un nuevo modelo de ciudad que no responda a la exclusión de un grupo de sus habitantes. Votamos para transformar una ciudad que desde 2002 estuvo rezagada de los grandes proyectos e inversiones por la “medellinización” y “barranquillización” de los gobiernos de ultraderecha que dejaron en abandono en términos de inversión a nuestra ciudad y la convirtieron en la ciudad pasiva, lenta en su crecimiento. Es momento de que esa rebeldía que demostró nuestra ciudad empiece a caminar con mejor inversión y priorización en proyectos, Cali se la jugó y Cali lo merece.
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