“La ciudad de la que se habla tiene mucho de lo que se necesita para existir, mientras que la ciudad que existe en su lugar existe menos”
Ítalo Calvino.
Como arquitecto y docente universitario frecuentemente me preguntan qué es una ciudad. La respuesta más general a esta pregunta es la ofrecida por el teórico del urbanismo estadounidense, Lewis Mumford, quien afirmó que la ciudad, junto con el lenguaje, son las dos más grandes creaciones de la humanidad. El arquitecto y profesor de la universidad Nacional, Fernando Viviescas, indica que las ciudades son el resultado más tangible de la historia y refugio de la ciudadanía. Mi maestro Otto Vallderuten afirmaba que la ciudad es el resultado del conjunto del esfuerzo social para la transformación del espacio.
Y así para Jane Jacobs, la urbanista norteamericana, la ciudad está viva si sostiene y organiza adecuadamente sus actividades, si no podría llegar su declive. Para Saskia Sassen, la filósofa y politóloga holandesa, las ciudades son símbolo de los sistemas socio económicos en los cuales se desarrollan, tal como sucede con la ciudad global en la actualidad.
En todas las definiciones se entiende que la ciudad es un proceso de producción de una sociedad que se localiza en un espacio identificado por sus fundadores, y lo transforma y habita durante un tiempo determinado. Proceso que bien puede durar desde 1 hasta 7.000 años, según se dice de la ciudad más antigua, Byblos en el Líbano. Un proceso de producción que puede tener altibajos, por ser dinámico, cambiante y sometido a diversos factores durante su existencia.
¿Qué es Cali entonces? Santiago de Cali es una sociedad urbana, en un país en vías de desarrollo, que cuenta hoy con aproximadamente tres millones de personas, transformando una porción de un valle geográfico interandino y las laderas adyacentes, en la parte media de la cuenca de un río de mediano caudal y seis de sus afluentes, a 1.018 msnm y que alcanza la edad oficial de 487 años en producción.
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Cali es el encuentro entre una sociedad pluriétnica, diversa y multicultural, con una naturaleza exuberante y un tránsito por diversos modos de producción económica y espacial que van desde la conquista y la expoliación de los recursos naturales, la colonización y la entronización de poderes feudales, la modernización de algunos procesos productivos, algo de industrialización, la consolidación de un monocultivo, y de unos poderes económicos y políticos que han definido el modelo de crecimiento urbanístico; algunas aglomeraciones productivas diversificadas y poco encadenadas, actividades comerciales y de servicios de orden formal, desarrollos urbanísticos y arquitectónicos destacados, la celebración de algunos eventos importantes, concentración de población migrante nacional y extranjera, proliferación de manifestaciones culturales de diverso tipo, centro de actividades económicas legales e ilegales, incremento de la informalidad, rasgos de identidad definidos, logros en materia de cultura ciudadana y producto interno destacado en el orden nacional. En los últimos tiempos, confusión en materia de planeación, pérdida de autoridad, desgobierno y desasosiego.
Todo ello en casi cinco siglos, de los cuales los últimos tres se erigió como cruce de caminos del Virreinato de la Nueva Granada, punto de referencia del embarcadero portuario de Buenaventura y posteriormente como provincia con relativa importancia en el ordenamiento territorial nacional; luego como capital del departamento del Valle del Cauca, sede principal del Ferrocarril del Pacífico, centro de acopio y comercialización de mercancías de exportación e importación, centro financiero, sede de instituciones públicas importantes, centro de producción artesanal y residencial de empresarios, trabajadores y funcionarios públicos. Polo de atracción turística, lugar para el ocio, municipio destacado en la nomenclatura nacional, área metropolitana de facto y, más recientemente, Distrito especial, deportivo, cultural, turístico, empresarial y de servicios.
La historia muestra que el proceso de crecimiento y desarrollo de Cali se debe al esfuerzo de cientos de miles de ciudadanos que por aquí pasaron, y quienes mayoritariamente nos quedamos para aportar los sueños y alegrías; las ideas y recursos, el sudor y dolor con que se construye territorio. Pero el esfuerzo de todos no necesariamente ha sido orientado en beneficio del conjunto de la sociedad, como quiera que somos parte de un sistema que concentra la riqueza y socializa las pérdidas. El gobierno de la ciudad no escapa a esta realidad, pues sus actuaciones no siempre están orientadas en cumplimiento de los fines esenciales del Estado. Los gobernantes no han representado necesariamente el interés general.
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Aunque bastante confuso, el tiempo que vivimos es muy interesante, pues cuando las sociedades y sus ciudades están en crisis es momento de volver a los principios. Tenemos hoy una oportunidad histórica. Pero es necesario revisar lo que estamos haciendo mal; reconciliarnos, ajustar nuestro modelo de desarrollo, tomar correctivos en materia de finanzas públicas, incentivar la producción de riqueza, reindustrializar de manera limpia, incrementar la eficiencia administrativa, recuperar autoridad, motivar a la juventud, cuidar los niños y adultos mayores, incluir a los vulnerables, producir mejor el espacio y redistribuir beneficios.
Nosotros creamos la ciudad y podemos cambiarla. Pero nadie puede hacerlo sólo; hagámoslo entre todos. Al final, la ciudad se parece a la sociedad que la construye. Estoy dispuesto a sumarme al cambio.
Nota:
El Colectivo urbano regional es un espacio para la creatividad y la democracia, de origen académico y con trabajo social y político. Estamos dispuestos a conversar con toda la ciudadanía interesada, sobre las CINCO ESTRATEGIAS PARA EL BUEN GOBIERNO DE SANTIAGO DE CALI. Por favor escríbenos al colectivourbanoregional@gmail.com.
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