La semana anterior, tuvimos la posibilidad de sentarnos alrededor de una mesa de trabajo con delegados de la denominada zona de expansión de Cali, ese nuevo sur que constituyen las urbanizaciones construidas en los planes parciales de Bochalema, Ciudad Meléndez, Ciudad Pacífica y de la que hace parte sectores como la Parcelación Andalucía y los nuevos proyectos de Vivero y Cachipay. En ese polígono se concentra la mayor expansión inmobiliaria de Cali, donde se consigue oferta de vivienda de buena calidad a un relativo menor precio que en otros sectores de la ciudad.
Sin embargo, es una zona muy abandonada por el Estado a nivel local. A los problemas de movilidad, se suma una creciente preocupación por la inseguridad y al hecho de que ninguno de estos planes parciales se encuentran incorporados jurídicamente a la zona urbana de Cali. No pertenecen a ninguna comuna e, incluso, reciben tratamiento de corregimiento cuando su vocación es claramente urbana y no rural. A pesar de los llamados, ni la Administración ni el Concejo han acogido la petición de sus habitantes. Incluso, se les ha dicho que esperen a que se perfeccione la figura del Distrito Especial, algo inaceptable si se considera que eso implicaría estar en ese limbo por los menos por cuatro años más.
Los habitantes de la zona de expansión tienen una reivindicación que podemos encontrar muy razonable y es que estos planes parciales que la conforman sean anexados a las comunas 17 y 22 en un régimen de transición del modelo municipal al distrital. Esto permitiría que los habitantes de Bochalema, Ciudad Meléndez, Ciudad Pacífica y de los demás proyectos habitacionales del sector reciban el mismo tratamiento que los demás barrios, sectores y urbanizaciones de la ciudad y accedan a representatividad y a presupuestos participativos. Una vez se consolide el modelo de localidades, harán parte de la que corresponda según lo que apruebe el Concejo.
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En materia de infraestructura la necesidad es también apremiante. Se deben hacer unas obras de alcantarillado y acueducto, en particular en Bochalema y Ciudad Pacífica, las cuales son fundamentales para garantizar la provisión de agua y evitar problemas de saneamiento en el sector. También debe hacerse la conexión de la Avenida Ciudad de Cali entre la carrera 122 y la carrera 109, para garantizar un flujo directo hasta la carrera 1 y ayudar a desembotellar así esta zona de la ciudad, dependiente totalmente de la vía Panamericana. Esto debe incluir andenes adecuados y banda para bicicletas conforme a la guía de bici infraestructura del Ministerio de Transporte.
Seguramente, cuando ruede el tren de cercanías en unos cinco años, podríamos asegurar que la zona de expansión será una de las más beneficiadas por la existencia de este nuevo sistema de transporte, que deberá tener un eficiente servicio de alimentación y de integración con el MIO, por ejemplo, para garantizar la absorción de la mayor demanda posible de los residentes de estos sectores.
Y un tercer punto que es fundamental para la zona de expansión es garantizar una mejor cobertura de la Policía y de los bomberos. Cali debe plantearse construir un CAI o una estación policial que cubra la creciente urbanización del sector, que depende hoy de la estación de La María y de la del Caney, a todas luces insuficiente. Así mismo, debería haber una unidad de bomberos para atender las emergencias que pueden derivarse del crecimiento urbano de la zona. Un buen punto para estos equipamientos podría ser el lote que está sobre la calle 48 a la altura del centro de reclusión de menores.
El nuevo sur tiene un gran potencial de ser un sitio de buena calidad de vida y de gran valor para Cali. Aquí quedan enunciados unos temas gruesos, pero sin duda pueden haber más y deberán ser atendidos antes de que se conviertan en problemas más complejos de resolver, como ya ha ocurrido en otras ocasiones. Allí vamos a poner toda la atención y el empeño. Con el desarrollo de ese nuevo sur, también reviviremos a Cali.
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