Por: Katherín Estacio - Periodista 90 Minutos
Cada año se emiten a la atmósfera más de 36 mil millones de toneladas de CO2 en el mundo. El principal de los gases de efecto invernadero que contribuye al cambio climático.
En Colombia son 267 millones de toneladas de carbono que se emiten cada año; un 0.6% de las emisiones mundiales.
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Entre tantas maneras que ha buscado la humanidad para compensar ese daño ambiental, se encuentran los bonos de carbono.
Apuesta del Valle del Cauca para detener el cambio climático
En el suroccidente colombiano, específicamente en el Valle del Cauca, El Consejo Comunitario de las comunidades negras de la Plata, Bahía Málaga conserva 38.000 hectáreas de bosque gracias a la venta de bonos de carbono.
Qué son los bonos de carbono
El dueño de una empresa, para compensarle al planeta la cantidad de CO2, compra un bono de carbono a una comunidad que conserva un bosque que evita que se libere CO2 a la atmósfera.
La comunidad recibe el dinero, fruto de la venta para inversión social y la conservación ambiental.
Responsables del proyecto en Colombia
En Colombia esta labor es impulsada por el programa Páramos y Bosques de Usaid y su proyecto REDD+.
Esos recursos van a las comunidades protectoras del bosque y se reinvierten en el desarrollo local mediante actividades productivas; infraestructura social y servicios sociales.
Historia de las comunidades
Don Arcesio, es un hombre que durante toda su vida fue maderero; vivía de la tala de árboles y de la comercialización de la madera.
Pero su historia dio un giro de 360 grados cuando el proyecto Biored de Usaid lo convirtió en un salvaguarda de la naturaleza.
Hoy es emprendedor, un comerciante dice, pues tiene un pequeño negocio que es su sustento y el de su familia
Sin embargo, conservar más de 1.300 especies de flora y una innumerable cantidad de fauna no es tarea fácil.
La vigilancia la realizan los salvaguardas, un grupo de aproximadamente 30 hombres y mujeres protectores de la naturaleza; quienes son los encargados de monitorear que la conservación de los bosques se mantenga.
Por medio de capacitaciones, del empoderamiento de las comunidades y de incentivos económicos se ha encontrado la fórmula perfecta para conservar este mágico territorio, con muchas especies que incluso están en peligro de extinción.
Beneficios para las comunidades
Con los recursos económicos de los bonos de carbono han construido un puesto de salud; dos muelles para sus comunidades y otras obras que deberían ser responsabilidad del estado pero que se cansaron de esperar por décadas.
Doña Jesusita es de esas mayores, como las llama la comunidad, a la que nada le ha quedado grande en la vida y con la fortaleza que mantiene intacta ha logrado cosechar varios productos; dar empleo y subsistir de una forma autosostenible.
Y como olvidarnos de las piangueras, decenas de mujeres que mantienen esa tradición y que subsisten de ella sin descuidar la conservación del medio ambiente.
El trabajo con las mujeres cada vez se fortalece más; el programa REDD+ de Usaid las empodera y las hace dueñas de sus territorios.
El consejo comunitario de la plata en Bahía Málaga, con alrededor de 180 familias, sigue apostándole a este tipo de proyectos que le permiten conservar su territorio y hacerle frente al abandono estatal.
Esto con la generación de recursos económicos propios que les ayuda a mejorar sus condiciones de vida. Un trabajo en equipo que deja como resultado 38.000 hectáreas de oxígeno, de vida, 38.000 hectáreas de los milagros de la naturaleza en ese rincóncito enorme de Bahía Málaga- Buenaventura.
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