Salsa

‘A Él’, a Oscar D´León

Corría 1981 y ya pocos recordaban a Óscar Emilio León Simoza, un reconocido taxista que una década antes andaba cruzando las avenidas de una Caracas brillosa, donde se veía el dinero que dejaban las regalías petroleras.

‘A Él’, a Oscar D´León

Corría 1981 y ya pocos recordaban a Óscar Emilio León Simoza, un reconocido taxista que una década antes andaba cruzando las avenidas de una Caracas brillosa, donde se veía el dinero que dejaban las regalías petroleras.

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Por Gerardo Quintero Tello
@gerardoensusalsa

“Ahora quiero cantarle a mi padre que está viejo
Largos años de consejos, él ha sabido brindarme
Sus manos llenas de callos reflejan tanto trabajo
Siento que es poco lo que hago con este humilde homenaje”

Corría 1981 y ya pocos recordaban a Óscar Emilio León Simoza, un reconocido taxista que una década antes andaba cruzando las avenidas de una Caracas brillosa, donde se veía el dinero que dejaban las regalías petroleras. Óscar Emilio resaltaba por su sonrisa que contagiaba a todos sus pasajeros, las buenas maneras y si estaban de suerte, ese día, mientras durara el trayecto, Óscar les interpretaría algunas canciones de moda o por qué no, algún ‘numerito’ de uno de sus grandes ídolos: el gran Benny Moré.

Pero no lo olviden, era 1981 y ese mismo hombre ya no era Óscar Emilio, ahora se llamaba simplemente Oscar D’León, el más grande artista salsero que ha dado el hermano país y sin duda uno de los dioses del olimpo salsero terrenal que aún conserva intacta su voz y su inagotable energía.

El 27 de noviembre del año pasado estuvo en Cali, fui a verlo con mi amiga Lina Jaramillo en la Carpa de la 66, me sorprendió su figura imponente, su buen estado físico, su fortaleza en tarima a pesar de sus casi ocho décadas. Con el mismo vigor que le conocí en una presentación icónica en el estadio Pascual Guerrero a mediados de los ochenta, ‘El faraón de la salsa’ tomó el micrófono, ordenó a sus músicos, hizo un par de acordes con su bajo y arrancó una descarga musical que no terminó sino una hora después.

Oscar no paró, no se sentó, no se detuvo un minuto a contemplar, a charlar, a hablar, a contar, solo hizo lo que mejor saber hacer: ‘poner a gozar a los rumba rumberos’.

Gobernó la tarima como solo saben hacerlo los más grandes artistas. Un público extasiado no sabía cómo expresarle su admiración. Mientras cantaba, Oscar bailaba ya no con la misma velocidad de antes, pero sí con el saber del veterano rumbero que sabe lo que hace.

Y tal vez, solo tal vez, mientras sus ojos se clavaban en ese público caleño que dudaba entre bailar, aplaudir o llorar, pudo haber un momento en que los recuerdos del caraqueño nacido el 11 de julio de 1943 en el popular barrio Antímano, afloraron sin reservas y se trasladaron a esos primeros años de su vida cuando su padre Justo León le ponía a escuchar los viejos acetatos del ‘Bárbaro del ritmo’, Benny Moré, también las guarachas de la Sonora Matancera y las descargas africanas de Miguelito Valdés, ‘Míster Babalú’ que sonaban a 33 revoluciones por minuto.

Y es que el viejo Justo, el albañil, ‘el arquitecto del barrio’, fue un bongosero de corazón, y aunque en la familia de Óscar había un gusto natural por la música y su mamá se daba sus mañas para la interpretación y otro tío tocaba la guitarra, fue su padre Justo el que le transmitió la herencia musical y por eso nunca ha dudado en decir que su padre y él eran como dos gotas de agua, lo más parecido que pudiera haber.

“Padre tú que has dado tanto, que yo debo agradecerte
Rendir honor a tu nombre, porque feliz quiero verte
Hombre de tantos combates para darme educación
Y siento en el corazón, que las gracias debo darte”

En 1981, cuando ‘El diablo de la salsa’ ya era un exitoso artista y atrás habían quedado las esforzadas horas manejando taxi en la calurosa Caracas, los recorridos escolares conduciendo un bus y los turnos en la fábrica de la General Motors, Óscar decide hacerle un homenaje al viejo Justo.

De seguro mientras se preparaba para grabar uno de sus primeros álbumes con la Orquesta La Crítica, nuevamente sus nostalgias se reavivaron como llamas fugitivas hasta llegar a ese momento sublime en que Óscar llora recordando a su papá.

Y es que en 1981 apenas habían transcurrido ocho años desde que las puertas de un inesperado éxito se abrieron para el caraqueño. A los 30 años, mientras conducía taxi, seguía persiguiendo un sueño esquivo que se topaba con semáforos en rojo y azarosos trancones que parecían conducirlo a otras rutas y otras tierras. En medio del sofoco de las carreras, Óscar tocaba el aro de los volantes llevando la clave, pero cuando no había pasajeros sacaba su campana y la ponía en el piso para armonizar los sonidos que provenían del radio del auto.

Pero por fin, en 1973, un junte maravilloso con el trombonista César Monje, Cheíto, Chuíto y luego Vladimir, entre otros destacados músicos, dio origen a una de las bandas venezolanas más reconocidas en el mundo salsero: La Dimensión Latina.

Por fin las trasnochadas, los esfuerzos, las decisiones inesperadas porque incluso pocos saben que la destreza del ‘Óscar de la salsa’ no era ser cantante en sus inicios. En una pequeña agrupación que integraba tocaba su famoso contrabajo y también las tumbadoras, pero la necesidad lo llevó al canto. Y todo ocurrió como suelen suceder las increíbles historias de los grandes artistas porque en el bar ‘La Distinción’ donde el pequeño conjunto hacía sus toques despidieron al cantante y Óscar, ante la inminencia de que echaran al resto de la banda, se ofreció para cantar. ‘Total para nada’, recordaría luego ‘el negrón’, porque terminaron sacándolos a todos al poco tiempo, pero como no hay  ningún hecho que no tenga una consecuencia, esto se convirtió en el gran motor para que al mes de la intempestiva salida de la cervecería, Óscar fundara la Dimensión Latina.

Toda esa fuerza, perseverancia y amor por la música que había aprendido del viejo Justo lo llevaron a crear la orquesta que tuvo de inmediato su primer gran éxito ‘Pensando en ti’, incluido en un álbum que curiosamente, ante la falta de suficientes canciones, tuvieron que compartir con El clan de Víctor.

Y fue al saxofonista y jazzista venezolano Víctor Cuica, ante la indecisión de cómo bautizar a la novel banda, al que se le ocurrió proponer como nombre ‘La Dimensión Latina’, distintivo pegajoso que recordaba al movimiento que ‘azotaba’ a Nueva York con nuestra ‘cosa latina’ y que fue aceptado por todos. Ese mismo año, Óscar tomó una ‘dimensión’ grandiosa. Fueron invitados para ser la banda principal de un crucero y al regreso ya tenían contratado toque de carnaval en Maracaibo, la gloria estaba cerca. Y mientras tanto, don Justo y doña Carmen Dionisia seguían orgullosos los pasos de su único hijo.

Y es que como dice el escritor e investigador musical César Pagano al describir a Óscar, la voz potente, brillante, de bello timbre, muy buena dicción y ritmo incomparable terminó imponiéndose en un momento en que era muy difícil entrar en un mercado salsero dominado por los puertorriqueños y ‘newyorricans’.

Dos años después,1975, se convierte en un año brutal, que consolida el grupo y que proyecta a Oscar D’León en el concierto internacional de soneros. ‘Llorarás’, un tema sacado de la galera del sombrero en los últimos instantes, se convirtió en uno de los más grandes éxitos en la historia de la salsa. Justamente con la interpretación de ese disco arrancó ‘El diablo’ su presentación en Cali de noviembre del 2022. Un clásico de la salsa que nació de la inspiración de Óscar que entró de relleno, pero que el artista no puede dejar de interpretar en ninguno de sus conciertos.

“La nieve de la experiencia, tu cabellera ha pintado
En tu rostro he notado, felicidad y complacencia
De superar la pobreza, por largo tiempo pasado
Hoy me siento muy dichoso, de ver mi madre a tu lado (bendición)”

Dotado de un sentido del oído excepcional, ‘El Faraón de la salsa’ nunca estudio música, aprendió a tocar el contrabajo escuchando a la Sonora Matancera y a la Orquesta Aragón, acompañado de los viejos acetatos de sello verde Secco que llegaban a Venezuela en dos versiones, la otra era negra con una rayita multicolor por los lados.

Oscar, con una inigualable capacidad para improvisar y componer, se hacía escuchar a través de sonidos guturales que el trombonista Cesar Monje, ‘albondiga’, llevaba al pentagrama. Fácilmente iba señalando cómo debía sonar cada instrumento y ‘albóndiga’ iba marcando la clave para que los sonidos copiaran la idea del gran artista.

Y fue así como en 1981, ya separado de la Dimensión Latina y con un reconocimiento internacional que hacía preveer el futuro de ese artista que iba a recorrer más de 150 países en los cinco continentes y que iba a llevar su contagioso espectáculo a países como Túnez, Marruecos, Rusia o Corea, decidió hacerle un homenaje a su padre, al viejo Justo, que como el mismo Óscar dice, le dejó un gran legado: su talento.

Cuando preparaban el álbum ‘Oscar D’León presenta la Crítica’ ya estaban listos varios cortes, entre ellos ‘No quiero problemas’, ‘Se me fue’, ‘Ya se peinó María’ y ‘Monta mi caballo’, entonces el artista venezolano entró al estudio de grabación y les dijo a los músicos que estaban presentes que tenía una idea.

“Pedí que sonara el piano, allí estaba el flaco Bermúdez que era mi arreglista. Yo grababa siempre con micrófono y con mi bajo, tocaba pasitico para que todos me escucharan y de un momento a otro les digo, ‘vamos a hacer los compases para hacer los versos’ y así hicimos tres cuerpos”, recuerda el artista.

Pero además de la pegajosa música, faltaba algo que marcaría la historia de esta producción: una letra que se convertiría en una de las más emotivas jamás escritas en homenaje al padre. ‘A Él’ se transformó en el himno de los papás, en la canción que saca lágrimas, en uno de los discos que inmortalizó a Óscar D’León.

Y es que lo más curioso de la historia detrás de este exitoso tema es que solo fue al final, cuando ya se iba a montar la voz, que Óscar decide que este corte, que abre el álbum, iba a ser dedicado a su padre. El artista caraqueño recuerda que salió como una centella del estudio para encerrarse a escribir la letra, ya tenía muchas ideas flotando en su cabeza y en poco tiempo estaba lista una de las composiciones más emotivas en la historia de la salsa y dedicada al padre.

“Para un hombre que trabaja (claro), tantos años sol a sol (es verdad)
No se le rinde en un día un tributo a su valor (es cierto)
Y para los que no entienden, lo que queremos decir (escuchen)
Trecientos sesenta y cinco días son para hacerlo feliz

A él (a él)
A él (ja ja ja)
A él (a él)
A él
A él (padre, padre)
A él (échame la bendición)
A él (si oyes un lamento)
A él (es por mi corazón)
A él (que llora de felicidad)
A él (que llora de felicidad, papá)
Al padre (oye, padre)
A tu papá (estoy cantando y llorando)”

Y fue, mientras hacía la grabación de ‘A Él’, que Óscar confesó que vivió uno de los momentos más conmovedores en su carrera artística. Mientras cantaba este disco que rinde homenaje “a ese hombre de tantos combates para darme educación y siento en el corazón que las gracias debo darte’ rodaron las lágrimas e hizo un esfuerzo monumental por mantenerse en clave y no perder la interpretación.

“Lloré muchísimo porque siempre quise muchísimo a mi padre, y lo adoro aunque ya no lo tengo. Hace más de 20 años que se me fue y recuerdo que lloré muchísimo mientras lo cantaba, de hecho allí se oye cuando digo ‘Al padre (oye, padre)  A tu papá (estoy cantando y llorando)… Ahora mismo se me han aguado los ojos recordando ese momento”.

Oscar hoy es un orgulloso padre de nueve hijos que le han dado varios nietos. Su legado musical ha quedado en la historia de la cultura popular musical latinoamericana. Y llegan a mí  los recuerdo cuando el año pasado tuvimos una conversación muy emotiva en la que le pregunté qué sentía cuando miraba hacia atrás y observaba ese largo camino recorrido, su respuesta, después de unos segundos de reflexión, fue contundente: “Me siento complacido, lleno de mucho orgullo y, sobre todo, alegría, he visto como lo que pude hacer ya fueran producciones o autorías, quedaron al gusto del público y eso es lo mejor que le puede pasar a un artista”.

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Noticias de Cali

Adiós a Lisímaco Paz, uno de los personajes que más influyó en la masificación de la salsa en Cali

Donde Lisímaco, en el almacén Paz Hermanos, pleno centro de la ciudad, se conseguían todas ‘las pastas’ originales que venían de Nueva York, San Juan y Caracas y que luego se convertían los grandes éxitos que tronaban en la radio y grilles de los años setenta y ochenta. Locutores y coleccionistas le rindieron homenaje.

Adiós a Lisímaco Paz, uno de los personajes que más influyó en la masificación de la salsa en Cali
Especial para 90minutos.co

Donde Lisímaco, en el almacén Paz Hermanos, pleno centro de la ciudad, se conseguían todas ‘las pastas’ originales que venían de Nueva York, San Juan y Caracas y que luego se convertían los grandes éxitos que tronaban en la radio y grilles de los años setenta y ochenta. Locutores y coleccionistas le rindieron homenaje.

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Lisímaco Paz Rodríguez, uno de los hombres más importantes en el circuito salsero de Cali, y que fue determinante en la construcción de la identidad musical de la capital del Valle; falleció en las últimas horas dejando un legado que, aunque fue silencioso, ha sido reconocido por todos los melómanos de la vieja guardia.

Asimismo, el almacén Paz Hermanos, su epicentro musical ubicado en pleno centro de la ciudad, era el espacio al que llegaban melómanos, coleccionistas, músicos, locutores. Además de todo el entramado de personas que comenzaron a construir ese imaginario de la capital mundial de la salsa.

De igual manera, donde Lisímaco se conseguían todas ‘las pastas’ originales que venían de Nueva York, San Juan y Caracas. Posteriormente se convertían en los grandes éxitos que tronaban en la radio y grilles de los años setenta y ochenta.

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“Nos levantamos con el viaje sin retorno, ‘más allá del sol’, del más legendario y controvertido facilitador musical, dj, empresario y coleccionista; quien por más de cincuenta años le vendió a Cali gran parte de los miles de discos de música antillana y salsa que hoy atesora el gran movimiento de melómanos de los barrios caleños”.

Mencionó Gary Domínguez, el ‘DJ Errante’, propietario de ‘La Casa Latina’ y creador del Encuentro de Melómanos y Coleccionistas que se realiza durante la Feria de Cali.

Igualmente, Domínguez continuó:

“Se cierra de esta manera una de las páginas de nuestra historia musical urbana más importantes, complejas y desconocidas”.

Adicionalmente, Gary recordó al “complejo y virtuoso facilitador de la melomanía, pionero de programas radiales, producción de discos artesanales de salsa hechos secretamente en Cali”.

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Por otra parte, el hombre fuerte de la otrora ‘Taberna Latina’ fue un comprador compulsivo de música en la tienda de Paz Hermanos y recordó que Lisímaco Paz; con su oído absoluto, descubría entre los surcos de las pastas selladas los temas que se convertiría en éxito en esta ciudad.

“Supo olfatear el tumbao secreto y el tiempo preciso que necesitaba la salsa caleña para sobrevivir y convertirse sin autorías personales en patrimonio … Buen viaje al maestro más controvertido y visionario de una generación de disco manos (dj) que lo supimos lidiar...y aprovecharlo con todas sus intensidades”.

Fue el homenaje que dejó el ‘DJ Errante’.

Más mensajes de despedida para uno de los pioneros de la Salsa en Cali

Óscar Jaime Cardozo, otro destacado melómano propietario de Museo Planeta Salsa recordó al creador de una de las más antiguas tiendas de discos en Cali. Ahí en la calle 11 entre 8ª y 9ª, Paz Hermanos y también de la discoteca ‘Midnightsun’.

“Una tienda que solo sucumbió ante la partida de su esposa, su amada Mona, su compañera de fórmula y guerrera de la música, como él. Hoy te has reunido con ella, allá en cielo donde nunca volverán a separarse más. Dios te tenga en su santa gloria... Buen viaje mi hermano”.

Enfatizó Cardozo.

Por otra parte, el coleccionista Jorge Eduardo Riveros, recordó a Lisímaco Paz como el hombre con el que se podían conseguir los últimos hits de música bailable y patrocinador del programa que lo hizo conocer en Cali. ¡Salsa, ritmo y sabor! Animado por Julio D. La Rosa y luego por Edgar Hernán Arce y Juan Carlos Izquierdo.

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Y precisamente ‘El monumental’ Edgar Hernán Arce, destacado locutor de la mejor época salsera, no dudó en catalogar a Lisímaco; como el personaje que más influyó en la masificación de la salsa en Cali:

“Tuvo la brillante idea de realizar un programa en Radio El Sol de Todelar, con el visto bueno del Benny Tobón. Como su apellido era Paz escogió como cortina y presentación de su programa el tema ‘Paz’, de la Orquesta Flamboyán”.

Arce también recordó que el locutor inicial del programa radial fue el costeño Julio De la Rosa, quien incluyó en las trasmisiones toda la jerga utilizada por los narradores de béisbol. Poco después el propio Edgar Hernán y Juan Carlos Izquierdo se turnaron para locutar el programa que ya encendía las pasiones salseras de los caleños desde las 6:30 p.m.

Incluso, Edgar Hernán Arce hizo acopio de su detallada memoria para recordar cómo ¡Salsa, ritmo y sabor! Logró ser el segundo programa más escuchado en la ciudad, después de ‘Mirador en el aire’, que dirigía el cubano José Pardo Llada.

Y es que no era poco mérito pues en aquella época, cuando la radio era la reina de los medios de comunicación, competía con destacados programas como ‘La voz del prójimo’, del padre Hurtado Galviz. La Gaceta Deportiva, de Fernando Franco García y hasta ‘La ley contra el hampa’.

“En su local de la Calle 11 No. 8-72 conocí todos los propietarios de discotecas, grilles que se inauguraron a montón en esa década de los setenta incluidos los Juegos Panamericanos. Realicé una entrevista con Daniel Santos, en el Hotel Intercontinental, cuando todavía no se había inaugurado oficialmente. De modo pues que por muchas cosas más Lisímaco para mí fue gestor importantísimo en el desarrollo de eso que se llama ‘Capital mundial de la salsa’. Por encima lejos de muchos que ahora son los inventores de ese fenómeno musical. Lisímaco y como dice la letra de tu canción favorita: ‘Paz, no quiero guerra, queremos paz’.

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Salsa

Willy García, un artista ‘a prueba de fuego’ que celebra 30 años de trayectoria artística

En la memoria de los salseros retumban aquellas melodías como ‘Escombros’, ‘Gotas de Lluvia’, ‘Etnia’, ‘Eres’, entre otros múltiples éxitos que lo llevaron, junto con su afinada voz, a recorrer gran parte de Europa y América. Ha realizado conciertos en Bogotá, Medellín y ahora prepara el de este sábado 27 en Cali.

Willy García, un artista ‘a prueba de fuego’ que celebra 30 años de trayectoria artística
Tomada de redes sociales

En la memoria de los salseros retumban aquellas melodías como ‘Escombros’, ‘Gotas de Lluvia’, ‘Etnia’, ‘Eres’, entre otros múltiples éxitos que lo llevaron, junto con su afinada voz, a recorrer gran parte de Europa y América. Ha realizado conciertos en Bogotá, Medellín y ahora prepara el de este sábado 27 en Cali.

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Tres décadas de vida artística se dicen fácilmente, pero detrás de ello hay una senda de lucha, amor por la música y, por supuesto, demasiado talento.

Esta es la historia de Willy García, 30 años de sentimiento y sabor, de melodías que escucharán a continuación… Una historia que quizás comenzó con Escombros y la Suprema Corte, por esos años comenzamos a escuchar a un inquieto chico que tenía mucho talento, y que no solo cantaba sino que también tenía una gran facilidad para la composición, algo genético, tal vez, porque su abuela era una experta repentista, igual que tíos, primos, se les daba fácil aquello de crear canciones.

Y fue allá en Buenaventura, su tierra natal, donde comenzó esta historia que en la actualidad lo reconoce como una de las voces salseras más importantes de Colombia, con una proyección internacional potente y respetada.

“Haber nacido donde nací siempre lo he considerado como un premio. Haber nacido  en la familia que nací es otro privilegio y yo nací en una familia musical, mi abuelita cantaba muy bonito, también mis tíos. Hay un tío que es escritor también, entonces si tu ves todos hablan del arte, la música, la composición y todo esto siempre ha estado muy cerca. Efectivamente me crie con ganas de hacer lo que veía y escuchaba, yo veía mi gente feliz, entonces pues a pesar de todas las necesidades, tuve una niñez feliz”.

Afirma Willy.

Como el artista integral que es, nunca ha dejado de ser sencillo, humilde, tranquilo y, sobre todo, agradecido con quienes le dieron las primeras herramientas para defenderse en una vida artística que apenas imaginaba en su tierra natal.

“Escuchaba cantar a mis tíos y yo quería ser cantante. Veía a otro de mis tíos escribir y yo quería escribir, pero las que siempre impulsaron mi vida musical fueron mi mamá y mi abuela. Ellas fueron como como ese motor para que yo creyera en mis sueños y creyera en que era posible lograr lo que he logrado hasta el momento”,

me dice este gran talento vallecaucano que justamente este 27 de abril celebrará con un gran concierto estos 30 años de vida musical. 

Los siempre difíciles primeros años

Y lo que son los caminos de la vida, en medio de la nostalgia y el paso y peso de los años, Willy aún recuerda esa noche en que estuvo a punto de embarcarse con destino a los ‘yores’. Eran los tiempos en que los ‘norteños’, como se les llamaba a los polizones que salían de Buenaventura a Estados Unidos o Canadá, eran los reyes del puerto. Cuando lograban ‘coronar’ su aventura en alta mar, llegaban las historias —muchas de ellas exageradas— de una vida de lujos y excesos. En aquellos años ochenta eso impresionaba a los jóvenes y Willy no era la excepción. Una noche, mientras se preparaba para una nueva salida musical con la orquesta La Combinación, le llegó el mensaje de que todo estaba listo para embarcarse apenas terminaran.

“Al final, los consejos de mi abuela, de la familia, pudieron más. Yo tenía otra oportunidad y era la música”

Así recuerda Willly García, más de tres décadas después, este episodio que marcó la vida de uno de los artistas más importantes de la historia del Valle del Cauca. Willy, quien paseó con éxito su música por la Suprema Corte, el Grupo Niche y Son de Cali, sigue ahora una senda como solista en la que continúa ‘pegando’ un éxito tras otro. 

En la memoria de los salseros retumban aquellas melodías como ‘Escombros’, ‘Gotas de Lluvia’, ‘Etnia’, ‘Eres’, ‘La magia de tus besos’, ‘A prueba de fuego’, ‘Y entonces’, ‘Te amo’, ‘Amanecí con ganas de ti’, entre otros múltiples éxitos que lo llevaron, junto con su afinada voz, a recorrer gran parte de Europa y América. Pero siempre, en ese corazón lleno de melodía, su Buenaventura del alma siguió latiendo a ritmo de bongoes y tumbadoras. Por eso aquel recuerdo, que pocas veces ha revelado, le sirve para hacer ver que lo que necesita la gente de su ciudad son oportunidades.

Gotas de lluvia, no es el rocío
Lágrimas que vienen del corazón
Gotas de lluvia, no es el rocío
Lágrimas que brotan por que ya no hay amor

Pudiste haberme dicho que no
Que no sentías nada por mí
Que lo nuestro nunca fue algo especial
La vida cambia y todo tiene final
Una aventura fue para ti
Y fácilmente yo en tus redes caí
Un trago amargo que de ti recibí
Ahora no sé, no sé qué será de mí

‘Escombros’, con la Suprema Corte; ‘Gotas de lluvia’, con el Grupo Niche y ‘Te amo’, son temas imposibles de ser obviados para Willy en cualquier concierto. De hecho, este último, ‘Te amo’, tiene una particularidad que toca la fibra del cantautor y es que se trató de la primera canción que sonó en el proyecto Son de Cali y, además, porque se la escribió a su hija mayor y luego la cantó con ‘Lala’, su pequeña hija. “Esas son canciones referentes que han marcado momentos mágicos y es inevitable hablar de ellas”.

‘Gotas de Lluvia’ fue la canción que sin duda lo catapultó. El cantante recordó ese paso por uno de los grupos de salsa más exitosos en este género, cuando tuvo la oportunidad de mostrar su talento en el Grupo Niche.

"Me dijo el maestro Jairo Varela que le pusiera una boquilla porque el tema lo iba a cantar Charly. Entonces yo cogí la hoja, me metí al estudio y arranqué a cantar 'Gotas de lluvia, no es el rocío, lágrimas que vienen del corazón'. Dejé la guía y arranque para mi casa".

Enseguida cuando Willy llegó a la casa, inmediatamente lo llamaron para que regresara al estudio. "La sorpresa es que yo llego allá y estaba lleno de gente. Apenas entré a la cabina, el maestro dice les presento el nuevo cantante del Grupo Niche".

Este momento tuvo demasiado significado en la vida de Willy con la oportunidad de demostrar su voz y aprender junto a Jairo Varela.

“Defender un país con mis principios, con mis ideales
Defender una tierra, no sé si ajena valga la pena
Que aprendí a querer por que terminar como yo entre cadenas
Y un canto de amor acaba en llanto, en tanto, tanto llanto

Aprender a vivir entre el odio xenófobo grosero
Eso dio pie para sacar pecho de mi origen pueblero
¿De qué valió poner en alto, en lo más alto mi bandera altanera
Si el premio que recibo, sin motivo, es una larga condena?”

Uno de los temas que más tocó la fibra de Willy cuando estuvo con el maestro Jairo Varela fue precisamente ‘A prueba de fuego’, la inmensa tonada, composición de Jairo Varela, que se convirtió en un hito de la lucha que emprendía el maestro chocoano desde la cárcel. La voz de Willy se quiebra al recordar aquel momento, pero también se le infla el pecho de orgullo al saber que su voz quedó inmotalizada para siempre en este tema que incluso muchos melómanos consideran como el más emotivo que escribió Varela. 

“Recuerdo que con José Aguirre nos tocaba ir al lugar de reclusión del maestro Jairo Varela, suena extraño escuchar eso, pero es la verdad. Allá escuchábamos las canciones que tenía para los proyectos y en ese momento estábamos pendientes del álbum ‘A prueba de fuego’. Recuerdo que el maestro Jairo empezó con un disco que se llamaba La cárcel, esa primera versión la grabé yo. Y entonces cuando él empezó a cantarnos la canción estaba buscando un coro y nos dice, “que suene algo como ‘sáquenme de aquí, sáquenme de aquí”. Ese fue un momento difícil y muy duro porque el maestro entendió que el desespero comenzaba a notársele”.

Pero luego llegó el momento clave de esta historia pues después de ‘La cárcel’, García y Aguirre comenzaron a escuchar a Varela con ‘A prueba de fuego’ y rápidamente se dieron cuenta de que era una letra muy poderosa en la que el destacado compositor chocoano plasmaba toda su inconformidad, tristeza, amargura y desazón por lo que estaba padeciendo en la cárcel. 

“Pasar de una canción y luego escucharlo con ‘A prueba de fuego’ pues fue muy complejo. Cuando se pregunta en su letra de qué valió poner en alto mi bandera altanera, si el premio que recibo es una larga condena”, guaaau, eso es muy bueno. O fíjate en los soneos, cuando él empieza a decir a decir ‘sumo y resto y no he ganao, y a la cárcel me han mandado con testigos preparaos’, y empiezo a sentir esa impotencia del maestro. Además, fíjate en los soneos cortos, yo allí comencé a meterme en ese papel, él me iba cambiando cosas, pero siempre me permitía participar y allí pues yo improviso y meto lo mío, hicimos cosas bonitas como esas. Haber hecho parte de esta producción fue algo maravilloso, haberla liderado pues canté ocho de las diez canciones, fue un momento entre triste y mágico porque no es lo mismo narrar que vivirlo y el maestro Varela lo estaba padeciendo. Al final se logró un gran producto y el maestro Jairo Varela siempre mostró su genialidad”,

recuerda Willy.

Su experiencia con un ‘caballo’ salsero

También llegan otros recuerdos más cercanos como cuando Willy, un poco después de la pandemia, siguió produciendo música y se acercó al maestro puertorriqueño Gilberto Santa Rosa. Lo veo y no lo creo’  contó en la producción de Isidro Infante y Óscar Iván Lozano, con la grabación de los instrumentos en Colombia y de las voces en Puerto Rico. Desde hace tres años el excantante del Grupo Niche había hablado con el 'Caballero de la salsa' en diferentes presentaciones y fue hasta el 2020 que Willy escribió la letra para presentársela a Gilberto. “Cuando lo llamé me atendió con mucha amabilidad. Le propuse este proyecto y me dijo: ‘si estás tú y está Isidro, el producto debe ser bueno’"; recuerda con entusiasmo el cantante bonaverense al saber que estaría con un grande de este género.

Así, Willy viajó a Puerto Rico para grabar la canción. "Yan Collazo me recibió en el aeropuerto. Luego fuimos al estudio con el maestro Isidro y al llegar al estudio tuve mucha felicidad al estar y grabar con el maestro Gilberto. Fue un sueño cumplido porque logramos una química perfecta musicalmente y aprendí de un grande".

Al hablar de esa composición, Willy solo recordó que al final “las canciones llegan así en algún momento. Un día me levanté y tenía todo el tiempo en la mente ese coro 'lo veo y no lo creo'. Entonces empecé a escribir y argumentar con una historia. Quise darle un toque romántico y un poco de golpe. Me gustó mucho, el resultado fue el mejor”.

Esa fusión de talentos tiene una explicación, Willy dice que la salsa en Colombia tiene un toque de folclor y de cumbia, “entonces con la salsa puertorriqueña se tuvo un plus al ser una canción bacana y bailable”.

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Orgullo de Buenaventura

Este cantante, que se siente orgulloso de tener esencia de pueblo y está comprometido con su tierra, no niega sus raíces, recuerda con nostalgia a su abuela Hilma y, cada vez que puede, se da una escapada a su ‘bello puerto del mar’.

“A mí me duele Buenaventura y quiero aportar mi grano de arena para ayudar a tanto muchacho con talento que se pierde en medio de la falta de oportunidades”

Y fue así como en forma silenciosa Willy creó Tengo Fe, una pequeña fundación que tiene como propósito descubrir la calidad artística de chicos de Buenaventura, apadrinándolos en sus sueños de llegar a las grandes ligas de la música. Pero no solo eso, Willy también sabe que es la oportunidad para arrebatar de la violencia a muchos de estos pequeños. “Las posibilidades de que los chicos cojan un camino negativo están hoy más a la mano. Lo que visualizo es que los jóvenes que tienen diferentes opciones, por lo menos, se detienen a pensar un poco más. Es que sin oportunidades es muy difícil”, dice el artista ganador de múltiples premios por ‘Así se Baila en Cali’ y ‘Vos me debés’, dos de sus interpretaciones que fueron proclamados Disco de la Feria de Cali.

Willy se crió en el barrio Lleras, un barrio de  aquellos complejos de ‘Tura’, donde abundan las necesidades.

“El símbolo de todo esto es poder regresar al barrio hoy en mi madurez y tratar de ayudar a los que más pueda. Los voy a ayudar con música, quiero abrir de manera independiente y de corazón una oportunidad para que estos muchachos la puedan aprovechar”.

Y recordando su dilema cuando tenía 16 años, Willy se apresura a decir que “si hay oportunidades, es posible que tengamos que hacer menos correcciones a los más jóvenes. ¿Cuántos futbolistas, cuántos cantantes se han perdido porque no tuvieron una alternativa? Para mí Buenaventura necesita eso, más atención”.

Ahora Willy se concentra en su encuentro del sábado 27 de abril. “Esto es más que un concierto”, dice con plena seguridad. Y vaya que lo es porque lo cierto es que se trata también de un performance, de un acto casi teatral y musical donde Willy se reúne con sus amigos de antaño y rinde homenaje a músicos de La Suprema Corte, del Grupo Niche, a su gran amigo Javier Vásquez, con quien integró el recordado dúo de Son de Cali.

“Voy a llevarlos a un viaje, desde el presente hacia el pasado, vamos a tratar de que el público viva una noche mágica, de una historia contada y cantada”.

Cuatro temas claves para bailar con Willy García

'Escombros'
'Gotas de lluvia'
'Te amo'
'Amanecí con ganas de ti'

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'A prueba de fuego': Willy García cuenta la historia de la canción que nació entre rejas

Esta fue una pieza musical que capturó la esencia y el sentir de Jairo Varela en un momento particularmente difícil de su vida. Aquí le contamos cómo surgió.

'A prueba de fuego': Willy García cuenta la historia de la canción que nació entre rejas
Prensa Willy García - Especial para 90minutos.co

Esta fue una pieza musical que capturó la esencia y el sentir de Jairo Varela en un momento particularmente difícil de su vida. Aquí le contamos cómo surgió.

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En una entrevista con 90 Minutos, Willy García, reconocido músico y exintegrante de las orquestas Suprema Corte y Grupo Nichey compartió detalles detrás de la creación de la canción "A prueba de fuego".

Esta fue una pieza musical que capturó la esencia y el sentir de Jairo Varela en un momento particularmente difícil de su vida.

García relata cómo, junto al maestro José Aguirre, visitaban a Varela en su lugar de reclusión para discutir y escuchar las nuevas canciones que él tenía preparadas para futuros proyectos.

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"Creo que fue la primera versión que grabamos en la cárcel, él nos contó la canción (...) fue un momento difícil porque estábamos Jose Aguirre y yo, y al maestro se le entendía, su desespero, se notaba su ansiedad".

Expresó García.

Sobre la lucha personal de Jairo Varela

La letra, que reflejaba su lucha personal y sus pensamientos más profundos, conmovió profundamente a García y Aguirre.

"Él mostraba su inconformidad. Cuando él dice '¿De qué valió poner en alto, en lo más alto mi bandera altanera Si el premio que recibo, sin motivo, es una larga condena?', muy fuerte".

Manifestó.

A medida que trabajaban en la canción, García pudo sentir la impotencia de Varela, lo que hizo que su colaboración fuera aún más significativa.

"Cuando él dice 'sumo y resto y no he gana'o y a la cárcel me han manda'o con testigos prepara'os' yo empiezo a sentir la impotencia del maestro y entro a asumir el papel, 'falsa acusación, troncó mi libertad', él me ayuda cambiando cosas, pero fue como siempre lo hacíamos".

Juntos, refinaron la letra y los arreglos musicales, creando una obra que reflejaba la genialidad y la profundidad artística de Varela.

Para García, formar parte de esta producción fue un honor y un desafío. Aunque inicialmente estaba programado que interpretara la canción completa, Varela decidió cortarla un poco.

"Él me permitía que participara, tenía confianza en el trabajo y logramos hacer cosas bonitas".

Explicó García.

Sin embargo, el proceso de crear la canción fue para García un momento "entre triste y mágico", donde pudo presenciar la narración viva de Varela sobre su propia experiencia.

Al final, el trabajo conjunto entre Varela y García, con el aporte de la compañía y otros colaboradores, dio como resultado una obra que perdurará en la memoria de quienes la escuchen. "A prueba de fuego" no solo es una canción, sino un testimonio de la grandeza artística y la humanidad de Jairo Varela.

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