Opinión

Más comunicación, menos marketing de gobierno

No se puede gobernar bien sin comunicar de forma efectiva, pero no se puede gobernar solamente comunicando. De hecho, el ejercicio del gobierno exige que la comunicación sea institucional y, de alguna manera, sea una constante rendición de cuentas a los ciudadano

Más comunicación, menos marketing de gobierno
Especial para 90minutos.co

No se puede gobernar bien sin comunicar de forma efectiva, pero no se puede gobernar solamente comunicando. De hecho, el ejercicio del gobierno exige que la comunicación sea institucional y, de alguna manera, sea una constante rendición de cuentas a los ciudadano

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Las redes sociales y la hiperconectividad hacen parte hoy de la realidad de las sociedades contemporáneas y eso, por supuesto, lo saben los políticos. El caso paradigmático de cómo esto ha incidido en la política es la cuenta del expresidente Donald Trump en Twitter, desde donde agitó a sus ya exaltados seguidores y precipitó el intento de golpe aquel célebre 6 de enero de 2021, cuando miles de exaltados crónicos y paranoides se tomaron el Capitolio en Washington para desconocer la elección de Joe Biden. En Colombia no ha sido menos usual y recordamos cómo Álvaro Uribe imponía la agenda pública desde su cuenta en la red social del pajarito, muchas veces divulgando deliberadamente información falsa para mantener extasiados a sus seguidores.

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No se puede gobernar bien sin comunicar de forma efectiva, pero no se puede gobernar solamente comunicando. De hecho, el ejercicio del gobierno exige que la comunicación sea institucional y, de alguna manera, sea una constante rendición de cuentas a los ciudadanos. Sin embargo, en Colombia estamos viendo con algo de desconcierto cómo las cuentas de alcaldes como Daniel Quintero y de Jorge Iván Ospina se vuelven unas tribunas de opinión. Si se quiere ver así, parecen más empeñados en posicionar sus ideas dentro de sus seguidores que en comunicar su gestión al frente de los gobiernos locales. Recientemente también hemos visto al presidente Petro usando su cuenta en Twitter en un acto más de mercadeo y menos de comunicación institucional.

La realidad exige es que el gobierno comunique sus gestiones al frente del presupuesto público. Eso implica un diálogo, la entrega de información confiable y es un acto de transparencia. Un alcalde o un presidente no es un ser inanimado que se sustrae de las coyunturas políticas, pero su investidura institucional le impone mantener unas formas que garanticen la equidad en la entrega de la información. Cuando un gobernante se expresa, lo hace a la totalidad de los ciudadanos y no debería referirse únicamente a sus copartidarios y simpatizantes. Ver a Daniel Quintero o a Jorge Iván Ospina atacando a la prensa o desacreditando la oposición democrática es justamente un ejercicio de mercadeo político impropio de quien ostenta una investidura.

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La semana pasada el alcalde de Medellín mostraba en sus redes un evento multitudinario para la entrega de unos computadores para estudiantes del sistema educativo público. Con un hálito de ostentación y de personalismo, las publicaciones de la Alcaldía de la capital antioqueña se enfocaron en mostrar el tamaño de la convocatoria y la magnitud de un estadio lleno, además de la sonrisa orgullosa de Quintero. Parecía que lo que querían comunicar era la capacidad de convocatoria de un líder y no la ejecución de un programa financiado con recursos públicos. De hecho, no quedaba claro qué tipo de computadores eran, cuánto costaron, a qué público beneficia y si era en calidad de préstamo. Mucho mercadeo, poca comunicación.

El caso del presidente de la República parece ir por la misma vía. Replica sin mucho recato a sus adoradores y mantiene la misma línea comunicacional que traía desde su ejercicio de líder de la oposición y como candidato. De hecho, la mayoría de veces pareciera que usa su cuenta en Twitter para posicionar sus ideas y mantener cohesionadas a las bases de su movimiento y no tanto para comunicar su labor de gobierno. Más bien, parece que ha delegado en sus ministros y congresistas de su bancada la comunicación oficial, generando toda una serie de traumatismos que tienen al país agitado.

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El mercadeo, por regla general, es más un ejercicio unidireccional que pretende alinear y convencer. Me temo que, en una labor de gobernar, la clave es construir una comunicación por definición de doble vía, más asertiva que permita informar, entregar datos y abrir una conversación. Conversar con el ciudadano y responder a sus inquietudes y no tanto mantenerlo exaltado es la labor de la comunicación gubernamental y en eso hoy en Colombia abundan los malos ejemplos.

No es acertado responsabilizar totalmente al gobierno Petro por lo que ocurre con la tasa de cambio; los mercados están nerviosos por algunas expectativas que está generando el presidente y sus ministros en cada trino o declaración pública y eso se refleja en las tasas de los TES, lo cual sugiere que tampoco es acertado negar cualquier responsabilidad del Gobierno Nacional en el clima enrarecido de la economía. Si el Gobierno quiere enviar un mensaje de luz en medio de un camino de sombras, conviene que revise sus comunicaciones. Necesitamos más comunicación efectiva y menos mercadeo político.

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La anticorrupción no es un eslogan

Lastimosamente no serán los entes de control quienes pongan fin a este tipo de insuficiencia e inmoralidad administrativa debido a que la anticorrupción no es solo un discurso, una idea o una vaga narrativa escrita en un póster o recitada en un micrófono.

La anticorrupción no es un eslogan
Foto: Especial para 90minutos.co

Lastimosamente no serán los entes de control quienes pongan fin a este tipo de insuficiencia e inmoralidad administrativa debido a que la anticorrupción no es solo un discurso, una idea o una vaga narrativa escrita en un póster o recitada en un micrófono.

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Por: Ana Erazo Ruiz, Concejala de Santiago de Cali

La anticorrupción en época de campaña parece más un eslogan para vender un producto en un supermercado que el compromiso real de cara a la ciudadanía. Quienes desde el Concejo tenemos una responsabilidad política con la ciudad comprendemos que el control político es nuestra obligación. A partir del debate que dinamizamos durante esta semana sobre el empréstito aprobado en el año 2020 por la suma de 650 mil millones de pesos hoy podemos decirle a las y los caleños que la deuda que tenemos como ciudad por los empréstitos de Armitage y Ospina asciende a más de 1.85 billones de pesos al cierre del 2023, asimismo que, debemos lograr que el Concejo de Cali cuente con una bancada liderada por mujeres y hombres preocupados por desempeñar sus funciones de control político con determinación y sin vacilación alguna.

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Nuestro debate dejó en evidencia los altos niveles de deuda y la paupérrima ejecución de obras y proyectos que hoy soporta la ciudad, es por esta razón que han surgido diferentes voces, muchas provenientes de quienes hicieron parte del gobierno de Armitage -responsable de la aprobación de un empréstito de iguales proporciones entre 2016 y 2019, que pretenden desligarse de la responsabilidad política por el endeudamiento que hoy debería ser motivo de preocupación de quien pretenda ocupar el tercer piso del CAM.

Desde discursos del desarrollo que se reducen a la promoción, diseño y construcción de proyectos nos vendieron los empréstitos que hoy tienen condenada a Cali a una deuda de más de 1 billón de pesos sin que se evidencien mejoras, medidas o acciones que impacten positivamente la vida de los y las caleñas. Olvidan y no les importa la crisis social, económica y de informalidad en la que quedó una de las capitales con mayor informalidad del país debido a las medidas restrictivas derivadas de la pandemia. El hambre nunca fue la preocupación de esta administración ni de las pasadas que se enfocaron en el diseño de proyectos que, conforme las evidencias y la experiencia, pareciera se quedarán en sueños de desarrollo en una Cali abandonada y olvidada. De ahí que sea nuestro deber analizar qué pasó con los 14 proyectos estratégicos iniciales, qué será lo que realmente le quedará a Cali y cuál es el papel que jugará cada uno de los y las candidatas ante este opaco escenario de deuda e ineptitud. 

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Los hallazgos que expusimos esta semana son escandalosos: La mayoría de los proyectos financiados con recursos del empréstito tienen un 70% del presupuesto comprometido, apenas se ha desembolsado el 24% del recurso, y, con respecto a los avances físicos, en la mayoría de las obras y proyectos solo se han logrado avances que se ubican por debajo del 10%. Un total desgreño, engaño y despropósito. Para concluir, debo extender un llamado a la ciudadanía caleña: Lastimosamente no serán los entes de control quienes pongan fin a este tipo de insuficiencia e inmoralidad administrativa debido a que la anticorrupción no es solo un discurso, una idea o una vaga narrativa escrita en un póster o recitada en un micrófono.

Esta ciudad no se merece ser un experimento más. Se merece escenarios de transparencia donde se conciba la contratación desde la administración pública, a diferencia de la mayoría de los anteriores gobiernos, con vocación pública centrada en la atención de las problemáticas de la sociedad caleña, en la recuperación de la ciudad para todos y todas y no en la distribución de los recursos con fines económicos y políticos de carácter particular.

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Necesitamos más mujeres en el poder

Si bien, en este aspecto hemos logrado algunas conquistas, es claro que, en nuestra sociedad, el concepto de equidad de género es una tarea que aún no se pone en práctica plenamente.

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Especial para 90minutos.co

Si bien, en este aspecto hemos logrado algunas conquistas, es claro que, en nuestra sociedad, el concepto de equidad de género es una tarea que aún no se pone en práctica plenamente.

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La situación de la mujer en Colombia es un reflejo de las grandes desigualdades que nos caracteriza como país. La violencia de género, que deja cada año centenares de víctimas mortales, así como las brechas laborales y salariales que nos aquejan, son evidencia de esta desigualdad. Sobre estos temas podríamos desarrollar tesis completas. Sin embargo, cuando se acaba de conmemorar el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer, quiero reflexionar sobre un factor que puede contribuir a desactivar estos factores adversos. Me refiero a la participación de la mujer en política y en instancias de toma de decisión.

Si bien, en este aspecto hemos logrado algunas conquistas, es claro que, en nuestra sociedad, el concepto de equidad de género es una tarea que aún no se pone en práctica plenamente. Entre 1958 y 1988, por ejemplo, la representación femenina en el Congreso de la República era apenas del 2%. Pero desde la Constitución del 91 esta participación creció significativamente.

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Es así, que para el periodo 2022-2024, ocupamos el 30%, tanto en Cámara como Senado, según ONU Mujeres, lo cual nos pone por encima del promedio mundial. Sin embargo, aún falta mucho para alcanzar la paridad, si tenemos en cuenta que representamos el 51,2% de la población, un reto que será tema de discusión en la reforma política del Gobierno Nacional.

Son varios los factores que dificultan una mayor participación en instancias de decisión. Uno de ellos tiene que ver con la cultura machista y patriarcal que aún persiste y que se hace más evidente en los espacios políticos. Para una mujer resulta más difícil conseguir al interior de los partidos y movimientos, respaldo político y financiero para sus campañas; hay poco estímulo a su formación en liderazgo, pero, además, se ejerce violencia política. Según datos de la MOE, 6,8% de cada 10 mujeres, ha sido víctima de este tipo de violencia.

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Por experiencia propia puedo decirles que nosotras tenemos todas las condiciones necesarias para liderar procesos que aporten a la construcción de la sociedad. Estoy convencida de que cuando nosotras intervenimos en los espacios políticos y de decisión, la democracia se fortalece, se enriquece el diálogo político, aportamos enfoques distintos en la resolución de problemas y hacemos visible las demandas para que haya equidad de género y se incluya a quienes son marginados socialmente.

Creo firmemente que en la medida en que más mujeres ocupemos cargos de decisión, disminuirán las brechas sociales que nos aquejan. Por eso, un reto importante que tenemos, es que, tanto en el sector público como privado, se siga avanzando en la construcción de políticas para la equidad de género, que permitan poner en práctica las conquistas de las mujeres en materia laboral y de liderazgo, mediante acciones afirmativas.

Precisamente, impulsar el rol de la mujer en la sociedad ha sido una de mis prioridades a lo largo de mi trayectoria. Como Senadora, junto a la Bancada de Mujeres que creé siendo presidenta del Congreso, realizamos la Ley 1257 que previene y sanciona la violencia contra la mujer y las leyes que promueven la equidad de género. Además, fui la primera gobernadora del Valle del Cauca, elegida por voto popular, liderando un gabinete constituido en más de un 60% por mujeres, a cargo de dependencias claves de gobierno.

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Durante mi gestión, trabajé por el empoderamiento, la autoestima, la autonomía económica y la prevención de la violencia de género, a través de diferentes estrategias y programas de gobierno. Ahora, como directora de La U, a través de nuestro Centro de Pensamiento, impulsamos la formación de más mujeres en liderazgo y formación política, además de presentar en el Congreso proyectos de ley para que se reconozca su aporte a la economía del cuidado y su inclusión en espacios laborales como el de la infraestructura.

En el mes de la mujer, reitero mi compromiso de seguir trabajando para que logremos el disfrute pleno de nuestros derechos, para que no seamos víctima de la violencia ni la exclusión; para que logremos mayor participación política y autonomía económica. En mi condición de médica, madre, esposa y líder, quiero ser una inspiración para que muchas otras mujeres se motiven a luchar por sus sueños y metas. Esto no quiere decir que esté en contra de los hombres, sino que buscamos que se nos permita trabajar hombro a hombro por el bienestar de nuestra región y de nuestro país.

Necesitamos más mujeres en el poder. Por eso, en este mes, las invito a que reflexionemos frente a cómo desde nuestros diferentes roles en la sociedad, podemos proyectar todo lo bueno que tenemos para aportar a la construcción de una Colombia más justa, incluyente y en paz.

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Estamos en el lado correcto de la historia

El CAMBIO de Cali se construye desde la orilla del amor, la reconciliación, las verdaderas oportunidades y el trabajo honesto y progresivo.

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Foto: Especial para 90minutos.co

El CAMBIO de Cali se construye desde la orilla del amor, la reconciliación, las verdaderas oportunidades y el trabajo honesto y progresivo.

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Por: Deninson Mendoza, líder del Movimiento Independientes en Cali y Precandidato a la Alcaldía de Cali

Esta semana estuve como invitado en el Segundo Congreso Internacional de Derecho Constitucional en Bucaramanga y ahí ratifiqué que nuestro proyecto de transformación de ciudad, está en el lado correcto de la historia.

El haber compartido con grandes juristas, Magistrados, ex Ministros, abogados y constitucionalistas de distintos países, no solo nos sirvió para continuar aprendiendo y formándonos para liderar la ciudad, sino también nos brindó la oportunidad de entender, desde nuestra Constitución, cuáles son los caminos para reivindicar nuestro futuro.

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Continuar escuchando a los jóvenes, quienes nos siguen gritando sus necesidades para encontrar libertad en sus vidas, y dejar a un lado la represión social con la que han crecido decenas de generaciones, es el principal paso para la transformación.

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Estar del lado correcto de la historia, no es solo haber votado por el gobierno del cambio del presidente Petro; es ratificar nuestro compromiso con la educación, la equidad y las garantías sociales, las oportunidades laborales desde la conformación de grandes proyectos y la recuperación del orgullo ciudadano desde las acciones.

Estar del lado correcto de la historia es entender que todas las VIDAS valen, tanto de víctimas como de victimarios, que seguramente necesitan es de proyectos que les permita visibilizar mejores opciones de vida.

Entender que respetar por igual los derechos de todos y todas, así como lo indicó nuestra Constitución de 1991, es encontrar vías de desarrollo social desde la paridad, brindando más oportunidades a quienes, aún hoy, siguen siendo marginados.

La paz se construirá cuando todos entendamos que la vida es sagrada y que minimizaremos la violencia cuando las oportunidades toquen las puertas de los rincones más apartados de nuestro país.

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El CAMBIO de Cali se construye desde la orilla del amor, la reconciliación, las verdaderas oportunidades y el trabajo honesto y progresivo; ese que devuelva el sentido de pertenencia de sus ciudadanos y que vea en sus calles, proyectos que recuperen la confianza por sus dirigentes.

Estar en el lado correcto de la historia es entender que Cali puede ser la mejor ciudad para vivir de América Latina y nosotros, vamos a liderar. Vamos Cali.

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