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¡PETROmpada!

¡PETROmpada!

Especial para 90minutos.co

“Si queremos que todo siga como está,
es necesario que todo cambie”.
El Gatopardo - Giuseppe Tomasi di Lampedusa

Si bien no sucedió el nocaut que vaticinó su líder y tampoco el triunfo por puntos que algunas firmas encuestadoras previeron, en medio de la algarabía propia del triunfalismo en el cuadrilátero electoral, muchos han comenzado a subirse al tren que tanto han criticado. Y no me refiero claro, al elevado y ultrajado entre Buenaventura y Barranquilla, sino al tren de una victoria que todos sabemos no es tan segura como ellos la pregonan, ni como esperaban muchos seguidores. Bueno, en política es carrera que hasta el colero se proclame siempre vencedor. Es cierto que el Pacto Histórico ganó presencia con su lista cerrada y que la amplia ventaja de Gustavo Petro en la consulta es inobjetable, pero no lo es menos que bajo esa sombrilla no hay mucha renovación que digamos: nombres como Aída Abella, Iván Cepeda, María José Pizarro, Alexander López, Roy Barreras, Wilson Arias o Gustavo Bolívar, no son precisamente novatos debutantes.

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Ni lograron 30 senadores, ni alcanzaron siete millones de votos, ni el número de votos de Gustavo Petro le garantizaría el triunfo en primera vuelta. Con 16 curules están igualados con el Partido Conservador y escoltados por las 15 del Partido Liberal, que sin candidatos oficiales confirman que el rancio bipartidismo está más vivo que siempre. Y no sólo eso, sino que su veleta decidirá el rumbo de la nave que decidan apoyar. Coalición Alianza Verde y Centro Esperanza, en lo suyo. De modo pues, que el Congreso no cambió como se esperaba desde la ilusión y más bien, se reacomodó bajo los preceptos de la realidad política imperante. El PETROmpadón que fulminaría al Centro Democrático es apenas un buen golpe que lo hizo tambalear, pero que no lo llevó a la lona. De hecho, aunque este partido y otros afines perdieron protagonismo numérico, desconocer este alinderamiento ideológico es equivocado.

Petro no es Boric, ni Putin, ni Colombia es Chile, ni se convertirá en Ucrania si éste ganase la presidencia, pero sí un país al que asustan con el coco y eso lo sabe Fico. No puede decirse otra cosa de una nación en la que aterrorizan a tanta gente con un par de muertos, porque eso es el castrochavisno, una fúnebre y luctuosa fábula para amedrentar incautos. Pero tanto cambio anclado en una sola figura mesiánica como la de Petro tampoco es verdad. Debe abonársele su persistencia histórica, su ahora manejo prudente de la soberbia y la arrogancia en su discurso, pero criticársele esa propensión cada vez más evidente a hacer pactos hasta con el diablo. Otra cosa es que Colombia cada vez se parezca más al infierno y Duque haya vuelto no sólo trizas la paz, sino cenizas la economía y un chiste la presidencia. Hace rato los verdaderos líderes dejaron de mostrase y ser vistos como salvadores únicos, como ungidos divinos para la salvación. No, ya no es así y tal vez el que más lo expresa sea Fajardo. Prueba de lo anterior podría explicar las derrotas del Nuevo Liberalismo y de Salvación Nacional, que intentaron revivir a través de sus ideales a Luis Carlos Galán y a Álvaro Gómez.

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‘La Revolución de Francia’ entretanto se confirma como el gran fenómeno político no de esta jornada, sino del escenario político nacional. Que esta mujer haya obtenido más votos que Fajardo, Gaviria o Peñalosa (hombres con más de 20 años en la política y cargos de elección popular a cuestas), encierra un mensaje de verdadera esperanza, no de simple renovación, sino de voces, de pronunciamiento de las mayorías étnicas consideradas históricamente minorías. Una negra valiente, radical y sencilla que contra todo pronóstico no llegó al Pacto para buscar subirse al globo, al que incluso ha lanzado fuertes dardos, sino para hacer escuchar a los nadie, a los marginados de siempre, a los olvidados, a los que ella les dice deben creer en sí mismos y no en candidatos. De modo pues que por lo menos en el Congreso todo cambió, pero todo sigue igual. Abstención. No hay mayorías absolutas de un partido, aunque hay mayorías si se quiere ideológicas dispersas en varios de ellos que serán determinantes para alcanzar la presidencia y para gobernar. Por ahora no se mencionarán fórmulas vicepresidenciales de los tres que se midieron. Se vienen dos meses largos de una campaña insufrible, muchos ataques y pocas propuestas. Más de lo mismo. Un calco de hace cuatro años. De hace ocho con ocho candidatos a la presidencia de Colombia. De hace 20 años. Un Fico envalentonado y un Petro que ojalá no se deje provocar. Los dos tienen rabo de paja, sobre todo en Medellín. Una Francia mordiéndose la lengua. Un Uribe pataleando, la condición más peligrosa de un moribundo que pierde su lugar de privilegio. Un César Gaviria apoltronado que sonreirá al ver cómo todos quieren con él y se regodeará en la negociación. Y un país al que se le sigue hablando de diálogo, de concertación y de lucha contra la corrupción, mientras los candidatos se agarran a trompadas verbales o virtuales, para hacerse con el poder y, la mayoría, para no soltarse de la jugosa teta del Estado.

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