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Huertas comunitarias 2.0

La meta final es fortalecer la agricultura urbana orgánica en la ciudad, estableciendo acciones en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como hambre cero, producción y consumo responsable y acción por el clima.

Huertas comunitarias 2.0
Especial para 90minutos.co

La meta final es fortalecer la agricultura urbana orgánica en la ciudad, estableciendo acciones en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como hambre cero, producción y consumo responsable y acción por el clima.

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El cambio climático es un hecho, y  tenemos que encontrar la manera de enfrentar problemas venideros, como la crisis alimentaria. Esto es un gran reto que exige estrategias de inmediato, para el corto, mediano y largo plazo, y Cali puede liderar la región para enfrentar estas dinámicas tan complejas. En toda la ciudad, tanto en la parte urbana como rural, aparecen huertas comunitarias, que debemos fortalecer con herramientas diferentes y novedosas, que generen un mejor rendimiento.

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En primer lugar, debemos crear una Secretaría de Agricultura que respalde lo existente y posibilite la creación de más huertas, y que lleve prácticas como la hidroponía a la mayoría de los ciudadanos. En segundo lugar tenemos que considerar la modificación genética en algunos cultivos, para proteger los cultivos y para que haya una mayor productividad.

Esto se puede hacer a través de nanotecnología, es decir, organismos microscópicos que cumplen distintos propósitos en semillas alteradas genéticamente. Estos avances ya se están utilizando con seguridad para hacer envases biodegradables, para mejorar la vida útil de los alimentos y para prevenir el riesgo de intoxicación.

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Por otro lado, los nanosensores pueden aumentar el rendimiento de los cultivos, y reducir el esfuerzo requerido para obtener una buena cosecha. Israel es el mayor ejemplo del uso de esta tecnología. Ellos llevan décadas administrando el agua para sus cultivos de esta manera, creando y automatizando las condiciones óptimas requeridas para cada cultivo; usando big data (con la medición de información en tiempo real) y fuentes alternativas de energía (como paneles solares).

Cali puede hacer que sus huertas comunitarias estén a la vanguardia y preparadas para los escenarios más complicados; aunque el sector público no esté tan evolucionado en estos temas agrícolas. Sin embargo, la empresa privada y la academia han logrado progreso en este campo. Un ejemplo es el programa de investigación Optimización Multiescala In-silico de Cultivos Agrícolas Sostenibles (ÓMICAS) que busca, a través de siete proyectos, desarrollar e implementar estrategias científico-tecnológicas para mejorar variedades agrícolas y aportar a la seguridad alimentaria. Ómicas suma esfuerzos de 16 instituciones, siendo la Universidad Javeriana de Cali la entidad ancla.

La meta final es fortalecer la agricultura urbana orgánica en la ciudad, estableciendo acciones en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) como hambre cero; producción y consumo responsable y acción por el clima. Cali debe convertirse en una ciudad líder con estas huertas comunitarias 2.0 y con la agricultura urbana, para asegurar su futuro.

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Un renacer para la seguridad de Cali

Construir un renacer para la seguridad de Cali implica trabajar en varios frentes, recuperando el respeto a la autoridad y la confianza en la institucionalidad. Ningún delito puede quedar impune, porque vivir tranquilos es un derecho que los caleños vamos a recuperar.

Un renacer para la seguridad de Cali
Foto: Especial para 90minutos.co

Construir un renacer para la seguridad de Cali implica trabajar en varios frentes, recuperando el respeto a la autoridad y la confianza en la institucionalidad. Ningún delito puede quedar impune, porque vivir tranquilos es un derecho que los caleños vamos a recuperar.

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Por: Miyerlandi Torres - Precandidata Alcaldía Cali

La inseguridad es el principal dolor de cabeza de los caleños. Así lo he podido confirmar cuando camino los diferentes barrios de la ciudad. El miedo a sufrir atracos en cualquier esquina, a morir en un intento de robo o a ser testigo de uno hace que la intranquilidad se apodere de nosotros.

Solo en el último mes, tres miembros de mi equipo fueron víctima de hurtos, lo que confirma que nadie en Cali es ajeno a esta preocupante realidad. Si a eso sumamos que los homicidios son noticia todos los días, se entienden que expresiones como "qué susto salir en Cali", "mejor me quedo en casa" sean ya el pan de cada día en los barrios que visitamos.

Pese a la histórica reducción de 2022, donde se presentaron 980 homicidios (la menor cantidad en 30 años), Cali sigue siendo la ciudad con la tasa más alta de muertes violentas por cada 100 mil habitantes (43), índice que la ubica en el deshonroso puesto 32 entre las ciudades más violentas del mundo.

Si a esta penosa situación, que implica un promedio de tres asesinatos diarios, se suman los más de 24.000 robos denunciados el año pasado, se hace totalmente entendible el miedo que predomina en los caleños.

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Lo anterior, aclarando que los hurtos pueden tener un subregistro de hasta el 70%, según el DANE. Así, en la capital del Valle del Cauca existe una tasa de hurtos de 1053 por casa 100 mil habitantes, con denuncias en promedio de 66 hurtos diarios.

¿Cómo transformar esta difícil realidad?

La violencia y la inseguridad en Cali requieren abordarse tanto con planes de choque como con intervenciones a mediano y largo plazo. Es por eso que debe trabajarse a partir de 3 componentes: Prevención, Fuerza pública y orden judicial.

Respecto a la prevención, es importante realizar inversión social desde la primera infancia, infancia y adolescencia, pues cada vez son más los menores de edad involucrados en hechos delictivos. Es necesario eliminar factores de riesgo mediante mejores oportunidades primordialmente en educación, construcción de redes de apoyo familiares y comunitarias para que el panorama delictivo no sea tan atractivo para nuestros jóvenes.

En el segundo caso, conociéndose la reducción de los efectivos de la Policía en un 14% en los últimos diez años (la MECAL pasó de 8087 efectivos a 6866), es necesario fortalecer el recurso humano en los territorios, optimizando además el uso de herramientas tecnológicas y de inteligencia, así como realizar acciones diferenciales y focalizadas.  Es importante afianzar la alianza informativa con las comunidades. Que los habitantes de los barrios puedan dar aviso de la comisión de delitos a las autoridades para su oportuna intervención.

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Por último, el orden judicial es primordial, pues de nada sirve que los autores de los delitos sean identificados o capturados, si van a quedar libres para seguir en actividades criminales. Por eso debe trabajarse en el trabajo articulado entre Alcaldía, Policía, Fiscalía y CTI, para que los responsables de delitos sean debidamente judicializados.

Construir un renacer para la seguridad de Cali implica trabajar en varios frentes, recuperando el respeto a la autoridad y la confianza en la institucionalidad. Ningún delito puede quedar impune, porque vivir tranquilos es un derecho que los caleños vamos a recuperar.

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Tenemos que revivir a Cali

Son muchas las heridas que tenemos que cerrar, porque nos acostumbraron a reconocer enemigos pero no a ver los consensos que podemos lograr. Lo que necesitamos es unirnos.

Tenemos que revivir a Cali
Foto: Especial para 90minutos.co

Son muchas las heridas que tenemos que cerrar, porque nos acostumbraron a reconocer enemigos pero no a ver los consensos que podemos lograr. Lo que necesitamos es unirnos.

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Por: Alejandro Eder - Candidato a la Alcaldía de Cali

A finales de la década de 1990, Cali estaba enfrentando una de sus peores crisis recientes. La caída de la economía colombiana, el conflicto armado y la desesperanza habían postrado a toda una ciudad que se había marchitado y que veía cada vez más lejos ese pasado de civismo y progreso que la caracterizó durante varias décadas. Como respuesta al desánimo generalizado, recuerdo muy bien una campaña cuya frase central era "Cali, nuestra fuerza se volverá a sentir". Estoy seguro que muchos caleños recordamos la imagen de alguien trepado en lo alto del monumento de Cristo Rey con los brazos extendidos, en señal de esperanza.

La mayoría de los caleños hoy coincidimos que en Cali hay un ambiente de desánimo y de incertidumbre. A pesar de ser una tierra fértil, llena de oportunidades y de un pueblo talentoso, tenemos dudas sobre nuestro presente y desconfianza en el futuro. Vemos con desconcierto cómo lo que nos hacía sentir orgullosos en el pasado, hoy se ha evaporado en medio del desorden y de la pérdida de credibilidad de nuestras autoridades. Hoy los caleños nos sentimos atrapados entre problemas de convivencia, violencia, pérdida de respeto por las normas y denuncias frecuentes de corrupción. Pero, al igual que hace 25 años, vemos que hay un consenso en algo: por nosotros, por nuestros hijos, por nuestros nietos, tenemos que revivir a Cali.

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Revivir a Cali no es una tarea sencilla. Tenemos que revivir la confianza, la credibilidad, la autoridad, la seguridad, el empleo digno y formal, las oportunidades para la juventud, la calidad de vida, el cuidado por la vida de las mujeres, el transporte formal y digno, el medio ambiente y la imagen de nuestra ciudad a nivel nacional e internacional. Pero estoy seguro que podemos lograrlo, porque la nuestra es una ciudad con un potencial gigante y unas capacidades excepcionales.

Los caleños pedimos que la casa se ponga en orden. Que un alimentador del MIO no tarde 45 minutos en pasar; que ir en un articulado no implique para una mujer un riesgo de acoso o abuso; que pare la violencia como forma de resolver los conflictos entre caleños; que se persiga al delincuente que atraca y mata y se le den oportunidades de educación, capacitación y empleo digno a jóvenes vulnerables. Queremos una ciudad que sueñe en grande y que vuelva a abanderar proyectos emblemáticos, como el tren de cercanías y que tenga espacio público de calidad para la convivencia y la calidad de vida.

Son muchas las heridas que tenemos que cerrar, porque nos acostumbraron a reconocer enemigos pero no a ver los consensos que podemos lograr. Lo que necesitamos es unirnos, dejar atrás las divisiones entre quienes creemos que son los buenos y los malos, entre clases sociales, entre barrios y comunas y echemos para adelante como lo que somos: una sola Cali, diversa, multicultural y multiétnica. Es momento de elegir el camino del bien para Cali, donde reviva la confianza, el optimismo y la calidad de vida.

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Tenemos en nuestras manos darle la vuelta a Cali, sacar todo nuestro potencial para superar las adversidades y darle a nuestros hijos y nietos la oportunidad de vivir en una ciudad segura, con oportunidades, líder y capaz de darnos calidad de vida y esperanza a todas y todos. La tarea es larga, pero tenemos que empezar ya. Nuestra ciudad no soporta más años de negligencia, divisiones y abandono. Llegó el momento de revivir a Cali.

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La salsa y los señores de la droga

Los primeros que saltarán son los puristas moralistas que se persignarán y me condenarán en plena cuaresma por decirles ‘señores’ a los empresarios de alto riesgo que con sagrada abnegación por décadas han producido y exportado cocaína y son responsables del 25% de PIB (Producto Interno Bruto) de Colombia.

La salsa y los señores de la droga
Especial para 90minutos.co

Los primeros que saltarán son los puristas moralistas que se persignarán y me condenarán en plena cuaresma por decirles ‘señores’ a los empresarios de alto riesgo que con sagrada abnegación por décadas han producido y exportado cocaína y son responsables del 25% de PIB (Producto Interno Bruto) de Colombia.

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Los primeros que saltarán son los puristas moralistas que se persignarán y me condenarán en plena cuaresma por decirles ‘señores’ a los empresarios de alto riesgo que con sagrada abnegación por décadas han producido y exportado cocaína y son responsables del 25% de PIB (Producto Interno Bruto) de Colombia. No importa, las cifras son contundentes y cuando les tiemblan las piernas a los argumentos ellas están ahí para defenderlos o al menos acompañarlos. Hoy se produce y exporta en nuestro país más cocaína que cuando Pablo Escobar o los Hermanos Rodríguez manejaban el negocio. El narcotráfico permeó toda la sociedad y el espectro salsero no fue la excepción.

Según cálculos del gobierno de los EE.UU. en 1987 se produjeron en Colombia 35 toneladas métricas de clorhidrato de cocaína. Cinco años después, 60. Y para 1988, 165 toneladas, caídos o entregados ya los grandes capos. La cuestión es que hoy más que capos hay ‘traquetos’ y más que carteles, clanes con bajo perfil que diseminaron el negocio y la percepción. Según el reporte de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito se estima en poco más de 1.000 toneladas la producción anual del alcaloide en nuestra nación. Y la cifra se queda corta, porque muchas prácticas sociales y culturales pusieron a sonar el negocio. Es posible que esta realidad cambie, pues China ya produce cocaína sintética y eso puede modificar tanto el negocio como sus implicaciones. 

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Según el diario El País-América en un artículo fechado en octubre de 2022 en Colombia las hectáreas sembradas pasaron de 143.000 a 204.000 al cierre de 2021 y las toneladas de droga llegaron a las 1.400. Son las mayores cifras en nuestro país desde que hay registros y se estima que –como en todo cálculo estadístico– hay un subregistro; entre otras razones, por las porosidades de las zonas fronterizas, la corrupción que modifica cifras, cambia incautaciones por harina empacada y hace decomisos parciales para dejar pasar una mayor cantidad de la que registran las autoridades. Insisto, las cosas están cambiando con el tusi y el fentanilo. Pero nada afecta la rumba y el goce. Aprendizaje.

El informe anual del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos de Naciones Unidas (Simci), ratifica pues lo que el mundo sabe a gritos: la guerra contra las drogas no sólo es un fracaso, sino una farsa. De ahí que el presidente Gustavo Petro haya abogado desde el inicio de su gobierno por “acabar con esta fallida política”; y su ministro de Justicia, Néstor Osuna haya precisado que el resultado no va a cambiar si se sigue haciendo lo mismo, además de añadir que el informe es un campanazo del punto de partida en el que nos encontramos y se debe agradecer ese “aterrizaje a la realidad”. Ya hablaremos de El Aterrizaje. Vamos volando.

Tres de los 32 departamentos de Colombia, Norte de Santander, Nariño y Putumayo, concentran el 62% de toda la coca del país; y dos están en el suroccidente con plena influencia sobre Cali y Buenaventura. La primera, epicentro económico de región y la segunda el principal puerto sobre el Pacifico. Las dos, escenarios musicales por excelencia y espacios determinantes en la entrada, expansión y consolidación de la salsa en nuestro país. Las dos, con violencias tan disparadas como el consumo. Todo lo anterior hasta aquí para lanzar otra argumentación y que los puristas de la salsa arremetan de nuevo: el narcotráfico permeó toda la sociedad colombiana e impactó el mayor destino consumidor: Estados Unidos. La música no fue ni es la excepción.

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Sobre esa idea nos reunimos en El Aterrizaje –una salsoteca que se volvió tienda en la pandemia y este año retomó funciones salseras– a hablar sobre narcotráfico y salsa. El listado de temas que alude a la cocaína o al negocio de manera directa o metafórica es largo y el tema delicado. No todos los músicos o cantantes fueron consumidores o adictos, hay un escaso puñado que no botó la vida por nariz. No todas las orquestas tocaron exclusivamente para los patrones, pero todas para sociedades engolosinadas con el blanco “postre de ñatas”. A no todos los empresarios les cantó el “perico” en el bolsillo, pero los billetes no suelen venir marcados con el sello del origen que los pone a circular en las manos del negociante. Negar esta influencia es absurdo e incoherente.

Las canciones más sonadas y conocidas pueden ser Periquito pin pin y Cómo lo hacen, en las voces de Héctor Tricoche y Frankie Ruíz con la orquesta de Tommy Olivencia. Dos éxitos paridos por la inspiración de Raúl Marrero que son, el primero un tributo: Yo soy perico pin pin/Y mi apellido es pin pan/Me gusta la rumba/Me gusta tocar/Lo mío es la música/Lo mío es poner la gente a gozar. Y el segundo una reflexión algo crítica que niega lo evidente: Y como lo hacen/Yo no sé/Cuál es el negocio/Sepa usted/Y cómo lo hacen/Yo no sé/Cuál es el negocio/Sepa usted.

Otros pericos de esa manada son Quítate de la vía perico de Cortijo y su combo, en la voz del sonero mayor Ismael Rivera, que estuvo preso por posesión de droga y cuya historia plasmó Bobby Capó en el tema Las Tumbas. La gran parábola es que a pesar de todas las advertencias a perico lo mata el tren como al drogadicto que muere arrollado por el tren de su vida desenfrenada. Ray Pérez y sus dementes despunta en el álbum El dictador con El Perico, otra alusión a la calle y a la recomendación de que el perico se aparte de la misma. Y Perico Macoña, de Ángel Luis Canales, sobre un mulato que es tremendo ‘fumanchú’.

Es otro miembro de esa pandilla de malandros que conforman Pedro Navaja (letra y voz de Rubén Blades), Juanito Alimaña (letra de Tite Curet y voz de Héctor Lavoe), Juana Peña (Lavoe y Colón), El Callejero (Willie Rosario). Entre muchos otros que enaltecen el malevaje, narran el drama o invitan a la reflexión de quienes como todos vivimos pa’ morir, pero ellos se afanan unos ‘pases’ para vivir más rápido e intenso en el fugaz bajo mundo. Traigo de todo de Richie Ray & Bobby Cruz y Pa´ huele de Eddie Palmieri, siguen esa misma línea, el primero homenaje al distribuidor, al que aquí llaman jíbaro; y el segundo, una oda al ‘viaje’.

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Una de las canciones más emblemáticas y positivas junto con Caína de Rubén Blades y Careta de Ismael Miranda, es S.E.R.A. en la voz de Miguel Quintana con la orquesta La Conspiración de Ernesto Ernie Agosto. S.E.R.A. es acrónimo de Services for Education & Rehabilitation in Addiction y fue hecha para sacar adictos de las calles de Nueva York. Ese si es un buen amigo/Te ofrece la caridad/Tienes que hacer el esfuerzo/Llega donde SERA... Y el pregón: El que juega con la droga, está muerto y no lo sabe... Claras alusiones a dejar ese mundo, como emblemáticas son las frases del panameño Blades: Te agita y te enreda, pecadora/Después que te abraza te devora/No se puede querer a la Caína/No se puede creer en la Caína. O la estrofa del Niño bonito de Puerto Rico: La droga/Te vira la vida al revés/Estás entregado y no ves/Lo bueno que hay en otras cosas…  

Insisto, la lista es larga y el camino culebrero. Amor y Control (Blades) Y por más drogas que uses/Y por más que nos abuses/La familia y yo tenemos que atenderte. La Cura (Frankie Ruíz) Si te dicen que yo me estoy curando es la verdad/Y la cura que yo me estoy buscando es realidad. Y dos canciones del gran compositor panameño Omar Alfano, en la voz del nicaragüense Luis Enrique. Date un chance: Dile no a las drogas limpia el alma/Esa vaina de las drogas, no está en nada/Me cuentan amigo, que a tu madre le sacaste/Las últimas lágrimas de amor para inyectarte. Y Así es la vida: Hay quien pasa su vida/En el fondo de una botella/Hay quien piensa que inflando sus venas podría volar…

La música pues no escapó ni escapa al influjo de todo lo que tocaron y tocan los señores de la droga, así no fueran directos promotores –que algunos fueron–, o dueños de orquestas o casa disqueras, pero con su dinero pagaron composiciones, presentaciones, viajes, estudios, giras, etc. Negar esta influencia que puede no ser directa y general determinación, hace parte de la doble moral social que se niega a reconocer que políticos, abogados, arquitectos, contadores, periodistas, cocineros, vendedores, comerciantes y un largo etcétera, tienen vínculos directos o colaterales con este innegable reglón de la economía nacional, que si no existiera nos tendría peor y ello no supone ni una apología al delito o una aceptación de lo ilícito.

Adenda: El papá de uno de los más reconocidos cantantes de la música popular en Colombia está preso por narcotráfico y la ‘payola’ que este artista pagó en la radio se compara apenas con el poderío e influencia que alcanzó luego en la televisión. Para asistir a su mexicanísimo negocio en Bogotá, las reservas superan los tres meses. Bueno, ahí les queda el dato. Darío Gómez hizo su plante inicial cantándole Lo que va a ser para uno a Henry Loaiza, alias el Alacrán, que le pagaba un millón de pesos cada que la interpretaba. En Cauca hay varios artistas y grupos no sólo financiados con dinero de la droga, sino que los mismos cantantes son empresarios del ilícito negocio. No todos los cantantes son narcos, pero no hay ninguno que no les haya cantado. Y eso se llama influencia y ocurrió también con la salsa.

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