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El cambio con R de REVERSA

El cambio con R de REVERSA

Especial para 90minutos.co

Asegura el hispanista Paul Preston que el buen periodismo es el borrador de la historia, frase que sin el adjetivo “buen” también se le atribuye a Philip Graham, director de Washington Post que a mediados del siglo pasado enamoró a la hija del dueño del periódico y se quedó con la hija y con el diario. Después se suicidó. Era bipolar. Y aquí se asombran porque un periodista oral es el cuñado del presidente y una monita retrechera es la parlante del ‘Fox News colombiano’. Amargas mermeladas de moras semanales. Dado que el buen periodismo en Colombia escasea –pues está lleno de “perros guardianes” para utilizar una parte de la expresión del libro homónimo de Serge Halimi-, podríamos deducir que la historia no deja de escribirse con base en las mentiras. ¡Pura paja!

Y aunque la historia lejana está llena de ejemplos, la reciente en esta campaña es en su mayoría una letrina de excremento informativo. No en vano uno de los candidatos asegura: “Limpiarse el culo con la ley”, dicho popular que sirve de título a una excelente columna del gran jurista Yesid Reyes Alvarado y de coprológico precedente para alguien que aspira a ser presidente, así siga siéndolo sólo de su usurero emporio constructor. Las excepciones de algunos medios alternativos cumplen un higiénico papel. Para ponerle un inicio algo republicano –porque la mentira más grande es el tal “Descubrimiento” y la consecuente “Conquista”, arranquemos con nuestro grito de Independencia el 20 de julio de 1810. Crecimos odiando a don José González Llorente porque no prestó un florero para agasajar a don Antonio Villavicencio. ¡Pura mierda!

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Lejos están los hechos de ser una insurrección espontánea, fue un plan previamente dispuesto por los criollos ávidos de poder que, en reuniones sucesivas en casa de José Acevedo y Gómez, y luego en el Observatorio Astronómico cuyo director era el afeminado y arrogante Francisco José de Caldas, urdieron la estrategia para armar el motín. Nada diferente a lo que por estas calendas en las santabárbaras de cada campaña se urde para derrotar al enemigo y se publica en sus propios medios como gran primicia, cuando la filigrana del secreto es que se hace la filtración ilegal para beneficio propio o afectación del contrincante. Nunca se dice quién grabó y menos quién filtró, porque el hecho encierra en sí una mentira: quien no quiere ser descubierto no se graba. ¡Puras maricadas!   

Y mentira también fue hace 212 años que haya sido un florero el de Llorente -fue un adorno de mesa que asemejaba un ramillete- y que haya sido en Bogotá y ese día, pues el primer grito de Independencia, se dio en Cali 17 días antes, el 3 de julio de 1810, cuando 39 caleños firmaron la primera acta de Independencia en la Casa Consistorial, en el lugar que hoy ocupa el Palacio Nacional en la Plaza de Caycedo. No deben asombrarnos hoy los ramilletes de politiqueros acomodando sus fauces para el festín. Y tampoco ese discurso del cambio y la lucha contra la corrupción. Ha sido estandarte de todos en los últimos 200 años. De hecho, en su momento, no hubo una intención de verdadera Independencia de España, sino más bien una maniobra política de los criollos para concentrar cargos públicos. La cuestión, en esencia, no ha cambiado mucho que digamos. La casta de privilegiados no se va a dejar quitar el poder fácilmente. ¡La chimba!  

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Y son más las mentiras de nuestra historia. Recuerdan a Ricaurte en San Mateo que en átomos volando con llamas escribió. Otra mentira. No hubo tal acto heroico de explotar toda la armería para no entregarla a los enemigos. Hoy los medios hacen estallar bombas mediáticas para asustar incautos e ignorantes. La historia en cuestión fue un invento de Simón Bolívar para animar a las tropas. En campaña se apela a los sentimientos y no a la razón. Antonio Ricaurte huyó y fue hallado muerto al lado de una quebrada, con un disparo y un lanzazo en la espalda, como mueren los que huyen. Aquí con dos muertos, Fidel Castro y Hugo Chávez, siguen asustando personas que tienen la madurez política de un viejo verde, atarbán y millonario. O sino ¡Le pegó su tiro hijueputa!  

Pero el Libertador Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios –el hombre más rico de América en su momento- también tiene sus guardados, pues mandaba fusilar con la ligereza propia del tirano y desfloraba mujeres con la misma habilidad con la que cabalgaba. Cuenta la historia oculta, que acusó a Francisco Miranda de traición, cuando el verdadero motivo fueron los celos. Bolívar, a lo sumo buen espadachín, bajito y cetrino, no soportaba la historia de Miranda, veterano de las guerras napoleónicas, de la Independencia Americana, rubio, alto y amante consumado. Hoy se cuestiona su leyenda, su intocable mito fundacional. Los pastusos no olvidan la Navidad Negra que supuso su orden de masacrar a todo opositor. ¡El que tiene plata manda!

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Y una verdad incompleta que tiene mucho de mentira: La versión oficial sobre la ejecución del líder comunero José Antonio Galán, que sería legendaria, sino ignorara la crueldad española: ahorcado y descuartizado, su cabeza se exhibió en Guaduas -hasta ahí nos contaron-, pero no que la mano derecha fue exhibida en El Socorro, la izquierda en San Gil, el pie izquierdo en Mogotes y el derecho en Charalá. Uno de sus descendientes, Luis Carlos Galán Sarmiento, murió asesinado en Soacha. También quería cambiar a Colombia. Siempre dijo que la tarea no se lograba en cuatro años, que se necesitaban 20. Una generación si se comenzaba ya, corría 1989. Nadie lo acusó de comunista, pero lo mató el narcotráfico que luego pondría a su antojo sus presidentes. Y ahora su hijo, Juan Manuel Galán, para no perder sus privilegios adhiere a otro santandereano lenguaraz y repulsivo que insulta la inteligencia porque tiene plata y piensa hacer con el país lo que le dé la gana. Razón tenía Oscar Wilde: La verdad pura y simple rara vez es pura, y nunca es simple. ¿O será la puta gana?

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