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Crónica: Viaje a una ilusión

Esa sencillez que no es ignorancia y esa nobleza que los ignorantes leen como estupidez, no ha alterado la sabiduría elemental de los indígenas.

Crónica: Viaje a una ilusión

Esa sencillez que no es ignorancia y esa nobleza que los ignorantes leen como estupidez, no ha alterado la sabiduría elemental de los indígenas.

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I Parte: Viaje a Pueblo Nuevo, Zona Veredal de Transición a la Normalidad en Caldono - Cauca.

Al despuntar el día, y justo después de cruzar el puente Guillermo León Valencia que divide al Valle y el Cauca, la bruma cubría los verdes cañaduzales tanto como las dudas, el accionar de quienes visten uniformes camuflados en Colombia. Legales e ilegales, pues en nuestro país soldados, guerrilleros y paramilitares, terminaron cubiertos con el mismo ropaje: guerra, tela importada y camuflaje con predominio del verde. Ahora, en los que portan los miembros del Ejército Nacional encargados de vigilar las Zonas Veredales de Transición a  la Normalidad (ZVTN), predomina el beige. Uno de los comandantes guerrilleros ya tenía de las mismas botas.

El rio Cauca está a punto de desbordarse y también algunos estómagos por el intenso olor a almidón de yuca fermentado que lo invade todo después de Santander de Quilichao. Al lado de la vía ondean las banderas… de plátano. Esa tierra rojiza, como teñida por la sangre derramada por el conflicto en el Cauca, reboza de comida. La piña está por el suelo. También el precio. Se la dan al ganado.

En Pescador bulle el comercio. Las cocinas humean y los negocios despiertan. Ha sido cruce de caminos desde siempre. Paso entre cordilleras. De la Central a la Occidental. De la selva al mar. De la Zona de Distensión a la Zona de Concentración. Por aquí debió pasar ´Alfonso Cano´ en búsqueda del Naya, de Suárez, de Buenos Aires, de la muerte. La señora de las arepas sentencia: “Iba buscando la paz y lo mataron”.

Aquí, como en casi toda la Colombia rural, los motorratones desplazaron a los caballos. Al frente de las casas de bahareque hay dos y tres parqueadas. Caldono está a 40 minutos. “Una hora en ese bus”, asegura un lugareño. La vía está pavimentada. O lo estuvo. Es sinuosa y quebrada. Resquebrajada. Como si la tierra también quisiera desplazar al asfalto.

Siberia o el frío de la muerte

Luego de media hora y tras coronar un ascenso que en ciclismo sería de primera categoría, aparece un cementerio. Es el de Siberia, una vereda con cara de municipio que fue caja menor de las Farc-Ep. Se la tomaron tantas veces que ya nadie recuerda cuántas. 100 veces es poco, sentencia un abuelo. En la historia de Caldono se registran, según la Alcaldía, 3.500 hechos de violencia. Es una calle larga con mucho comercio. Trepada en un filo con vista a lado y lado. Un recodo de progreso en medio de tanto olvido. Sobresalen dos polideportivos, la Institución Educativa y la Estación de Policía.

Se comienza el descenso al río Ovejas por una vía en excelentes condiciones. Cuadrillas de obreros trabajan en la remoción de pequeños derrumbes sobre un asfalto que parece sin estrenar. Bueno, lo estrenaron los presidente Santos y Holland en su visita del 24 de enero. Y aparece La Venta, un caserío donde está el primer campamento sede del Mecanismo Local de Verificación. “Un centro de acopio”, afirman los acompañantes de la Red de Derechos Humanos Francisco Isaías Cifuentes.

Caldono a la vista, pero lejos. Y la cordillera central espléndida. Ancha, no tan alta. El sol resplandece en los techos de zinc, como luciérnagas desperdigadas en una noche que quiere amanecer de una vez por todas. Descensos y ascensos circundan sus faldas. En apariencia Caldono es menos que Siberia -su vereda-, pero basta llegar a la Asociación de Cabildos Indígenas para confirmar que la organización social supera la arquitectura urbana.

Tierra de bastones

Teodoro Quilcué, Consejero Mayor, confirma lo que reza el letrero Wegx Yuwe´kwe: Bienvenidos. Tierra de bastones de mando. Wkawe´sx Nasa C,xhab. Han logrado más que los fusiles. Es tierra del pueblo Nasa. Sath Tama Kiwe. Territorio Ancestral de la Nación Nasa. Una autonomía que pareciera reñir con la soberanía nacional, pero que agrupa solo en Caldono a 23.000 personas. Tienen 526 empleados que ganan bonificaciones según rendimientos. En la Alcaldía trabajan 47 funcionaros con sueldo. Cúmplanse o no las metas o tareas.

Se eligen por periodos de dos años y no queda duda de que trabajan en procura del bienestar colectivo. Les parece positivo que la ZVTN haya sido ubicada en Pueblo Nuevo y negativo que el gobierno le haya incumplido a las Farc-Ep en algo tan elemental, como la adecuación de los lugares de concentración. Adolfo Guegue asegura -con muy pocas palabras- que el gobierno siempre incumple. “En proyectos productivos más o menos nos han cumplido. En tierras y vivienda, casi nada. Y en derechos territoriales, tampoco”.

En el Colegio Madre Laura del casco urbano, así como en las otras 56 sedes educativas, se dicta clase en doble lengua. Kite Acué, una niña de nueve años, guía en orden y disciplina a su grupo. Porta el bastón macho, del que penden dos borlas de lana, una verde y otra roja. Naturaleza y sangre. Y explica en detalle la simbología de cada una de las seis cintas. Lo hará por dos meses, junto a otro niño que lleva el hembra. Quiere ser enfermera primero y luego doctora. Ha llorado la guerra. Quiere una paz verdadera. Todas las noches reza por eso. Guarda silencio al preguntarle por las Farc. Baja la cabeza. La levanta para enviar un mensaje: “Que los niños nunca dejen de luchar por sus sueños”. No sonríe.

Llevan dos años sin hostigamientos. Sin tomas. Sin balas y cilindros. Ya no hay trincheras en la Estación de Policía. Sin casas y techos averiados. Sin muertos y sin heridos. Pero no han dejado de ser víctimas. No en vano la comunidad internacional hace presencia constante. Mientras Elías Claros Trujillo, secretario de Planeación de Caldono se reunía con la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID: United States Agency for International Development) en Pescador; el Consejo Noruego para Refugiados (NRC: Norwegian Refugee Council) dictaba talleres de capacitación en la Asociación de Cabildos; y el alcalde, Paulo Andrés Piso Lozada, estaba fuera del país. Algo revolotea en el ambiente. Se habla en voz baja. Un policía se reserva su nombre y una anciana ruega para que no sean águilas, ni de las negras.

Los seis resguardos tienen la misma voz y los mismos objetivos. Esa sencillez que no es ignorancia y esa nobleza que los ignorantes leen como estupidez, no ha alterado la sabiduría elemental de los indígenas. Torpeza sería no reconocerlo. Cultivan la tierra pero tienen las manos limpias. Meten la pata en el barro, pero no con el futuro de su comunidad. Inculcan en sus menores, las ideas que sus mayores recogen de sus ancestros. Una empresa de conservas y jugos que ya exporta, se llama Ñxupa. Significa provocativo. ¡Provoca emularlos!

San Lorenzo de Caldono se fundó en 1739 y tuvo Parroquia doce años después, hace 275 años. Pero apenas el 10 de diciembre próximo cumplirá su mayoría de edad como municipio. 18 años en los que el musgo de los árboles de su Parque Central ha crecido poco, pero donde se sienten los pasos de una paloma grande. Se llama paz y aletea con fuerza para alzar vuelo a pesar de tantos vientos en contra y algunos cazadores furtivos. 

II Parte. De Caldono a Pueblo Nuevo. Un pueblo distante y distinto. Más que congelado en el tiempo, condenado al olvido.

De Caldono se parte con la idea de que la población civil es reacia, incrédula, algo resentida. Pero ese resentimiento está ligado al dolor, a la desesperanza, a las ayudas que no llegan -o llegan a manos y bolsillos equivocados, manos sin callos y bolsillos sin fondo-, y a las promesas que no se cumplen. No al odio de clase.

En adelante la carretera es destapada. Más angosta y empinada. Las casas cada vez más distantes y los cultivos cada vez más escasos. Sobretodo fique. El resto de vegetación es agreste. Y nos para el primer retén del Ejército. Nada complejo. Las preguntas de rigor: de dónde vienen y para dónde van. Se prosigue lento, pues el invierno ha hecho estragos en la vía. En El Salado y en Tres Ríos se lee: ¡Raúl Reyes Vive! y ¡Juramos vencer y venceremos! Y luego de una hora, Pueblo Nuevo.

Un enclave del pasado

Llegamos el jueves, día de mercado. También hay motos, pero los caballos reclaman presencia con sus sillas de carga. La trocha se impone. La carretera es camino y el balastro barro. Mujeres indígenas con sus hijos terciados en la espalda y maridos bebiendo su amaño, el amaño, esa posibilidad de convivir antes de casarse. La carne se mezcla con los cachivaches y la algarabía con la música del carrito de los helados y con el crepitar de las frituras. Toldos de tela y nada de hortalizas. Solo remesa de grano. La imagen es bucólica, pero como del siglo pasado, de la Colonia incluso. Una postal de atraso, de olvido, de aislamiento, de marginalidad, de eso que tantos insisten en llamar la otra Colombia.

Como tantos otros puntos de la periferia nacional, Pueblo Nuevo es pintoresco y variopinto. Todo gira en torno de la plaza. Dos banderas: una de la paz y la otra de la guardia indígena, la comandan. Y en un costado -en el suelo-, una estrella de ocho puntas los rige. Puede ser porque desde los remotos tiempos del neolítico adoran el sol, o porque la estrella tartésica representa la equidad, la justicia y el equilibrio. Y más aún, porque son concientes de la relación con la tierra que une lo espiritual, el mundo sagrado y el orden supremo.

Alguien de la ciudad se atrevió a decir: “Esto queda tan lejos que cuando uno llega ya es Pueblo Viejo”. ¿Lejos dos horas de la vía central Panamericana? “No hay nada lejos si se puede llegar en carro”, respondió un campesino. Es una cuestión de concepción y manejo del tiempo. Como que 18 presidentes hayan gobernado a Colombia mientras un solo hombre dirigió a las Farc-Ep. Muchos intentaron negociar, pero no les alcanzó el tiempo. A la insurgencia pareció sobrarle siempre, aunque ante la inminencia del cambio de gobierno, la urgencia no se manifiesta pero se deja sentir.

Aquí en Pueblo Nuevo, en el resguardo, nació el primer sacerdote católico indígena de Colombia: Álvaro Ulcué Chocué. Fue también el único párroco indígena del país. Pobre hasta la desesperanza, logró educarse con esfuerzo y luchar por los derechos de su comunidad. La biblioteca de la escuela le rinde tributo a su nombre y toda la comunidad a su ser, con organización, autonomía y recuperación de sus territorios ancestrales. Hace 33 años dos sicarios en moto lo asesinaron en Santander de Quilichao.

Algunas camionetas sin placas y motos de alto cilindraje en la misma condición, son remanentes de una ilegalidad que pretende dejarse atrás. Aunque hay carretera, los miembros de la Red de DD.HH. sugieren seguir el trayecto a la zona campamentaria a pie. Son casi las 11:00 a.m. Un Che Guevara desteñido y otro ¡Alfonso Cano Vive! quedan atrás. El pueblo mira la procesión de visitantes. De intrusos. No hablan, murmuran en Nasa. Son ariscos, como huidizos de quienes representan su mayor amenaza: los terratenientes.

Y a los diez minutos, bajo una llovizna pertinaz, el lugar y la primera de una serie de situaciones encontradas que van desde lo obvio hasta lo ideológico, pasando claro, por las causas y consecuencias que deja un conflicto tan largo y degradado. Una pancarta que reza “Nuestra única arma será la palabra”, rodeada por hombres armados con fusiles Ak-47, el arma de fuego de mayor producción de la historia de la humanidad, con cerca de 80 millones de unidades.

Tinto con pan

Nos recibe ´Marcela González´, de la Comisión delegada por las Farc-Ep- para ese fin. Es una mujer madura. Directa y vertical. Con mando. Se escuchan disparos… fotográficos. Ha comenzado su registro. Las cámaras son de última tecnología y los reporteros de la guerrilla de primera generación, muy jóvenes. Huelen a ciudad. Nos informan que los comandantes están cumpliendo otras tareas y que nos atenderán en breve. Ordenan café con pan para la visita. Y un lugar alterno para la espera. Una estructura simple, hecha en guadua y polisombra, al otro lado de la carretera. Verde el techo y blancas las paredes. Mesas y sillas Rimax. El tiempo pasa lento. Llueve y escampa. Escampa y llueve.

El campamento está sobre una pequeña planicie en la cresta de una colina leve. Su centro es una cancha de voleibol con más cara de pista de camper cross. Aquí -como en Cajamarca o Mocoa-, el agua manda. Alrededor -en el sentido de las manecillas del reloj- una especie de portería y sala de espera, algunos cambuches que operan como dormitorios, los baños, más cambuches, la cocina, un salón de reuniones con capacidad para unas 200 personas, el dispensario de alimentos manejado por el Sena y de nuevo la entrada. No hubo requisas o identificación, pero la vigilancia se siente encima. Lo mismo que la disciplina en las filas. Todos cumplen una tarea. Todos están estratégicamente ubicados. Y al centro, como eje de los minutos y los segundos, el cabecilla ´Juan Cortés´, de camuflado completo y con una tartamuda (ametralladora alemana HK21 calibre 7.62mm) que lo delata como jefe de seguridad.

Ha pasado más de una hora y el grupo de visitantes sigue a la espera. De pronto, un miembro del cuerpo de mando de las Farc-Ep se presenta como ´Antonio Ospina´, del grupo de Logística y Prensa. Su acento es paisa. Es joven, amable y según algunas mujeres, apuesto. Rompe el hielo con un chiste. “Les tenemos una sorpresa de almuerzo: ¡que no hay almuerzo!” Lo desmiente y asegura que después nos dirigiremos al aula campamentaria. Allí -añade-, pueden preguntar lo que quieran y “nosotros les contaremos en qué anda nuestra organización”.

El almuerzo es sencillo. Arroz y un sudado de carne con yuca. La ración de proteína es pequeña, pero gustosa. Servida en loza y con cubiertos metálicos para la mayoría. Cada uno de los 34 miembros de la comitiva -conformada entre otros por 23 estudiantes de Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Occidente-, recibe una botella de jugo. El asombro y la perplejidad cundieron. “No son los monstruos que nos han pintado, son seres humanos” comenta una estudiante con la voz casi entrecortada. También emergen las dudas y el recelo. En voz baja se comenta que la estrategia de comunicación externa está muy bien montada. La guerrillerada atiende, sirve y ofrece. Son hombres jóvenes, indígenas todos. Es poco más de la 1:00 p.m.

No es verano, pero se acerca la Semana Santa.

La lluvia amainó y el sol salió de pronto para acompañar el canto incesante de una chicharra extraviada. En este lugar cualquier sonido se extiende en la vastedad del territorio y el silencio de la naturaleza. Una moto, un  silbido o una chicharra. Son apenas un puñado de casas de las veredas Los Monos y San Antonio las que quedaron al interior de la ZVTN que tiene una extensión de 12,8 kilómetros cuadrados. Y en ellas pareciera solo hay niños. Juegan descalzos, desprevenidos, carisucios y con la misma actitud huraña de sus mayores. ¿Dónde estarán sus padres? No hay grandes cultivos, ni empresas, ni nada. Solo una organización insurgente firme en que el proceso de paz no tiene marcha atrás, a pesar de todas las demoras.

Pasamos al aula campamentaria. Es un espacio como todos, con piso de tierra, de hierba aún, pero con cara de auditorio. Con amplificación de sonido y un televisor de gran formato al frente. Se están preparando para informar. Contarán con 31 emisoras y un canal de televisión. Nos perderemos el partido Colombia vs. Bolivia. Muchas carteleras con historia y homenajes a sus héroes, algunos con ribetes casi míticos. A ´Manuel Marulanda´ y ´Jacobo Arenas´, a ´Simón Trinidad´ y ´Pablo Catatumbo´, y a ´Carlos Perdomo´, que presta su nombre a la ZVTN. Son dibujos básicos hechos con más exaltación que técnica y textos con algunas faltas de ortografía. Trazos humildes llenos de simbolismo. Tareas para la memoria en contra del olvido. Cumplidas y firmadas.

En la tarima, ´Antonio Ospina´, ´Gustavo González´ y ´Niver Martínez´. Son sus alias, los titulares de sus múltiples órdenes de captura. Y en los costados, dos camarógrafos que no dejaron de grabar nunca. Todos miembros del BLOCAC, el Bloque Occidental ´Alfonso Cano´. 

III Parte. Rueda de prensa. De cómo la guerrilla se comunica hoy con el pueblo y construye su nueva identidad

´Antonio´ quiere ceder el micrófono al ´Gustavo´, pero este le indica que su intervención se demorará. Explica entonces la dinámica. Tiene sombrero de carabinero. También pantalón y botas de policía. No lo menciona, pero es una rueda de prensa. Su acento paisa se neutraliza cuando despliega discurso ideológico y se acentúa cuando expone las causas estructurales de la marginalidad, la exclusión y la pobreza en Colombia. Es una mezcla de historia y actualidad. De juventud y pasado. Se le notan los ocho semestres de Física en la Universidad de Antioquia, aunque diga que todo lo que sabe se lo debe a la guerrilla. Desde niño quiso ser guerrillero.

Habla con un enfoque más político e incluso democrático, con el convencimiento pleno de que los problemas del país se acabarán cuando ejerzan el poder avalado por el pueblo. Porque recuerda: “Fuimos Estado y fuimos poder en algunas regiones de Colombia. 300 municipios”. Creen poder lograr la transformación social del país. “Y lo fuimos a través de las armas porque no nos dejaron otra forma de participación política que la lucha armada”. Por eso soportan los inconvenientes logísticos, porque consideran que no son nada ante la convicción de paz.

´Gustavo´ toma la vocería. Se para. Tiene barba de un par de días y camiseta sport. Viste un pantalón camuflado de tonos grises y unas botas beige de las que apenas estrena el Ejército. Es un hombre grueso, jecho, con el ceño fruncido y los pantalones en su puesto. Es inevitable pensar en su alias: ´Rambo´. Y en todo lo que las autoridades aseguran de él: Jefe de la temida columna móvil que operó en Tumaco-Nariño, traficante de drogas y armas, socio del cartel de Sinaloa, reclutador de menores, perpetrador de crímenes de lesa humanidad… por lo que su cabeza llegó a estar tasada en 1.700 millones de pesos. No se ahorran adjetivos para calificar el sustantivo que a su juicio lo define: asesino. Afirman que es ideólogo con estudios universitarios, que es de Silvania-Cundinamarca. Otros informes de inteligencia dicen que es barranquillero. A nosotros nos dijo que hizo hasta cuarto de primaria y que es de Villarica-Tolima.

Su deje lo delata. Habla despacio y con esa entonación que alarga ciertas palabras y mocha otras de tajo. Es la historia que arrastra. La de sus padres, que también fueron guerrilleros. Su lenguaje es sencillo pero contundente. Elemental, pero profundo. Campesino. “Aquí tamos luchando porque haiga paz”. Lo cierto es que quien lideró los aportes económicos a la causa guerrillera con la columna móvil ´Daniel Aldana´, ahora es el responsable de la desmovilización de la columna móvil ´Jacobo Arenas’.

El ejército lo acusa de ser bebedor de whiskey y gustar de las mujeres jóvenes. Y aun así comenzó enalteciéndolas, diciendo que sin ellas no era posible la paz. Y después se despachó un discurso donde dictó cátedra de historia. Historia no oficial, claro. Subalterna, dicen los académicos: “Han sido 53 años de abstinencia. 53 años de no poder decir lo que se piensa. 53 años perseguidos para matarnos por pensar diferente. 53 años creyendo lo contrario a los que nos han gobernado siempre”. Un discurso orientado a los pobres, a las mujeres, a la población LGTBI y, por supuesto, en contra de la oligarquía. Parece un discurso rancio, pero visto con imparcialidad evidencia que los rancios son los problemas.

Por eso cree que ahora viven el resultado de la resistencia, porque desde que nacieron el 24 de mayo de 1964 como guerrilla, la opción armada fue la segunda posibilidad. Ya para mayo del 82, en su Séptima Conferencia y cumplida la mayoría de edad, la decisión de ser un ejército regular que lucharía por el poder e incursionaría en sectores urbanos, fortaleció su componente político. El mismo que hoy le hace preguntarse: ¿qué sentido tiene seguirnos matando entre pobres? Y actuar con cautela, pues no han olvidado el genocidio de la Unión Patriótica, un partido político eliminado jurídica y físicamente que llegó a tener 25 alcaldías directas, poco más de 100 en coalición, 14 congresistas y decenas de concejales y diputados. Amén de dos precandidatos presidenciales asesinados.

Asegura que siguen resistiendo, que el incumplimiento del gobierno en algo tan simple como la logística, no los hará desistir “a estas alturas”. Se vienen cosas más delicadas como la JEP (Jurisdicción Especial para la Paz). Por momentos pareciera que quien habla es ´Tirofijo´. Es un viejo zorro de la manada. Cada palabra pensada, cada frase medida, cada idea definida con una pasmosa precisión. Un hombre sin afanes. Fue ´pionero´ a los quince y guerrillero desde los 18, hace 34 años.

“Tantos años con las palabras en la garganta y sin auditorio”, confiesa. Tantos años de guerra y muerte. De amenazas e intimidación. Tantos años en la lucha y no cree en el posconflicto. En eso coinciden todos los miembros de la mesa, consideran que los conflictos (políticos, económicos, sociales, etc.) no se van a acabar, lo que en adelante se podrá es tramitarlos a través del diálogo y de la participación política, para que quienes -a su juicio- los originan no sigan causándolos. El adoctrinamiento ahora es humanista y no guerrerista. Y recordó con una respuesta a su camarada ´Manuel´: “Hay es que acabar la guerra, no humanizarla”. Tal vez por eso se le quebró la voz y se le aguaron los ojos cuando relato cómo asesinaron a la madre de su hija en Santander de Quilichao, a ver si él aparecía. Dejó que se enfriara el dolor y fue al tiempo por su hija de 16 años. Lo acompañó siete años en la guerrilla. Murió en una emboscada. No la pudo recoger.

Niver habló muy poco, una sola vez en casi dos horas y media. Lo hizo para enfatizar en que “El Acuerdo de La Habana está pensado en su espíritu y letra para hacer lo que no hemos sido capaces de hacer en 200 años, no se puede construir un país si seguimos así”. Ante las muertes y las víctimas de un conflicto infame, cuya finalización se asoma como los niños en los patios de sus míseras viviendas, reconoció que la verdad es una construcción colectiva. También el perdón. Viste casi de civil, solo botas militares. Su marcado acento costeño riñe con un rostro adusto, sin sonrisa, que reconoce un país fraccionado, donde todos somos enemigos, donde la impunidad campea, donde el campo está olvidado y donde la memoria histórica es la oficial. Cita a ´Marulanda´ y su compromiso: “Al pueblo hay que responderle por lo que hicimos y por lo que dejamos de hacer”. Y a Bolívar, para justificar los actos de guerra. Aclara eso sí, que la reparación a las víctimas nos será económica, sino moral.

Epílogo

A las 3:30 p.m. nos dirigimos a la ZVTN ´Carlos Perdomo´ a 300 metros del lugar. Basta echar un vistazo para comprobar que las obras están en un 50 o 60%. Por eso no han concentrado toda la guerrillerada, solo 200 hombres. Muy pocas mujeres, cinco de ellas en embarazo, desarmadas y cumpliendo tareas de prensa. El lugar está pensado para 400. Falta un segundo espacio, que ni siquiera se ha comenzado. No han iniciado la dejación de armas, porque aún no están listos los contenedores y la ONU no puede cumplir esa misión. Tampoco han salido de las cárceles los guerrilleros presos. “Es como si el gobierno se hubiera olvidado que esta fue una negociación, no una rendición”, asegura un miembro del Mecanismo de Monitoreo y Verificación que al pedirle su nombre dijo: “Ponga, amigo de la paz”.

A las 4:20 p.m. emprendimos el regreso. Lluvia, soledad y un lodazal que enterró el bus en el que viajábamos. Una hora, dos horas y nada. Luego de casi tres horas, un hombre sentenció: “No pierdan la ilusión”. “¿Cuántos hombres necesitan?” No sé, muchos -respondí. A los 15 minutos 50 guerrilleros nos sacaron del barro. Todos vestidos de civil. Se necesitarán muchos más hombres y mujeres para sacar a Colombia del atolladero.

El 4 de abril el Secretariado de las Farc-Ep entregó el listado de los alzados en armas ubicados en las ZVTN y los PTN (Puntos Transitorios de Normalización) que contiene un total de 6.804 personas. Y otro de 1.541 milicianos. De conformidad con el Acuerdo Final, esta información será revisada por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, la misma entidad que da vueltas y largas para no autorizar las visitas a estos lugares, a donde va el que quiere. El gobierno no quiere que alguien vaya hasta tanto no estén terminadas las obras y la guerrilla quiere que todo el mundo vaya y compruebe que no están terminadas. Han sido 53 años hablando diferente. En el fondo, cada uno tiene una percepción de la realidad, aunque compartan la esperanza de que el cumplimiento de lo acordado resulte conveniente para todos. Esa es la ilusión.

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“El falso feminismo es una gran lacra”

Lo que me lleva de nuevo a exponerme es la polémica por el beso de Luis Rubiales y Jenni Hermoso. Un beso catalogado como violencia sexual.

“El falso feminismo es una gran lacra”
Especial para 90minutos.co

Lo que me lleva de nuevo a exponerme es la polémica por el beso de Luis Rubiales y Jenni Hermoso. Un beso catalogado como violencia sexual.

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Primero lo primero. Nadie debe besar a nadie en contra de su voluntad. Eso debe estar claro y no amerita discusión alguna. Ni hacer absolutamente nada que no sea acordado, aunque ese acuerdo en las relaciones interpersonales suele ser tácito.

De lo contrario, estaríamos al frente de la deshumanización y la automatización de lo idílico, de los flirteos iniciales del romance convencional, los galanteos o ligues precedentes, previos al enamoramiento. Valga decir que estamos ante la sexualización de las relaciones interpersonales en una sociedad “datasexual” e “infómana”, que todo lo publica y debate en redes por íntimo que sea.

Segundo. Ante la sexualización de relaciones entre humanos que no necesariamente buscan un encuentro sexual o una relación de pareja, tocará conocerse a través de una aplicación y llenar un formato donde se pida autorización para dar el primer beso, que se da con la mirada y tiene una profundidad que llega hasta lo más insondable del alma y lo más recóndito del espíritu.

O salvoconducto para tomar una mano entre las nuestras, que es la forma más genuina de la caricia. O una licencia para abrazar, la maniobra más efectiva para unir los pedazos de un corazón roto. Porque hay lenguajes del cuerpo que trascienden todos los lenguajes.

Tercero. Un amigo entrañable dice –para casos como el de esta columna y su título– que sale flote mi vocación de sparring, esa propensión a pelear para que otro mejore sin más recompensa que recibir golpes como opositor invisible.

Lo anterior, por supuesto, no alcanza para una disposición permanente al suicidio por mano ajena, sólo una provocación reflexiva esporádica –belicosa si se quiere, una pulsión del pensamiento crítico que siempre será mejor que agarrase a golpes– que espero no se convierta en inmolación.

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Cuarto. El motivo que me lleva de nuevo a exponerme es la polémica alrededor del beso de Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol, a la jugadora de la selección española, Jennifer Hermoso, tras la obtención del título mundial en Australia.

¿Impulso emocional o agresión razonada? Opinar es una moderna y novedosa forma de suicidio social, pero qué carajos, cuando uno tiene más pasado que futuro, madrazos y aplausos se reciben con la misma actitud: usted piense lo que quiera que yo escribo lo que pienso.

No hay quinto malo. En España y en buena parte del mundo occidental, la situación ha dado para todo. La condena social ha sido una cacería mediática que tiene visos de melodrama y película de terror.

Un beso catalogado como violencia sexual, que el acusado ha considerado un pico espontáneo y consentido, dos términos que de entrada encierran una gran contradicción o, por lo menos, un ingenuo contrasentido. Y la mamá de la implicada, califica como algo intrascendente frente al título mundial.

“Que el hecho no quede impune”, ha manifestado la jugadora y el sindicato de jugadores pide la cabeza del calvete que ha dicho que “el falso feminismo es una gran lacra en España”. Y ahí fue Troya. Lacra es un escupitajo. Por supuesto, lo que no se cuenta en los medios ni se ventila en las redes, es que detrás del hecho está la disputa política por un cargo con unas implicaciones económicas y sociales tremendas.

Les va bien entonces a las aves de rapiña y a las jaurías de hienas, propiciar y esperar la muerte del atacado para acceder sin reparos al sanguinario festín.

El escándalo del beso siempre es carroña para los medios. Con este, el ingrediente adicional es la llamada “violencia de género”. Los picos entre Britney Spears y Madona, y entre la reina del pop y Cristina Aguilera, confirman que las ninfas son adorables. Entre Johnny Deep y Jimmy Kimmel, ratifican una amistad sin prejuicios.  

Entre Sandra Bullock y Scarlett Johansson, que ya quisiera era uno ser el labial. Y entre Miguel Bosé y el colombiano Manuel Medrano, un mensaje de amor artístico, según afirmó en su momento el cantante de Una y otra vez.

Todos, besos entre personas del mismo sexo, algunos de los cuales no se han declarado bisexuales u homosexuales. Al fin que –para los dos casos: la elección de su sexualidad o la revelación pública– es su decisión.

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Pero volvamos a la pelota, sin más enumeraciones, pero sí con cifras. En el pasado mundial un medio de Sidney registró 30 casos de jugadoras lesbianas o bisexuales. Y lo hizo para argumentar de manera contundente que señalar a todas las futbolistas como lesbianas, es como asegurar que no hay hombres futbolistas homosexuales.

En los dos vestuarios habrá todavía quienes no se atrevan a salir del closet y eso debe respetarse. Una sociedad llena de prejuicios, manipulada por la tecnología, no es el mejor indicador de equilibrio. Amén de la “demencia libertina” que padece esta sociedad, para evocar la condena al Marqués de Sade.

El pecado de Rubiales fue darle un pico a una mujer (dice él que, con su consentimiento, afirmación que ella ha negado); una mujer que si bien no ha declarado su orientación sexual (no está obligada a hacerlo) es vocera LGBTI+ y tiene gran influencia en su país pues es la goleadora histórica de su selección.

Hay nuevas formas de masculinidad, mucho más afines y respetuosas que el legado patriarcal. Pero también –hay que decirlo sin temor a ser lapidado– equivocadas formas de feminismo que rayan en lo que algunos han llamado ‘hembrismo’.

Es un fenómeno en boga, tal vez ese “falso feminismo” al que se refiere Rubiales con el infeliz adjetivo al final. Mujeres en apariencia empoderadas que basan su vida en actuar como actúa un hombre machista, porque con esa actitud creen reivindicarse.

No, no es imitando a los hombres que una mujer se libera de las formas atávicas del machismo pasado. Es con inteligencia, no con superioridades ficticias ancladas en prácticas culturales también condenadas a los hombres.

El alcoholismo y la promiscuidad –para citar sólo dos ejemplos– no está bien ni para hombres, ni para mujeres, ni para nadie.

Los niños pueden llorar y jugar con muñecas; y las niñas pueden jugar fútbol y con carritos. Los estereotipos nos han hecho mucho daño y siguen haciéndolo. Un vocabulario soez es vulgar en la boca de cualquiera, independientemente de su sexo y sexualidad.

La agresión sexual lo es al margen de quién la ejecute. La agresión física es tan grave como la agresión verbal o psicológica, venga de quien venga. El feminicidio debe condenarse tanto como el masculinicidio o androcidio, aunque el último no tenga aún soporte jurídico.

No es una cuestión sólo semántica, es un asunto social que debe atenderse en aras de la convivencia.

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La sola andanada de insultos e improperios que desencadenará este texto, son una prueba misma de lo que aquí se plantea. Emergerán reencarnaciones de Lilith, de la femme fatal, que fue todo lo contrario de la esposa fiel y la madre abnegada.

La mujer que se rebeló contra Adán, la que lo desafió, la que sólo quería copular encima de él y gustaba de la sangre de los niños y el semen desperdiciado de los hombres. La que tuvo muchos amantes por su sexualidad desenfrenada, ilícita y morbosa; y que la llevó a terminar desterrada a orillas del Mar Caspio al lado de Asmodeo, un monstruo horripilante con lujurioso deseo carnal similar al de ella, con el que se dedicó a engendrar miles de demonios.

¡Habrá algo más machista! Sí, que cualquier género se considere superior a otro en el aspecto que sea.

Ya está bien de tanta satanización. Ya está bien de tanta guerra de sexos. El listado de los futbolistas que se han besado con sus compañeros da para una enciclopedia y no han hecho tanta escandalera. No armen más tormentas en aras del respeto y de la igualdad.

Mujeres y hombres son infieles. Hombres y mujeres maltratan. Mujeres y hombres quieren imponer dominio. Hay buenas y malas personas en los dos sexos y en las múltiples sexualidades. Inventen los géneros que quieran, que cuando de genitalidad y enfermedades se trate irán sólo adonde dos especialistas: ginecólogo y urólogo. Ahí les queda pues. ¡Pasen al festín!

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El zar de Puerto Tejada

A muy pocos les rinden homenajes en vida. A muy pocos los medios de comunicación respetan y consienten. Y uno de ellos es Pedro Antonio Zape Jordán.

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Especial para 90minutos.co

A muy pocos les rinden homenajes en vida. A muy pocos los medios de comunicación respetan y consienten. Y uno de ellos es Pedro Antonio Zape Jordán.

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A Pedro Antonio Zape Jordán le cuesta pararse, poner de pie su humanidad para recordarle a la vida que los robles son mortales, pero inquebrantables en su porte y robustez. Es el peso y el paso de los años que sin embargo no le impiden erigirse como uno de los más grandes arqueros del fútbol colombiano de todos los tiempos. Es de pocas palabras y de muy buen humor. Maneja un doble sentido que, como debe ser, se mueve entre la simpleza y la perversión. Como todas las leyendas vivas, parece más grande de lo que es y a sus 74 años los brazos todavía se le descuelgan de sus hombros como los dos largueros de las porterías que protegió cual cancerbero del infierno durante 22 años, del 66 al 88.

Como en el cuento de Gabo, El ahogado más hermoso del mundo, este hombre desde siempre ha tenido cara de llamarse Pedro, Pedro el grande. Así se llama el documental que le hizo Héctor Fabio Grueso, para rendirle homenaje. Podrá no ser el título más original –así era llamado Pedro I, el zar de la dinastía Romanov de Rusia–, pero es verdad. El que sí es muy original es el nombre de la productora: Grueso calibre. Este hombre nacido en Puerto Tejada-Cauca, estaba condenado a la grandeza en la dinastía Zape. Todos sus hermanos jugaban fútbol y para Pedro Antonio –el más entrañable de ellos, Constantino, ya fallecido–, era mejor que él. Su inspiración. El modelo que quiso seguir.

Por eso, porque no ser creía el mejor, cuando llegó al fútbol profesional no jugaba con el número uno en la espalda, como la mayoría de los guardametas, sino con el 24 o con el 22, o con cualquier número o camiseta que no tuviera dueño. El número nunca tuvo nada de especial, sólo que estuviera disponible. Pedro Antonio no era el más alto, pero sí el más ágil. No era el más fuerte, pero sí el más corajudo para enfrentar a las tribunas del Pascual Guerrero cuando lo silbaban. Afirma sin titubeos que cuando lo ofendían atajaba de todo. Su partido era una lucha aparte contra la dignidad. Jamás sufrió delirios de grandeza y todavía hoy, mira al piso como buscando respuestas ante el que considera un inmerecido homenaje. Tal vez por esa humildad que nunca fue necedad, era un tipo cuya calidad en aquellos tiempos a casi nadie le cabía en la imaginación.

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A él tampoco le cabía ni en la cabeza ni el corazón que el auditorio principal de la Escuela Nacional del Deporte estuviera tan lleno y que tantos amigos del fútbol hubieran acogido el emocionante llamado de la distinción reservada para aquellos que sobresalen de la manada. Varias veces los ojos de los asistentes auscultaron detrás de las gafas del portero, si las lágrimas se asomarían en los ojos algo apagados pero pícaros de un hombre sinigual; o atendieron con sigilo si la voz se le quebraría, pero el arquero estiraba su espíritu con un silencio breve y despachaba la nostalgia con una sonrisa, que es como uno de esos saques que promueve un contragolpe certero, que por supuesto, termina convertido el gol.

Cada vez es más extraño encontrar a una persona a la que todos quieran sin reparo alguno. Hasta sus regaños y ‘putiadas’ en medio del juego y los entrenamientos, se recuerdan con cariño. La mayoría lo considera el número uno. Sí, el mismo que nunca buscó tener en su espalda y ahora porta como estandarte en el espíritu, en el corazón, en el alma, en cualquier de esos lugares intangibles donde se guarda lo que no se puede tocar, pero se puede sentir. Son cosas del alma, dice. Guarda silencio. Parece melancólico. Baja la cabeza. Se acerca el micrófono y remata: “Son cosas de alma, del almanaque”. Como buen humorista, no se ríe. El auditorio estalla en una sonora carcajada.     

A reventar, así estaba el lugar en el que se dieron cita viejas glorias del fútbol. Muchos merecen iguales o mejores homenajes. Le dieron todo al fútbol y éste les devolvió un par de monedas y muchas patadas, algunas de ellas con nombre propio: indiferencia y olvido. Algunos como Jairo el Maestro Arboleda y Ángel María el Ñato Torres se conservan bien, atléticos y con una figura longilínea. Aunque canosos y con los pliegues de la vida como medallas en el rostro. Eduardo Niño, como si no hubieran pasado los años y el Profe Barragán, en lo suyo, el liderazgo. Norman Emilio el Barby Ortiz, Oscar el Moño Muñoz y Pedro Nel Ospina, unos abuelitos adorables que evocan sus años mozos con una picardía apenas comparable con la del ahora reposado Jairo el Tigre Castillo.

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A muy pocos les rinden homenajes en vida. A muy pocos los medios de comunicación respetan y consienten. Y uno de ellos es Pedro Antonio Zape Jordán. Su agilidad ahora es mental y no física. Ya no se abalanza como un felino sobre la pelota, pero sí sobre un suculento sancocho o cualquiera de los platos típicos de su Puerto Tejada del alma, cuyo estadio lleva su nombre. Es otro tributo en vida, otro reconocimiento a su grandeza y a su nobleza. Ni su guayabera azul cielo ocultó su prominente panza, ni su voz la inmensa nostalgia por una vida deportiva que toma visos de leyenda. Una y otra vez aseguró no tener palabras para expresar lo que sentía, mientras su economía verbal sentenciaba sabiduría. Varias veces manifestó no merecer tanto y cada vez que lo hizo el público grito: “Claro que sí y mucho más”.

La suya –como subraya el subtítulo del documental, es una historia de fortaleza y victoria. La primera, una condición menoscabada por los años y los achaques de la edad; pero la segunda, una condición reservada para los elegidos, para los ungidos por los dioses para ganar aun en la derrota, para vencer siempre, incluso cuando la vida de a poco se va yendo y llegará la derrota final a manos de la parca. Pero los ídolos nunca se mueren del todo. Pedro el grande lo sabe y se mofa del comentario de otro grande de los tres palos, Julio César Falcioni: “Estamos viejitos y por eso nos hacen homenajes”. No es sólo por viejos Julio, es por grandes. Y entonces las manos fuertes y firmes que atraparon tantos balones –ahora un poco temblorosas y rígidas- se unen en un acto de sumisión sobre su pecho para agradecer a toda la concurrencia. Gracias a vos Zape por las atajadas, por las voladas, pero, sobre todo, por el pundonor y el arrojo como ejemplos para la vida. ¡He ahí tu grandeza!

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Infómanas y datasexuales

Ni hombres ni mujeres somos imprescindibles. Apenas a lo sumo indispensables y reemplazables en los fugaces instantes de la felicidad. Ni Adanes ni Evas.

Infómanas y datasexuales
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Ni hombres ni mujeres somos imprescindibles. Apenas a lo sumo indispensables y reemplazables en los fugaces instantes de la felicidad. Ni Adanes ni Evas.

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“Se desprecia a las mujeres, se les consume, se les desecha, se les estigmatiza,

se les cuelga para siempre al árbol patriarcal y allí se les ahorca”.

Elena Poniatowska

En el primer Diccionario ilustrado de la risa con frases de políticos, machistas, feministas, vivos, tontos y alguno que otro animal, se lee –obediente a los principios de la Santa Madre Iglesia– que Adán es el único hombre verdaderamente imprescindible que ha tenido la humanidad. Y del que todavía no se sabe si tenía o no ombligo, pues si nadie lo parió se elimina de un tajo a la mujer en el proceso de la creación al no haber tenido el primer hombre cordón umbilical. Y de su costilla y la creación de la mujer mejor ni hablar. Todos sabemos que los señores fieles a la cruz y a sus maderos sagrados; y al dinero, son patriarcales hasta los tuétanos, pues la tríada Padre, Hijo y Espíritu Santo; y el cuentazo de la Virgen, son más machistas que todos los hombres del planeta juntos. ¡Dios jamás tuvo mujer!

En el ensayo La puta de Babilonia, Fernando Vallejo –el último genio de Colombia– escupe toda su erudición en contra la sagrada institución: su machismo, su homosexualismo, su esclavismo, su pederastia vergonzante, sus imposturas, su enriquecimiento, sus crímenes, sus contradicciones, sus mentiras y, por supuesto, su misoginia: su aversión a las mujeres a las que relega a un purificado y subordinado papel. Mientras aplica toda su maledicencia y se refiere al Papa como un “marica con sotana” (si su sensibilidad fue herida puede dejar aquí esta lectura y ni se le vaya a ocurrir leer Memorias de un hijueputa), se refiere a las mujeres con un candor apenas equiparable con la aversión que le genera la reproducción humana.

Como buen provocador jamás toma el camino de calificarlas como los seres más maravillosos de la creación, y menos, cuestionar que si no fuera porque para estar en sus brazos hay que caer antes en sus manos, la cuestión con ellas sería más espontánea, tolerable y llevadera. No, eso se entiende porque Vallejo se ha declarado públicamente bisexual, –con sarcástica ironía testifica (término que deriva de testículo) que le gustan los muchachos y los pelaos– y entonces confiesa que al que coincide con él le abre de inmediato un campito en el corazón y le otorga la categoría de poseedor indiscutible de la verdad. Y esa, es una revelación de una ternura inconmensurable. Así sea mentira.     

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Como la de la mujer imán, que atrae pero es incapaz de retener. Porque no quiere –y eso es respetable–, pero también porque a veces no puede –y eso es lamentable–. Los espacios en el corazón son limitados. Y se cansan los ojos de ver tanta desfachatez y los oídos de tanto oír las mismas peroratas sin acciones concretas para avanzar en la vida y el corazón de tanto comprobar que se necesita hacerse el imbécil para ser feliz, asumir un estado de inconsciencia y de silencio para evitar molestar a quien no puede mejorar porque pierde su esencia. Argumento este derivado de la filosofía de WhatsApp, que no sirve para un carajo. O sí, para ocultar el ser en el parecer de las redes. (Insisto, antisociales).

Cuando una sociedad, la mujer o el hombre (incluidas todas las alternativas), tasan su valor social en el cuerpo, la estatura ética queda reducida a prácticamente nada. La pobreza espiritual de esta sociedad se refleja cuando consagra su existencia únicamente a rendirle culto a buscar el canon de belleza impuesto u ocultar sus defectos, bien sea con maquillaje, con cirugías, con ejercicio (que mejora cuerpo, pero no cara), con palabras, con actitudes, o con esa propensión a enviarle mensajes de la conciencia al mundo que sólo revelan las heridas de su inconsciente y las ausencias y vacíos afectivos que llena con cualquier cosa, actividad, vicio o persona. De ahí que una y otra vez se fracase en las relaciones. Ahora bien, alejarse del abismo nunca será un fracaso, pero no intentar construir un puente es de una insensatez suprema.

Coincidiremos eso sí, en que mucho va de Elena Poniatowska a la Bichota y tanto más de Idea Vilariño o Alejandra Pizarnik a Shakira. De Francia Márquez a la Cabal, de María Jimena Duzán a Vicky Dávila e incluso de Catalina Usme a la mayoría de hombres. Hay imanes diferentes y cada quien atrae con fuerzas magnéticas propias. Pero lo cierto es que en tiempos de la virtualidad las relaciones fracasan fundamentalmente porque la sociedad impone comportamientos a través de los medios masivos y las redes que socavan la individualidad. Considerar –demos por caso–, que al igual que los personajes el jet set o los grandes artistas de la farándula, uno puede saltar de cama en cama sin afectar la imagen en su entorno y contexto, es sin duda una expectativa irreal para las mayorías y una situación idealizada por hombres y mujeres que buscan legitimar su promiscuidad.

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Hoy cualquier perico de los palotes o fulana de tal supera con creces las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud que vaya uno a saber de dónde saca sus cifras y dictámenes: “Una persona es promiscua cuando mantiene relaciones sexuales con más de dos personas en un periodo inferior a seis meses”. El que esté libre de pecado que tire…  y bastante, porque ese es un canon de una rigidez impuesta que llega a ser ridículo para todos, por exceso o por defecto. Las redes están llenas de lugares comunes, de infómanas datasexuales –para utilizar dos términos acuñados por el exitoso filósofo alemán de origen coreano Byung-Chul Han–, personas obsesionadas con la información que proyecte de ellas una imagen propia ideal que la mayoría de las veces está lejos de su realidad interna y vital.

Si uno se lee Mujeres, Una dama salvaje, y Se busca una mujer, de Charles Bukowski, entiende su realismo sucio, su estilo soez y su exhibicionismo literario. Comprende por qué afirmaba que es posible amar a otra persona si no la conoces demasiado, por qué cuando el amor es una orden el odio se puede convertir en un placer y por qué el amor es una niebla que se quema con el primer rayo de luz de la realidad. Si en cambio lee La mujer, del chileno Isidoro Loi, mientras sonríe se asombra de las injusticias que lo largo de la historia la humanidad ha cometido en contra de las mujeres. Cuando lee El matrimonio, del mismo autor, lo que descubre no son las injusticias, sino las infamias de los hombres.

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Ni hombres ni mujeres somos imprescindibles. Apenas a lo sumo indispensables y reemplazables en los fugaces instantes de la felicidad. Ni Adanes ni Evas. Entretanto el lenguaje se ensaña con la mujer. Un célebre desconocido se refiere a la prensa nacional como “fea, puta y bruta”. Y argumenta: es antiestética, se vende al mejor postor y no sabe que su valor radica en su decencia. ¿Y por qué no referirse al periodismo como feo, puto y bruto? ¿Por qué debe ser ella y no él?

Vale entonces reflexionar en torno de otra acertada definición de Fernando Vallejo: “El amor es una quimera de un sólo sentido como la flecha, que sólo tiene una punta, no dos. ¿Cuándo ha visto usted una flecha que vaya y venga? El amor es para darlo, no para pedirlo. No pida amor. Delo, si tiene. Y si no, pues no”.

Agregaría –para finalizar– que a Dios, como al negro del WhatsApp, el amor se le salió de las manos.

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