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Bullying mediático a populistas

Bullying mediático a populistas

Especial para 90minutos.co

En los últimos días no ha dejado de ser noticia el sueldo de los congresistas. Un aumento ridículo que muchos aceptaron con los brazos abiertos, aún cuando en campaña (e incluso desde el Paro Nacional) la promesa mayoritaria era apostar a disminuirlos. Hay que ser claros: si algunos de los nuevos congresistas no se quieren bajar el sueldo, están en todo su derecho de justificar el por qué. En cambio, si le siguieron el juego sucio y mentiroso al populismo, prometieron algo y llegaron a hacer lo contrario, lo mínimo es aceptar las críticas del escrutinio ciudadano.

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Pero no, las respuestas de aquellos que prometieron algo e hicieron lo contrario han sido descaradas, por decir lo menos. Cuando eran ellos quienes hacían oposición e increpaban a diestra y siniestra, se escudaban en veeduría, control y democracia. Hoy ante cualquier crítica de la ciudadanía responden violentamente, incluso a periodistas, acusándolos de bullys, mentirosos y oportunistas. Pareciera que no han entendido que hacer política trae grandes responsabilidades, entre ellas darle la cara a la gente y explicar sus decisiones públicas siempre que sea necesario.

¿Por qué? Porque los ciudadanos estamos en todo nuestro derecho (que además es nuestro deber) de hacerle seguimiento a cada una de las decisiones que tomen quienes hoy nos representan, mucho más si esas decisiones involucran recursos. Si a los nuevos congresistas lo que les molesta es el señalamiento, entonces cometieron un error al pasar del activismo al servicio público. Es muy sencillo señalar, twittear diariamente exigiendo a otros que hagan y deshagan, y así fue como llegaron muchos de nuestros nuevos congresistas. Apalancarse en los errores de una entidad ya desprestigiada sin dimensionar la responsabilidad que implicaba hacer parte de ella, es un chistecito que muy caro sí nos va a salir.

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Si miramos la pantalla en grande, realmente toda esta discusión no se trata de si los congresistas se embolsillan 35, 21 o 14 millones de pesos. Al final de cuentas, su salario representa en el Presupuesto General de la Nación menos del 1%, mínimo comparado a los gastos de funcionamiento de embajadas, altas consejerías y otras oficinas de las que ni los nombres conocemos. La discusión es sobre el gran desprestigio con el que carga el Congreso, el voto castigo que los ciudadanos dieron en las urnas y los populistas que se aprovecharon de la situación.

La campaña legislativa este año fue miedosa. Pertenecer a partidos políticos tradicionales era una sentencia de muerte, no haber participado activamente en el Paro Nacional te daba una seria desventaja frente a quienes sí lo habían hecho, el votante promedio no quería escuchar lo mismo de siempre. Quería cambio, y por el cambio votó. Lo mínimo que deben hacer quienes abanderaron ese cambio, lo plasmaron en volantes e incluyeron en su discurso, es cumplir. Cumplir, rendir cuentas, responder no solo a quienes votaron por ellos, también a quienes no.

Para mí, que no voté por ellos, es un insulto que a apenas un mes de posesionados ya estén muchos haciéndose los de la vista gorda con lo que se les exige. Pudimos tener gente preparada, promesas realizables, discursos coherentes. En cambio, un poco cegados por populismos baratos, elegimos a quienes no son capaces de cargar ni siquiera con el peso de las críticas. Quedan 4 años de “bullying mediático” a populistas.

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