Habitantes de calle, la historia detrás del costal

Habitantes de calle, la historia detrás del costal

A Ernesto ya se le olvidaron sus apellidos, a veces hasta se le olvida su nombre. Incluso hay días en que no recuerda ni cuántos años tiene. Empezó a vivir en la calle cuando tenía 25 años y cuenta que cuando consumió bazuco por primera vez quedó “como nuevo” y ahí fue cuando arrancó su perdición. Llegó a Cali con sus padres en busca de mejores oportunidades, sin saber que, en ese momento, su vida daría un giro de 180 grados.

Comenzó a caminar las calles día y noche, convirtiéndose en uno de los 5.000 habitantes de calle que hay en Cali. Esta comunidad generalmente se concentra en los barrios San Bosco, Sucre, San Nicolás y El Calvario; y en su mayoría son consumidores de drogas como el bazuco.

La Secretaría de Bienestar Social, liderada por la doctora María Fernanda Penilla Quintero, busca “dignificar al habitante de calle, es decir, respetar esa orden inicial que ha dado la corte constitucional”, pues en la sentencia T-092/15, esta institución declara que una persona que habita la calle vive en condiciones que atentan su integridad, lo que conlleva a que el Estado y la sociedad tengan la obligación de materializar el valor de la solidaridad para modificar su realidad.

Para ello, trabaja de la mano con varias entidades, entre las que esta la Fundación Samaritanos de la Calle, fundada hace 25 años por el párroco José González quien, mientras estudiaba en Roma, se inspiró en la labor de la Madre Sor Teresa de Calcuta para iniciar este proyecto. La fundación busca atender de manera integral a los habitantes de calle, por lo que cuenta con diferentes especialistas capacitados para atender cualquier tipo de circunstancias.

Libia Fanny Tello, directora de proyectos de Samaritanos de la Calle, recalca que desde la fundación “no podemos obligar a ninguna persona porque trabajamos en restituir sus derechos, (...) si no hay voluntad de la persona, no podemos hacerlo”. Y para llegar a este punto, la persona que esté en situación de calle, debe tener un trabajo psicosocial y generar un vínculo de confianza con la entidad.

Situación que logró Ernesto después de tocar fondo en la oscuridad que vivía. “Al encontrar Samaritanos de la Calle, me refugié, porque ya llegué a tener la dormidita, el lavado de la ropa, la comidita, lo pone a uno en otro estado”. Una vez decidió empezar con el proceso de reivindicación tuvo que cumplir una serie de requisitos.

El padre José González dice que “nosotros los amamos, pero les exigimos”, pues si no cumplen con lo pedido, son expulsados del proceso. No todos logran tener la conciencia que tuvo Ernesto, por eso, la fundación le apuesta a seguir en la construcción de la dignificación del estilo de vida de estas personas, para que entiendan que pueden cambiar su vida.

Hablar de recuperación en los habitantes de calle no es solamente pensar en el ideal de todos, que sería volver a casa y volver con su familia. Para Libia Fanny Tello, también está en el hecho de reconocerse como personas y el encontrarse bien de salud; además, para ella “todos están recuperados porque han recuperado su dignidad como seres humanos”.

Ernesto, años después de habitar la calle, logra salir de ellas, sin embargo, reconoce que la droga “siempre le está respirando a uno ahí, eso sigue latente”.

Es por eso, que está la historia de Ramiro, Henry y Claudia; quienes llegaron a la calle por diferentes circunstancias y las drogas han asechado sus destinos.

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