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Turismo Indígena: experiencias desde la cosmovisión y la identidad comunitaria

Turismo Indígena: experiencias desde la cosmovisión y la identidad comunitaria

Por: Germán Morales Z. Docente y director de la Escuela de Turismo Universidad Autónoma de Occidente.

Fotografías: Escuela de Turismo, FFotografías: Escuela de Turismo UAO, las fotografías del territorio y la comunidad Misak son cortesía de Diana Carolina Campo Daza del Museo Lili de la UAO.

Colombia, un territorio históricamente ligado a las comunidades ancestrales indígenas, guarda en cada rincón las historias y memorias colectivas de una comunidad excluida, colonizada y obligada a resguardarse en territorios que la cultura colonizadora decidió para quienes son los primeros pobladores de América y de nuestra Patria querida.

En este desequilibrio conceptual de la repartición de la tierra en el país, con aquello de la productividad, el desarrollo y el progreso, se dividió el país entre la Colombia rural y la Colombia urbana, mientras nuestras comunidades indígenas simplemente se resignaron a su confinamiento en los territorios olvidados del país.

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Pero a pesar de tener que resguardarse en territorios apartados, a veces olvidados y a veces recordados por el conflicto o por aquellos actores que lograron entender que estos lugares y territorios escondidos de Colombia son los más ricos del país, los paraísos por explorar, y que, desde sagrados hasta profanados, por quienes han querido ponerle un demonio a su planta sagrada la Coca, estos sin duda son los lugares más exóticos y bellos del planeta.

Y es de eso que debemos hablar, de lo exótico, majestuoso, único, indomable y maravillosamente hermoso de estos lugares de la Colombia aborigen, autóctona, ancestral, y de tradiciones que solo se entienden no desde la mercantilización del territorio y sus valores naturales y culturales, sino desde la cosmovisión y la conexión con la madre tierra.

Esta Colombia autóctona, ancestral e indígena, habla dialectos por montones, posee la pincelada de la identidad en colores y formas de vestir, caminar, percibir el mundo o los mundos que nos rodean, en los sabores de la tierra desde su gastronomía, y mantiene su identidad desde su manera propia y sabia de construir sociedad desde su cosmovisión, y desde su plan de vida.

Identidad colombiana si, pues claro que sí, son nuestros ancestros, nuestras raíces arrasadas por una colonización abrumadora y dominante. Pero desde este mestizaje que hoy vivimos, desde la multiculturalidad, y desde eso que llamamos mega diversidad, los colombian@s debemos entender que esa palabra que nos suena a veces un poco rara, y que parece inventada por científicos para científicos, tiene la clave de lo que significa este país y nuestra identidad nacional.

Porque definitivamente desde entender que somos Megadiversos entenderemos que somos diferencia, variedad, múltiples formas, maneras de ver y percibir el territorio y la vida, que somos diferentes y es en la diferencia donde esta nuestra mayor fortaleza, por eso tratar de homogenizar el país como lo hemos venido intentando en estos siglos, desde los españoles hasta los aristócratas, es un error diametral para un territorio y una sociedad que debe entender que es en la diferencia que esta nuestra ventaja comparativa y nuestra gran oportunidad de ser potencia mundial.

Por eso megadiverso significa diferente, variedad, muchas formas y desde ahí entonces, debemos entender nuestro territorio como heterogéneo, con oportunidades desde la complementariedad y no desde el antagonismo que muchos han querido implementar en esta tierra del sagrado corazón o de mariposas amarillas macondianas de realismo mágico o de romanticismo costumbrista vallecaucano.

En este contexto y en lograr entender la diversidad social del país, las comunidades étnicas se levantan y se sientan en la mesa donde antes no se les permitía estar, y dicen presente con propuesta de vida propia y bajo sus principios y cosmovisión indígena. Con este contexto y entendiendo que los territorios indígenas del país son verdaderos paraísos de máximo esplendor de la naturaleza y la cultura, pero fundamental de la vida, sus manifestaciones y conexión con los mundos, que no solo están en este plano, sino en diversos planos, que se pueden transformar en experiencias únicas e irrepetibles para cualquier desprevenido que desde la admiración total, quiera conocer estos lugares, aparece entonces la idea de trabajar por una propuesta propia desde su cosmovisión de lo que debe ser el turismo Indígena.

Históricamente en el país, muchos hemos admirado estos territorios por su acervo cultural y su valor ecosistémicos para el mundo, y desde esa mirada de valor occidental se decidió que podrían ser objeto de la visión comercial y económica del turismo, para abrir su cultura, tradiciones y plan de vida, para que muchos extraños al territorio, llegaran para ver como dentro de un mostrador, a estas comunidades y sus tradiciones, sin el más mínimo respeto a veces por su cultura, lugares sagrados y manera de vivir.

Esa lógica del turismo especializado y dirigido que se ha realizado en territorios de los grupos étnicos con fines culturales, educativos y recreativos que permite conocer los valores culturales, forma de vida, manejo ambiental, costumbres de los grupos étnicos, así como aspectos de su historia es lo que hemos conocido desde la ley 300 de 1996 como Etnoturismo. Y en esa lógica las comunidades indígenas, sus tradiciones y su cosmovisión son el atractivo turístico, al punto que en esa línea delgada entre lo permitido y lo que no debe ser, se ha terminado mercantilizando la cultura, las tradiciones, los atuendos de identidad cultural que ya cualquier turista puede portar o vestir sin entender el privilegio de lograrlo o el significado cultural y de identidad del mismo, y así sucesivamente el habitante local, la comunidad indígena, el resguardo, termina en una lógica que todo lo que haga debe ser así porque le gusta al turista, y no mejor un turista educado que entiende el gran valor que posee poder ingresar en el territorio ancestral de una comunidad indígena.

Esa lógica que depreda valores, tradiciones y ancestralidad es la que las comunidades indígenas del mundo han manifestado que no se puede permitir, y por ello el comité consultivo indígena WINTA y la Organización Mundial del Turismo OMT se han sentado en la mesa de la concertación para generar una gran discusión mundial sobre ¿Qué es eso del Turismo Indígena? ¿Eso como es? ¿Quién sabe de eso?, ¿Cómo implementarlo bien? ¿Cuáles son sus principios?, y obvio han aparecido los lobos vestidos de oveja, que están camuflando el etnoturismo puro y radical en lo que llaman como Turismo Indígena, y creen que llevar un grupo a una comunidad indígena para que sea atendida por esta comunidad, pero al ritmo y lógica del turista ahora es Turismo Indígena.

Pensar en turismo indígena nos tomara tiempo y pulso, por ahora hemos podido desde la Escuela de Turismo de la UAO compartir durante dos años una vivencia especial con la comunidad indígena de Puracé, nuestros hermanos Kokonuko y desde sus saberes, mandatos, cosmovisión y percepción, hemos recogido sus preocupaciones y sus valores locales para lograr en el ejercicio de formular con ellos el Plan de Turismo de esta comunidad, darle un matiz más de lo que podría ser el Turismo Indígena.

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Esta experiencia me ha abierto no solo la mente, sino el alma, con un toque desde el Padre mayor, desde mi admiración total por el mensajero del sol o la meditación en Andulbio, o  mientras caminaba por estos caminos ancestrales en la montaña, las cascadas, o termales del páramo con Don Manuel, Rosalino, mientras Cesar nos guiaba, o mientras Gabriel nos regalaba momentos de la sabiduría Kokonuko en experiencias Únicas, o mientras discutía con el gran Hugo su concepción de turismo indígena, y hablamos y soñábamos de una Universidad indígena que lidere este proceso. Mientras meditamos al calor del fuego Kokonuko en la casa de la medicina tradicional o caminamos muchas veces por los lugares donde vivimos experiencias maravillosas con el comité de turismo con Danilo, Migdalia, Jerson y muchos amigos más de la Guardia, los mayores y el gobierno cuando pensábamos colectivamente la necesidad de ser tierra no de etnoturismo o de turismo depredador a veces mal llamado de naturaleza sino de Turismo Indígena.

En este contexto,  hemos sembrado las bases de la necesidad que hay en el país de generar una gran mesa nacional para concertar un acuerdo sobre turismo indígena para el país, donde las diversas lenguas, etnias y familias puedan expresar sus saberes y sentires con esta nueva forma de hacer turismo. Por ahora hemos puesto sobre la mesa que en los territorios indígenas de Colombia la gran sombrilla debe ser esa, la del Turismo Indígena, que guarda una profunda diferencia con el Etnoturismo no solo en la conceptualización, sino en la mirada, enfoque, y manera de ejecutar esta apuesta. En el Turismo indígena se trata de autogestionar el desarrollo local desde los saberes, conocimientos y cosmovisiones utilizando para ello al turismo como actividad que puede apoyar ese proceso.

De esta manera y en aras a aportar a la discusión de país dejo sobre la mesa esta propuesta de concepto: Turismo indígena es aquel tipo de turismo que se auto gestiona y opera por la comunidad indígena local desde su plan de vida, mandatos, cosmovisión, saberes, tradiciones y conocimientos del territorio, para brindar experiencias de turismo de Naturaleza, Cultural, y Bienestar, desde la armonización y conexión con la naturaleza y las expresiones culturales locales (gastronomía, medicina tradicional, festividades, creencias religiosas, entre otras), que en un imaginario de dialogo de saberes hagan posible el bienestar territorial y de la comunidad anfitriona, respetando los aspectos que los gobiernos indígenas de cada territorio dispongan, así como su plan de vida, lugares sagrados, y sitios patrimoniales.. 

En este contexto y propuesta el Turismo Indígena deberá tener unos principios rectores en el país, y dejo aquí algunos para esta discusión y para los interesados.

  1. El turismo indígena deberá velar por la salvaguarda, conservación y fortalecimiento de la identidad colectiva, saberes tradicionales, y procesos de patrimonialización que se encuentren en el territorio indígena objeto de la actividad turística.
  2. El Turismo Indígena no pondrá en riesgo la conservación y estabilidad e integridad ecológica, ecosistémica y biológica de los atractivos naturales del territorio indígena
  3. El Turismo Indígena deberá desarrollarse de forma autónoma y autogestionada por parte de la comunidad anfitriona indígena sobre la base de sus mandatos y plan de vida, bajo la vigilancia de sus autoridades y gobierno local en articulación con los actores académicos, empresariales y las autoridades del turismo local, departamental o Nacional.
  4. En un ejercicio de dialogo de saberes el turismo indígena trabajará desde el conocimiento propio y comunitario en articulación con el conocimiento técnico, científico y profesional para aumentar la competitividad del sector y la mejora continua de las experiencias que vivirán los turistas.
  5. El turismo indígena deberá ser respetuoso de los lugares sagrados, patrimoniales y de valor colectivo en la identidad de los pueblos y bajo ningún contexto se podrán abrir al turismo estos lugares de valor ancestral y de memoria colectiva. Solo en los casos que la asamblea indígena y el gobierno indígena lo permita esta práctica será posible.
  6. El Turismo indígena será una práctica que apoye el mejoramiento de los emprendimientos comunitarios de naturaleza y cultura fortaleciendo la cadena de servicios locales del turismo fomentando el emprendimiento comunitario como mecanismo de desarrollo local y bienestar territorial.
  7. El Turismo indígena no trasgredirá la identidad ancestral y cultural de los pueblos comercializando o mercantilizando sus saberes, y expresiones culturales para el visitante.

Tomando como base lo anterior, es importante que en nuestro país iniciemos un gran diálogo nacional con comunidades indígenas y expertos académicos y operadores del sector para concretar esta conceptualización, la reglamentación y la política pública no solo de Turismo Indígena, sino de salvaguarda del patrimonio natural y cultural que hoy son vistos como simples atractivos de turismo. En este sentido es necesario marcar una ruta de trabajo colectiva que incluye:

  1. Un acuerdo nacional por el concepto de turismo indígena que se debe discutir desde una mesa nacional de dialogo de saberes por el turismo indígena,
  2. Un diagnóstico de procesos llamados hasta hoy etnoturismo y que deberán revisar su operación para que lleguen al conceso nacional de turismo indígena,
  3. Un programa de formación en Turismo Indígena que incluya un buen porcentaje de formación en valores, autogestión, plan de vida y vida autóctona y propia de las comunidades, y como complemento el diseño de la experiencia y la operación de turismo indígena desde la visión de la gestión cultural y ambiental comunitaria y de conservación del patrimonio,
  4. Procesos de Marketing Territorial que valoren los potenciales de naturaleza y prácticas culturales de cada territorio indígena y desde esos elementos pensar en la comercialización de las experiencias de turismo indígena.

La apuesta ya está en el país, hay comunidades indígenas e instituciones interesadas en que este proceso salga adelante, y se haga bien desde el inicio, pero es importante concertar y ponernos de acuerdo en la conceptualización, la política pública y las reglas de juego para esta nueva iniciativa nacional que debe redundar en el beneficio de las comunidades locales. Esta tarea es Urgente, antes que los magos y culebreros de las modas del turismo cambien la palabra etnoturismo por Turismo Indígena y sigan haciendo Etnoturismo puro y radical, con una mirada del territorio no desde la cosmovisión, sino desde la necesidad del mercadeo y puede que ante el auge de la moda los territorios terminen igualmente depredados y la cultura en riesgo.

La línea sigue siendo muy delgada entre el bien y el mal, pero de nosotros depende que lo hagamos en el camino correcto y con los actores correctos, porque la escena del turismo en Colombia está llena de casos de procesos que pudieron ser mejores si los invitados hubiesen sido los correctos. Manos a la obra… Y como dicen nuestros hermanos Kokonuko seguiremos en Katamaku meditando, pensando y construyendo el Turismo Indígena.

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