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SAN ANTONIO - Historias del Barrio que se transforman en Experiencias de Turismo Urbano en Santiago de Cali

SAN ANTONIO - Historias del Barrio que se transforman en Experiencias de Turismo Urbano en Santiago de Cali

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la tranquilidad de quienes fundaron Cali y los obliga a partir como judíos errantes, porque en su San Antonio del alma ya no se puede vivir, por el caos y el desorden que se tomaron sus calles y sus ambientes en nombre del progreso que atropella.

Bueno, a pesar de todo esto sigue habiendo en el barrio un colectivo de vigías culturales y gestores del patrimonio liderado por el arquitecto Diego Carrejo, que, junto a sus escuderos del colectivo somos patrimonio como Paola, y uno que otro policía de Turismo se resisten a que esta modernidad depredadora se coma su barrio y por eso han creado la ruta histórica, patrimonial y cultural de San Antonio, para mantener vivas las tradiciones del Barrio, que hoy lidera, muy bien la agencia Walkingtime Tours.

Ahí están ellos nadando a veces contra la corriente de la modernidad abrumadora, del camina San Antonio como parque lineal, las materas que rompe el diseño paisajístico en calles absolutamente angostas y la rumba que a alguien a veces se le ocurre que sea San Antonio, desde sus intentos colectivos, o desde su trabajo con la asociación de vendedores ambulantes del Barrio AVOSAN liderados por Karim que son todo un ejemplo de trabajo en equipo.

Ahí están incluso intentando que la sostenibilidad del barrio no sea simplemente el cliché de una norma técnica sectorial de un funcionario o administración pública, que debe cumplir su contrato, sino un verdadero compromiso por lo que significa la salvaguarda de este barrio.

Que se despierten mis sentidos ancestrales, y que mi identidad de caleño me siga llevando por las celebraciones religiosas hasta los eventos culturales, colectivos, comunitarios y la verdadera ruta de la gastronomía tradicional y los cafés especiales, que te demuestra a que sabe Cali.

Pandebonos, marranitas, macetas, empanadas, hojaldras, el auténtico sabor del pan de Cali ve, aquí está el sabor de Cali, aquí están las calles de San Antonio que guardan secretos por doquier y que el viento le susurra a tu oído directo a tu caleñidad, porque cuando estas en lo más clásico y antiguo del Barrio, te sientes como en otra época, en otra Cali, la de las añoranzas y la nostalgia.

Desde la fundación de su capilla por allá en 1746 en sus empedrados y calles angostas, hasta el bosque urbano del Parque Nicolas Hidalgo que es hoy este pequeño relicto de vida, y biodiversidad, pues ya son 120 especies de aves, que este curioso que es Diego Villaquiran se ha encargado de monitorear y fotografiar con su lente y alma.

Lo que si es cierto es que a pesar de la modernidad del hoy y el ahora San Antonio ha sabido resistir en la memoria de una ciudad sin memoria desde el Bahareque, la tapia pisada, la madera, el hierro, el cemento y una que otra salvaguarda que a veces nadie respeta, porque para eso se hizo la feria del Uso del Suelo, desde sus casas de solares con nísperos, mangos, mangas, grosellas, mamoncillos, carambolos, guayabas coronillas, mamey, brevos, chirimoyas, y cerezas hasta las historias de la cultura y el patrimonio que estas calles guardan para siempre, pero que hay que rescatar por la tradición caleña.

Como no recordar al legendario grupo del Gato Negro, pensadores, poetas, músicos, filósofos, deportistas, tauromáquios que se reunían a divagar y pensar la Cali del siglo XX. Por ahí desde la nostalgia se evocan las historias del popular Club Lápiz, o las procesiones famosas de los domingos, o la más emblemáticas de todas como es la del patrono del Barrio San Antonio de Padua, de repente algún desprevenido y nostálgico habitante del barrio, te habla de la calle del arte y como olvidar que San Antonio ha hecho toda una historia y tradición en la popular Maceta de azúcar en el alfeñique, en una historia que debemos reescribir y contar como es, porque de repente y desde la imaginación y la fábula alguien en su afán de hacer de las macetas una feria, se inventaron una historia de hadas y madrinas que las tradiciones contradicen pero que los medios de comunicación repiten como loros para seguir perdiendo la verdadera historia, porque ya en tardes de tertulias y de café con pandebono con estos abuelos de casi una centuria, nos contaron que entre mediados y finales de 1800 en lugares como la Merced y Santa Rosa sus abuelos y padres ya hablaban del popular dulce de azúcar en palito o las tradicionales macetas caleñas. Entonces como es que es esta historia.

Quiero terminar este recorrido recordando a los ancestros, a quienes en tardes de tertulia caleña nos contaron las historias de este barrio maravilloso, pero que hoy ya no están, y como no recordar desde el corazón a los Bonilla, Vargas, Herrera, Caicedo, Paz, Otero, Álvarez, Gonzales, Polanco, Rodríguez, Aragón, Mafla, Cañas, Tenorio, y muchos más que se me escapan en la memoria, pero que nos dejaron sus enseñanzas, fundaron este barrio desde el corazón y nos dejaron un legado de lo que significa ser Caleñ@. Gracias por tantas enseñanzas abuelos.

Definitivamente San Antonio es un barrio que no se puede ni perder en el tiempo, ni desdibujar de su esencia patrimonial para volverse una zona comercial que acaba con el patrimonio, debemos encontrar el balance entre turismo, rumba y patrimonio desde el turismo cultural y la gestión cultural comunitaria, para lograr un equilibrio desde la sostenibilidad que se fundamente en el respeto de lo local y autóctono y los que llegan con sus ganas de vivir en Común-Unidad (Comunidad) y de progreso en su negocio.

Que no se detengan las rutas urbanas de Cali, caminemos por esta tierra que es madre, feraz, buena y que a la pena ancestral pone fin, porque aquí en este terruñito caleño nadie es extraño, nadie es esclavo y sin duda alguna como dice nuestro himno es hermoso nacer y vivir.  Seguimos trepando loma y nos vamos a descubrir otra historia popular y urbana que sus habitantes quieren que se cuente como es, y no desde la estigmatización, sino desde la verdad y la reconciliación con Cali y los imaginarios colectivos.

Estas historias de ladera de las montañas de la Cali alguna vez rural y hoy neorrural o periurbana como llaman algunos, se escribe en letras negras de grafito, en minas de carbón y en asentamientos de migrantes en la ladera de Cali, en lo que alguna vez fue la Hacienda Cañaveralejo por donde entre bosques y caminos reales alguna vez caminaron nuestros ancestros los Yanaconas. Pues esta zona de ladera se llenó de interés para los señores de la época de la Cali de 1900, pues aquí yacía uno de sus grandes intereses en las minas de carbón mineral para una industria dependiente del Carbol Mineral en el ferrocarril del Pacifico, en la caña de azúcar y hasta en el que hacer industrial de la región.

Fue ahí cuando estos señores hacendados y dueños de la Cali de ese momento, decidieron traer una nueva población y fuerza laboral en principio desde Caldas en Marmatos, o desde el Cauca y Nariño para crear un pequeño asentamiento de mineros que proveían a esta industria caleña pujante y económicamente estable hasta que el carbón dejo de ser rentable y entonces, ahí se generó el olvido de quienes los trajeron y los dejaron a su suerte en están montañas del corregimiento de Cañaveralejo.

Era un caserío hermoso, con casas de bahareque pintadas de blanco uniformemente en medio de platanales, café, bosque, agua por doquier y mucho monte en una montaña o mirador de Cali, que a lo lejos se veía como un pequeño pesebre muy lustre y paisajísticamente sobresaliente.

Pues este pedacito de esa Cali del siglo pasado se terminó convirtiendo entre 1920-1930 en lo que hoy conocemos como el barrio Siloé, en aquellas tierras que como en la palabra sagrada bíblica donde Jesús hizo uno de sus milagros más recordados, estaba llena de vida, canales de agua y mucha paz, algunos cuentan también que el nombre Siloé viene de parte del ingeniero geólogo Francés Luis Che quien en su sociedad con el señor Eugenio Santamaria Sánchez en el proceso de explotación de la mina de carbón de la zona lo asemejo a su pueblo natal y por eso lo llamaron Siloé.

Pues este pedacito de caleñidad enclavado en la ladera siguió creciendo, creciendo y creciendo, sus calles se llenaron de más historias y se fue transformando en uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad, pues sus tierras de ejidos y la situación de desplazamiento del país, hizo que más y más migraciones llegaran del Pacífico, del Cauca y de Nariño y encontraron aquí un espacio para mantener la vida, para salvaguardarse.

Aquí en esta tierra de ladera caleña y ante las dificultades de la época, nunca se ha perdido la esperanza, la lucha, y las ganas de mantener y hacer de este pesebre que es Siloé lo mejor, porque como siempre lo decimos los buenos somos más.

Entre esperanzas y sueños, era la década de los 70 Cali acaba de ser sede de los Panamericanos y la caleñidad estaba a flor de piel, ciudad cívica, cultural, deportiva, y única, y tal vez esa caleñidad que estaba en el ambiente y la necesidad de iluminar a este pesebre caleño para que fuera vistoso desde abajo, desde esa Cali Urbana que de a poco los olvidaba, se decidió entonces erguir esta ladera la famosa estrella de Siloé.

Era 1973 y en Siloé una idea rondaba las calles, que la navidad de ese año debería ser diferente y por eso entre todos y bajo el liderazgo del profesor Alberto Marulanda Palacios, se levantó como faro de paz, de vida y de señales de reconciliación par la ciudad esta obra de arte contemporánea que le dice al mundo aquí estamos, somos Siloé Cali Colombia.

Tour de la Estrella


Hoy la estrella de Siloé, es un símbolo de la verraquera de esta comunidad, de sus sueños que quieren llegar alto y de su resistencia ciudadana, que a pesar de todas las adversidades han sabido llevar un mensaje de paz en medio de la violencia que de vez en cuando toca sus puertas. Esta estrella ya es un símbolo, que se adorna...


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