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Tercer día de la novena de aguinaldos: Plegarías para esta celebración navideña

Tercer día de la novena de aguinaldos: Plegarías para esta celebración navideña

Especial para 90minutos.co

La intención del tercer día se enfoca en hablar sobre la humanidad y simplicidad que evoca el viaje de María junto a José en busca de un refugio seguro para la llegada del niño Jesús. 

En la consideración, se profundiza en el cuerpo del divino niño. Se detalla cómo se formó cada una de sus venas y empezó a circular sangre desde el momento de su encarnación.

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Tanto su alma como su cuerpo se erigían para adorar profundamente a cada ser humano en la tierra. Cada instante de su existencia representaba la esencia de cada ángel y el conocimiento transmitido por sus arcanos.

Especial para 90minutos.co

Siga aquí el paso a paso del tercer día de la novena de aguinaldos:

Oración para todos los días:

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que le diste en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicando por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. (Gloria al Padre, se reza 3 veces).

Intención del tercer día:

Así había comenzado su vida encarnada, el niño Jesús. Consideremos el alma gloriosa y el santo cuerpo que había tomado, adorándolos profundamente.

Admirando en primer lugar el alma de ese divino niño, consideremos en ella la plenitud de su ciencia beatífica, por la cual desde el primer momento de su vida vio la divina esencia más claramente que todos los ángeles y leyó lo pasado y el porvenir con todos sus arcanos y conocimientos.

Del alma del Niño Jesús pasamos ahora a su cuerpo, que era un mundo de maravillas, una obra maestra de la mano de Dios. Quiso que fuese pequeño y débil como el de todos los niños y sujeto a todas las incomodidades de la infancia, para asemejarse más a nosotros y participar en nuestras humillaciones.

La belleza de este cuerpo del divino niño fue superior a cuanto se ha imaginado jamás, y la divina sangre que por sus venas empezó a circular desde el momento de su encarneción, es la que lavó todas las manchas del mundo culpable.

Pidámosle que lave las nuestras en el sacramento de la penitencia para que el día de su dichosa Navidad nos encuentre purificados, perdonados y dispuestos a recibirle con amor y provecho espiritual.

Oración a la Santísima Virgen María

Soberana María que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo. ¡Oh dulcísima madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén. (Avemaría – tres veces- ).

Oración a San José:

¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan soberanos misterios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervoroso deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén. (Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria al padre).

Gozos:

Oh sapiencia suma del Dios soberano que a nivel de un niño te hayas rebajado. Oh Divino Infante ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios.

Canto: Ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús ven, ven, ven, ven, ven a nuestras almas Jesús ven, ven a nuestras almas. No tardes tanto, no tardes tanto, Jesús ven, ven

Niño del pesebre nuestro Dios y Hermano, tú sabes y entiendes del dolor humano; que cuando suframos dolores y angustias siempre recordemos que nos has salvado.

Se repite el canto

Oh lumbre de oriente sol de eternos rayos que entre las tinieblas tú esplendor veamos, Niño tan precios, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios.

Se repite el canto

Rey de las naciones Emmanuel preclaro de Israel anhelo pastor del rebaño. Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso.

Se repite el canto

Ábrase los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío, como riego santo. Ven hermoso niño ven Dios humanado luce hermosa estrella, brota flor del campo.

Se repite el canto

Tú te hiciste Niño en una familia llena de ternura y calor humano. Vivan los hogares aquí congregados el gran compromiso del amor cristiano.

Se repite el canto

Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz de desterrado. Vida de mi vida, mi sueño adorado, mi constante amigo mi divino hermano.

Se repite el canto

Ven ante mis ojos de ti enamorados, bese ya tus plantas bese ya tus manos. Prosternado en tierra te tiendo los brazos y aún más que mis frases te dice mi llanto.

Se repite el canto

Haz de nuestra patria una gran familia; siembra en nuestro suelo tu amor y tu paz. Danos fe en la vida, danos esperanza y un sincero amor que nos una más.

Se repite el canto

Ven Salvador nuestro por quien suspiramos ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.

Oración al Niño Jesús:

Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a la venerable Margarita del santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en vos, ¡oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a vos, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no que dará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.

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