La influenza B es una infección respiratoria causada por el virus de la influenza tipo B, uno de los tres tipos de virus de la gripa (A, B y C). Aunque la influenza A es más conocida por causar pandemias, la influenza B puede provocar brotes estacionales graves. Especialmente en poblaciones vulnerables como niños, ancianos y personas con enfermedades crónicas.

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Ahora bien, a diferencia de la influenza A, que puede infectar tanto a humanos como a animales (particularmente aves y cerdos), la influenza B solo afecta a los humanos. Por ende, limita la posibilidad de que la influenza B cause pandemias globales, pero sigue siendo una amenaza importante durante las temporadas de gripe.

Síntomas de la influenza B

De igual manera, los síntomas son similares a los de otros tipos de gripe e incluyen fiebre, tos, dolor de garganta, dolores musculares, fatiga. Y en algunos casos, complicaciones respiratorias graves como la neumonía.

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Igualmente, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) han señalado que la influenza B puede ser especialmente peligrosa para los niños pequeños. Quienes presentan un mayor riesgo de complicaciones.

A su vez, la influenza B suele ser parte de los brotes estacionales de gripe, generalmente circulando junto con la influenza A. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el virus de la influenza B aparece regularmente cada temporada de gripe, pero su prevalencia varía año a año.

Por su parte, en algunas temporadas, puede predominar sobre la influenza A, lo que subraya la importancia de tener vacunas que protejan contra ambos tipos de virus.

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Prevención y vacunación

Igualmente, la vacunación anual contra la gripe es la medida más eficaz para prevenir la infección por influenza B. Justamente, la OMS y los CDC recomiendan la vacunación especialmente para personas en grupos de riesgo, como los mayores de 65 años, niños menores de 5 años, embarazadas y personas con enfermedades crónicas.

Las vacunas contra la gripe generalmente protegen contra varias cepas, incluidas las cepas de influenza B más comunes.

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Con el aumento del uso de dispositivos electrónicos en la vida diaria, gestionar el tiempo
frente a las pantallas se ha vuelto crucial para proteger nuestra salud.

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Por ello, pasar muchas horas frente a computadores, celulares o televisores puede generar
problemas como fatiga visual, dolor de cabeza, insomnio e incluso afectar nuestra postura.

¿Cuáles son los efectos en la salud visual y física?

Uno de los primeros efectos del uso prolongado de pantallas es la fatiga visual. Este problema, conocido como el “síndrome de visión por computadora”, incluye síntomas como sequedad ocular, visión borrosa y dolores de cabeza.

Además, el tiempo prolongado frente a pantallas sin pausas adecuadas también puede afectar la postura, provocando dolores en el cuello y la espalda.

A su vez, la luz azul emitida por los dispositivos electrónicos es otro factor a tener en cuenta, ya que interfiere con los patrones de sueño, disminuyendo la calidad del descanso y causando insomnio.

Estos problemas pueden acumularse y generar un impacto significativo en nuestra calidad
de vida.

Consejos para gestionar el tiempo en pantalla

Para evitar estos riesgos, es fundamental adoptar hábitos saludables que te permitan reducir el impacto del tiempo frente a las pantallas. Aquí algunos consejos prácticos:

• Regla 20-20-20

Cada 20 minutos, haz una pausa y mira un objeto a 20 pies de distancia (6 metros) durante 20 segundos. Esto ayuda a descansar la vista y prevenir la fatiga ocular.

• Tiempos de descanso

Toma descansos regulares cada hora para estirarte y caminar. Esto mejorará la circulación y aliviará la tensión en los músculos del cuello y espalda

• Configuración ergonómica:

Ajusta tu espacio de trabajo para que la pantalla esté a la altura de los ojos y a una distancia adecuada. Usa una silla con soporte lumbar para mantener una postura correcta.

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• Limita el uso nocturno

Evita el uso de dispositivos electrónicos al menos una hora antes de dormir para no alterar tu ciclo de sueño.

¿Cuál es la importancia de establecer límites?

Gestionar el tiempo en pantalla no solo se trata de reducir los riesgos físicos, sino también de mantener un equilibrio entre el tiempo que dedicamos a la tecnología y otras actividades esenciales para nuestra salud mental. Establecer límites y horarios específicos para el uso de dispositivos puede mejorar nuestra productividad y bienestar.

Recuerda que pequeños cambios en tus hábitos diarios pueden marcar una gran diferencia
en tu salud. ¡Pon en práctica estos consejos y cuida tu bienestar frente a las pantallas!

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¿Alguna vez has notado pequeñas manchas o "mosquitos" flotando en tu campo visual? Aunque puede parecer inofensivo, este síntoma, junto con otros como destellos de luz o sombras, podría ser una señal de alerta de un problema más serio: el desprendimiento de retina.

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¿Qué es el desprendimiento de retina y por qué ocurre?

El desprendimiento de retina ocurre cuando esta delicada capa de tejido que recubre el interior del ojo se separa de la parte posterior del globo ocular.

Esta separación impide que la luz llegue correctamente a la retina, lo que puede provocar una pérdida de visión, incluso total, si no se trata a tiempo. La siguiente sintomatología fue descrita por el médico general Sebastián Tamayo.

Las causas del desprendimiento de retina son variadas y pueden incluir:

• Envejecimiento: Con el paso de los años, el gel que llena el ojo puede contraerse y tirar de la retina.
• Miopía: Las personas con miopía tienen un mayor riesgo de desarrollar desprendimientos de retina debido a cambios en la forma del ojo.
• Traumatismos oculares: Los golpes o lesiones en el ojo pueden causar desgarros en la retina.
• Cirugías oculares previas: Algunas cirugías, como las de cataratas, pueden aumentar el riesgo de desprendimiento de retina.

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¿Cuáles son los síntomas del desprendimiento de retina?

Los síntomas del desprendimiento de retina pueden variar, pero los más comunes incluyen:

• Moscas volantes: Pequeñas manchas o hilos que flotan en el campo visual.
• Destellos luminosos: Sensación de luces brillantes en los ojos, especialmente en la visión periférica.
• Pérdida de visión periférica: Sensación de que algo está oscureciendo parte de la visión.
• Visión borrosa: Dificultad para ver con claridad.
• Líneas onduladas o distorsionadas: Objetos que parecen tener una forma irregular.

El tratamiento del desprendimiento de retina es quirúrgico y debe realizarse lo antes posible para evitar la pérdida de visión.

Existen diferentes técnicas quirúrgicas, como la vitrectomía y la escleral buckling, que se seleccionan según la gravedad y la extensión del desprendimiento.

Si bien no siempre es posible prevenir el desprendimiento de retina, llevar un estilo de vida saludable, controlar enfermedades como la diabetes y acudir a revisiones oculares regulares puede ayudar a reducir el riesgo.

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