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Acromegalia: 90% de los casos son a causa de un tumor benigno en la hipófisis

Acromegalia: 90% de los casos son a causa de un tumor benigno en la hipófisis

Foto: Archivo particular

El 1 de noviembre se conmemoró el Día Mundial de la Acromegalia, con el fin de generar conciencia sobre este trastorno endocrino poco frecuente, relacionado con la producción excesiva de hormona del crecimiento, (GH), y que se presenta aproximadamente entre 40 a 70 casos por cada millón de habitantes al año. 

Se estima una incidencia de la enfermedad de 2.000 a 3.000 casos, agrega el doctor Alejandro Román González, especialista en endocrinología clínica y metabolismo del Hospital Universitario San Vicente Fundación de Medellín.

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De acuerdo con, el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, NIH, “la acromegalia es un trastorno que ocurre cuando el cuerpo produce demasiada hormona del crecimiento, la cual se produce principalmente en la glándula pituitaria, y esta controla el crecimiento físico del cuerpo”.

La acromegalia se diagnostica con mayor frecuencia en adultos de mediana edad, pero los síntomas pueden aparecer a cualquier edad. Tenga en cuenta que, la sospecha de la enfermedad generalmente inicia cuando los anillos empiezan a quedar pequeños; o cuando se tienen que cambiar la talla de los zapatos a una más grande.

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Qué afecta la Acromegalia

El especialista en endocrinología clínica, advierte que, esta es una enfermedad que afecta principalmente a la cara y las extremidades, “los pacientes tienen cambios en su cara, aumenta el tamaño de las manos y pies, de ahí el nombre de acro (extremidades) y megalia (grande). De igual manera, estas manifestaciones pueden ir acompañadas de dolor de cabeza, sudoración y dolor articular”. Se debe considerar que, dada la sutilidad en los cambios físicos, el diagnóstico de la enfermedad puede ser de hasta 5 años para su confirmación.

Pese a que, en más de 9 de cada 10 casos, la acromegalia es causada por un tumor en la glándula pituitaria, llamado adenoma pituitario, también, aunque raramente, la causa puede ser un tumor en otra parte del cuerpo. Si bien, los científicos no saben qué causa el desarrollo de estos tumores, los factores genéticos pueden desempeñar un papel importante, pues, en adultos jóvenes, la acromegalia se ha relacionado con defectos en ciertos genes, indica el NIH.

Tenga en cuenta que, “la enfermedad también tiene consecuencias reumatológicas, cardiovasculares, respiratorias y metabólicas que determinan su pronóstico”, así lo indica el portal Orphanet.

María Fernanda Velasco, directora médica de Pfizer en Colombia, hace un llamado sobre la importancia de aprender a reconocer la enfermedad, con el fin de reducir el retraso en el diagnóstico, ya que, si se logra un adecuado manejo de la enfermedad, la esperanza de vida puede ser similar a la de la población general. No obstante, es de reconocer que, incluso si los pacientes se curan o están bien controlados; las secuelas, que incluyen dolor articular, deformidades y alteraciones de la calidad de vida, suelen permanecer.

Para el doctor Román González, la acromegalia puede ser la causa de complicaciones en la salud, y hasta la muerte.

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Esto se debe a que puede empeorar o desarrollar:

El manejo de la enfermedad está dirigido a la corrección o prevención de la compresión tumoral; esto mediante la escisión de la lesión causante de la enfermedad; y a la reducción de los niveles de la hormona del crecimiento (GH) y el factor de crecimiento insulínico tipo 1 (GF-I) a valores normales.

El doctor Alejandro Román González, especialista en endocrinología clínica y metabolismo del Hospital Universitario San Vicente Fundación de Medellín, señala que, la pandemia tuvo un impacto en el manejo de la acromegalia, pues esta es una enfermedad huérfana, que se trata inicialmente con cirugía, sin embargo, por la situación se postergaron muchos procedimientos, así como, el control de la enfermedad, obligando a los especialistas a hacer terapia médica en algunos casos u operar posteriormente.

Por lo anterior, es importante entender que, esta es una enfermedad rara endocrinológica que requiere de un manejo multidisciplinario, guiado en primera medida por el endocrinólogo, y que incluye otras especialidades como neurocirugía y, según cada caso, neumología, cardiología, ortopedia, fisiatría, psicología y psiquiatría, concluye el doctor Román González.

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