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Si quieres ver reír a Dios, planea

Si quieres ver reír a Dios, planea

El mundo es otro hoy, siempre lo ha sido la verdad, todos los amaneceres son el comienzo de una nueva aventura.

Cada día es distinto, pero la rutina de nuestra vida no nos deja interpretarlo así. ¿Recuerdan todo lo que planearon hace un año para realizar en este? Es tiempo de pensar en que fue lo que se aprendió con todo lo que hemos vivido; lo que significa ser protagonistas de una historia que dejará una huella en la humanidad. La pandemia nos llevó a vivir una película, en vivo y en directo.

Antes creíamos que las probabilidades de morir de viejos o por causas de la violencia, eran una posibilidad mayor; hoy la muerte esta frente a nosotros, y no debe ser tabú hablar de ella. Podemos morir por cualquier causa, incluso por un virus que aun no logramos ver ni entender.

La pandemia nos ha permitido valorar lo que somos, lo que significa nuestro paso por este plano. Somos seres que respiramos, contradictorio vivimos con un aire que en cualquier momento nos puede eliminar. Pero como nos movemos en el mundo de las probabilidades, mientras tanto vivo, agradeciendo a Dios y su sequito, al universo, a la naturaleza o la fuerza que sientes que te acompaña y te permite estar aquí.

Pero a parte de valorar y comprender lo efímeros que podemos ser, también entendimos que las certezas son este momento, que aunque debemos pensar en el futuro, no debe ser una obsesión que nos borre el presente o una frustración por no lograr proyectos que a veces se salen de nuestro control.

El economista ecológico, el chileno, Manfred Max Neef sostiene que debemos navegar a la deriva; pero viendo un faro a lo lejos que puede ser nuestra meta, no es literal, pero es un concepto que aplico en mi vida, recorro el mundo buscando llegar a un punto, pero no me obsesiono. Puedo parar, recorrer otros caminos y luego retomo el rumbo; es decir, que pienso en llegar a un lugar , pero la vida no está en llegar, sino en recorrer.

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Los primeros hombres que llegaron al planeta miraron al firmamento y vieron unas luces que embellecían la noche, entonces emprendieron el camino para saber dónde era que nacían las estrellas o querían entender como era que alumbraban y así emprendieron su marcha y allí empezaron a planear, planear una ruta.

Con el tiempo entendieron, que los astros también daban señales y en muchos casos se convirtieron en sus guías, incluso tres reyes apreciaron una estrella que los llevo hasta el lugar donde había nacido el Mesías. Hoy aún muchos siguen buscando a través de una luz el mejor sendero para iluminar su camino.

Las luces las encendemos , las creamos o las buscamos, el riesgo está en saber cual seguir y como y hasta donde debemos llegar, es parte de los desafíos de vivir. Debemos entender que en ocasiones se apagan y eso nos impide llegar, pero es el riesgo que tomamos al vivir.

Somos frágiles, pero también fuertes, eso lo hemos aprendido y entendido . Tenemos conciencia de lo efímeros que somos, pero también de lo resistentes que podemos ser para enfrentar las adversidades.

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Valdría la pena recordar o escribir las sensaciones que sentimos cuando llegó el encierro, las canciones que invitaban a saludar al vecino desconocido, o que nos motivaban a resistir, hasta ahora lo logramos. Muchos quisimos hacer un acto solidario, que prometimos llevar a cabo. Hoy cuando el mundo promete una esperanza con la vacuna, valdría la pena repasar esas promesas para ser mejores personas cuando todo acabará y ver si ahora que me creo un poco más fuerte, estoy en capacidad de cumplirlas y si no las cumplimos, no importa, tengamos la tranquilidad de estar presentes con lo que la vida nos da y mirando hacia adelante con los riesgos de saber que no siempre se llega y eso esta bien.

Culpamos al otro, al universo, al castigo divino, al gobierno cuando hay situaciones que se salen del control y no podemos lograr una meta, pero a veces es mas simple. Creo que somos demasiado exigentes con lo que planeamos, pero la verdad sugiero siempre presupuestar un margen de error; de esta manera si lo logramos el disfrute será mayor y sino, la comprensión de no hacerlo impactara menos en nuestra vida.

“Danos hoy nuestro pan de cada día”

Dice la máxima oración de los cristianos, “ danos hoy nuestro pan de cada día” y así es , hay quienes dicen que cada día trae su afán, y yo preferiría decir cada día trae su pan y si nos llega a nuestra mesa; si lo disfrutamos en nuestra boca, solo demos gracias por la oportunidad de recibirlo, es el único bocado seguro que tenemos, el que estamos probando en este momento y puede que Dios se ría cuando planeamos, no se trata de no hacerlo, se trata de entender que podemos lograr lo que queremos, pero si no pasa, seguimos adelante viendo el faro y navegando a la deriva.

Es maravilloso. Las cosas ocurren, cada uno le da una interpretación, lo cierto es que planear es parte de vivir, pero no es vivir. No todo ocurre como lo diseñamos y cuando entendamos esto, podremos manejar mejor los fracasos, las perdidas; pero especialmente ampliar la conciencia de nuestra vulnerabilidad y de nuestra impermanencia, Perdemos lo que creemos que permanecerá, mucho mas lo que queremos que ocurra.. Mientras tanto vivo.


Columna de opinión

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