Estamos bombardeados por mensajes, ideas, estereotipos acerca de la perfección y modelos ideales que debemos seguir en el sexo.
Debemos comprender que la mayoría de esas expectativas se alejan de la realidad y que en la sexualidad las cosas no son como nos las muestran en las películas o la publicidad.
Una cosa es cómo creemos que debería ser y otra distinta como es.
La mayoría de mujeres no tienen cuerpos perfectos, ni orgasmos en cada relación, ni todas secretan abundantes fluidos vaginales, ni gritan con exageración, ni se mueven con gran intensidad.
De la misma forma, la mayoría de hombres no tienen penes tan grandes, ni un deseo sexual persistente, ni erecciones prolongadas, ni todos controlan los tiempos eyaculatorios, ni responden ante cualquier mujer.
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Ni hombres ni mujeres somos máquinas sexuales, ni estamos siempre dispuestos a tener relaciones, ni somos acróbatas y mucho menos actores porno; sólo somos seres humanos con un potencial de disfrute y de placer subjetivo.
Cada quien lo goza a su manera, a su tiempo, a su ritmo, sin necesidad de copiar modelos o pretender imitar lo que hacen en las películas, situación que en la mayoría de las ocasiones en vez de goce genera insatisfacción.
Así que debemos dejar de concentrarnos en los ideales o expectativas sexuales y disfrutar con plenitud cada encuentro íntimo, con base a nuestras preferencias, ya que en la sexualidad no hay guiones para el placer.
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