Icono del sitio

Exceso y defecto

Exceso y defecto

La vida puede mirarse desde muchos y muy variados puntos de vista, y cada uno de ellos puede ser cuestionado, criticado, debatido y al final aceptado o rechazado. Sin embargo, permítame invitarle a analizar uno que para mí resulta acertado y sencillo por demás: la vida es cuestión de exceso y defecto, en otras palabras, es cuestión de que nos sobran cosas y nos faltan cosas.

Cuando somos bebés, por ejemplo, nos pueden sobrar manos que nos acaricien, nos mimen, nos amen, nos consientan y nos lleven amorosos de un lado para otro. Pero cuando somos adultos, es posible que ya no haya tantas manos dispuestas, y por el contrario nos haga falta quién nos mime, nos ame y nos acaricie. O al revés, si usted quiere, pero de todas formas parece ser que en diferentes momentos o tendremos muchas manos o nos harán falta algunas.

Otro ejemplo: Pareciera que tenemos "mucho" de algunas virtudes, pero "poco" de otras. Puedo entonces ser un tipo desprendido, dadivoso en exceso, pero al mismo tiempo una persona iracunda que explota ante el más pequeño de los estímulos, lo que significa que me sobra generosidad, pero me falta dominio propio. En otras palabras siempre nos sobra de algo y nos falta de otra cosa, y así en cada aspecto de nuestras vidas.

Bueno, y hasta aquí ¿que tiene esta reflexión de especial? Tal vez nada, sólo que si logramos entender bien a cerca de ese "algo" que nos sobra pero que también de ese "algo" que nos falta, quizá podamos comprender mejor nuestra relación con los demás, con la vida misma y con Dios. Veamos. La vida nos muestra que hay cosas que podemos superar solos, sin ayuda (o al menos eso es lo que creemos), como dejar un pequeño vicio, cambiar una actitud, generar una nueva manera de hacer algunas cosas etc.

Sin embargo, también la vida a fuerza de haberlo vivido, me ha enseñado en lo personal que los grandes retos y las verdaderas transformaciones, sólo de dan cuando decidimos invitar a Dios a que nos acompañe en tales propósitos. Sólo Él tiene las herramientas y la materia prima que se necesita para tumbar lo viejo, y sobre los escombros reconstruir lo nuevo. Sólo Él (y cada uno de nosotros en su interior) sabe lo que en verdad nos falta pero también lo que nos sobra. Sólo Él entiende que nuestra personalidad compleja necesita ser moldeada a su imagen y semejanza, y sólo Él puede generar cambios de verdad profundos en nuestra personalidad. Cambios que una vez se dan, se quedan para siempre como verdaderas columnas de hormigón fundidas sobre la roca y no sobre la arena.

Si yo me dejo guiar por Dios, puedo quitar lo que me sobra: cigarrillo, alcohol, drogas, pornografía, lujuria, lascivia y un largo etc. Pero también si yo me dejo guiar por Él, puedo conseguir de lo que me hace falta: amor, gozo, paciencia, bondad, mansedumbre, dominio propio y otro largo etc.

La vida está llena, inundada quizá, de personas que quieren cambiar pero no pueden, que quieren dejar vicios que los dominan o defectos que los angustian, pero no lo logran. Sus vicios por pequeños que sean son más grandes que ellos y sus carencias los frenan hasta la angustia y pueden pasar años o la vida entera tratando en sus propias fuerzas de cambiar sin éxito alguno.

Es Dios el único capaz de erradicar de nosotros cualquier situación que nos domine: exceso de egoísmo, de egocentrismo, de tolerancia al pecado, de vicios y toda variedad de yugos que nos aplastan. Él es el mejor y único compañero de viaje, que nos puede ayudar a salir de "eso" que nos sobra, que nos estorba y nos quita la paz. Y también Él es el único que nos puede dar de "eso" que tanta falta nos hace y que no se consigue en otro lugar, sino en el fondo mismo de su Santo Espíritu. Allí donde nace la vida, donde todo comienza y todo termina, donde nada sobra y nada falta, donde el equilibrio es perfecto y la armonía es total, donde brota el material del que están hechos los sueños.

Llamémosle a Él, invitémosle a que nos dé una mano para quitar eso que sobra y para conseguir de aquello que nos hace falta. Es cuestión de creer, para poder ver.