La historia avanza, sin duda; pero lograr la equidad de género y la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres continúa siendo una lucha para ellas. La balanza sigue desequilibrada.
Caminamos, pero el camino no se agota, no como quisiéramos; tal vez porque los señores no coinciden con el propósito.
“Hubo un momento en que el poder de mujeres y hombres era equitativo, pero las llamadas épocas solidarias se quiebran y hace 5.000 años comenzó una historia donde se empieza a afirmar que las mujeres son inferiores a los hombres” afirma la socióloga Florence Thomas.
Y es que hoy, a pesar de acceder con éxito a la academia, a la ciencia, al arte, al deporte, a la política, hasta a las iglesias; de obtener indiscutibles avances tanto en el ámbito social como en el trabajo, la remuneración femenina sigue siendo inferior. Y ni qué decir de las inmisericordes jornadas que se extienden desde la empresa hasta el hogar: la sobrecarga es evidente.
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Según el DANE, las colombianas trabajan 15 horas diarias, de las cuales 9,5 corresponden a su desempeño laboral y 5,5 a las actividades propias del hogar realizando esos oficios impostergables que demandan tanto tiempo y dedicación como cocinar, limpiar, organizar, velar por los más pequeños y los más adultos, la mayoría de las veces con cero colaboración masculina.
Recientes cifras de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, revelan que Colombia es uno de los tres países mejor clasificados del mundo en cuanto son mayores la posibilidades de que una mujer sea jefe, porque ellas ocupan más del 51,3 por ciento de los cargos directivos; sin embargo, devengan el 20,8 por ciento menos, a pesar de tener título universitario (5,7 por ciento). Y ni hablar del trabajo doméstico que casi el 20 por ciento de colombianas hace generosamente, sin esperar ni recibir compensación alguna.
No obstante, hay un triste consuelo. Esa situación no la viven sólo las colombianas. En Estados Unidos las mujeres reciben el 80 por ciento del salario masculino, como lo revela la Oficina del Censo, de ese país; en Nueva Zelanda reciben el 6 por ciento menos; en Suecia y Francia el 31 por ciento menos; en Turquía el 75 por ciento y del 37 por ciento en Corea del Sur.
En Colombia, el Servicio Público de Empleo, SPE, hace una grave advertencia: nuestro país está perdiendo el 16 por ciento del Producto Interno Bruto, PIB, por la baja participación laboral de la mujer y un 4 por ciento por su bajo nivel de emprendimiento, lo que implica una amenaza para la economía del país.
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Hoy, las mujeres se ocupan de responsabilidades masculinas por tradición y tienen una mejor formación, pero la brecha crece… Así las cosas, “tomará 70 años cerrarla”, previene ONU Mujeres.
Lograr la equidad requiere combatir el machismo trabajando nuevas masculinidades para concientizar a los hombres en el reconocimiento de las mujeres como iguales; por consiguiente, en la conveniencia de realizar con ellas las tareas en su casa. Urge el fortalecimiento de la mujer en el mercado laboral, que se acaben el sector informal y las actividades no reguladas por la ley; se necesita además un cambio en el lenguaje machista: las empresas deben establecer manuales de comunicación para evitar sesgos de género , así fomentar políticas salariales, de ascensos equitativos, entre otras medidas.
La opinión de los blogueros no refleja el pensamiento editorial de 90minutos.co
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— Noticiero 90 Minutos (@Noti90Minutos) November 21, 2017
