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El milagro de la vida

El milagro de la vida

Decir que la vida es un milagro es casi un lugar común, y lo usual es que no nos detengamos mucho a pensar en el tema. Todos entendemos y estamos ciertos que la vida vale mucho, que es el bien más preciado, que es lo primero que hay que cuidar, y para que quede explícito incluso lo pusimos de entrada en nuestra constitución y en las de todos los países: "el derecho a la vida".

"El derecho a la vida" es una frase de uso común, que se dice a la ligera, a toda hora, en noticieros, en almuerzos y en cuánta conversación de oficina se presenta.

Permítame entonces a partir de esta reflexión, citar algunas cifras que nos ofrece la Oficina de censo de los EE.UU a nivel mundial:

Nacimientos: Cada minutonacen en el mundo 253 personas, 15.180 cada hora, 364.320 cada día y 132.976.800 cada año.

Muertes: Cada minutomueren en el mundo 105 personas, 6.300 cada hora, 151.200 cada día y 55.188.000 cada año.

Diferencia: Si restamos las muertes de los nacimientos, obtenemos que hay 148 nuevas personas cada minuto, 8.880cada hora, 213.120 al día y 77.788.800 cada año.

Sólo como dato curioso, permítame mencionar que nuestro Nobel Gabriel García Márquez, decía por alláen la década de los ochenta en un pasaje de su libro Yo no vengo a decir un discurso: "Cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones". Lo que significa que el total de nuevas vidas sigue siendo similar entonces y hoy. En otras palabras "crecemos" cada año en casi 80 millones de nuevas personas que vienen a poblar nuestro ya apretado planeta.

Pero bien, no me voy a detener en pensar cómo se alimentaráesa nueva población anual más los que ya estábamos, ni tampoco a pensar en síhabráagua para todos, porque ese sólo ejercicio ya produce dolor de cabeza. Pero síquisiera pensar (por mero ejercicio espiritual) ¿cuántos de esos casi 80 millones de nuevos hombres y mujeres que vienen cada año, más los 8.500 millones en que se estima la población para el 2025,  lograrán o lograremos vivir una vida tranquila, sosegada, y si cabe el término, una vida en paz? Y no hablo de la paz de La Habana, hablo de la palabra paz como un bien superior. Hablo de vivir una vida sin sobresaltos, sin angustias, sin miedos, una vida en la que reine el bienestar en toda la extensión de la palabra, una vida en la que prevalezca hacer el bien al otro, amar a los demás como a nosotros mismos, y disfrutar de una vida en donde no sean la venganza, el odio, la ventaja y la corrupción, el pan de cada día.

¿Utopía pensar en ese mundo ideal? Tal vez. Pero sin duda posible, si empezamos por lograr todo eso en nuestro propio interior y al interior de nuestra familia. Si nosotros como padres junto con ese pequeño círculo con nuestros hijos, empezamos a creer que de la mano de Dios ese mundo imaginario lleno de amor es posible, sin duda un día se logrará. Es el amor el principio de la solución, ahora y por siempre. Estáescrito: El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 1Juan 4:8