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¡Cracktalina!

¡Cracktalina!

Especial para 90minutos.co

Cuando entre lágrimas la jugadora de fútbol más grande de todos los tiempos (hasta el momento), se despidió del Mundial en Australia y de su selección –cuál otra, sino Brasil– aseguró que en sus inicios el balompié femenino no era sólo desconocido, sino criticado, vilipendiado y ellas humilladas por atreverse a irrumpir en el Olimpo sagrado de los hombres; el mundo del fútbol le reconoció que fue una de las que desbrozó el camino que hoy recorren estrellas de la talla de Leicy Santos, Linda Caicedo y Catalina Usme, para mencionar sólo un tridente de la constelación nacional. No en vano Marta Vieira Da Silva llegó a ser considerada una de las 100 personas más influyentes del mundo. Sí, una futbolista que como las colombianas hoy es noticia en un deporte y una sociedad esencialmente patriarcal.      

Por lo anterior en cualquier opinión al respecto deben medirse el lenguaje y las formas que, si bien están anquilosadas en el imaginario, se trabaja desde diversos escenarios sociales para desmontarlas y otorgarle la dimensión que tienen sin compararlas con el fútbol masculino. Marta no es la Pelé femenina, ni Cata Usme el Falcao de las mujeres. Ni ninguna es ninguno de los hombres que ha descollado en el deporte rey. No, ellas son ellas, entre ellas y con ellas. Ellas como protagonistas y todo el resto de ellas y ellos como espectadores y admiradores de lo que han hecho y logrado. No son chicas súperpoderosas, no son caricaturas, ni muñecas, ni niñas, ni señoritas, ni sexo débil… son mujeres jugadoras de fútbol que le están dando una gran alegría al país y lo están visibilizando gracias a los resultados producto de su trabajo, calidad y tesón.   

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Ya quisiera uno que así como Catalina Usme bajó ese balón ante Jamaica, lo baje a uno, lo acaricie con el borde interno de su pie izquierdo y con su pierna siniestra lo acomode en ese lugar inalcanzable para gritar con ella esa preciosa vulgaridad que hoy este país emocional, circunstancial y triunfalista asume como el grito de toda la nación. Pero claro, eso no sólo no es posible porque por supuesto es una figura retórica, sino también delicado porque puede ser leído como una afrenta machista de un robusto cabrío. La verdad, no me importa. La transfiguración del balón en mi persona (que por más redondo que este no alcanzo a pelota… ¿O sí?), es una metáfora que me permito para rendirme postrado a los pies de unas mujeres que ya nos han dado en el fútbol lo que en tantos años los hombres no han podido.

Tampoco planteo una lucha de géneros, ojalá no vaya a ser crucificado por expresar una comparación soportada únicamente en los datos. Datos por demás consultados en la Federación Colombiana de Fútbol, una empresa privada que al parecer no ha comprendido del todo lo que las mujeres le están aportando al país en este campo. No es regalándoles computadores portátiles a las jugadoras de la selección, sino inyectándole recursos a un torneo más largo y competitivo entre clubes, más transmisiones de televisión, más publicidad para generar más seguidores y público en los estadios, más amistosos, más internacionalización de los procesos de las inferiores, etc. como puede sostenerse y acrecentarse este legado.

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Pero así están las cosas. Hay que respetar y aportar desde el lenguaje y no pueden repetirse frases como la del comentarista de un canal privado de televisión que dijo en un partido de la selección en Australia que el arco estaba virgen. Debió venírsele el mundo encima, pero apenas sí hubo algunas escaramuzas en las redes (antisociales). No las comparemos con ningún hombre, no hay necesidad de ultrajar su condición para enaltecerlas, no sirve de nada medir su calidad en relación con modelos masculinos. María Catalina Usme Pineda es de lejos la más experimentada jugadora de esta selección, su máxima goleadora, su capitana, la que impone carácter, la que ordena, la que impulsa, el eje sobe el que gira este magnífico grupo, la que nos puso en Cuartos de final y a la que no le tiembla la voz para decir que fueron al mundial a jugar siete partidos. La que hace 10 años lloró porque volvió a romperse la rodilla derecha que ya se había roto en los Juegos Olímpicos y no tenía recursos para realizare una cirugía. ¡Por eso grita con más fuerza y vehemencia Cracktalina! Demuéstrale a este país la grandeza y sutileza de tu esfuerzo y dedicación, porque tu pierna izquierda está al lado del corazón de esta nación.

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