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“Yo soy el milagro”: Edwin Zúñiga Restrepo

La doctora que le dijo a su esposa Raquel: “Edwin está en fase terminal, su cáncer es etapa cuatro. La metástasis es muy dura y sólo podemos darle cuidado paliativo”. Y después a él: “Sepa que usted no tiene cura, usted no se va alentar y si se alienta es un milagro”, ahora lo ratifica, usted es un hermoso milagro. Con un sólo riñón, una vértebra de titanio y diez tumores en el cuerpo, se aferró a Dios y a la bicicleta.

“Yo soy el milagro”: Edwin Zúñiga Restrepo
Tomado de @edwinzunigarestrepo.

La doctora que le dijo a su esposa Raquel: “Edwin está en fase terminal, su cáncer es etapa cuatro. La metástasis es muy dura y sólo podemos darle cuidado paliativo”. Y después a él: “Sepa que usted no tiene cura, usted no se va alentar y si se alienta es un milagro”, ahora lo ratifica, usted es un hermoso milagro. Con un sólo riñón, una vértebra de titanio y diez tumores en el cuerpo, se aferró a Dios y a la bicicleta.

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Hace 40 años Siloé ya tenía más de 70 años, pero la comuna 20 de Cali no tenía los 11 barrios que hoy la conforman, aunque muchos crean todavía que Siloé es la montaña completa coronada con una estrella gigantesca que se divisa plena desde el frente del Centro Comercial Cosmocentro y que hasta hace una década se encendía sólo en diciembre.

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Había nacido con el siglo XX cuando la pobreza comenzó a treparse por las laderas de la ciudad proveniente de los campos ensangrentados de Huila y Tolima; y las minas oscuras y peliagudas de Marmato-Caldas y lo que hoy conocemos como el Eje Cafetero. Aupada sobre los hombros de campesinos huyentes de la violencia que no sabían que la llevaban incubada, la estrechez económica tantas veces vestida con los ropajes de la miseria, se instaló en el lugar para arañarle las entrañas a la tierra y subsistir de los yacimientos carboníferos que le otorgaban el sustento.

El hollín que tizna la piel, pero despercude la dignidad con trabajo recio, era una marca indeleble de la mayoría de sus gentes.

Allí, en una casita humilde –colgada en la ladera– que parecía como todas las del sector aferrarse a la loma como el pájaro carpintero se aferra al tronco donde cava su nido picotazo a picotazo, nació y vivió su primera infancia el protagonista de una historia de vida que rinde tributo al Príncipe de las paradojas, el británico Gilbert K. Chesterton:

“Lo increíble de los milagros, es que ocurren”.

El rancho se levantó en la medida de las posibilidades de Simeón Zúñiga, un cotero que madrugaba a ‘bultear’ todos los días en Cavasa, por eso nunca les faltó la ‘papa’. Con los pocos excedentes, compraba materiales que se subían al lomo de las bestias en sillas de carga desde las ferreterías incipientes del plan que se volvieron imponentes cuando la migración interna creció a borbotones. Seis años tenía Edwin Zúñiga Restrepo cuando una baranda de esterilla de guadua, no soportó la curiosidad del pequeño que cayó al vacío.

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En las zonas marginadas de ladera de cualquier ciudad o pueblo de Colombia la necesidad desafía los principios de la ingeniería, de la arquitectura y hasta de la Ley de gravedad.

Los caminos se convierten en callejuelas y las casuchas en mansiones de la creatividad que crecen de arriba hacia abajo y donde lo rudimentario se transforma en suntuosidad popular.

La lámina del bambú nacional que fungía como barandilla cedió y aquel niño convertido hoy en un hombre de 47 años no recuerda nada del hecho, sólo lo que le cuenta su mamá, María Restrepo, que no ha dejado de decirle mi muchacho. Como todos los patios, éste quedaba atrás de la casa, sólo que abajo, donde estaba el lavadero y unas matas de plátano, vestigios de la ruralidad.

Edwin se fue de bruces y cayó de espalda en la alberca, que a veces servía de piscina a los más chiquitos de la familia. La fuerza de la gravedad la amortiguó el tendedero, pues las cuerdas de extender la ropa redujeron la velocidad de caída y el golpe se convirtió en otra anécdota de supervivencia con un par de moretones

Casi cuarenta años después, el cuerpo pasó la factura y del chapuzón en el tanque del lavadero y el golpe en la espalda, daba cuenta un riñón maltrecho que lo puso a orinar coágulos de sangre.

El dolor era insoportable, ya había tenido el ‘parto de hombres’ –cálculos renales–, pero esta vez en la Clínica Oriente sentía como si se le fuera a perder su norte. Era algo diferente, muy intenso. Los médicos le dijeron que eran cálculos y él, que ya sabía de esos dolores –y de las penas de amor–, se tranquilizaba a si mismo con el sosiego que entregan la fe y el desconocimiento.

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Lo remitieron a la Clínica Nuestra Señora de los Remedios y allí, un médico sin anestesia física, tacto ético o cálculo moral, le dijo a quemarropa: usted lo que tiene es cáncer y un tumor que ha afectado el 80% del riñón izquierdo. Corría 2018. Edwin se desvaneció. Entró en pánico. Lloró de miedo.

Y llamó a Raquel, la mujer de la que se había separado hacía un par de años, por la única enfermedad que hasta ese momento había padecido y parecía incurable: ser un enamoradizo compulsivo de las mujeres. Con ella lleva 22 años y tienen una hija, Sofía Zúñiga Posso, de 17 años. Los mismos años que tenía cuando fue papá por primera vez, de María Camila Zúñiga García, de 29 años.  

Lo primero que le pidió Edwin a Raquel fue silencio. Ella, su hijo y las hijas de Edwin, asumieron esa callada misión. Que su familia materna no supiera nada. Ya bastante había sufrido su mamá para causarle más dolor. La noticia se quedó encapsulada, como estaba su riñón, envuelto por un tumor de dos kilos, que no permitía una cirugía laparoscópica.

Y así, con esa pavorosa información encerrada entre la compasión y el desasosiego, los dos esperaron más de cinco meses la noticia de la cirugía. Entre los contactos de Raquel en el Club Campestre –su lugar de trabajo–, las solicitudes ante Coomeva EPS, el apoyo de Hemato Oncólogos S.A., papeleos, exámenes y la recuperación, transcurrió casi un año. Cuando por fin lo operaron se asomó una buena noticia en medio de tanta desgracia, el tumor era benigno, de células claras, invasivo y muy viejo. Les dijeron que no era necesaria la quimioterapia. Eso creyeron.

El sufrimiento los había unido de nuevo y la vida arrancaba con la fuerza con la que arranca un ciclista después de una caída para alcanzar el lote.

Con Javier Jaramillo, un amigo del canal regional Telepacífico, atendieron la invitación de un grupo de ciclismo recreativo bautizado Farallones MTB, a una exposición de bicicletas. Fueron los dos únicos que compraron. “Estábamos emprimados” recuerda Javi. Y comenzaron a montar en los espacios que deja la producción de televisión.

Edwin trabaja como camarógrafo de planta del canal desde enero de 2011. Comenzó como el pela’o de los mandados en el Noticiero Notipacífico, de Fernando Parra Duque Televisión en 1993. Allá conoció a Raquel. Era un muchachito atrevido de 17 años que no perdía oportunidad de piropearla.

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Allá dejó de contar bultos en Cavasa desde las 2:00 a.m. y de volear pala con las manos avejigadas junto a un vecino pastuso que era maestro de construcción, cuando abandonó el estudio en el Politécnico Central porque un profesor le dijo al grupo –mirándolo a él– en medio de la entrega de notas: “No falta la mula” y él le increpó: ¡Mula su madre hijueputa!

Era arrebatado, pero sano. Con cinco amigos conformaba un grupo que denominaron Código Negro.

El parche más bravo de Siloé era La Playboy, ellos apenas unos rockeritos pelilargos que no alcanzaban a metaleros, no fumaban marihuana e iban a una escuelita abandonada y sin maestros donde dictaba clase un líder de la comunidad que lo llevó al mundo de la televisión:

Juan Carlos Chambo, un periodista del Belisario Caicedo que lo sacó de ese mundo y sigue en esa lucha social.

Pasó por el Colegio Eustaquio Palacios, pero ya le había picado el bicho de la plata. Ya era papá y tenía responsabilidad. Se volvió asistente de cámara en reemplazo de un muchacho al que el suegro le pegó un tiro. El hombre era policía y Ricardo –Ruñi, ese era el remoquete del Romeo en ciernes– saltaba la tapia de su casa en Terrón Colorado, para tener encuentros furtivos con la hija del ‘tombo’. Casi lo mata. Lo salvaron la oscuridad y las escasas carnes de un cuerpo escuálido.

Edwin trabajaba de día y estudiaba de noche. Ese había sido el compromiso con su ‘cucha’, palabra muisca que significa mujer tan bella como el arcoíris. Terminó el bachillerato en el CCED (Centro de Capacitación y Educación Dirigida) y hoy estudia Dirección y Producción Audiovisual en la CUN (Corporación Unificada Nacional de Educación Superior).

“Dependo de mí compa, no me puedo fallar”.

A camarógrafo pasó por otra coyuntura, no tan trágica como la del ‘viejo Ruñi’, pero igual médica. Fernelly Cobo, oriundo de Candelaria, era un hombre tozudo, un obstinado que, en lugar de mover la cámara, pretendía mover el mundo para cuadrar un plano y lograr un buen encuadre. Movió una matera y lo dejó tieso un lumbago. Zúñiga cogió la cámara y no la volvió a soltar jamás. Bueno, sólo cuando la vida volvió a poner sobre su espalda la prueba más difícil que ha debido superar.

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Difícilmente la industria azucarera, el sector industrial y el Ferrocarril del Pacífico hubieran podido funcionar sin el carbón que extraían los primeros pobladores de Siloé, al que de cariño los amantes de la bareta rebautizaron Siloco.

Edwin no tuvo relación ni con el carbón, ni con la bareta, pero sí con la locura de la bicicleta. Un recorrido de diez horas en la ‘nena’ que le costó ‘tres palos 900’, lo llevó a la represa de la Salvajina. La cirugía de extracción del riñón era cosa del pasado, pero no. Después de esa ‘pela’ le cogió un dolor en la cintura que casi lo enloquece.

Luego del rosario de recriminaciones por excederse con la bici, la situación se tornó más tensa. No resistía nada. Ni parado, ni sentado. Ni acostado en ninguna posición. Fue llevado a Urgencias de Sanitas, la EPS a la que se cambió después de luchar en la primera para que no lo dejaran morir. Era un dolor más que insoportable. Indescriptible.

Le cortaba la respiración y le enturbiaba la mirada. Pujaba como un toro embravecido y atravesado por un acero demoledor. El tramadol no le hizo cosquillas y sólo la morfina lo calmó un poco.

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Al otro día a las 10:00 a.m. los resultados de los exámenes fueron informados por una doctora con más tacto y conciencia que el médico de 18 meses atrás. Comenzó con un “hay algo en tu columna”, que se extendió hasta la temida palabra del cangrejo: “tienes un cáncer que hizo metástasis”.

El desconcierto fue total. Acaso no era un tema del pasado. Un obstáculo superado. Ahora tenía un solo riñón y unas ganas de vivir como únicamente puede sentirlas un recién resucitado. La angustia lo invadió y el dolor cedió un poco ante lo tremendo de la noticia. El resto de la información la recibió Raquel, cuando Edwin se quedó como petrificado.

El cáncer se estaba literalmente comiendo una vértebra. Esa era la causa del dolor. Ya estaba fisurada. “Si esa vértebra se parte, Edwin queda cuadripléjico”, sentenció la galena.

Y comienza de nuevo otro calvario. El mundo estaba en pandemia, encerrado y atormentado por el desconcierto y la desinformación. Lo remitieron a un hotel pagado por su EPS para protegerlo y esperar una UCI (Unidad de Cuidado Intensivo) libre. Fueron dos semanas terribles.

Sólo podía dormir un poco bocabajo. Se movía primero con caminador y después en silla de ruedas. Pasó de 85 a 62 kilos en cuestión de 20 días. Hasta gotas de cannabis consumió en medio de la desesperación para mitigar el dolor. De nuevo pidió silencio para su familia, pero esta vez no fue posible. La situación era grave. Si no se conseguía una UCI para operarlo cuanto antes, el daño neurológico sería irreversible.

Y de pronto aparece un ángel redentor, el Dr. Darío Fuertes, un traumatólogo pastuso brillante que cada que ve a Edwin le pide perdón. Sí, lo operó al otro día de conseguirle una UCI que él mismo gestionó, pero le dijo que perdería la movilidad de la pierna derecha. Le había tocado un nervio. Era junio de 2021. La cirugía comenzó a las 7:00 a.m. y terminó a las 4:00 p.m.

Debió quitarle una costilla y entrar por el costado derecho. Ubicó el implante de titanio en la columna. No pudo retirar todo el tumor. Debía comenzar el proceso oncológico, pues tenía diez tumores en su cuerpo. Los médicos nunca se explicaron cómo respiraba, pues varios estaban en los pulmones. Y había uno del tamaño de una pelota de tenis. Los otros estaban en la columna.

Fue un error no haber hecho tratamiento de quimioterapia después de la cirugía donde le extrajeron el riñón izquierdo en febrero de 2019. Las células malignas tuvieron 16 meses para esparcirse por su cuerpo como una mala noticia.

Un TAC atómico no sólo despejó dudas, sino que en la segunda cita con la Dra. Diana Zapata, una oncóloga joven y pragmática, Raquel recibió una información lapidaria:

“Edwin está en fase terminal, su cáncer es etapa cuatro. La metástasis es muy dura y sólo podemos darle cuidado paliativo”.

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Raquel se derrumbó. Lloró a escondidas. Toda la familia debía enterarse. Ahora el que no fue informado fue Edwin. Su mujer se limitó a decirle que era preciso luchar. Es una ventaja para alguien que viene de abajo, mirar siempre hacia arriba.

Algo intuía el hombre, pues una y otra vez le decía: “Cuídame a las niñas”. Es un man sano que se aferró mucho más a Dios, con el que se había peleado. Pero la doctora lanzó una pequeña luz de esperanza en medio de semejante sensación de vacío existencial. Si la autorizaban, comenzaría un tratamiento de inmunoterapia, el segundo en Cali y Raquel aceptó con más ilusión que resignación.

La pierna derecha efectivamente se secó. También la nalga de ese lado, aunque nunca tuvo muchas, asegura este hombre con su distintiva pillería. La enfermedad lo estaba consumiendo, tanto como la tristeza y la impotencia de verse limitado. Claro, no podía caminar.

Lo bañaban, lo vestían. Fueron ocho meses casi postrado. Debían hacerle todo. Recibía un sueldo mermado por la incapacidad y los gastos se habían incrementado. Pensó en vender su bicicleta, pero un amigo –Pablo Cifuentes– le sugirió que la rifara, para recaudar más dinero. Las boletas se vendieron en un santiamén y como el destino siempre hace lo que se le da la gana, se la ganó Pablo, que en un acto de humanidad sinigual –que le quiebra la voz a Edwin y le arranca las lágrimas–, no se la recibió. Sabía cuánto significaba para él. Pero a este ciclista recreativo, obstinado y persistente, también le habían dicho que no volvería a montar en bicicleta y menos en moto. Incumplió las dos. Ama la velocidad y el cuarteto de la felicidad representado en los químicos naturales del cuerpo: endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina. Su fuerza mental y espiritual, quintuplica la física, pa’ ponerle una cifra.  

Su familia estuvo firme –tanto la Zúñiga como los Certuche, del primer matrimonio de su mamá– también algunos amigos que nunca lo desampararon. Javier Jaramillo lo visitaba y lo animaba.

Hay que volver a rodar, le decía con un nudo en la garganta y una trabazón lastimera de sentimientos en el corazón. Junto con Mónica Salazar –otra compañera del canal–, por poco acaban con las existencias de guanábana en Cali. Diversos estudios señalan que es anticancerígena y ese era el presente que le llevaban con una rigurosidad casi monástica. Moni, se convirtió incluso en su masajista de cabecera, para reactivar la sensibilidad de su pierna derecha.

La escasez de recursos venció y la bicicleta de carbono terminó en manos de Cecilia Restrepo, una profesora universitaria que quería hacer algo de deporte. Fue duro desprenderse de la cicla, pero ya se había desprendido de un riñón y de una vértebra. Incluso, regaló los uniformes. También él creyó en algún momento de desasosiego en medio del insomnio, que nada volvería a ser igual.        

Por eso lloró a raudales el día que pudo pararse, no se arrodilló porque no pudo, pero le dio gracias al cielo y al día siguiente comenzó las terapias para recuperar la movilidad. Eran dolorosísimas. Su masa muscular había mermado de manera ostensible y el tratamiento de inmunoterapia lo dejaba exhausto.

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Sin embargo, como impulsado por una fuerza invisible pero arrolladora, todos los días hacía un poco más de ejercicio. Hizo las paces con Dios. Antes de todo su drama le reclamaba, por qué permitía tanto sufrimiento, tanto dolor, tanta injusticia, tanta pobreza.

Una tarde, cerca al Estadio Olímpico Pascual Guerrero, cuando iba operar la cámara en un clásico sanfernandino, un anciano se acercó a la ventanilla de su carro. Edwin la había subido al verlo a los lejos.

La bajó un poco. Iba de mal genio. —¿Qué quiere mi viejo?, le dijo con molestia. El anciano, apoyado en un bastón, le preguntó: —¿Usted es un hombre de fe? —A mi manera, respondió cortante y seguro de que era un evangélico. El viejo le pasó una carta sellada. De las antiguas, de esas que en el borde traían unos rectángulos oblicuos, de color azul y rojo. —¿Por qué me peleas? Y se fue. En medio de la cirugía recordó el episodio y se estremeció. 

Allí estaban todas las respuestas a su vida, recuerda; y agacha la cabeza como en un acto de sumisión y perdón. No dice nada, pero puede notarse que se le sacude la razón. Después de la segunda intervención quirúrgica, entró en paro y fue reanimado.

La hemoglobina bajo a seis y se le fueron las luces. No vio ninguna luz al final de ningún túnel, pero sí a un hombre de cabello oscuro y piel morena, aindiado, que lo levantó como una ofrenda al cielo. En dicho trance, Edwin no era un hombre, era un bebé y no sabe por qué, pero asegura que era Jesús. Así lo sintió. Las terapias avanzaban y con ellas unos progresos que asombraban a familiares, amigos y personal médico.

Recuperó peso, masa muscular y movilidad. Pero, sobre todo, el ánimo, las ganas de vivir. Una bicicleta estática encendió de nuevo la pasión por el velocípedo de sus amores. Tenía miedo, pero podía más el dominio sobre sus temores y la fuerza de su convicción.

Todo iba mejor. Volvería a retomar la bici, pero quería la suya, la propia. Llamó a Cecilia Restrepo y le dijo que le vendiera su bicicleta. A ella la calentura del deporte se le había pasado. Edwin no tenía el dinero, pero la profe se la fio y él se la pagó en tres cuotas. La recuperó. Llamó a su hermano William y le dijo que le devolviera los uniformes que le había regalado. Todos aceptaban complacidos el retorno de la ilusión y la certeza de su poderío anímico. Había pasado año y medio desde la segunda cirugía. Año y medio desde que la Dra. Zapata le había dicho: “Sepa que usted no tiene cura, usted no se va alentar y si se alienta es un milagro”.

Año y medio desde que Edwin le respondió con certeza y humildad: —¡Yo soy el milagro! Javier acompañó la primera salida. Fueron suave hasta el sector de Alfaguara, en Jamundí. Pedaleaba y lloraba y pensaba. Pedaleaba y ratificaba que la bicicleta era parte del milagro de la vida.

En 2023 hizo su primera rodada fuerte: la Travesía Himalaya. 700 ciclistas recreativos inscritos. Se entrenó duro, aunque no corre para ganar, sino para vivir. Subía a La Vorágine. A Pueblo Pance, Pico de Águila. A La Buitrera y Villa Carmelo. Haría el recorrido suave, el de 42 kilómetros, para intermedios. Se perdió en la ruta e hizo el de los llamados ‘élites’, el de las ‘máquinas’, el de los tesos, 55 kilómetros. En el ascenso al municipio de La Cumbre lloró. Es un hombre de lágrima fácil. Llegó de sexto en su grupo. Cuando le colgaron la medalla le agradeció a Dios. Ya podía arrodillarse. Agradece a Dios cada día.

Sigue en “mantenimiento”, pues un nódulo se estancó. El que tenía el tamaño de una pelota de tenis, es ahora un puntito por el que todavía eres nuestro paciente, le dicen los médicos. El Dr. Fuertes hace charlas con su caso. Se abrazan fuerte cuando se encuentran. Edwin le dice: “Vos sos mi héroe” y el médico se la devuelve cambiada: “El héroe mío sos vos”. La Dra. Zapata es su bálsamo de autoestima, pues cada que lo ve le dice con una emoción tan genuina como su asombro: ¡Cómo estás de bello!

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Edwin Zúñiga Restrepo no para. Avanza en la vida que reconfiguró como se suele decir sin pausa, pero sin prisa. Raquel asegura que su recuperación ha sido en todos los aspectos de la vida. Ya no envejece, ahora crece en el tiempo. En eso coinciden todas las personas que lo conocen y también los que no saben nada de sus ocho tatuajes, cada uno con un simbolismo y una representación determinante en su vida. Quiere tocar la campana que está al final del pasillo en el centro médico donde lo atienden, para agradecer por haberse curado totalmente.

No le teme a una nueva cirugía. Asiste con una puntualidad religiosa a sus terapias de medicamento. Con Eywa Films, su productora de televisión, sigue trabajando para cosechar sueños, convertirlos en realidades, en contenidos que le aporten a la sociedad y le den aún mayor sentido a su existencia. Ha obtenido cinco galardones del Premio de Periodismo Alfonso Bonilla Aragón, dos estatuillas del Premio Halcón de Oro y este año, la nominación al Premio Nacional de Periodismo del CPB, el Círculo de Periodistas de Bogotá. Pero ningún premio es más importante, como el que le otorgó la Divina Providencia: la vida, para amar y trabajar en lo que y por lo que valora en realidad.

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Colombia será sede de un nuevo campeonato internacional: ¿Cuál será y en qué fecha?

El país se sigue perfilando como uno de las naciones idóneas para la realización de eventos a gran escala.

Colombia será sede de un nuevo campeonato internacional: ¿Cuál será y en qué fecha?
Tomada de @FCFSeleccionCol.

El país se sigue perfilando como uno de las naciones idóneas para la realización de eventos a gran escala.

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Colombia tiene buenas noticias para el balompié nacional, pues recientemente se confirmó que el país albergará un Suramericano Femenino sub 17 esto teniendo en cuenta que es la sede del Mundial Femenino Sub 20 que actualmente vive el país.

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A través de un comunicado emitido por la Federación Colombiana de Fútbol se anunció que el país ‘cafetero’ será nuevamente anfitrión de un torneo de selecciones. Esta vez se trata del Suramericano Femenino Sub-17 que se llevará a cabo en el 2025.

La decisión fue tomada por la CONMEBOL el martes 17 de septiembre luego de un consejo realizado en Luque, Paraguay. Se definió que Colombia será la sede del Suramericano femenino sub 17, torneo continental del siguiente año.

¿Qué beneficios otorga el torneo continental?

Además, se debe tener en cuenta que el certamen contará con la participación de 10 selecciones sudamericanas. Cada una buscará conseguir uno de los 4 cupos que entregará el Suramericano. Cupos que son para disputar el Mundial de la categoría, que se jugará en Marruecos en el mismo año.

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Adicionalmente se informó que el evento se realizará desde el 1 de mayo hasta el 25 del mismo mes. Es la primera vez que este torneo se ejecuta en territorio colombiano, teniendo en cuenta que este evento no ha repetido ninguna sede desde su creación en el 2008.

¿Ya se conocen las ciudades que serán sede?

Hasta el momento no se tiene conocimiento de cuáles serán las ciudades sedes que albergarán el Suramericano Femenino Sub 17, esto teniendo en cuenta que aún e muy pronto, pero se espera, que sean reveladas prontamente para organizar el calendario y no ocasionar retrasos o cruces con la Liga local masculina.

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Vale recordar que el equipo colombiano de esta categoría tiene en su historial al ser el primer campeón de este torneo continental, titulo el cual obtuvo en la primera edición del Suramericano disputado en el 2008.

Además, las ‘super poderosas’ de la sub 17 tienen tres subtítulos, el último fue precisamente este año, donde lograron la clasificación al Mundial en República Dominicana en el presente año entre octubre y noviembre.

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¿Seguirá Hernán Torres a la cabeza del Deportivo Cali?

Tras la derrota con Fortaleza por copa, muchas dudas hay de la continuidad de Hernán Torres.

¿Seguirá Hernán Torres a la cabeza del Deportivo Cali?
Tomada de @AsoDeporCali

Tras la derrota con Fortaleza por copa, muchas dudas hay de la continuidad de Hernán Torres.

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Recientemente, Deportivo Cali visitó a Fortaleza por la ida de los octavos de final de la Copa Betplay, en busca de un resultado esperanzador. Sin embargo, una 'amarga' en la capital, es lo que vivió el conjunto ‘azucarero’ perdiendo por la mínima en los minutos finales del encuentro. 

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Con la derrota por Copa, esta sería la séptima derrota al mando de su nuevo cuerpo técnico, generando dudas alrededor del nombre de Hernán Torres y su continuidad.

El conjunto ‘azucarero’ no encuentra aún su rumbo

El experimentado timonel del no ha tenido un buen inicio con el Deportivo Cali, teniendo un promedio bajo de puntos en liga, con un 23% en su rendimiento.

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Ya son 6 partidos perdidos, 1 empatado y tan solo 1 ganado, aun sin contar su derrota ante Fortaleza por copa, la cual agrava la situación a 7 derrotas en sus primeros 10 partidos.

Esto lo convierte en el segundo peor rendimiento comparado con los últimos 5 DTs que han pasado por el club:

Hernán Torres en Deportivo Cali: Los números no lo acompañan

Jaime De la pava 40% de rendimiento 

  • Victorias: 3
  • Empates: 3
  • Derrotas: 4

Jorge Luis Pinto 46% de rendimiento 

  • Victorias: 3
  • Empates: 5
  • Derrotas: 3

Mayer Candelo 16% de rendimiento 

  • Victorias: 0
  • Empates: 5
  • Derrotas: 5

Rafael Dudamel 53% de rendimiento

  • Victorias: 4
  • Empates: 4
  • Derrotas: 2

Alfredo Arias 53% de rendimiento 

  • Victorias:3
  • Empates: 7
  • Derrotas: 0

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¿Qué se sabe de la continuidad de Hernán Torres en Deportivo Cali?

Si bien se hablaba de una posible salida del cuerpo técnico del conjunto ‘verdiblanco’ por malos resultados, la verdad es que aún la decisión no ha sido tomada.

En cuanto a esto, el presidente del equipo Humberto Arias se refirió antes del encuentro con fortaleza, que a los técnicos los mantenían los resultados, pero que Hernán contaba con el apoyo de los directivos.

Mañana se hará una reunión de suma importancia para el futuro del Cali, pues ahí se espera una decisión del comité, en cuanto a la continuidad del cuerpo técnico.

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"No logro asimilar el resultado": Emotivo mensaje de Linda Caicedo luego del Mundial

La delantera del Real Madrid no se había pronunciado en redes sociales desde hace varios días.

"No logro asimilar el resultado": Emotivo mensaje de Linda Caicedo luego del Mundial
Tomado de @linda__caicedo11.

La delantera del Real Madrid no se había pronunciado en redes sociales desde hace varios días.

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Es considerada una de las mejores futbolistas del campeonato, dejando claro porqué ha está en el Real Madrid. Sin embargo, en cuartos de final quedó el camino de la Selección Colombia bajo el liderazgo de Linda Caicedo.

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Asimismo, la delantera exDeportivo Cali portó la cintilla de capitán y era la referente en ofensiva de la ‘tricolor’ que esperaba escribir historia en el Mundial femenino sub20. El cual se juega en nuestro país desde el 31 de agosto.

Selección Colombia quedó por fuera del Mundial femenino

Pero, pese al optimismo y a la gran campaña que estaban haciendo las juveniles de la ‘tricolor’ en el Pascual Guerrero terminó el sueño de ser campeonas mundiales de la categoría.

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Países Bajos eliminó a las nuestras por penales, puntualmente 3 a 0 luego de un partido vibrante que finalizó 2 a 2 en el tiempo regular y prórroga.

Justamente, en ese compromiso tuvo oportunidades de marcar Linda Caicedo, pero aún así, el resultado no fue positivo.

Sin embargo, luego de días sin pronunciarse por redes sociales, la delantera del Real Madrid comentó:

“Aún no logro asimilar el resultado que tuvimos, por el sentir y la gran ilusión que teníamos como equipo lograr que esa linda copa quedará en casa”.

Asimismo, la futbolista de la Selección Colombia continuó:

“Duele intentarlo y esforzarse para que no salga como lo queremos y anhelamos, que mes tan maravilloso con este grupo tan increíble , humilde y lleno de alegría”.

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Finalmente, el mensaje agradeció:

“Darles las gracias a las personas que realmente les importa el fútbol femenino , que conocen el proceso y que no juzgan o dañan. Gracias Colombia por esta increíble experiencia”.

Todo lo anterior acompañado de dos fotos en blanco y negro, demostrando un poco el dolor que tiene la delantera por no seguir avanzando en el Mundial femenino sub20.

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