Pancartas de grupos armados ilegales en diferentes zonas de la ciudad. Esa fue la noticia que atemorizó a los caleños por cuenta de los carteles dispuestos en la Calle 5 con Cra.38, el pasado miércoles, y la Autopista Suroriental con Cra. 25, el jueves.
La zozobra en una ciudad duramente golpeada por la violencia y que ya registra más de 450 homicidios en el año no es menor, pues para nadie es un secreto que organizaciones armadas hacen presencia en la capital del Valle del Cauca con toda su actividad delictiva: extorsión, reclutamiento a adolescentes y jóvenes y asesinatos.
Que vivamos intranquilos por culpa de la delincuencia común y el crimen organizado interregional y transnacional es inadmisible, así como lo es que este último pretenda imponer el orden con misivas en lugares concurridos de la ciudad.
Hay diferentes tipos de crimen y es la obligación del alcalde de una ciudad reducir el impacto del delito de orden local, como son los hurtos (ya completamos más de 10 mil denuncias en el año), pero hay escenarios donde es indispensable la actuación de las autoridades y la fuerza pública de orden regional y nacional.
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El trabajo conjunto de la institucionalidad es fundamental para enfrentar a las disidencias y las células urbanas de grupos guerrilleros, así como al crimen organizado presente en diferentes zonas de la región. La violencia a este nivel no entiende de divisiones territoriales. No tiene fronteras.
Es por eso que pido al Gobierno Nacional liderado por el presidente Gustavo Petro que ponga los ojos sobre Cali y la compleja dinámica de violencia y delito que aqueja. En la ciudad precisamos acciones concretas, que se haga lo que se tenga que hacer por la tranquilidad de los caleños, porque el orden lo tiene que poner la autoridad, no los criminales.
Nota:
Celebro la firma del cese al fuego bilateral entre el Estado y la guerrilla del ELN, a desarrollarse a partir de agosto, y espero que este hecho tenga efecto inmediato en la disminución de la ola de violencia que vivimos en Cali y en la región. Es hora de que ese grupo armado se comprometa con la paz de Colombia, porque vivir tranquilos es un derecho de todos los colombianos que se tiene que recuperar.
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