Este 14 de mayo celebramos en Colombia el Día de la Madre, esa fecha en la que conmemoramos el amor, la valentía, el orden y la autoridad de nuestras madres y de quienes lo somos. Hoy celebro en compañía de mi heroína, Lucrecia, y mi hija, Catalina.
Tristemente, la alegría y el agradecimiento propio de esta festividad se empañan con los homicidios, las riñas y la violencia intrafamiliar que, año tras año, la convierten en una de las fechas más violentas en el país y en nuestra ciudad, Cali.
Solo el año pasado, en el fin de semana del Día de la Madre se registraron 9 homicidios, 268 riñas y 88 casos de violencia intrafamiliar. El domingo, día de la conmemoración, se presentaron 5 asesinatos.
Esto no puede ser normal, porque significa que el año pasado 9 madres enterraron a sus hijos asesinados cuando estaban celebrando el milagro de dar vida. Ninguna de nosotras debería sufrir el dolor de enterrar a su hijo asesinado y mucho menos en esta fecha.
En 2021 las muertes violentas en el marco de la celebración fueron 16 y en el 2020, 12. En promedio, en los últimos tres fines de semana de la madre se presentaron 12,3 muertes.
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Mi deseo para este fin de semana que se avecina, además de compartir con las dos mujeres más importantes de mi vida, es que a ninguna madre caleña se le cruce la celebración de ser dadora de vida con el dolor de despedir a un hijo fallecido como producto de la violencia que impera en nuestra ciudad.
Escucho, como cada año, que las autoridades preparan fuertes operativos para prevenir sucesos fatales en la capital del Valle del Cauca. Espero de corazón que sean efectivos, por la acción de las autoridades y por el compromiso de los ciudadanos, siendo responsables en el consumo de alcohol y de sustancias psicoactivas.
No descansaré hasta que la muerte deje de ser normal en Cali, una ciudad golpeada por la violencia social y complejas dinámicas delictivas nacionales y transnacionales. Al 10 de mayo, en la ciudad se han presentado 374 homicidios (un promedio de tres diarios), es decir que casi 400 familias han llorado la muerte por asesinato de un ser querido.
Esto solo se logrará con orden y autoridad, que actualmente brillan por su ausencia en Cali. Como he venido diciendo, es con esa fórmula que Cali volverá a ser la ‘Sucursal del Cielo’, esa donde las personas estén orgullosas de vivir y donde el Día de la Madre sea una oda a la vida y no a la muerte o el dolor.
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