Por cuidar a sus bebes, como ella define a los abuelos con los que comparte el pan de cada día, se olvidó de sí misma y hoy asume las consecuencias.
Dolores en la garganta acompañados de una inflamación permanente, espasmos estomacales y una seria sospecha de cáncer en la matriz, son los fantasmas que asustan a esta samaritana.
Diariamente al hogar para el anciano llegan uno o dos abuelitos que han sido abandonados. Actualmente ella cuida de 85 adultos mayores que ha sacado del infierno del abandono. Su único sustento es la caridad, del estado no conoce el apoyo.
¿Quiénes son? O ¿de dónde vienen los abuelos que cuida Anabeiba? Eso no importa, el único objetivo es brindarle una vida digna a estas almas que vagaban sin destino alguno en la posteridad de sus días, asegura entre risas la encargada de darle un poco de dignidad a los abuelos de la calle.
Pese a su enfermedad, dice que no le teme a la muerte. Su legado ha trascendido y sus seis hijos actualmente también cuidan a estos desprotegidos, que en el ocaso de sus vidas han sido tirados a la calle como un objeto que ya no sirve.
