La creación de la rumba en las calles del centro cada vez está tomando más impulso; locales y turistas asisten con gran afluencia a este sector para disfrutar del ambiente. Sin embargo, las discotecas que allí operan, están quebrando debido a que no pueden competir con los precios que se manejan en las calles.
Según lo manifestado por Jhon Alexander García, propietario de "El Tomatero", asegura que; "nosotros tenemos un restaurante bar, un bar de escucha y nuestra clientela se queja por la contaminación auditiva sobre todo los días viernes. Yo no estoy en contra de lo que está ocurriendo en 'la calle del pecado'; sino que la propuesta es escuchar qué está pasando en esta calle; escuchar al público, escuchar los negocios, sobre los parqueaderos, restaurantes y sentarnos a construir un proyecto articular".
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Pese a que han intentado reinventarse con la creación de nuevos espacios, la falta de articulación con las autoridades los sigue ahogando. "Mamut" no pudo con la economía, "El más allá" se acaba la sociedad y con "El Tomatero" nos hemos ajustado; hemos despedido a muchas personas que nos apoyaban, pero igual seguimos insistiendo".
Asegura que pese a que han tenido reuniones con la Alcaldía, Secretaría de Cultura y demás entidades; la norma de uso del suelo no se aplica igual para todos los comercios; por esto piden una articulación y equidad para quienes se beneficien de este sector de la rumba en Cali.
Por su parte, Manuel Pineda, Presidente de Asobares, asegura que; "hemos trabajado desde hace muchos años por la formalización de toda la actividad de entretenimiento nocturno. Lo que estamos pidiendo es que tengamos una igualdad de condiciones para el espacio público, como para los establecimientos." Adicionalmente, agrega que; "las autoridades hacen controles debido a las constantes quejas de la ciudadanía por exceso de ruido, pero estos controles los realizan a los establecimientos; no a la fiesta que se está llevando a cabo en la calle, ni a los carros con la música a todo volumen".
Finalmente, los propietarios de estas discotecas afirman que no quieren que esta expresión cultural se acabe, pero que si se regule.
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