Por: Germán Morales Z. Docente y director de la Escuela de Turismo UAO.
Fotografías: Cortesía actores de las experiencias de turismo urbano en esta nota.
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Como una ciudad biodiversa, multi étnica, pluricultural y de migraciones de todas partes del mundo, la ciudad se ha convertido en una torre de babel de costumbres y tradiciones de todo el mundo, lo cual, ha hecho que la ciudad crezca al ritmo de las culturas populares, las tradiciones diversas, los gustos variados y el dulce sabor de la caña de azúcar salsera, sin contar que la ciudad es un referente del arte contemporáneo, el deporte, servicios ecosistémicos expresados en su zona rural y el turismo cultural y de naturaleza.
Cali ha crecido a un ritmo tal, que no ha quedado tiempo para que ninguna administración de turno, pueda controlar esta urbe que crece y crece y crece y crece, y que lastimosamente se expandió sin ninguna planificación y sentido de ciudad moderna hacia el Farallón, los humedales, el bosque de niebla, y las siete cuencas hidrográficas, que alguna vez, hicieron pensar en esta ciudad como el paraíso, sucursal del cielo, o la Sultana del Valle por aquellos parecidos metafóricos que alguien encontró de estas tierras con el universo Árabe.
Pues aquí en la ladera de Cali, en los barrios populares y los más antiguos que se formaron por allá en aquellas épocas cuando a lomo de mula o en el ferrocarril que fue nuestra expresión de pujanza y berraquera caleña, se forjó el olvido y hasta la exclusión de aquellos grupos que como migrantes se fueron refugiando en esta urbe que los recibió con los brazos y hasta las invasiones abiertas. Pero qué más da si aquí en estos asentamientos subnormales es donde floreció esta nueva Cali del siglo XXI. Hoy Cali se debate entre la modernidad, el atraso, la exclusión, las favelas, comunas y expresiones de todas las orillas que hacen de su terruño de alfeñique una tradición popular.
En esta amalgama de culturas y de universos que se han venido encontrando a las buenas, a las malas y a las calles se construyen las historias populares que desde los barrios con sus anécdotas y vivencias, hacen posible tener una historia para contar en narrativas de resiliencia, creatividad, conservación y arte urbano que hoy hemos decidido llamar Experiencias Populares de Turismo Comunitario como una expresión del turismo cultural, que desde el día a día de las comunas se han ido transformando en experiencias únicas que muchos hoy quieren visitar, conocer y vivir para lograr entender desde la empatía y la admiración las realidades urbanas de estas comunidades resilientes y batallantes, que demuestran que no todos en estas zonas apartadas y olvidadas de Cali mantiene el Inri de la violencia y la desigualdad. Siempre es que como dicen por ahí, los buenos somos más.
Oh mi Cali, Oh mi Urbe surcada por ríos, cordilleras, valles, pandebono, salsa, chuleta, empanadas, rock, marranitas, boleros, sancocho, chirimía, salpicón, macetas de alfeñiques y las expresiones populares de una conjugación de estilos de vida estratificada desde el corazón.
Oh mi Cali, cuéntame tus cuentos, muéstrame tus historias y deja que me cautive con tu flor y fruto de nuestro país, tú que eres precursora de la independencia y fiel heraldo de la libertad, déjame encontrar en tus calles y en tus manifestaciones populares una experiencia de turismo urbano.
Déjame invitarte a caminar por nuestra Cali de barrio, de ladera y de experiencias populares, y déjame contarte amigo viajero que aquí en Cali hay historias de barrio que de a poco se transforman en experiencias de Turismo Urbano. Quiero invitarte a que visites estos procesos y a que te des cuenta que son historias de la calle, que cuentan sus habitantes, que narran quienes no quieren que se pierdan como parte de nuestro patrimonio, para hacer de nuestra memoria colectiva un asunto de identidad, de cómo es que esta metrópolis ha crecido y se ha convertido en la tierra que es hoy.
Hablar de Cali y sus historias de barrio es entrañarnos en lo más profundo de la caleñidad, de los corazones que luchan día a día por tratar de construir ciudad, aunque a veces las malas noticias les quiten la ilusión, los sigan estigmatizando como la tierra de nadie y del olvido.
Caminar por esta Cali urbana, te regala un baño de realidad para entender que o nos unimos o nos hundimos un poquito más, para lograr que más historias de barrio como estas que te quiero contar, se hagan populares en la civilidad caleña que ya la recordamos como una vieja tradición extinta que antes era común en la ciudadanía, y que hoy al parecer se perdió igualmente en esta nueva cultura caleña que viene desde las tragedias que nos dejó el narcotráfico traquetero hasta los modelos de corrupción que han dominado la ciudad desde hace algunas décadas.
Hoy quiero caminar por mi casa, por Santiago de Cali y mostrarles que definitivamente todavía hay esperanza en aquellos corazones que construyen ciudad desde la lógica de lo ilógico de simplemente ser un buen ciudadano, y por ello, te quiero invitar para que caminemos por uno de los barrios más antiguos, emblemáticos y de arquitectura sencillamente cautivadora como lo es san Antonio, un lugar que sin duda es un tributo a la caleñidad, a la pujanza y un bocado de placer para la arquitectura colonial, historicista, ecléctica y hasta para el art-dec, lástima que no falta el iguazo que compra la casa que es de arquitectura patrimonial, la tumba y construye una casa, restaurante o alojamiento ordinario como los de mayami, salud con el vino tinto de San Antonio por los que compran y aunque desplazan al habitante local, intentan integrarse a esta comunidad local y siguen siendo sobrios y mantienen el patrimonio, bueno del ahogado el sombrero.
San Antonio
Y no es que alguien se oponga a que se llene de negocios el barrio, claro que no, es que tantos en un lugar arquitectónicamente patrimonial rompen la belleza del barrio, la tranquilidad de quienes...
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