Salsa

Henry Fiol, la voz del pueblo

‘El blanco que canta como negro’ es ya un clásico salsero en la capital mundial de la rumba. Un repaso por la historia y las preocupaciones de un respetado ‘gurú’ del género. “El reggaeton es mucho más peligroso que la salsa romántica”, advierte sin titubeos.

Henry Fiol, la voz del pueblo

‘El blanco que canta como negro’ es ya un clásico salsero en la capital mundial de la rumba. Un repaso por la historia y las preocupaciones de un respetado ‘gurú’ del género. “El reggaeton es mucho más peligroso que la salsa romántica”, advierte sin titubeos.

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Henry Fiol hace parte de una estirpe de salseros de la vieja guardia. Está más allá del bien y del mal. Pocos ya se acuerdan que ante todo es un ‘rompe cueros’, que comenzó su carrera como cantante y colíder del Conjunto Saoco, donde demostró sus cualidades para interpretar el son cubano. A finales de los años setenta y comienzos de los ochenta comenzó a sonar una voz única, que parecía un poco enredada entre el español y el inglés, pero que tenía una cadencia original.

Hace unos años estuvo en Cali, llevaba cerca de un quinquenio sin pisar la ciudad que lo descubrió para Colombia. Con su pinta de salsero clásico, el cuerpo estilizado de bailarín, el cabello plateado y el bigote impecable, Henry habló en ese momento con la sapiencia y la autoridad que le otorgan más de 30 años navegando en las aguas turbulentas de la rumba salsera.

Disparó frases cargadas de mucho simbolismo, con la misma fuerza que imprime a sus canciones y a ese baile tan particular, moviendo los hombros con cado golpe de tambor y que recoge de la esencia rítmica cubana.

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“La salsa puede desaparecer de un momento a otro. Esta generación de jóvenes está perdiendo la clave y su sentido. La clave es la base que uno tiene que sentir para poder bailar y apreciar el concepto polirítmico que es la salsa”, advirtió, con un cierto aire de ‘gurú’ del género.

Sentado en el lobby del hotel Windsor Plaza, el artista desandó sus pasos y conversó conmigo y con el escritor Umberto Valverde para recordarnos que su primer viaje a Colombia lo hizo a Cali, en 1980.

El hombre que nació en Nueva York, en el condado de Manhattan, donde perro como perro y por un peso te matan, está preocupado por el futuro del género. El artista ‘Newyorrican’ (una combinación de newyorkino con boricua), que en la mitad de los ochenta cantaba desesperado en busca de la melodía, hoy cree que ésta se ha extraviado definitivamente.

Lo que antes era un lamento jíbaro, nacido de la entraña del ‘blanco que canta como negro’, hoy suena como si hubiese sido una premonición.

Sí, el maestro Fiol, el mismo que promulgaba en sus discos la fe, esperanza y caridad, se encuentra como él lo dice en su disco: ‘perdido en la ciudad’.

Sus remembranzas lo llevaron a los años ochenta, tiempos dorados de la salsa. El truquito, la maroma y el ‘ay bendito’ hacían de las suyas, mientras que la ‘Juma de ayer’ era un himno a la rumba que no terminaba y que se coreaba en los grilles de la época. La salsa tronaba duro en los Compadres, en la Manzana Verd, en la Jirafa Roja. Pero también en Honka Monka, Fantasio, El Séptimo Cielo, Los años locos, El Infierno y Costeñita.  Y claro está, también sonaba en los queridos balnearios Las Pilas de Santa Rita, La Choclona, Mi Ranchito, Los Guayabales, El Pedregal y Las Veraneras. Por si falta recordarlo, no había reggaetón y la ‘muchachada’ de la época todavía se entusiasmaba con aquello de ‘sin negro no hay guaguancó’.

“El reggaeton es mucho más peligroso que la salsa romántica. No tiene nada de clave, no utiliza la conga ni ninguno de los instrumentos de percusión de la música latina. Han cogido como prestado de otros países un ritmo que es mucho menos interesante que nuestro propio sistema rítmico. A la franca te digo, toda una generación está perdiendo la clave”, dice sin cálculos musicales.

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“No tengo gran voz, pero conozco el ritmo”

Henry cautivó por su estilo particular para cantar, sus movimientos en tarima y la carga social de sus interpretaciones. “No tengo gran voz, pero como soy conguero y conozco el ritmo, tengo mis trucos. La ‘veldá’ es que no tengo tremenda voz, como sí la tenía Pete El Conde”, recordó sin misterios.

Hoy tiene 73 ‘eneros’ y, en ese instante, al escucharlo hablar y apreciarlo en toda su gestualidad era inevitable evocar un santero cubano. No es gratuito, Fiol tiene una obsesión con la isla, con su música, su cultura, su talento musical.  De hecho Valverde le preguntó si acaso se va a morir sin ir a Cuba.

Enseñando sus dientes perfectos, blancos, relucientes nos contó que no había podido ir porque todo lo querían gratis y que hasta tenía que pagar su propia estadía. Hasta hoy, todavía no ha viajado a la Isla.

El futuro de la salsa es una de sus grandes preocupaciones. El artista que asegura que su ‘tumbao’ musical se lo debe a esa mezcla de padre puertorriqueño y madre italiana, teme que estemos transitando por la ‘última rumba’.

“Con el reggaeton se le ha dado la estocada final a la salsa. Incluso, he escuchado a varios artistas muy conocidos en la salsa que hoy hablan de que en su próxima grabación compartirán con raperos. Van a lucir como bobos, eso no es lo nuestro”.

Sin miedo de cantarle a las injusticias

Fiol siempre se preocupó por la temática social. En su versión de ‘Ahora me da pena’ relata la dura faena que era trasegar la Nueva York de los años ochenta. ‘Picoteando por ahí’ habla del rebusque, de la lucha diaria por sobrevivir en la calle, en lo que salga.

“Me levanto por la madrugá y no hay nada en la nevera. Me levanto por la madrugá y no hay nada en la nevera. No hay jugo, no hay pan, no hay leche tan siquiera. Pero la busco (picoteando por ahí) Y me defiendo (picoteando por ahí). Yo me la busco (picoteando por ahí) Y me despierto (picoteando por ahí)”.

Pero también en el 2009 lanzó ‘De la mano a la boca’, el disco que grabó en una plaza de mercado de Medellín y que refleja la dureza del trabajo y la angustia por llevar la comida para los hijos.

“Temprano en la madrugada me visto a media luz y corro a coger el bus que se acerca a la parada. Mis pilas están agotadas no sienten calor ni frío y entre gotas de rocío comienzo a trabajar a ver si puedo ganar la comida de mis hijos…”

Y es que como dice el escritor César Miguel Rondón, el hombre detrás de ‘El libro de la salsa, crónica de la música del caribe urbano’,  la gran Biblia del género, históricamente la salsa siempre ha sido la voz del barrio, de los amores contrariados, de la vida precaria, de los ‘malandros’ y los desarraigados, una forma de llevar el Caribe al escenario de la gran ciudad. “La calle está durísima”, cantaba Joe Cuba, y con esa frase condensó el espíritu de la salsa, recuerda el venezolano Rondón.

Fiol es de aquellos salseros que no le tuvieron miedo a cantarle a las injusticias, a la lucha, a los afanes en el barrio y en la calle.

“Qué pena me da, ver mi gente abusada, qué pena me da, siempre la misma jugada, qué pena me da, víctimas de avaricia, qué pena me da, que son víctimas de injusticias, eso no puede seguir, pronto todo cambiará… no pierdas fe, no pierdas fue, no pierdas fe…”

“Yo soy un observador y veo la lucha que hay en Latinoamérica para ganarse los cuatro pesos. Aquí el que no tiene trabajo se tira a la calle a rebuscar. Siempre he creído que la salsa no tiene que ser música de escape, puede ser música con comida, con mucho contenido”.

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Fiol se expresa como un filósofo de la salsa. Es como si los años le hubieran dado el bastón de mando que en otros tiempos portaron otros grandes como Arsenio Rodríguez, Beny Moré, Ray Barreto, Chano Pozo y otros que ya se fueron al cielo de estrellas.

Junto con Rubén Blades, Frankie Dante, algo de Ismael Rivera, un poco de Cheo Feliciano  y orquestas como el Conjunto Clásico, La Protesta y La Conspiración, entre otras, Henry Fiol se convirtió también en un ícono de la salsa protesta, de la salsa combativa y revolucionaria.

La última vez que conversé con Fiol fue antes de una presentación en ‘Delirio’, me habló de la gran paradoja musical a la que se enfrentaba cuando venía a la ciudad. Por un lado ser un artista reconocido y querido, pero por el otro estar atado a una historia musical que no lo deja probar nuevos sonidos, nuevas canciones porque está obligado a interpretar lo  mismo de hace 20 y 30 años.

“Quiero seguir componiendo y creando cosas, pero la gente desea escuchar lo mismo de antes. Eso me deprime. Ser artista clásico es un arma de doble filo, muchas veces me siento frustrado y amarrado, porque la gente cuando escucha algo nuevo se queda con los brazos cruzados”.

Sí, es una paradoja. ‘El filósofo de la salsa’ está condenado irremediablemente a interpretar las mismas canciones del pasado que sin embargo son las que lo sostienen para continuar en el tinglado musical de la ciudad.  Pero como el mismo Fiol lo canta:

“Oye la voz del pueblo, comprende la voz, atiende la voz del pueblo, de los olvidados, de los maltratados, de los abusados, oyela, oyela, oyela, oyela, tiene valor, ehhh, tiene valor”

 

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🔴El salsero Richie Valdés en 90 Minutos: Hablará de su vida, trayectoria y proyectos

Richie contará su importante paso por el Grupo Niche, Guayacán y su trabajo artístico como solista. Este artista, con una trayectoria amplia, revelará sus secretos en 90 Minutos.

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El Noticiero 90 Minutos hablará con Richie Valdés destacado artista, compositor, cantante, arreglista y músico chocoano.

Además, en el marco de los 40 años del icónico tema 'Cali Pachanguero', el salsero entregará detalles sobre las anécdotas alrededor de la canción emblemática de la ciudad.

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"Alguna de estas dos": Willy García y la orquesta donde le hubiese gustado cantar

En exclusiva con el noticiero 90 Minutos, Willy García reveló el melódico impacto que otras orquestas tuvieron en su vida.

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Especial para 90minutos.co

En exclusiva con el noticiero 90 Minutos, Willy García reveló el melódico impacto que otras orquestas tuvieron en su vida.

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Willy García, es un referente en el mundo de la salsa. A lo largo de su carrera, ha dejado una marca en la escena de la salsa.

Su participación en orquestas como 'Suprema Corte' y 'Grupo Niche', así como su papel como cofundador de 'Son de Cali', han contribuido a enriquecer el panorama musical latinoamericano. Incluso, fue nominado al Grammy Latino en la categoría de Mejor Álbum de Salsa como solista.

En una entrevista exclusiva con el noticiero 90 Minutos, Willy García reveló el profundo impacto que otras orquestas tuvieron en su carrera.

Sobre su admiración a algunas Orquestas

Entre ellas, destacó su admiración por 'El Gran Combo de Puerto Rico' y 'Sonora Ponceña', dos referentes gigantes en la escena musical internacional.

Para Willy, estas agrupaciones representan la excelencia y la grandeza, siendo un sueño inalcanzable en sus primeros años como músico.

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"La influencia directa que uno tenía era El Gran Combo de Puerto Rico, Sonora Ponceña, Tommy Olivencia... se me escapan un montón de orquestas. Pero cuando uno veía a El Gran Combo de Puerto Rico con esa alegría, yo decía wow, o sea, no me atrevía a soñar con eso porque lo veía demasiado, le veía muy lejano".

Declaró Willy García en exclusiva para 90 Minutos.

Sin embargo, admite que:

"Entre el Gran Combo y Sonora Ponceña, en alguna de esas dos instituciones me hubiera gustado estar".

Expresó.

Su legado como músico y como ser humano es un testimonio del poder transformador de la música y la importancia de perseguir los sueños con pasión y determinación.

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El curioso 'error' que tiene 'Cali Pachanguero'; Así lo explican los expertos

La canción del Grupo Niche, ocupa el número 27 en la lista Billboard de las mejores canciones latinoamericanas.

El curioso 'error' que tiene  'Cali Pachanguero'; Así lo explican los expertos
Foto: EFE

La canción del Grupo Niche, ocupa el número 27 en la lista Billboard de las mejores canciones latinoamericanas.

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'Cali Pachanguero' es uno de los himnos de la salsa; compuesta por Jairo Varela, la canción se publicó en 1984 con la voz de uno de los cantantes del Grupo Niche, Alfonso Peña Sánchez, en honor a Cali.

Sin embargo, la canción recibió muchas críticas, debido a que conocedores en música señalaron un error en la estructura musical de la canción. Se trataba de la clave, un factor indispensable en la salsa y la música latina en general.

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La falencia fue descubierta por bailarines boricuas en una gira del Grupo Niche por Nueva York; la cual provocó cuestionamientos sobre la calidad de la canción.

Pese a la serie de comentarios negativos, 'Cali Pachanguero' se convirtió en un éxito, llegando a diversos países. Richie Valdés, uno de los músicos más reconocidos en Colombia, explicó que estos errores, aunque no fueron intencionales, no definieron la composición en sí misma.

"¿Sacrificar el gusto del pueblo por corregir una clave? No creo. Eso fue lo que hizo Jairo Varela, y el pueblo lo aceptó. Todos teníamos desconocimiento de estructurar un arreglo en clave, pero Jairo siempre defendió su composición".

Narró.

En última instancia, la aceptación popular prevaleció sobre las críticas técnicas, consolidando a 'Cali Pachanguero' como un clásico de la salsa.

"Hay muchos temas que están estructuralmente sin clave o con la clave cruzada, pero el pueblo las ha asimilado y resulta que cuando buscan hacer el tema nuevamente para comprobar la clave, resulta que la gente lo siente raro al bailar".

Puntualizó.

De acuerdo con Richie Valdés, la música, hablando matemáticamente, se rige por fórmulas y estructuras definidas. La alegría y la emoción son importantes, pero en última instancia, la música es una ciencia.

Por lo tanto, la melodía se escribe sobre el soporte de las claves, una estructura rítmica que puede ser de 3-2 o comenzar en 2-3. El rompimiento de la clave se produce cuando hay una interrupción en la secuencia establecida.

"Si empezaste 3-2, pues así debes terminar", recalca. En este sentido, cuando se produce un corte y se cambia de clave, es como detenerse abruptamente en la música, afectando la cohesión del arreglo.

Cabe destacar que, hace 40 años, sonó por primera vez 'Cali Pachanguero', un himno que hasta el día de hoy sigue resonando en las calles de Cali y pone a bailar a locales y extranjeros.

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