Ante la llegada del primer periodo de lluvias del año, es importante que la comunidad esté alerta ante la posible presencia del Caracol Africano, animal que no es propio de Colombia. Se trata de una variedad introducida al territorio nacional, que se ha convertido en una especie invasora.
Además de que generan la alteración de los ecosistemas al desplazar algunas especies nativas, este caracol también daña cultivos y se tiene reportes de que, en otros países, el molusco puede ser portador de un parásito que afecta la salud humana, desarrollando una enfermedad como la meningitis.
Debido a su característica de especie hermafrodita, puede reproducirse varias veces al año de manera veloz; pone entre 100 y 400 huevos, con un máximo de 1.200 anualmente. Luz Stella Castillo, bióloga de la Cvc, aseguró que pueden vivir entre cinco y seis años.
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Otro de los aspectos que permiten reconocerlo, es que su concha es de color marrón con franjas habanas, fuerte, larga y aguda, de 5 a 30 cm de largo y aproximadamente tiene de 5 a 7 vueltas. “Identificarlo es importante para aprender a controlarlo, dadas las graves consecuencias que esto implica para el ambiente y el ser humano”, añadió la funcionaria.
En el Valle se ha reportado la presencia del Caracol Gigante Africano en la gran mayoría de los municipios. Para el caso de la Regional Suroriente de la Cvc, que abarca los municipios de Palmira, Candelaria, Pradera, Florida y parte de El Cerrito, su presencia se ha hecho más evidente en el Poblado Campestre y Villagorgona, Candelaria; y Ciudad del Campo, El Bosque, Coronado y Zamorano, en Palmira.
Es por esto que, la Cvc reitera las precauciones que debe tener la comunidad ante la presencia de este molusco, para no manipularlo sin protección y dar aviso a las autoridades, puesto que dentro de la población más vulnerable están los niños.
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El trabajo para el control de la especie es de todos y se hace necesario mantener los patios, lotes y jardines sin escombros ni residuos de material vegetal u orgánico, para evitar el contacto de los caracoles con heces de rata, situación que puede convertirlos en portadores del nematodo.
El protocolo de manejo indica que, si se detecta un pequeño número de caracoles, la comunidad puede capturar los ejemplares haciendo uso de guantes para introducirlos en un tarro o bolsa, a los que se les debe poner sal o cal viva para que mueran. Posterior a esto, deben ser enterrados sin bolsa, en un hoyo de 30 a 50 cm de profundidad, cubriéndolos con más cal viva.
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