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Libre ‘mototaxista’ señalado de ser narco en Argentina

Libre ‘mototaxista’ señalado de ser narco en Argentina

Jhon Jaír Piedrahíta, el mototaxista al que se le sindicó de transportar 40 kilos de cocaína con destino a Guinea Bissau (África), fue liberado tras comprobar que no era la persona implicada en ese delito.

Una prueba de Registro Migratorio demostró que el bugeño, que estuvo preso durante 11 meses en la cárcel de La Picota (Bogotá),  no era el hombre que poseía “en una residencia ubicada en la zona urbana de Buenos Aires (Argentina), una cantidad de droga y elementos para su embalaje, hallados allí por la policía”, según la Corte Suprema en el Juzgado 14 de Argentina. 

“Con una simple prueba dactiloscópica se habrían dado cuenta que la persona que figuraba en ese pasaporte no era yo, porque las huellas no correspondían. Además se trata de un señor corpulento, alto y por más cirugías que yo me hubiera hecho, en nada me parezco a ese señor”, indicó Piedrahíta al diario El País. 

Por otro lado, un documento tramitado por su esposa junto con su abogado, se definió que en los últimos quince años Piedrahíta no había volado, ni existía registro alguno de vuelos nacionales y menos internacionales a nombre suyo.

Así mismo, el bugeño les manifestó a los magistrados de la Corte que en el año 2012 su identidad fue suplantada, junto con otras 60 personas, presuntamente por delincuentes  y funcionarios cómplices, ya capturados, que les expidieron pasaportes. 

Piedrahíta fue detenido el 25 de octubre de 2015, día de las elecciones en Colombia, al momento de votar en la mesa número 11 del colegio San Vicente de Paul. Los agentes de la Sijín de la Policía que lo rodearon le notificaron que tenía circular roja por el delito de narcotráfico y que Argentina lo pedía en extradición.

Desde esa vez, Jhon Jaír pasó once meses en el pabellón de los extraditables de la cárcel de La Picota, tiempo en el que perdió la graduación de bachiller de su hija Yassenia. 

Zoraida Lemos Lozanos, su esposa, le dijo a El País que por esa época tuvo que buscar trabajo como empacadora de una fábrica de envases para sostener a su familia con un mínimo, mientras una sobrina le ayudaba con la matrícula de la Universidad del Valle de una hija y con los uniformes y libros de la otra. 

“Lo más triste es que durante todo ese tiempo no tuvimos los recursos para visitarlo en la cárcel, lo más importante es que Dios siempre estuvo con nosotros y nos ayudó a salir de este problema, siempre estuve convencida que mi marido es un hombre inocente”, cuenta Zoraida.

Su esposo no oculta su decepción con las autoridades: “un verdadero error del sistema judicial colombiano”, indicó.