Entretenimiento

Salsa, a golpe de protesta social

Desde sus orígenes la salsa estuvo ligada al sufrimiento del pueblo, a los debates de esquina, a las penurias del barrio y de la calle. Un recorrido por una expresión que tiene en ‘Pablo Pueblo’ a uno de sus símbolos. Salsa en su estado más puro y callejero.

Salsa, a golpe de protesta social

Desde sus orígenes la salsa estuvo ligada al sufrimiento del pueblo, a los debates de esquina, a las penurias del barrio y de la calle. Un recorrido por una expresión que tiene en ‘Pablo Pueblo’ a uno de sus símbolos. Salsa en su estado más puro y callejero.

Compartir

Por: Gerardo Quintero Tello - Jefe de Redacción de 90 Minutos
Diseño: Giovanni Castro
Audio: Moisés Molina

“Están dando palos, golpes, bofetones, puños y empujones, allá en la galera tres”

Así cantaba Ismael Miranda, el niño bonito de la salsa, en uno de sus primeros discos de protesta. En aquellos convulsionados años setenta, Miranda decidió solidarizarse con los presos de la penitenciaría estatal de Río Piedras, conocida como Oso Blanco, allá en Puerto Rico, que denunciaban golpes, puños y empujones y decidió revelarlo a través de lo que mejor hacía, La Salsa, el género que comenzaba a identificarse con los oprimidos, los marginados, los callejeros.

Y es que la salsa desde sus orígenes siempre estuvo allí, con el barrio, con el pueblo. La salsa social fue una expresión que especialmente en la década de los setenta y algo de los ochenta tuvo un amplio espacio entre los artistas y una gran aceptación entre el público.

Hoy, en medio de la agitación que vive la ciudad y el país, algunos, sobre todo esa vieja guardia musical caleña, han recordado aquellos clásicos que se convirtieron en himnos de lucha, que sonaban en las marchas de hace algunos años y que simbolizaron la inconformidad con realidades que tal parece no han cambiado mucho.

César Miguel Rondón, el gran académico venezolano que escribió esa ‘biblia’ que se llama ‘El libro de la salsa’, recuerda que esta música siempre fue la voz del barrio, de los amores contrariados, de la vida precaria, de los ‘malandros’ y los desarraigados. Y razón no le faltaba a Rondón. ‘La calle está durísima’, cantaba en alguna época Joe Cuba, mientras Héctor Lavoe le contestaba que en los barrios de guapo no se vive tranquilo o se miden bien las palabras o no vales ni un kilo.

El escritor cubano Leonardo Padura habla del fenómeno salsa como una proyección social e incluso política, fruto de las realidades que vivían los latinos radicados en las grandes urbes del Caribe y, muy especialmente, la enorme legión de emigrados reunidos en Nueva York y necesitados no solo de los dólares que enviarían a sus islas, sino también de preservar sus señales de identidad, para lo cual acudieron a la que había sido su expresión natural desde los tiempos de la colonia y la trata de esclavos: la música y el canto.

“Mataron al negro bembón,
Mataron al negro bembón
Hoy se llora noche y día
Porque al negrito bembón
Todo el mundo lo quería
Porque al negrito bembón
Todo el mundo lo quería”

Este tema interpretado por Ismael Rivera con la orquesta de su compadre Rafael Cortijo en los años sesenta fue tal vez el primero que comenzó a denunciar la dura realidad que vivía la comunidad negra en Puerto Rico y aún más en los Estados Unidos.

Como bien lo recuerda el musicólogo y columnista de 90 Minutos, Wílmar Zambrano, antes de que hicieran su aparición en el firmamento musical  Willie Colón o Rubén Blades, para citar dos de los artistas más reconocidos en esta expresión, fue Cortijo y su combo los que se metieron de frente con la crítica social.

Ya unos años antes, en los cincuenta, Daniel Santos le había cantado al campesino pobre y desarraigado que tenía que regresar a su rancho sin haber podido comprar nada para su familia. Y ese lamento borincano se transformó en un símbolo para comprender cómo duele la pobreza y un ejemplo de la eterna frustración latinoamericana… “Y triste, el jibarito va pensando así, diciendo así, llorando así por el camino, qué será de borinquen mi Dios querido, qué será de mis hijos y de mi hogar”

Pero regresemos al ‘Negro Bembón’, Robert Téllez, escritor e investigador de la música afroantillana, sostiene que es evidente que esta composición de Bobby Capó denuncia los estragos del racismo y la inconformidad de quienes lo han padecido. Ante todo es una crítica a la exclusión social hecha desde la cultura popular y, de esta manera, Ismael Rivera se iba transformando, cada vez más, en la voz de la comunidad negra y pobre. Como le dice Téllez, “en el cantante de las víctimas del racismo”.

“Ese era el tiempo de la revolución de los negros en Puerto Rico. Roberto Clemente, Peruchín Cepeda, Romaní, entraron los negros a la universidad y salió Cortijo y su combo acompañando esa hambre, ese movimiento”, explicó el propio Ismael Rivera unos años después.

El germen de la protesta salsera comenzaba a gestarse. El escritor César Rondón define bien lo que llegaría a significar ese fenómeno que trasmutaría a la calle y sería allí donde encontraría su verdadera esencia: “La salsa pues, no tiene nomenclatura, no tiene por qué tenerla. La salsa no es un ritmo y tampoco es un simple estilo para enfrentar un ritmo definido… El barrio sigue siendo la única marca definitiva”.

“Si yo fuera presidente
Si yo fuera un presidente
Se acabaría la milicia
Los taxes se bajarían
Ese dinero se usara
Para el bien de la comunidad”

En 1972, con la salsa en pleno furor, nuestra cosa latina metiéndose en todos los rincones del New York latino y permeando el centro y sur del Continente, aparece un incontenible Frankie Dante. Este dominicano que era todo un marginal, un incomprendido, fue apartado por el sello Fania, por Pacheco y Massuchi que no valoraban su proyecto musical y comienza a producir unas fusiones poderosas, contestarias que serán parte del ‘underground’ salsero.

‘Presidente Dante’ hablaba del sueño de todos, de qué haríamos para ayudar a los otros si tuviéramos una migaja de poder para transformar la sociedad. “Si yo fuera Presidente no habría fuerzas armadas, las guerras se acabarían, los muchachos regresaran a casa, donde pertenecen”. En el Bronx latino, donde cientos de jóvenes eran enlistados para combatir en Vietnam, el tema de Frankie se escuchaba con fervor y con dolor.

“Hay que cambiar José, la Flamboyán le dice por qué
Hay que cambiar José, la Flamboyán le dice por qué
Queremos cambiar el sistema
Removiendo a todos los payasos
Si los políticos no cambian
La decisión vendrá muy pronto”

Y entonces llegó ‘Ciencia Política’ y Frankie, el incomprendido, fue aún más segregado y enviado al ostracismo porque su música era iconoclasta, subversiva, agresiva, antisistema. Pero su semilla quedó sembrada en quienes surgieron después y entendieron que allí había un bosque de inconformidades que el género podía reflejar, porque al final la salsa se afincaba en la calle, en la esquina, en los problemas cotidianos, “en la lucha por conseguir los cinco pesos”, como me dijo en una oportunidad Henry Fiol.

Unos jovencísimos Willie Colón y Héctor Lavoe lo entendieron pronto y aunque no eran tan filosóficos como Dante, también decidieron cantarle a las penurias del barrio, sobre todo a esa marginalidad, soledad y violencia que padecían los chicos latinos en ese barrio de ‘guapos’ que era el Bronx o  ¿por qué no? de cualquier calle de algún suburbio de nuestros países del sur de América.

Y fue así como estos ‘chicos malos’ le cantaron a la luna y el sol, dos calles estrechas y empedradas que corren paralelas por el viejo San Juan. ‘La radio bemba’ popular relató que estaban saturadas de prostitutas, malandros, casas de citas y bares de mala muerte… En este caso, cuenta Rondón, Willie Colón prefirió ubicar su música en las viejas calles boricuas porque estas, claramente, le permitían jugar más con la tradición de la violencia, haciendo mucho más global su canto, sacándolo de un contexto circunstancial para imprimirle una fuerza que iba mucho más allá de las anécdotas y las estadísticas.

Y allí, en ese mismo álbum, surgió también ‘El Día de Mi suerte’. “Pronto llegará el Dia de Mi suerte, sé que antes de mi muerte, seguro que mi suerte cambiará...” era la expectativa, un mensaje para sobreponernos al mundo que nos agobia, que esperamos que cambie, pero que solo un golpe de suerte -porque los pobres a qué más nos podemos aferrar- podría hacer que nos cambie la vida. La certeza era clara: un día, antes de que me llegue la muerte, estoy seguro de que mi suerte cambiará…

“Ahora me encuentro aquí en mi soledad
Pensando qué de mi vida será,
No tengo sitio dónde regresar
Y tampoco a nadie quiero ocupar.
Si el destino me vuelve a traicionar
Te juro que no puedo fracasar,
Estoy cansado de tanto esperar .
Y estoy seguro que mi suerte cambiará
Pero cuándo será!”

El año pasado, antes de que iniciara la pandemia, el escritor cubano Leonardo Padura estuvo en Cali presentando la reedición de su libro ‘Los rostros de la salsa’ y conversamos un poco sobre estos orígenes barriales de la salsa y su impacto en las composiciones. Y justamente en ese libro Willie Colón, que ya por los años noventa comenzaba su tránsito político hacia el Partido Republicano, entrega una contundente explicación sobre esa salsa social, con ‘comida’, como también la identificaba Fiol.

“Es que la salsa es como un periódico, una crónica de nuestra vida en la gran ciudad y por eso habla de temas como la criminalidad, la droga, la prostitución, el dolor, el desarraigo y hasta de nuestra historia de explotados y subdesarrollados. Ya no se habla de cortar caña o de la vida del campesino -aunque pueda hacerse y de hecho se haga-, sino de los problemas y del ambiente en que viven los latinos en el mundo moderno y las causas que los han llevado a ese estado”, explicaba el ‘Malo del Bronx’.

Y de seguro fue allí, en medio de esas reflexiones que hacía Colón después de separarse de Lavoe a mediados de los años setenta, cuando se lleva a cabo la unión de Willie con Rubén Blades y producen en 1978 el álbum ‘Siembra’, el icónico trabajo musical que marca un antes y un después de la salsa social y que se convierte rápidamente en un éxito mundial. Entonces, el intérprete panameño comienza a hablar de una Latinoamérica unida como Bolívar soñó y nos advierte sobre esa ciudad de plástico, “de esas que no quiero ver, de edificios cancerosos y un corazón de oropel, donde en vez de un sol amanece un dólar, donde nadie ríe donde nadie llora, con gentes de rostros de poliéster, que escuchan sin oír y miran sin ver, gente que vendió por comodidad su razón de ser y su libertad”.

Es en ese instante cuando Blades asciende al olimpo de los salseros-filósofos, nos sacude, nos reta y nos susurra con fuerza en el oído: “Estudia trabaja y sé gente primero, allí está la salvación, pero que mira, mira no te dejes confundir, busca el fondo y su razón “.

‘Siembra’ marca un antes y un después, al determinar que era posible el transcender los límites hasta ese momento imperantes en la música popular, específicamente en la salsa misma. ‘Siembra’ en sí mismo fue un asalto artístico, una protesta musical, una marcha sinfónica de sonidos, una revolución de sueños…

“Oye latino, oye hermano, oye amigo
Nunca vendas tu destino por el oro ni la comodidad
Nunca descanses pues nos falta andar bastante
Vamos todos adelante para juntos terminar
Con la ignorancia que nos trae sugestionados
Con modelos importados que no son la solución”

Este fue un estribillo que se instauró en cuanta concentración popular se adelantó en América Latina durante los convulsionados años ochenta, época de dictaduras y desapariciones. Un año antes Rubén había soltado un ‘numerito’ que fue directo al alma del obrero, del trabajador, del hombre del barrio, de la esquina, de la calle. Un disco que sonó como un cañonazo en el corazón del trabajador latinoamericano, ese que se parte el lomo en extensas jornadas de 16 horas y se pregunta hasta cuándo.

“Pablo Pueblo
Llega hasta el zaguán oscuro
Y vuelve a ver las paredes
Con las viejas papeletas

Que prometían futuros
En lides politiqueras
Y en su cara se dibuja
La decepción de la espera

Pablo Pueblo
Hijo del grito y la calle
De la miseria y del hambre
Del callejón y la pena”

Y es que ‘Pablo Pueblo’ trabajó hasta jubilarse y nunca le sobraron chavos, votando en las elecciones, para después comerse un clavo. En una entrevista con Leonardo Padura, el artista panameño dejó clara su intencionalidad. “Lo que me impulsó fue la convicción de que yo no era el único que pensaba así; siempre asumí que no estaba solo. Porque intuí que al igual que yo, la población iba a comprender mis canciones, se iba a identificar con los temas porque hablaba de nuestras interioridades, dudas, esperanzas, frustraciones y fracasos, y de nuestro humor y voluntad para seguir adelante”.

Pero además de los ya mencionados hubo otros artistas en los años ochenta que le apostaron a una salsa con contenido, antes de que llegara la ‘salsa monga’ y con sus letras eróticas cambiara para siempre el tinglado musical. Henry Fiol, el ‘Blanco que canta como negro’, también apuntó a cantarle a la injusticia, a la lucha por los cuatro pesos y la soledad de ese trabajador que diariamente tiene que rebuscarse en la calle.

Fiol siempre se preocupó por la temática social. En su versión de ‘Ahora me da pena’ relata la dura faena que era trasegar la Nueva York de los años ochenta. Unos años después, ‘Picoteando por ahí’ habla del rebusque, de la lucha diaria por sobrevivir en la calle, en lo que salga.

“Me levanto por la madrugá y no hay nada en la nevera
Me levanto por la madrugá y no hay nada en la nevera
No hay jugo, no hay pan
No hay leche tan siquiera.
Pero la busco (picoteando por ahí)
Y me defiendo (picoteando por ahí)
Yo me la busco (picoteando por ahí)
Y me despierto (picoteando por ahí)”.

Pero también en el 2009 lanzó ‘De la mano a la boca’, el disco que grabó en una plaza de mercado de Medellín y que refleja la dureza del trabajo y la angustia por llevar la comida para los hijos. Fiol fue de aquellos salseros que no le tuvieron miedo a cantarle a las injusticias, a la lucha, a los afanes en el barrio y en la calle.

“Yo soy un observador y veo la lucha que hay en Latinoamérica para ganarse los cuatro pesos. Aquí el que no tiene trabajo se tira a la calle a rebuscar. Siempre he creído que la salsa no tiene que ser música de escape, puede ser música con comida, con mucho contenido”, me reveló en una conversación que tuvimos hace unos años.

Otros experimentos musicales también intentaron acercarse a esa expresión. El Conjunto Clásico con Tito Nieves denunciaron el desarraigo y la pérdida de la tierra cuando nos revelaron que se marcharon Los Rodríguez, no se sabe para donde, dejaron su terruñito y se fueron del monte; Roberto Roena declaró su fidelidad con los desposeídos, pidió Agüita de ajonjolí  y que lo buscaran en los arrabales que abundan por la ciudad “porque con los pobres estoy”; Cheo Feliciano nos contó que cuando se llora en los entierros de mi gente pobre es porque se siente de verdad; mientras que Kim de Los Santos le cantó a ese sueño de todos los inmigrantes, a ese que se fue a dejar su vida al otro lado del río Bravo, pero que recogiendo tomates sueña con que un día progresará… “Una esperanza parte en avión, a un contrato que es un dolor, un par de brazos busca labor, porque en su tierra no la encontró” y hasta El Gran Combo nos confesó que no entendía por qué tantos van a la cárcel por robarse una gallina y al que se roba la granja nadie lo mira.

Todos estos artistas y otros más, en suma, no se escondieron y tocaron fibras sociales, políticas y económicas. Si una música ha sido altiva y levantó la mano para decir presente, esa fue la salsa. Por eso, como le enfatizó Rubén Blades al escritor Leonardo Padura, “hay más gente buena que mala y la prueba es que todavía existe el mundo, aunque nuestra irresponsabilidad hoy esté contribuyendo a enfermarlo y herirlo, pero es irreversible y por eso resulta importante explicar, a través de testimonios, lo que aún continúa siendo relevante: la influencia de la música popular y la posibilidad que plantea como contribución al desarrollo cultural, social, económico y político de América Latina y del mundo”.

VEINTE TEMAS IMPERDIBLES DE LA SALSA SOCIAL:

Lee más noticias

Entretenimiento

Así se vivió el concierto sorpresa de Shakira en Times Square

Su éxito 'Hips don't like' fue el primero del concierto en Nueva York de 30 minutos en el que la artista impactó a sus seguidores

Su éxito 'Hips don't like' fue el primero del concierto en Nueva York de 30 minutos en el que la artista impactó a sus seguidores

Compartir

La cantante colombiana Shakira paralizó este martes Times Square, en Nueva York, donde convocó a miles de personas a un concierto gratuito para presentar su nuevo disco 'Las mujeres ya no lloran', que anunció poco antes del evento a través de sus redes sociales.

Una hora antes del concierto había mucho público, entre las calles 45 y 46 de la popular zona donde se preparó un escenario en el techo de un edificio. El lugar estaba rodeado de pantallas de luces que proyectaban su imagen y con un balcón con una barandilla que parecía de cristal.

Mientras, un reloj, en una gigantesca foto de Shakira vestida con un corsé negro y un bikini que simulaban diamantes que parecían caer y amontonarse a sus pies, iba marcando una cuenta regresiva del inicio de su presentación.

Faltando 38 segundos, se escuchó a coro "Shakira, Shakira" y al momento cero el público comenzó a gritar. De inmediato, una imagen de una loba en la pantalla se convirtió en el rostro de la artista, que descendió al escenario en una plataforma vestida de negro con pantalón y un veraniego suéter, collar corto de cristales transparentes y cabello suelto.

Lea también: "Lo que viene es muy bueno": Shakira lanza su disco 'Las mujeres ya no lloran'

Más detalles del concierto

Su éxito 'Hips don't lie' fue el primero del concierto de 30 minutos en el que la artista bailó y movió sus caderas. Estuvo reconectando con su fiel público que cantó con ella desde el inicio del espectáculo.

'Las mujeres ya no lloran' es el primer álbum en siete años de la artista, que había dedicado más tiempo a su vida familiar.

La última gira de Shakira fue en 2018, pero, estar alejada de los escenarios no le ha restado apoyo de sus seguidores. Además, se han mantenido atentos a su vida y respaldado con sus mensajes cuando enfrentó problemas en su matrimonio.

La barranquillera, de 47 años, que sonreía y lanzaba besos al público, interpretó además 'Te felicito', 'TQG', 'Puntería' y su 'Bzrp Music Session, Vol. 53' que dedicó a Piqué y también se convirtió en un éxito, cuya letra de "las mujeres ya no lloran" da título al disco y su próxima gira.

'Las mujeres ya no lloran' se da tras su separación y su posterior recuperación, en lo que describió como “una conversación” con sus fans.

El nuevo disco tiene canciones que ya rompieron todo tipo de récords mundiales, más ocho nuevas.

Cardi B, Karol G, Rauw, Alejandro Sanz, Manuel Turizo, los DJ y productores el álbum, las agrupaciones de regional mexicano Grupo Frontera y Fuerza Regida, además de sus hijos Milan y Sasha la acompañan en 12 de las 16 canciones del proyecto a ritmo de reguetón, bachata, EDM, electro y synth-pop, corridos tumbados sierreños y urbanos y trap.

Al finalizar el concierto la policía arrestó a un hombre tras surgir una pelea que no tuvo mayores consecuencias.

Artículo relacionado

Sigue nuestras redes sociales:

Lee más noticias

Entretenimiento

La fusión de dos mundos: Cuando la moda y el deporte se unen

La convergencia entre deporte y moda refleja la creciente importancia de lucir bien mientras se hace ejercicio.

La convergencia entre deporte y moda refleja la creciente importancia de lucir bien mientras se hace ejercicio.

Compartir

En la búsqueda de sentirnos bien con nosotros mismos, la elección de la vestimenta para hacer ejercicio juega un papel fundamental. La ropa deportiva no solo busca proporcionar comodidad y libertad de movimiento, sino que también se ha convertido en una expresión de estilo y moda. Es el equilibrio perfecto entre sentirnos lindas y cómodas mientras nos mantenemos activas.

El impacto de la moda deportiva en la sociedad es evidente, ha trascendido los límites de los gimnasios y se ha integrado en la vestimenta cotidiana. Hoy en día, es común ver personas luciendo conjuntos deportivos en situaciones que van más allá del ejercicio, demostrando que la línea entre la moda y el deporte se difumina cada vez más.

Esta convergencia entre deporte y moda se debe a la transformación de la finalidad específica de la ropa deportiva. Ya no se limita solo a una funcionalidad, sino que se enfoca en el diseño, la innovación y el estilo. Las personas están cada vez más interesadas en lucir bien mientras se ejercitan, ya que esto aumenta su confianza y motivación.

Hoy en día, la ropa deportiva es definitivamente parte de la moda. Las tendencias para este año se inclinan hacia diseños versátiles que pueden adaptarse tanto al entrenamiento como a la vida diaria. La moda deportiva ofrece una amplia gama de opciones para todos los gustos y estilos, así como lo expresa la empresaria y dueña de la marca deportiva “Be Just You”, Nohemi Patiño.

Lea también: El artista caleño Four J estrena su tema 'Me gané la lotería'

“Para el 2024  se está manejando mucho lo que es el tejido seamless, con un tacto más suave y mayor elasticidad gracias a su estructura sin costuras. Esta es una tela ligera con tejidos naturales, que mejoran aún más la transpiración e incorpora el control de abdomen. Se puede apreciar que vienen en furor también las pretinas altas y anchas. Además, en cuanto a colores, los unicolor serán los conjuntos predilectos, los estampados ya han pasado un poco de moda, aunque, se siguen utilizando dependiendo del gusto de cada mujer y de su cuerpo”.

Puntualizó Nohemi.

La comodidad sigue siendo una prioridad, pero ahora se combina con elementos de moda que reflejan las últimas tendencias. La tecnología también desempeña un papel importante, con telas transpirables, elásticas y resistentes que permiten un mejor rendimiento durante el ejercicio.

La ropa deportiva ha evolucionado más allá de su propósito inicial, convirtiéndose en una parte esencial del armario moderno y un símbolo de estilo activo y saludable.

Artículo relacionado

Sigue nuestras redes sociales:

Lee más noticias

Entretenimiento

Cali se viste de cultura con la semana del teatro: Esta es la programación

Ya inició la semana del teatro Ipeciano que se celebra hasta este 23 de marzo en diferentes puntos de la ciudad, donde Cali se viste de cultura y conmemora el Día Internacional del teatro.

Cali se viste de cultura con la semana del teatro: Esta es la programación
IPC.

Ya inició la semana del teatro Ipeciano que se celebra hasta este 23 de marzo en diferentes puntos de la ciudad, donde Cali se viste de cultura y conmemora el Día Internacional del teatro.

Compartir

En el marco de la celebración del Día Internacional del Teatro que se festeja el 27 de marzo, la ciudad de Cali se prepara para conmemorar esta importante fecha con una semana llena de eventos teatrales organizados por el Instituto Popular de Cultura.

Una celebración que no solo destaca la riqueza cultural de la ciudad, sino que también honra la contribución del teatro en sociedad y su capacidad para inspirar, entretener y llevar al público a reflexiones profundas.

La Semana del Teatro Ipeciano, que se lleva a cabo del 18 al 23 de marzo, contará con una variada programación que incluirá obras teatrales, talleres, charlas y encuentros con artistas locales e internacionales. Desde obras clásicas hasta producciones contemporáneas, la diversidad de propuestas garantiza que haya algo para todos los amantes del teatro.

Lea también: El artista caleño Four J estrena su tema 'Me gané la lotería'

IPC.

Donde se presentan obras como: “Nuestro pueblo” Escuela de teatro IPC y “Rosas” grupo borondo teatro.

Otras de sus actividades están los talleres que brindan herramientas para la actuación, cómo:

  • Hacer y decir ‘produciendo sentido’, taller de teatro comunitario.
  • Taller ‘El cuento de llevar un cuento al teatro’.

Cada una de estas actividades más que una celebración es un tributo al poder transformador del teatro y su capacidad de unir personas, inspirar el cambio y enriquecer culturas.

IPC.

Artículo relacionado

Sigue nuestras redes sociales: