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Y la guerra sigue de largo

Y la guerra sigue de largo

Uno de los costos de la guerra, que sin duda aumentará, luego de que la guerrilla anunciara el alto al cese unilateral al fuego, será el costo humanitario.

La muerte de los 11 soldados militares en la vereda La Esperanza, en el Cauca, los bombardeos a campamentos de las Farc, en Guapi, y Segovia con un saldo de 33 subversivos abatidos son solo ejemplos de que la guerra arreciará.

De nuevo los periodistas que cubrimos el conflicto armado estaremos registrando  las historias de las vidas que diariamente se pierden, como el deceso de la pequeña Ingrid Cuetio, luego de toparse con un artefacto explosivo cerca de su escuela,  estuve en la alejada zona donde murió la niña por una mina antipersona y, créanme, es imposible ser inmune a lo que he visto, las escenas y el dolor no se pueden borrar.

Ahora vendrán reportajes de personas civiles, campesinos e indígenas, miembros de la fuerza pública y de la insurgencia, que quedarán inválidos, mutilados y muertos.

De nuevo los reporteros estaremos contando cómo la población se ve obligada a desplazarse de sus territorios; población exiliada y refugiada en las grandes ciudades como  Buenaventura y Cali. La capital del Valle registra una de  mayores índices de familias que llegan huyendo de la guerra, costos que están afectando de todas las formas el nivel de vida de la población.

Los costos sociales, representados por el aumento de los índices de pobreza, la destrucción de la  familia, el crecimiento de las mujeres cabeza de familia sobretodo afros e indígenas, cambio de valores y principios, pérdida del sentido de la vida, que conllevan a una degeneración de la sociedad.

Todo esto sin contar los costos de los daños a la infraestructura  y el deterioro al medio ambiente, representados por el ecosistema que se ve afectado y que se destruye por las operaciones militares, la siembra de cultivos ilícitos y la minería a gran escala con fines de financiamiento

Los perjuicios, representados por toda la destrucción de obras civiles como puentes y vías, tal como ha sucedido en los últimos años en la carretera Panamericana  que comunica a Cali con Popayán. Creo que ya tenemos una idea de lo que durante este tiempo de conflicto representa y seguirá representando, de acuerdo a las últimas noticias que nos llegan de la Habana, el mantener un conflicto armado para la población colombiana

Es clave mirar que no solo se trata de presupuesto, de acuerdo con la publicación, “¿Cuánto nos cuesta la guerra?”, solo el gasto directo en el sector defensa en los últimos 10 años ha sido de 220 billones de pesos.

Haciendo una cuenta sencilla, con ese dinero se habría podido construir más de 3 millones de casas de interés social, de 70 millones de pesos cada una.

La guerra que se recrudecerá tiene sus costos: el precio en vidas, destrucción ambiental, daño a la infraestructura, esquizofrenia colectiva, y el más elevado de todos: el costo de oportunidad de vivir en paz y en bienestar.

El poeta y ensayista William Ospina dice que, “aquí recuerdo los bellos paisajes de mi hermoso departamento del Cauca donde nací y de mi esplendido  Valle del Cauca que me acogió”.  “Colombia tendría condiciones inmejorables para convertirse en epicentro del llamado turismo ecológico, en un destino para quienes buscan la sencillez de la naturaleza, la alimentación orgánica, la naturalidad del vivir. Nada de eso es posible con violencia, pero tampoco lo será sin el fortalecimiento de un relato nacional del que todos  seamos partícipes y voceros”.