Esta semana me dio por las esdrújulas. Tengo una pregunta, una opinión después de leer muchas al respecto y una propuesta.
1. Octubre: Mes del artista nacional.
La pregunta: ¿Cuántas veces al día suena música colombiana en las emisoras?
Y no me refiero por supuesto a música “payoleada”.
Payola, en la industria de la música, es la práctica de pago u otro incentivo por parte del interesado, para la difusión de fonogramas. (Ay, no se hagan, que casi todo el mundo sabe lo que es payola: Pagar por sonar o PEOR: pagar para que otros no suenen).
Para quienes no conocen sus orígenes, “Payola” es una palabra que surgió de la contracción de las palabras inglesas “Pay” (pagar) y “Victrola” (uno de los primeros tocadiscos). Funciona así: grabe usted lo que se le ocurra, sea bueno o pésimo. No importa. Pague unos cuantos –bastantes- millones o regale lo que el medio de comunicación le exija y automáticamente conviértase en estrella. ¡Qué maravilla! (Nótese mi sarcasmo, por favor).
En USA hay reglamentación severa al respecto. Básicamente es ilegal. Argentina y México –entre otros países-, por ley tienen una cuota ALTA de sonadas para el fomento de la música nacional. ¿Por qué no emular ese tipo de conducta?
Qué lindo sería de una vez por todas acabar con la payola y hacer que en todas las emisoras suene música de calidad, que esté bien producida y sea agradable. Y sobre todo: que sea ¡Colombiana! Estamos en un país que rebosa talento. Me atrevo a decir que el talento es el recurso natural más abundante en la actualidad. (Sé que más de uno está moviendo la cabeza para decir “¡Sí! Qué bueno que alguien más lo dijo”.)
2. Cali: La capital de la salsa.
La opinión: El ser humano es una criatura complicada. Como reza el popular adagio: hay palo porque boga y palo porque no boga. Así es la cosa. Cuando no hay espectáculos, la gente se queja de la falta de ellos. Cuando los hay, la gente se queja de que los precios están por las nubes. Y cuando son gratis… ¡NO ASISTEN!
La semana pasada dos eventos de gran magnitud dejaron controversia. A mi modo de ver, no hubo suficiente difusión de algunos de los conciertos o espectáculos. Item a tener en cuenta para el futuro.
Ajazzgo tuvo oferta para todos los gustos y presupuestos, pero infortunadamente el espectáculo más apetecido tuvo un lunarcito –el sonido al principio no fue lo que se esperaba en un acontecimiento de ese calibre- y tampoco fue un evento tan concurrido. El motivo: el precio.
Existe en el mundo actual, una marcada tendencia a la cultura del “no pago”. Infortunadamente la gente quiere las cosas gratis. (Y esto es a todo nivel. Y algunos lloran como Magdalenas desesperadas por “una rebajita”).
Hay que entender que las cosas buenas CUESTAN. – Y empezar a ahorrar para el próximo año, porque el esfuerzo que hacen los organizadores de festivales para traer artistas de gran factura, no puede ser algo que se pierda en la nada-.
No queremos quedarnos oyendo música auto-tuneada de por vida, ¿verdad? (Ay, no se hagan, que casi todo el mundo sabe lo que es auto-tune: ese invento desventurado que convierte en cantante a cualquiera que tenga pinta o plata)
El Festival Mundial de Salsa: Muy bonito. Muy colorido. Muy bien organizado. Un hermoso escenario de 360 grados fue la principal atracción. Una palabra para describirlo: Innovador.
Aplausos para María Helena Quiñonez la secretaria de Cultura, para Adriana Chamorro la joven organizadora y todo su equipo de trabajo. Mi opinión es que más difusión habría sido clave para asegurar la asistencia masiva a todas las funciones.
Cali sigue siendo la Capital de la Salsa, pero le hace falta sangre nueva. Hablando de lo cual, los proyectos independientes como el de Win y Mauro –ambos ex integrantes de Guayacán Orquesta- y la Orquesta Tumbao de Carlos Galvez –que anoche hizo el lanzamiento de su nuevo trabajo en el bar Zaperoco- son excelentes propuestas.
Buen concepto, juventud, talento, frescura, re-invención de algunas cosas clásicas que suenan muy bien con el toque “Siglo XXI”. Yo definitivamente les voy a seguir la pista.
Lo que no se renueva… (Ahí les dejo los puntos suspensivos).
La nota feliz: El Grupo Niche se lució en un concierto con un lleno del 90 % que conmemoró los 35 años de su feliz existencia. En un apoteósico reencuentro con un público que los ama y bajo la batuta de José Aguirre su director, hizo las delicias de toda la concurrencia. El ensamble con Swing Latino fue espectacular. Fue una noche de salsa, nostalgia y alegría. Eso que los brasileros llaman “Saudade” me invadió por instantes escuchándolos. Maestro Jairo Varela… ¡hay Niche pa’ rato!
3. Delitos de Lesa “Himnumanidad”
(Del Himno Nacional y otras catástrofes anunciadas)
Algo que debería ser motivo del mayor homenaje y reverencia por ser un símbolo patrio, se ha convertido en “meme”. Todo el mundo espera la metida de pata de turno. No me voy a referir a la última, por respeto a mí misma.
La propuesta: que en adelante en cualquier circunstancia que lo requiera, suene la pista bien producida con una banda marcial respetable y que el público en masa coral interprete con orgullo patrio y mano en el corazón, las respetables notas de nuestro símbolo patrio musical.
Dato importante: si se trata de un partido de fútbol, no existe nada más apabullante que un Haka de Nueva Zelanda (un cántico tribal de guerra o de honores) o una multitud de colombianos de mano en pecho, vestidos de amarillo gritando con alma, vida y sombrero: “¡OH GLORIA INMARCESIBLE, ¡OH JÚBILO INMORTAL!”. Con eso tenemos la mitad del partido ganado.
-Pst… pst… aquí entre nos. A cualquiera que ose entonar el Himno Nacional de la República de Colombia:
ES UN OBLIGADO. No es ad-libitum como otros Himnos. (Ay no se hagan, que pocos sabemos que Ad-libitum quiere decir cantar o tocar una pieza como a uno le venga en gana). Las notas y la letra están EN LA PARTITURA. Léalas al pie de la letra. O calle para siempre.