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¿Tenemos los colombianos un verdadero sentido de la política?

¿Tenemos los colombianos un verdadero sentido de la política?

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Cuando se trata de política algo va de la teoría a la práctica. En nuestro país, pareciera que cada uno de los nacionales discreparamos en cuanto al criterio, al concepto de lo que es y debe ser la politica; es más, a una gran mayoría le es indiferente; inclusive la ve mal y la califica peor; y ni qué decir del estado, del gobierno y, por supuesto, de los politicos.

El verdadero sentido de la política en Colombia se contaminó por diversos factores: nepotismo, narcotráfico, corrupción, impunidad, cinismo, falsas noticias, desigualdad, inequidad, exclusión, indiferencia, privatización desmedida, desatención de los problemas estructurales y, por supuesto, la falta de educación que nos deja sin criterio, nos vuelve vulnerables y nos convierte en presa fácil de las mentiras y propuestas más absurdas.

En conclusion, reina incertidumbre, zozobra; una situación que genera más amenazas que riesgos porque provoca especulaciones, falsas verdades y probabilidades fuera de control.

Ante ese panorama, un alto porcentaje, sobre todo de jóvenes, opta por ser ajeno a la politica; prefiere no involucrarse de forma efectiva y dar la espalda, enterrar la cabeza e ignorar lo que está sucediendo o pueda suceder, decisión que provoca un efecto contrario al pretendido, porque esas actitudes negativas despejan el camino a los incorrectos y deshonestos para acceder al poder, a la toma de decisiones que, muy seguramente, no le apostarán al bien común, sino al favorecimiento de mezquinos  intereses particulares.

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Cuando faltan pocos días para elegir el nuevo presidente de Colombia, el panorama preocupa. Los colombianos fijamos dos miradas opuestas frente a la política, dos posiciones que separan, distancian y envilecen las confrontaciones; en resumen, polarizan. Lamentablemente, andamos confundidos; estamos divididos, polarizados, porque los odios ganaron la carrera; los fanatismos trasciendieron el insulto y la calumnia ocultos en el anonimato que proporciona el uso malintencionado de herramientas como las redes sociales.

Así estamos frente a populismos y caudillismos que entorpecen la democracia y amenazan el razonable, consciente y honesto ejercicio electoral; es decir, la toma de decisiones con verdadero sentido de lo político que debe ser lo social, el bienestar general, el bien común.

Quienes optamos por el responsable ejercicio politico tenemos clara la tarea; asumimos una misión orientada hacia el real bienestar presente y futuro de nuestra gente y hacia la construcción colectiva, sólida y permanente de la sociedad.

Ojalá los colombianos, todos, superemos las diferencias que nos impiden concertar la dimension política como arte y estrategia, como voluntad decidida para resolver problemas, como interés en la transformación positiva de un país que parece desistir de rótulos, colores y estandartes, pero se aferra a rencores que obnubilan.

Abandonemos ya la postura cómoda de no asumir postura y, más allá de las encuestas, evaluemos trayectorias; busquemos un programa articulado a la realidad; dejémonos motivar por quien esté comprometido con el servicio; por quien no busque dividir más al país,  reflexionando en la suerte que anhelamos para 50 millones de connacionales. Identifiquemos la propuesta conveniente para el momento histórico, busquemos lo mejor para Colombia.

Salgamos a votar; ejerzamos el derecho a la inconformidad, decidamos bien, pensando en acabar, por fin, las injusticias que argumentan quienes favorecen el conflicto y el caos que postran al país en el subdesarrollo y la pobreza. Hagamos nuestra apuesta por y para el país.

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