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Somos lo que somos

Somos lo que somos

Gracias a esa cadena -que a veces pareciera infinita- conformada por los eslabones virtuales de las redes sociales, pude saber de muchos paisanos que incluso desde lejanas latitudes sintieron como propio el texto breve que me atreví sobre la historia del pueblo en el que nacimos: San Antonio Abad del Páramo de Nuestra Señora de los Dolores. Es de todos. El pueblo y el texto. El primero nos pertenece por historia y el segundo, aspiro, nos pertenezca por tradición, y podamos enriquecerlo de manera conjunta.

De todos los mensajes, unos más, otros menos extensos, pero todos con una huella estremecedora en el alma por el terruño, quiero destacar el de Jairo Rivera Morales: “Los sueños provienen más de la cultura que de los genes. La cultura se crea; los genes se llevan. El ser humano es lo que es, mucho menos por la herencia que por la Educación. Por ésta última el código cultural ha llegado a tener mayor incidencia que el genético en no pocas definiciones de conducta. El gran escritor español Arturo Pérez-Reverte ha dicho: ‘Somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos; sin historia estaríamos indefensos ante quienes nos manipulan en el presente’. Porque creo en ello, he saludado con regocijo el intento de recuperar la memoria, avocado por mi paisano de palabra expeditiva, espíritu inquieto e indudable talento. Es un buen punto de partida para las estirpes doloreñas que parecieran condenadas a cien años de desmemoria... Desmemoria que, desconcertantemente, solo turba el estruendo de la guerra”.

Tengo entendido que comparto con Jairo la docencia universitaria y vaya si tienen sus alumnos, un profesor preclaro y comprometido. Cuando leí la primera línea de su mensaje, me estremeció su contundencia. “Los sueños provienen más de la cultura que de los genes”. Evoqué una sentencia del poeta israelí Gabriel Preil: La primera línea de un poema es un halcón que no deja escapar a su presa. Si bien el mensaje de Rivera dista de ser un poema, si es poética excelsa su prosa. Con la efectividad del púgil que trabaja su victoria anclado más en el conocimiento preciso de la técnica, que en el certero golpe de suerte, cuando apenas nos recuperamos de la trompada conceptual, nos atesta un sólido argumento. “La cultura se crea; los genes se llevan”. Y como para que no haya duda de que su visión -como la del halcón- es excepcional, nos acaricia con una prueba categórica. “El ser humano es lo que es, mucho menos por la herencia que por la Educación”.

Y aquí, es cuando el autor ratifica el desacato a lo convencional, a lo que hemos creído, o nos han hecho creer, que la herencia genética es más fuerte y trascendente que la cultural. Y por supuesto, no se atañe allí a lo físico, sino a lo mental, a lo intelectual, a lo espiritual si se quiere, a todo aquello que nos conforma como seres sociales. La educación es una herencia invaluable, una inversión a largo plazo cuyos dividendos se recogen desde el momento mismo de la consignación. Todos sabemos que la educación, más que cualquier otro recurso de origen humano, es el gran igualador de las condiciones del ser humano, y que como nos indicara Thomas Mann, es el volante de la maquinaria social. Nada que mejor nos conduzca. Nada que nos lleve más a la servidumbre que la ignorancia. Nada que genere más placer que el aprender. Nada que sea mejor ejemplo. Nada que nos permita conocer y hacer parte de esa complejidad llamada cultura. De ahí, que el coterráneo Rivera López, se permita una aseveración casi científica. “Por ésta última (la educación), el código cultural ha llegado a tener mayor incidencia que el genético en no pocas definiciones de conducta”.

La cita que alude al escritor Arturo Pérez-Reverte y que sobreviene luego de la exposición preliminar, es el nocaut del mensaje de Rivera. Una deliciosa provocación, un desafío para ir raudo en la búsqueda de las ideas de este contemporáneo pensador español. La tautología que sirve de título a esta columna, se sostiene -como el hecho mismo de la escritura- de la curiosidad cultural, de la amplitud de su rango, la revisión de documentos, la potencia creativa, la insolencia argumentada para desafiar lo convencional y claro, la escritura eficaz. Gracias Jairo por tus palabras, solo me queda la duda si expeditiva fue acaso una autocorrección de expedita, pues mucho va de atropellada a libre. Mientras esa duda se despeja, te comparto otras joyas de Pérez-Reverte para repensar en la importancia de la historia.

“La única salvación posible estriba en dos palabras: educación y cultura”.

“Creo que el peor daño social es la ignorancia aliada con la estupidez y el poder”.  

“Nos mean y la prensa dice que llueve”.

“Los políticos son una manifestación pública, el síntoma de una enfermedad que somos nosotros”.

 “Presos políticos si hay… lo que no hay son políticos presos”.

“Barro, sangre y mierda. Eso era la guerra, eso era todo, Santo Dios. Eso era todo”.

“Una vuelta por cualquier barrio de México, por cualquier campo de Perú, por la pampa rubia, y verán que la miseria, el hambre y sobre todo la incultura siguen siendo las mismas”.