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Sobre Verbos, por Lizandro Penagos

Sobre Verbos, por Lizandro Penagos

 

Marianne Ponsford: la reina del periodismo cultural

 

Quien quiera conocer su curriculum vitae teclee Marianne Ponsford e invierta una tarde en revisar un montón de publicaciones que dicen casi todas lo mismo. Dónde nació. Glasgow. Dónde y qué estudió. Bogotá. Periodismo. Londres. Literatura. Dónde vivió. España. Inglaterra. Dónde ha trabajado. Turner. Siruela. Cambio 16. Cromos. El Malpensante. Semana. El Espectador. Arcadia. Puros dóndes y cuándos. Ni un porqué, ni un cómo. Para descubrir algunas claves deberá entonces leer un buen número de textos donde la foto de su rostro opera como el mejor y más efectivo lead que jamás se haya leído. Invita de inmediato. En un periodismo lleno de caras feas: Caballero, Coronel, Molano, Lozano, Duzán, Sánchez, Thomas, todos los Samper, casi todos los Santos, etc., ella destaca.

               La vi por primera vez en una Feria del Libro en Bogotá, acompañada de un tipo rarísimo, Ramón Jimeno. Raro porque es extraño ver que la belleza y la  inteligencia vayan juntas. Suelen ir por caminos diferentes, tal vez porque son dos chicas egoístas. O porque no se necesitan mutuamente. Las dos, en una metáfora de la naturaleza, son una redundancia de la materia que por lo regular no habita un mismo cuerpo. El tipo es pinta y pilo. Churro, dicen las señoras bogotanas. Y ella también, no lo dice, lo es. Pinta y pila. Chusca, dicen los rolos. Se lo habrán dicho tanto que el elogio ha de estar marchito, como los vocablos chibchas en nuestro lenguaje, que cambiaron de significado. Después veo unas fotos junto a Rodrigo Pardo y confirmo lo primero. La vi a lo lejos. Han pasado algunos años. En la hoguera de las vanidades los años azuzan el fuego destructor, pero en la experiencia de la vida, son las brasas donde se doran las sensaciones y se cuece a fuego lento la percepción.

               Se confirma en su rostro que no envejecen ni la sonrisa, ni la mirada. Y en sus textos, que tampoco el espíritu y menos la comprensión. No podría ser éste un piropo, en las mujeres la edad es una dimensión y una falta de caballerosidad en los hombres preguntarla, sugerirla, revelarla, acaso sea una necia observación, un apunte aleve. Frívolo, como el título de esta columna.

               Me enamoré hace unos años de sus textos. De sus columnas y entrevistas. De lo que dice y de cómo ve el mundo. De Volver a perder, de La resurrección de Chavela Vargas, de Aranzazu, el pueblo de los bipolares; de La decadencia del hombre corbata, de La tiranía del clic, de su testimonio acerca de Cómo ser un buen post-polvo (léase post-coito, que se oye feísimo), y claro, de una coincidencia maravillosa: nos encanta el olor del cilantro picado. Al margen de que en un muy obvio juego sonoro he debido soportar el nefasto Cilantro Penagos, Marianne dice que el cilantro es magia en la cocina, aunque no le va muy bien en dicho escenario. Lo suyo son las letras, no las recetas. Culinarias claro, las periodísticas son deliciosas.

               Leo y releo y encuentro otra casualidad: no cree que exista la televisión colombiana. Al primero que se lo oí decir fue a Alberto Aguirre, un señor paisa que parecía de otro mundo. Brillante. Escéptico. Cáustico. Sarcástico. Fue su amigo. Aún lo es, presumo. Los buenos amigos no se mueren, se quedan a vivir con nosotros y se mueren cuando por fin nosotros nos morimos. Pienso que ella y él se parecen. En España fue quien recibió a un Héctor Abad Faciolince abatido por el asesinato de su padre. Allá debió conocerlo Marianne. Supongo.

               En la televisión se refleja toda la derrota de nuestro sistema, dijo Fellini: el político, el educativo, el económico, el social, en suma, el cultural. Y llegamos al tema que nos convoca y que tendrá a Marianne aquí. La cultura y el periodismo. Todo es cultura, pero la mayoría de las veces el periodismo que la cubre no pasa del simple registro de lo que se asume como tal. El espectáculo. El jet-set.

              Arcadia fue su apuesta por una década, el espacio donde combinó literatura y periodismo. Las herramientas de la primera puestas al servicio del segundo. Un ejemplo de periodismo cultural exitoso. Una proeza. Una rareza. Algo idílico y no tan antiguo como la región griega que evoca, pero tan olvidado como las buenas formas y maneras del oficio.

               El periodismo es uno solo y los problemas de sus variantes: deportivo, político, económico, cultural, etc. son los mismos. Poca investigación, cuando no nula; mala escritura, escasez de fuentes o algo peor, el unifuentismo; inmediatez, información sin contexto amparada en validar la capacidad de reacción, es decir, solo importa la variable tiempo; y acaso lo más grave, cubrimiento coyuntural y espectacularización, soportadas estas características en plataformas tecnológicas que muestran espacios y obvian contenidos. No se cubre nada que no sea espectáculo y al final todo termina siendo entretenimiento ramplón. No importa si es una masacre o una obra de teatro. Se cubre con la misma lógica y el mismo paradigma: es lo que quiere la gente. Hay que “darle carne al monstruo” y buscar con sabueso olfato, la actualidad, la capa más superficial de la realidad y escenario predilecto del escarnio público.

               Marianne, que comparte con Juan Villoro la percepción de que estudiar Comunicación Social es una pérdida de tiempo, es invitada permanente a estas Facultades. Transforma emoción en información. Maestra de la crónica, que tiene elementos de muchos géneros a condición de no ser ninguno de ellos y cultora de uno de los mayores desafíos narrativos, crear asombro a partir de lo que todo mundo conoce: la corbata, el clic, los polvos…

               Bienvenida siempre. Y espero no incomodarla con elogios tan baladíes o ser tan insípido como un sancocho sin cilantro o un texto sin argumentos.

               Junto a Catalina Villa, Guillermo González, Amparo Sinisterra de Carvajal, Juan David Correa, Mario Jursich y por supuesto, Marianne Ponsford, participaré del Panel: ¿Cómo se está haciendo periodismo cultural en Colombia? en el marco del 6º. Encuentro Nacional de Gestores y Redes Culturales que se realizará en la UAO el 20 y 21 de noviembre bajo el título Periodismo Cultural y Cultura del Periodismo.

La invitación está servida.